sábado, 11 de noviembre de 2023

La alegría de la huerta / por Paco Delgado


Como si de una estrella del show bussines se tratase, arrastra a las masas y encandila al público. El Soro, que en su día fue la alegría de la huerta, sigue siendo un fenómeno. 

La alegría de la huerta

Paco Delgado
Burladero/10 de noviembre de 2023 
La aparición de Vicente Ruiz “El Soro” significó la revitalización de la afición valenciana, mustia y desilusionada hasta que una noche de verano, a finales de los años setenta del pasado siglo, la figura regordeta de un chaval de la huerta hizo que Valencia tuviese un nuevo ídolo. Había nacido el “sorismo”, un movimiento que más de cuarenta años después sigue bien vivo.

Hijo de un modesto novillero que se ganaba la vida trabajando en el campo, tras aquella actuación en una desencajonada en la feria de julio, El Soro puso de acuerdo a todo el mundo y cada actuación suya era un auténtico acontecimiento. Como lo fue, unos años mas tarde, su alternativa, momento a partir del cual se hizo fijo e indispensable en todas las ferias y en todas las plazas del mundo, ya fuese por sí mismo o formando parte de aquel cartel de toreros banderilleros que tanto juego, y jugo, dio.

Pero no todo fue un camino de rosas, ni mucho menos. Hubo muchas espinas y cornadas, dentro y fuera del ruedo, lesiones y desengaños. Una lesión en La Maestranza mermó parte de sus facultades físicas, base principal de su repertorio, y otra en la rodilla izquierda, cuando había depurado su técnica y reposado sus maneras, le acabó apartando definitivamente del toreo, iniciando un rosario de operaciones que, 20 años más tarde, no parece haber llegado a su fin y le tiene postrado en una silla de ruedas. 

Al margen de sus problemas físicos, su vida enfiló un calvario que en lo personal tuvo muchas y graves consecuencias, tanto económicas como familiares. Muchos dudaron de que pudiese salir de aquel agujero en el que se había metido pero su fuerza de voluntad y el apoyo de quien terminaría siendo su segunda mujer, le permitieron emerger y salvarse. 

Pero nunca dejó de tener el cariño y la simpatía de la gente, de su gente, que, como ocurre con Curro Romero en Sevilla, hizo de su aprecio religión. 

Su carisma le ayudó a cumplir y superar otro reto. Se empeñó en volver a torear de nuevo, vestido de luces y en público, y, 20 años después de haberlo hecho por última vez, en 2014, en Játiva, hizo realidad su sueño, rizando el rizo al anunciarse, hasta dos años seguidos, en la feria de fallas. Y siempre llevó  detrás a sus incondicionales. Que son legión.

A su definitiva retirada -no hubo manera de recomponer aquella rodilla que se rompió tanto tiempo atrás- enfiló una nueva aventura en el campo de la comunicación. Y su tirón sigue siendo evidente. Tanto como su poder de convocatoria. Parece mentira pero a su llamada acuden personalidades como Vargas Llosa, Julio Iglesias, Raphael, José Mercé, la Infanta Elena de Borbón o un presidente de Colombia. Y, por supuesto, no hay torero, en activo o retirado, que le diga que no.

Se volvió a demostrar en la última edición de la gala que organiza para entregar los premios que concede a los triunfadores de las principales ferias de la Comunidad Valenciana. El teatro Olympia abarrotado. No cabía un alfiler y se quedó gente en la calle porque era materialmente imposible que pudiese entrar una persona más.

Como invitados Carlos Herrera, que se vino a Valencia cuando al día siguiente tenía, a las 6 de la madrugada, un programa de radio en directo, Los del Río, que además actuaron para la concurrencia, al igual que Sara Soto y Noelia Zanón, Vicente Boluda, José Antonio Camacho y las autoridades valencianas. Como premiados Manzanares, Talavante, Cayetano, Rafaelillo, Paco Ramos, Román, Andy Cartagena, Nek Romero, Kevin, Fernando Sánchez, Álvaro Oliver, Raúl Blázquez, Victorino, Juan Pedro Domecq y un larguísimo etcétera de toreros, empresarios, periodistas y amigos. Casi 5 horas de función. Y un lunes de finales de octubre por la tarde...

Como si de una estrella del show bussines se tratase, arrastra a las masas y encandila al público. El Soro, que en su día fue la alegría de la huerta, sigue siendo un fenómeno. 

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