Pese a que en España es denominada la “Fiesta Nacional”, la tauromaquia es una actividad internacional que también se celebra en muchos países americanos, en Portugal y en Francia, donde se la protege y la potencia de forma ejemplar. La afición gala puede resultar menos espontánea que la española, pero, sin duda, se trata de gente cultivada en la materia que exige y premia a partes iguales. Además, en los últimos tiempos están apostando por sus toreros y sus ganaderías de forma ferviente.
Francia: cultura, respeto, justicia y evolución
Carlos Bueno
AvanceTaurino.com/24 Agosto 2023
En el mundo de los toros, Francia destaca como un país en el que los aficionados se distinguen por su conocimiento profundo en materia de reglamento y su actitud respetuosa hacia quienes visten alamares. Si bien la tradición taurina gala tiene sus particularidades, los franceses demuestran una intensa dedicación al estudio de la tauromaquia y un perfecto entendimiento de este arte que importaron desde España.
El corazón de sus aficionados late al ritmo de la admiración hacia los toreros y al espectáculo en sí. A diferencia de la pasión espontánea y a menudo desbordante que caracteriza a los españoles, los franceses se enorgullecen de su comportamiento comedido y su manera serena de vivir todo tipo de festejos taurinos. Esto se manifiesta especialmente en su consideración hacia los actuantes en plena faena: en Francia, no se suelen escuchar voces alentadoras ni abucheos mientras un torero está en plena faena, esperando a que finalice cada tanda para pronunciarse.
La afición gala ha desarrollado un alto grado de exigencia sobre los diferentes aspectos del toreo. Desde la importancia que le dan al tercio de varas hasta la suerte suprema, pasando por la ortodoxa colocación del torero frente al astado, demuestran su habilidad para analizar y valorar cada detalle.
La diversidad y riqueza de los encastes taurinos son un terreno en el que los franceses se desenvuelven con maestría. Reconocen la variabilidad de comportamiento y características de las distintas ganaderías y ajustan sus expectativas en función de la genética de los toros a los que los coletudos se enfrentan. Esta apreciación se traduce en una tolerancia por la propuesta artística de cada matador según el hierro que lidia, ya que entienden que no se pueden emplear las mismas técnicas y recursos en todos los casos. Mientras en España lo general es que se requiera “pegar pases” a todo tipo de animales, en Francia se valora la lidia “a la antigua” si la divisa es de las consideradas duras.
La justicia y el reconocimiento también son pilares fundamentales en la afición de arriba de los Pirineos. Los toreros que gustan reciben el merecido premio y la consecuente oportunidad de seguir mostrando su arte en los ruedos franceses. La norma es que quien triunfa repita. A su vez, aquellos que no logran cumplir con las expectativas, ya sean diestros o ganaderos, se enfrentan al veto de las Comisiones, marcando un claro límite entre el éxito y el fracaso que deja de lado cualquier interés empresarial.
En los últimos tiempos, los franceses han respaldado de manera evidente a sus toreros nativos, que están ganando espacio en los carteles de mayor relevancia, recibiendo la oportunidad de demostrar su valía en diferentes plazas nacionales. Además, la floración de vacadas francesas que han demostrado calidad y consistencia en sus corridas ha diversificado el panorama ganadero en el país.
Cultura, respeto, justicia y capacidad para evolucionar sin perder la esencia y, además, fortaleciendo el arraigo de la tauromaquia, esa es la entraña de la afición taurina en Francia. Con su profundo conocimiento y su actitud cabal, los galos contribuyen de manera significativa al enriquecimiento de esta tradición y dan ejemplo de cómo velar por su continuidad.
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