3ª de los Sanfermines en Pamplona
Solitaria oreja para Abellán en una corrida de Torrestrella que solo tuvo facada
J. A. del Moral
La imponencia y el precioso además de variado pelaje de los toros de don Álvaro Domecq solo fue la envoltura de un lote soso y descastado que apenas dio más opción que sendas faenas medio lucidas de Miguel Abellán y de Daniel Luque. La de Abellán fue premiada por simple término de comparación con lo poco visto hasta la lidia del quinto. A punto estuvo de conseguir lo mismo Daniel Luque con el sexto, pero falló con los aceros. Antonio Ferrera careció de material propicio y pasó bastante desapercibido
Plaza de toros de Pamplona. Lunes 7 de julio de 2014. Tercera de feria. Tarde por fin soleada aunque todavía fresca con lleno total.
Seis toros de Torrestrella, magníficamente presentados y armados de tremendas cabezas en variedad de pelaje y distinto juego. De manso a noble en la muleta aunque viniéndose pronto abajo el primero. De bueno a muy regular el segundo. Deslucido de principio a fin el tercero. Muy parado el cuarto. Manejables quinto y sexto por su desclasada nobleza.
Antonio Ferrera (marino y oro): Estocada, ovación inaudible por el ruido de las peñas. Estocada entera arriba alargando el brazo con mucha habilidad, aviso y silencio.
Miguel Abellán (blanco y azabache): Estocada, palmas. Estocada, oreja.
Daniel Luque (nazareno y oro): Estocada caída de rápidos efectos. Estocada trasera y dos descabellos, gran ovación.
El día grande. Quienes estando en Pamplona los 7 de julio se limitan a ver la corrida de toros, no saben lo que se pierden durante toda la mañana. Además del encierro, el baile de la alpargata en el Casino de la Plaza del Castillo; la procesión con la imagen de San Fermín que, además de ser magnífica en todos los aspectos, resulta emocionantísima en varios momentos; almuerzo en la calle a base de huevos fritos acompañados de magras con tomate; la misa mayor en la capilla del santo amenizada por orquesta y coros que ayer interpretaron la maravillosa que compuso Mozart llamada de la Coronación; el apartado, claro está y en mi caso un almuerzo frugal porque nos esperaba la merienda en la plaza de toros y cena formal en un buen restaurante. No hay parangón festivo como el de los 7 de julio. Y quien quiera comprobarlo, que venga y haga lo que yo cada año.
En los comentarios habidos estos días sobre qué predomina más en los Sanfermines, si el encierro o la corrida, reconociendo la enorme popularidad mundial de los encierro, todos los quienes lo ven deberían saber que si no se celebraran corridas de toros, no habría encierros. Así de clara es la cosa. Ayer mañana, se corrieron los toros de la corrida de Torrestrella. Imponente los animales, muy rápido el encierro y, a la vez, emocionantísimo. Vayamos al juego que dieron en manos de los matadores y cuadrillas de Antonio Ferrera, Miguel Abellán y Daniel Luque que vino para sustituir a David Mora que aún convalece de su impresionante y muy grave cogida en la pasada feria de San Isidro. Desde aquí le enviamos nuestro ferviente deseo de una pronta recuperación.
Con todas las peñas presentes, la corrida empezó con la consabida bronca de los abertzales de sol contra el Alcalde de Pamplona cuando apareció en el palco presidencial. Naturalmente y también como siempre, las ovaciones de toda la sombra compensaron crecientemente los dicterios de la canalla. Éramos y seguiremos siendo muchísimos más.
Negro mulato burraco fue el primer toro. Y muy veleto. Antonio Ferrera lo recibió con lances más efectivos que hermosos aunque la media de remate tuvo vuelos de torería. Peleó defendiéndose en el primer puyazo. Antes de tomar el segundo, el toro ya empezó a quedarse corto. Tras rehusar, salió suelto de segundo encuentro. No hubo quites lucidos. Ferrera tomó los palos y pareó sin su acostumbrada espectacularidad colocando trasero el primer par. Muy distraído el toro, el segundo fue meritorio clavarlo en los medios. El tercero, muy provocado, fue el más vistoso. La faena fue a tono con el toro de salida, en poderoso, y buena por el lado derecho en los medios donde el animal obedeció y fue más largo de lo que pensamos que ocurriría. También se dejó al natural y algunos resultaron excelentes. El cambiazo a mejor de Ferrera con la muleta está siendo digno de admirar. Lástima que el burel se viniera abajo pronto. No obstante, el festín final por trinchera, cambio, adorno y ayudamos por bajo resultó muy torero. No fue fácil de matar donde dio los últimos pases y por eso cambió de terrenos para lograrlo de estocada entera un puntín caída.
