¡A LA HOGUERA! / por Antolín Castro

Los ninots esperan arder en la hoguera, 

pero los toros ¡a la hoguera!? NO

"...La Fiesta Brava es la que está siendo enviada a la hoguera por esa legión de nuevos ediles que nos han proporcionado las últimas elecciones. De forma inmisericorde, y destilando odio en sus planteamientos, como si fuera algo que les quema en las manos, -algo necesariamente urgente, con las cosas importantes que hay para solucionar-, y de ahí que piensen mejor mandar a la hoguera la Fiesta, nuestra Fiesta Brava, y también la de ellos..."

¡A LA HOGUERA!

Antolín Castro

En esta semana en la que las hogueras adquieren nombre propio en esa bella ciudad llamada Alicante, no se sabe muy bien por qué razón esas hogueras están preparadas para acoger bastantes más cosas que los ninots que los alicantinos colocan en su ciudad para que la noche de San Juan se consuman ardiendo y esparzan sus cenizas al viento.

Las Hogueras de San Juan, como se llaman estas fiestas alicantinas, datan oficialmente de 1928 y hoy están declaradas Bien de Interés Cultural Inmaterial. Pero no es de estas fiestas de las que quiero hablar, si no de la Fiesta Brava, que por cierto, lleva más siglos a sus espaldas. 

La Fiesta Brava es la que está siendo enviada a la hoguera por esa legión de nuevos ediles que nos han proporcionado las últimas elecciones. De forma inmisericorde, y destilando odio en sus planteamientos, como si fuera algo que les quema en las manos, -algo necesariamente urgente, con las cosas importantes que hay para solucionar-, y de ahí que piensen mejor mandar a la hoguera la Fiesta, nuestra Fiesta Brava, y también la de ellos.

Las fiestas son siempre del pueblo, no de los políticos, y les gusten a todos o solo a unos pocos las Fallas o los castellers catalanes, eso no impide que se hayan de celebrar. Una fiesta no se rige por el principio de las mayorías, por muy de izquierdas que sean, sino por sus propias raíces nacidas en, por y para el pueblo.

¡A la hoguera! parecen decir, y dicen, estos nuevos responsables o irresponsables de ayuntamientos en cuanto han cogido la vara de mando. Por cierto, una vara de mando que usarán, sin lugar a dudas, para quitarse de en medio todo lo que a ellos, personalmente, no les guste, porque bastante les importa lo que el pueblo y los ciudadanos quieran, con contentar a su gente, una fauna muy distinta y diferente al aficionado taurino, empezando por la estética y terminando, naturalmente, por sus ideas, y la necesidad de mantenerlos como votantes, su prioridad, tienen bastante.

¡A la hoguera! como aquellos libros que pagaban la ira, el odio y el fanatismo político de los personajes más funestos de la historia. Nazis y dictadores tenían en la hoguera su lugar predilecto para descargar todas sus limitaciones culturales y mentales. Hay que prohibir, que es el verbo preferido de los antidemócratas.

La democracia no se sostiene con quienes prohíben sino con quienes autorizan. Siendo así, estamos seguros que muchos de quienes ocupan ahora las alcaldías no pertenecen al gremio de la tolerancia que exhibe la democracia. Por si fuera poco, son medidas que toman con urgencia desmedida, debe ser porque los odios de los necios alcanzan antes a todo cuanto ellos ignoran.

Eso sí, es posible que con la tolerancia que para ellos exhiben puedan disculparse o pedir perdón con el paso de los años, por estos impulsos juveniles de quienes alientan desde sus corazones y mentes el rechazo a cuanto a ellos les suena a otra música. La música que ellos conocen comienza y termina con la internacional, del pasodoble ni idea. ¡Qué antiguos! mantienen canciones con muchos años si son las suyas, si son las de otros… ¡A la hoguera!

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Opinión y toros