Y al precisar en lo que se refiere al término "ágil", habría que dejar claro que este tipo de toro es listo, muy listo, que exige que se le hagan bien las cosas desde el principio y en todo momento. En pocas palabras, el toro de Baltasar Ibán no perdona errores.
Son razones para que el aficionado (el de verdad, que entiende y demanda un espectáculo apasionadamente íntegro, en su pura esencia) considere que ésta y otras ganaderías en esa línea de invariable naturaleza, sean absolutamente imprescindibles para prestigiar las grandes ferias. Naturalmente Madrid, como la más importante del mundo, no podría perdérsela.
Pero es que hay más argumentos. Los hubo esta tarde. Por ejemplo, la prontitud para arrancarse, y la forma de querer "comerse" los engaños. Toros que tienen eso que ahora se ha dado en llamar "transmisión" por su tenaz movilidad.
A este comportamiento hay quien le llama casta; otros dicen que bravura; incluso no faltan opiniones que pretenden resolverlo con el término fiereza.
Pues que cada uno lo entienda como quiera.
Lo cierto es que el espectáculo de los seis "ibanes", cada uno en una particular forma de acometer, fue algo regocijante para el tendido, ahora sin distinción de purisras y no puristas.
Cualidades, sin embargo, que no supieron o no quisieron estimar los toreros.
Y el público, que en principio no parecía estar por los toros, pues tardó en valorar las pavorosas cornamentas (los seis lucieron largos y astifinos pitones), críticando con palmas de tango las escurridas anatomías del conjunto -que todo hay que decirlo-, terminó tomando partido por la ganadería.
Unos mejores que otros, hay que insistir, incluido alguno que manseó, como el tercero, gran decepción después de las esperanzas que hizo concebir en el caballo.
Y es que los momentos claves en la tarde fueron los tercios de varas en ese tercero y el quinto. Toros galopando de muy largo para entregarse, dejándose pegar lo suyo, con suma fijeza y empuje. Aunque de estos dos, hay que recalcar, el único que mantuvo la bravura en el último tercio fue el quinto.
Así que, mención especial al bravisimo quinto, bautizado como "Bastonito", el mismo nombre de aquel "ibán" que en 1994 trajo de cabeza en esta plaza a un heróico César Rincón, quien acabaría contándole una oreja a sangre y fuego. Cien veces estuvo cogido Rincón, volando entre los pitones del inasequible "Bastonito", y cien veces volvió a ponerse en ese sitio de o tú o yo. Qué recuerdos más emocionantes.
Pero esta vez el espada de turno, Francisco de Manuel, no pudo soportar la presióm. Ni tampoco asumió la responsabilidad de aquel bravo Rincón, tan bravo o más que el astado.
Y poco más habría que decir de esta tarde para no dejar en mucho peor lugar a los toreros.
"Calita" pasó de puntillas en su lote. En el que abrió plaza, al dejarse tropezar el engaño en los primeros compases, ya no pudo hacerse con la situación. Y en el cuarto, que esperaba y media mucho, lo intentó, sin embargo, sin pasar de las apariencias.
Francisco de Manuel estuvo firme en su primero, sin embargo, se apagó pronto el toro. Pero con el quinto pudo y debió ser otra cosa. Toro que galopó de largo en dos ocasiones al encuentro del jamelgo. Y luego siguió la muleta en ese buen son de bravo. Incansable por el lado derecho. Y tanto por el izquierdo. De Manuel no acertó siempre a buscarle el pitón contrario, no lo suficientemente cruzado para facilitar las arrancadas. No obstante, hubo emoción y belleza en dos primeras series. Y como conforme avanzaba el trasteo, sobre todo en el tramo final, se dieron pasajes en los que faltó limpieza, surgieron las consiguientes advertencias, o sentencias, de los más críticos del tendido con el despiadado grito de "se va sin torear". Ahí se acabó lo que se daba.
Por último, Alarcón, se encontró en primer lugar con un manso que hizo tercero y equivocó a todos por su espectacular pelea en el caballo. En la muleta fue todo lo contrario que bravo, y por mucho que lo intentó no pudo ser. Incomprensible esta vez el silencio del tendido frente a la excentricidad de la ovación en el arrastre. Ya en el sexto y con todo tan a favor de los toros y el escaso aliento para los toreros, salió del paso Alarcón sin plantearse siquiera el esfuerzo.
FICHA DEL FESTEJO.-
Tercera de San Isidro. Más de media.
Toros de Baltasar Ibán, chicos pero muy bien armados, y encastados en diversos grados. Corrida de juego sumamente interesante para el aficionado y el gran público.
El mexicano "El Calita": estocada y tres descabellos (aviso y silencio); y bajonazo (silencio).
Francisco de Manuel: estocada y cinco descabellos (silencio); y estocada y descabello (división de opiniones).
Álvaro Alarcón: estocada (silencio); y estocada caída (silencio).
Cuadrillas: Daniel Duarte y Sánchez Araujo saludaron tras banderillear al segundo; y en los montados Juan Francisco Peña fue también muy ovacionado por su magistral forma de picar, citando con el pecho del caballo y tirando la vara al toro que se le vino por dos veces de largo. Y asimismo ovacionado Luis Alberto Parrón tras picar al muy bravo quinto.
Al finalizar el paseíllo se guardó un sentido minuto de silencio por el matador de toros Pedro Giraldo, fallecido esta mañana en Madrid.
No hay mal que cien años dure
ResponderEliminar