Un primer trofeo que a juicio del personal pareció insuficiente, mientras el otro, que fue clave para "el portazo", no se ajustaba en méritos a los mínimos.
Traerá cola esta apoteosis, ficticia para la afición -la buena, puesto que a la otra le vale todo- que viene a ser una falsa panacea por los malos resultados que se están dando en la Feria.
Pero, no se equivoquen los que han creído encontrar la solución, porque este no es el camino. El triunfalismo, o falso triunfo, no traerá nada bueno. Al tiempo.
Jiménez, todo corazón y raza, se puso a lo suyo desde el primer momento, en el segundo, primero de su lote, abriendo el capote en la consabida larga a porta gayola. Toro que vio enseguida, bueno, y con el que se estiró a la verónica con buenas formas. Quite de Roca por saltilleras. Y una máquina de embestir en el último tercio. Muy humillado, la cara muy encajada en la muleta y repitiendo incansablemente. Vibrantes muletazos a derechas en series limpias, cada vez más largas, de inmaculada estética. Perfecta conjunción toro y torero, manteniéndose tan buen diapasón por naturales. Aunque hubiera lucido más, todavía con mejor respuesta del toro, de haberlo sacado a los medios. Porque a los bravos hay que tratarlos como tales. Tras la estocada, muy buena estocada, la muerte del toro, espectacular. Bravísimo.
Se pidió con fuerza la segunda oreja, pero el presidente dio sólo una. ¿Le faltó a la faena la rotundidad de una tanda con verdadera hondura, que no fuese sólo la aportación del toro? Mientras Jiménez daba dos vueltas al ruedo se corearon los habituales "fuera del Palco", que el usía soportó estoicamente, sin duda con la satisfacción de haber cumplido con el deber de defender el prestigio y la categoría de la plaza.
Otra porta gayola al quinto antes de ser devuelto por flojo. Y la misma secuencia frente al sobrero de Torrealta. Borja no se dejaba nada atrás, al contrario, se prodigó en todo. Ahora también con la estupenda colaboración del toro, que se movió mucho y con clase. Duró mucho el "torrealta" y la faena tuvo importancia por momentos, pero nuevamente aquello, y esta vez menos, no alcanzó las cotas triunfales de una Puerta Grande. No era faena de oreja, mucho menos con un pinchazo antes de la estocada. Pero el presidente "se rindió", afectado sin duda por la bronca que soportó anteriormente a cuenta de este mismo torero. El público así lo quiso. Y hubo salida a hombros gracias al trofeo más barato de lo que va de serial. Cosas que a veces pasan en Madrid.
El toro primero, terciadito pero con fuerza y nervios. Empujó en varas con fijeza y metiendo los riñones. Y fue serio, muy serio y exigente en todo momento.
De Justo empezó con la muleta toreando encorvado, que no genuflexo, algo muy de moda ahora en algunos toreros. La gente, no toda la plaza pero buena parte del tendido, lo jaleó con sorprendente entusiasmo. Y ya erguido, el toro se lo comía en las cinco o seis primeras arrancadas. No pudo De Justo con tanto "carbón", dando la impresión de verse desbordado. Hay quien pensó incluso que se le fue sin torear.
El cuarto, una raspa, muy protestado. Toro enclenque. Y De Justo, encogido de ánimo, hasta que empezó el tercio de muleta, y el de Victoriano del Río se puso a embestir. Otro toro bueno, empero De Justo no terminó de cogerle el aire, dejándose tropezar el engaño en un momento clave de la faena, a partir del cual el animal supo siempre dónde tenía que derrotar. Y no hubo más por mucho que trató de porfiar.
A Roca le tocó una papeleta nada fácil con el tercero, por el toro en sí, un armario de tres cuerpos, que embestía muy distinto a los anteriores, con aspereza; y porque el personal venia caliente por la segunda oreja denegada a Jiménez en el turno anterior. Roca se arrimó como un jabato, la única alternativa. No obstante, pudo más el ambiente en contra de los eternos protestones, que desde hace un tiempo no le pasan ni una. Manso sin disimulo el sexto, que huía de su sombra, no se permitió a Roca ni estar valiente con él.
FICHA DEL FESTEJO.- Vigesimoquinta de Feria. No hay billetes.
Cinco toros de Victoriano del Río, muy desiguales de presencia, en "escalera", y asimismo de juego variado. Destacaron el primero y, sobre todo, el segundo. El quinto fue un sobrero de Torrealta, bueno
Emilio de Justo: media tendida (palmas tras aviso); y estocada baja (silencio tras aviso).
Borja Jiménez: buena estocada (oreja con fuerte petición de la segunda y dos aclamadas vueltas al ruedo); y pinchazo y estocada (una oreja).
Roca Rey: estocada baja y trasera (silencio tras aviso); y estocada (silencio).
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