lunes, 15 de julio de 2024

PAMPLONA / 10ª San Fermín.- Colombo en el parque jurásico / por Jorge Arturo Díaz Reyes

Pamplona. El primer miura. Fotograma OneToro

El venezolano Jesús Colombo corta tres orejas a los enormes miuras y cierra en hombros el San Fermín 2024. Escribano corta una y Ferrera se va silenciado…

Colombo en el parque jurásico

Jorge Arturo Díaz Reyes
CronicaToro/Cali, VII 14 2024
1.245 kilos pesaba su lote, y podríamos decir que más aun pesaba la vitola de sus poderosos alternantes, con un historial glorioso en estas corrida no aptas para figura. Pero no se arredró el de San Cristóbal (frontera colombiana), por el contrario, se fue arriba en todos los tercios. A su manera, claro y a la manera de los toros que afrontó, Los dos miuras, que, aunque cuatreños, apenas cabían por la puerta de toriles.

Vamos. Y tenemos que decirlo, también a la manera como le acoge Pamplona que se derrite a sus lisonjeos. Cero chovinismos. Pues el venezolano le dedicó tanta o más atención que a sus toros, brindis incluidos y manoteos. “Palmiteño”, el tercero, castaño, 600 kilos, armado e incierto salió a no regalara nada. Cinco verónicas y larga le pararon. Aguado le recolocó el hierro antes del quite por navarras (otro guiño) y serpentina. El tercio de banderillas, al cual invitó a Escribano, fue más espectacular que puro. Qué importa ¡Gora San Fermín!!

Insinuaciones, plácemes y ofrecimientos para las peñas, de una brega cuyo principal mérito fue andar siempre por la respetable cara, pase aquí, pase allá, llenando el horario, pero sin establecer dominio. A la hora de la verdad se tiró de frente, valor le sobra, y dejó una espada delantera, caída, para que los homenajeados se sublevaran por la oreja y doña Marina Curiel García, secundada por su asesor don Ángel Erro Irigoyen sacaran el pañuelo.

“Pandereto” el último de la feria era otro torazo, burraco, 645 kilos, y una cuna estrafalaria. Estremecía. Sin importar que sobre su anca llevara quemada la fúnebremente legendaria “A” coronada. Sin embargo, fue noble, claro y repetidor. El capote no le pudo. Sí, Israel de Pedro que le puso dos acertadas varas, peleó en la primera, menso en la segunda, y… ya sabemos. En el quite por zapopinas casi se lleva puesto a Jesús en la primera. Salió airoso y aplaudido. Luego tomó los palos, modosamente, se acicaló, bebió, se estiró y se fue a sol agitando la propuesta, como en campaña electoral. El miura, cuando se acordaron de él, acometió como un tren, y a toro pasado como quien se cuelga del último vagón se llevó el primer par. Largo intermedio de relaciones públicas seguido otro par del mismo corte y el tercero de mucho acoso que le obligó a tomar el olivo con el tiempo justo. Sin embargo, la plaza era una fiesta.

De largo citó y todos nos quedamos boquiabiertos cuando el miura, con docilidad digna de “toro artista”, embistió por derecho, obedeciendo la muleta que le redondeó cuatro por la derecha y el de pecho. Y así en dos tandas más de compostura y secuencia plausibles. Cosas de la familia zaharicheña que da de todo como el señor en su viña. Que no me diga que eso no es propio de miuras. Porque por el izquierdo ya no fue tan obediente ni comedido. Pero bueno, había que probarlo. Vuelto a la derecha el trasteo ya no tuvo la misma fluidez y enrumbó por el unipase, los giros repentinos, los vaciados por alto y las miradas al hirviente tendido. 

Entonces se rajó. Así acabó la feria del toro, con un miura rajado. Afortunadamente honrado, tras cuatro manoletinas, con un estocadón sin puntilla. Le cortaron las orejas y con ellas y la otra del tercero. Colombo salió a hombros a encontrarse con la multitud que lo aguardaba frenética fuera de la plaza.

Escribano recibió una del quinto, por una brega deshilvanada y un espadazo de gran factura. Ferrera, con un capote de color chocante (verde oliva) y sus maneras vintage; quites desde el estribo, suertes dieciochezcas y su innegable poder, lidió como gusta a los viejos aficionados, dos toros de aspecto jurásico y talente diverso. Más tratable el primero (640 kilos) y más complejo el cuarto (620 kilos). Desafortunadamente los mató mal. Al uno con una estocada contraria suelta y dos descabellos y al otro con un bajonazo feo. Cuando Víctor Soria le preguntó por qué su tauromaquia parecía a veces extravagante contestó: “Porque el torero tiene un alma, una emoción y un sentimiento, y debe expresarlos libremente”.

Seis toros de Miura; cuatreños, 618 kilos promedio, con la diversidad de tipo y personalidad propios de su casta, acabaron con este San Fermín 2024.

FICHA DEL FESTEJO
Pamplona. Domingo 14 de julio 2024. 10ª de San Fermín. Sol. Lleno total. Seis toros de Miura; cuatreños, 618 kilos promedio, parejos, encastados y diversos de juego.

Antonio Ferrera, silencio y silencio
Manuel Escribano, silencio y oreja
Jesús Enrique Colombo, oreja y dos orejas

Incidencias: Al final de la corrida Jesús Enrique Colombo salió a hombros.

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