jueves, 8 de agosto de 2024

La excelencia de la emoción / por Manuel Viera


Foto: Eduardo Porcuna.

Cuando David de Miranda inició la lucha por ser alguien importante en el toreo, eligió la vía del valor y la verdad. Pareció que perdía la batalla en esa guerra convencional de intereses que arrasa y destruye valores. Sin embargo, se rebeló contra la frialdad del sistema con corazón y fe. Un reto a punto de conseguir.

La excelencia de la emoción

Manuel Viera
Burladero/8 Ag. 2024
Las gestas en el toreo son obras de auténticos maestros: Toreros de una innegable integridad. No la hacen para entretener a gente ociosa, sino para comunicar a los tendidos de las plazas de toros su experiencia de vida. Cuando David de Miranda inició la lucha por ser alguien importante en el toreo, eligió la vía del valor y la verdad. Pareció que perdía la batalla en esa guerra convencional de intereses que arrasa y destruye valores. Sin embargo, se rebeló contra la frialdad del sistema con corazón y fe. Un reto a punto de conseguir.

Me dolía el alma al comprobar que pese a importantes aldabonazos en Las Ventas de Madrid, o en la Maestranza de Sevilla poniendo a prueba la bravura de “Tabarro”, siguiera perdido e ignorado. Me apenaba no verlo anunciado en las ferias de temporada en absurda distancia con los toreros de “marca” arropados por los que mandan. Parecía como si en el escaparate del mundo del toro hubiese expertos en ensombrecer y ocultar, igual que especialistas en iluminar. Oscurecer a una posible figura del toreo apagándole las luces y, por el contrario, alumbrar a “figurantes”.

Quien ha fundamentado su toreo en la quietud convincente y emotiva, base conmovedora de su concepto, ha mantenido vivo sus valores, la fe en alcanzar su objetivo, y hasta el heroísmo en tardes vitales. Atrás quedó aquel fantasma que le apareció una tarde de agosto en la plaza zamorana de Toro alterando sus deseos. Esquivó la tragedia en enloquecida huida hacia meses de miedo y esperanza tras la gravedad de su lesión cervical.

Huelva le soñó, le esperó y se le entregó. En La Merced, ha vuelto a hacer y decir el toreo. Lo ha hecho lidiando seis toros en solitario con diferencial tauromaquia. Convirtiendo lo efímero en mágicos momentos. Torero y toros se conjuntaron en la idea común e inmutable para la excelencia, imprevisible y siempre sorprendente, de la emoción. La memoria, poderosa diosa enemiga del olvido, mantendrá grabado la excepcional, apasionante y desbordante lidia a “Barbaverde” -el extraordinario toro indultado de José Luis Pereda- en la histórica tarde colombina onubense. Tarde en la que ofreció su tauromaquia de quietud estremecedora sin dejar de clamar por la preceptiva pureza y la natural belleza. Lo más íntimo, sólido y firme de su toreo. ¡Qué tío!

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