Colorao bragado y salpicado el cuarto. Sin nada de particular en su salida, fue alegre al caballo en el primer encuentro. Pero salió de naja en el segundo. Ferrera volvió a banderillear en solitario con simple corrección en el primer par, bien de poder a poder en el segundo y fallando al clavar en el tercero por tropezar con los palos ya clavados. Lo remedió sobrado en el tercero. El toro llegó muy tardo a la muleta. Prácticamente parado. Ferrera anduvo alrededor del marmolillo sin poder dar más que medios pases de puro regateo. Aseado y punto. Debió desistir antes porque tanto empeño resultó aburrido. Mató de muy habilidosa y buena estocada.
Miguel Abellán recibió al ensabanao capirote segundo con dos largas de rodillas en el tercio y un amplio ramillete de verónicas de creciente calidad que remató con media de rodillas. Bien. Y el toro, también. Bravo además en el caballo. Perdió fuerza por aquerenciarse en el peto mientras te tapaban la salida. Le aliviaron por eso el segundo puyazo. Buen quite por gaoneras de Luque. Se banderilleó con desigual acierto al clavar. Abellán brindó seguro de que había toro. La faena la inició en los medios de rodillas por redondos con la mano derecha. Le agradecieron el gesto. Dando distancias, siguió al natural sufriendo un susto de campeonato al colársele el animal. Cambió de mano para dar uno y el de pecho tras cambiarse de mano. Algo cortito pero noble, el un mal toque el animal rodo por la arena. Pero Abellán continuó con la derecha, ayudado alto y más naturales sin lograr confiarse del todo. Nos contrarió el empeoramiento del toro en la muleta. Abellán lo cazó de estocada habilidosa que enterró entera pese a echarse fuera al recetarla.
La buena pinta y la espectacular salida del negro quinto hizo concebir esperanzas. Pero enseguida quedaron disipadas por renquear mucho de patas, lo que le impidió alargar sus viajes cortos. Nada de nada con el capote en el recibo y manseo en varas. Abellán, al menos, quitó por chicuelinas que remató con vistosa media. Se banderilleó de mero trámite mientras el toro pareció irse arriba. Y así fue aunque no para tirar cohetes. Bien Abellán con la derecha que llevó a la altura con que embistió el animal. Dio larga distancia para la tercera tanda y el toro pasó, incluso humillando. Por fin. Se cumplió el refrán a medias pero se cumplió lo de no hay quinto malo. Dejémoslo en el menos malo. Manejable en todo caso. Lo mismo con la izquierda en breve ronda. Y más a derechas con desarme. Se cruzó mucho después aunque con el toro ya casi parado. Pero por término de comparación con lo hecho hasta ese momento, lo que hizo Abellán supo a gloria salvo el horrendo desplante tirando los trastos a la arena y abriéndose la casaquilla. No importó a los espectadores que solicitaron una oreja tras matar Miguel de estocada muy trasera. Se la dieron y la paseó encantado aunque cojeando, posiblemente por haber sufrido un pisotón de su ya muerto enemigo. Terminado el festejo, nos enteramos que padecía una lesión de apduptores.
El negro tercero no admitió las buenas intenciones capoteras de Daniel Luque en su saludo. Daniel bregó con gracia para llevar el toro al caballo que fue derribado en el primer encuentro. Solo un bonito recorte en el quite. Manseó el animal en el breve puyazo segundo. Esperó demasiado en banderillas y a los peones les costó cubrir el tercio. No humilló el burel y, si lo hizo, fue para echar enseguida la cara arriba. De ahí que la faena de Luque no pudo pasar de muy deseosa aunque a veces más que estimable hasta pasarse por larga. En estos casos es mejor abreviar. Mató de estocada caída de prontos efectos.
También fue espectacular y esperanzadora la salida del imponente burraco sexto. Aunque echó las manos por delante, metió la cara y Luque pudo veroniquear aseadamente. El toro peleó con cierta bravura en el primer encuentro y, colocado de lejos, yendo y yéndose pronto en el segundo. Rapidez en banderillas desigualmente clavadas y faena brindada de Daniel. Brindada y medio decente. La intención de torear como sabe, quedó a medias por los medianos viajes del noble burel. Con más fuerza, el defecto de echar la cara arriba al final de los viajes, no lo hubiera tenido. Lo muy animoso del sevillano y la buena factura que tuvo lo que hizo pese a no poder completar casi ningún muletazo – los hubo bastante aceptables al natural y tal o cual remate que recetó con cara torería – se quedaron sin el premio que seguro le habrían dado de no tener que repetir con el descabello tras meter la espada más trasera de la cuenta.
Digamos para terminar que a la sosería de la tarde también contribuyeron unas peñas simplemente ruidosas, cansinas y sin ideas ni improvisaciones. Hasta la ranchera El Rey la cantaron con desgana.
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