Alejandro Talavante
salió a hombros por la puerta grande
(Foto: Burladero.com)
(Foto: Burladero.com)
3ª de la Feria de Begoña en Gijón.
Mañana en Vetusta y cuarta tarde vulgar de Tomás
con Talavante a hombros
y medio feliz alternativa de Diego Silveti
José Antonio del Moral
13.08.2011
Tampoco ayer hubo triunfo grande de José Tomás en su cuarta aparición. Cortó una oreja justita tras dos sablazos en los bajos del más noble de su lote, el cuarto, en una blanda aunque noble corrida de Salvador Domecq. Ganó la partida Alejandro Talavante al cortar las dos orejas del quinto tras no pasar de discreto con el segundo. Diego Silveti, que tomó la alternativa, desdibujado y amontonado por nervioso en el de su doctorado, destacó por muy valiente y mucho más centrado frente al sexto del que también pudo cortar dos orejas si hubiera matado bien.
Gijón. Plaza de El Bibio. Viernes 12 de agosto de 2011. Tercera de feria. Tarde medio calurosa con cierta brisa y llenazo de no hay billetes.
Siete toros de Salvador Domecq, incluido el sobrero que reemplazó al cuarto, devuelto por inválido. Discretamente presentados con buenas hechuras y cabezas en su mayoría muy cómodas. De manejables a nobles sin fuerza.
El de la alternativa, un dije comodísimo y muy noble aunque blando. Más alto aunque terciado y también cómodo de cara el manejable segundo que, por flojo, se vino a menos. Poca cara el más cuajado cuarto que también blandeó lo suyo por lo que fue devuelto. El sobrero de Salvador Domeq, el quinto y el sexto, más que aprovechables, tres toros de claro triunfo y de puerta grande incluida.
José Tomás (esmeralda y oro): Buena estocada, ovación. Estocada baja tendida y otra caída, oreja injustificable.
Alejandro Talavante (malva y oro): Pinchazo y estocada, ovación. Media estocada, dos orejas, excesiva la segunda.
Diego Silveti que tomó la alternativa (blanco y oro): Pinchazo, otro hondo, estocada atravesada y dos descabellos, aviso y palmas con saludos. Dos pinchazos y media estocada, gran ovación.
Dicen y, sobre todo, digo yo, que los toros son un gran pretexto para vivir bien. No hay feria ni día de corrida que no ofrezcan satisfactorias compensaciones a cualquier resultado de los festejos. Ayer, otro día esperadísimo por ser la reaparición de José Tomás en el Norte, mi amigo Sancho Michell de Diego, recién elegido diputado de la Junta del Principado, me sugirió que pasáramos la mañana en Oviedo y yo acepté de inmediato ¿Qué mejor lugar que la llamada “Vetusta”, nombre con el cual el escritor Leopoldo Alas “Clarín” denominó a la ciudad ovetense en su célebre obra “La Regenta”? El recorrido, incluyó un tente en pie en una sidrería con un par de botellas y un plato de fresquísimos bígaros. Duró cuatro horas para terminar en la calle Gascona, la más famosa por albergar los mejores chigres de la ciudad. Almorzamos divinamente en El Pigüeña. Y, desde allí, volvimos a Xixón para ver la corrida, en la seguridad de que, pasara lo que pasase, la jornada matinal pasaría a los mejores recuerdos de nuestra vida nómada.
Oviedo, “Vetusta”, con permiso de los gijoneses, es la ciudad con más clase de España. Pura delicia pasear por sus calles y plazas viendo monumentos del pre-románico asturiano y todos los edificios públicos. ¡Qué maravilla¡
Bueno, y ya estamos en medio de la siempre expectante algarabía tomasista. Los fieles peregrinos del tomasismo estaban deseando que, en la cuarta corrida de su minitemporada, llegara la vencida, el triunfo incontestable, el clamor del mejor Tomás. Hay que ver lo que están sufriendo. Tanto, que se merecen todo. Cuatro orejas y dos rabos para que no podamos seguir conformándonos con una orejita y poco más. Pero como los hechos son los hechos – no los dichos ni los deseos – pasemos al salón de la realidad. Y es que, siempre que pasa lo mismo, ocurre igual.
Pero no nos precipitemos porque en el toreo que, a fin y al cabo, es un milagro, todo puede suceder. Decir, no obstante por delante, que debe ser tremendo actuar bajo la presión que lo hace Tomás este verano. Por propia voluntad y por lo que muchos, no sé si idiotas o simples rateros, han hecho creer a las gentes sencillas durante los pasados años al afirmar, erre que erre, una y otra vez, que torear de verdad es dejar que te cojan los toros cuando es todo lo contrario, que no te cojan salvo por accidente o por un error del torero. Este actuar a sabiendas de que miles de personas van a verte con, no digo el deseo, pero sí con cierta exigencia de que caigas bajo las astas de un toro, es una barbaridad. Y en el pecado están llevando la penitencia porque, si a este Tomás de ahora no le coge el toro, se queda en “na”. Ayer, como me cuentan sucedió en Bayona, Tomás no resultó cogido porque toreó muy normalmente.
No prendió el amago de ovación tras el paseíllo en el que apenas se escucharon palmas. Severidad, pues, para empezar. Tampoco al salir un precioso berrendo salpicao, ideal de cara para doctorarse. Lo mejor que hizo Silveti con el capote fue un limpio quite por gaoneras y acentúo lo de limpio. El torillo tomó un liviano puyazo al relance y, tras las banderillas, llegó el nacimiento de la nueva vida del reciente matador. La ceremonia para confirmar la alternativa fue la que acostumbra dar José Tomás. Cubierto mientras largaba un serio y prolongado parlamento y un frío apretón de manos, con el testigo muy distanciado sin saber qué hacer porque, Talavante, quizá previamente advertido, tampoco se desmonteró ni abrazó al nuevo matador. Mal hecho. Su faena, de buen corte, tuvo más entusiasmo que limpieza. El toro, por blando, calamocheó al embestir y, aunque hubo algún pase bueno, el mexicano se amontonó un tanto. Lo mejor que le salió fue un elegante pase del desdén. Demasiado largo el trasteo que se contempló con amable circunspección. Tropezadas las manoletinas y repetidos fallos con los aceros.
Lances muy normales de Tomás en el recibo del segundo al que dieron en el único puyazo. El toro salió del caballo rebrincado. Quite por delantales correcto y limpio, pero sin la novedad de despatarrase. Menos mal. Bronca en sol de espectadores sin poder sentarse. Simplona devolución de trastos. Y brindis de Tomás al público que aplaude con calor. Estatuarios, muy quieto. Parón del toro y aguante del torero. De pecho. Con la derecha, en un segundo muletazo se cae el toro y descompone la traza del siguiente. Ronda con la derecha sin tersura ni total acople porque el toro empieza a remolonear y amaga con caerse. Naturales de mero trámite con el toro ya casi parado. Quietud en los muy cortos siguientes. Cambio de mano por delante, y se cae el torete. Insiste al natural. No hay toro y la gente empieza a impacientarse. Lo resuelve con un grave trincherazo. Y buena estocada. Apenas mil pañuelos. No hay oreja. Ovación.
Broncazo por la invalidez del cuarto, enseguida devuelto. Anuncian un sobrero del Conde de Mayalde y, a continuación, otro de Salvador Domecq (¿), feo y sin cara. De nuevo simplemente correcto Tomás en el recibo. Y también por el suelo el toro. Pero es muy noble. No hay brindis. Tanteos por alto para abrir al toro al tercio. Una buena aunque corriente tanda con la derecha. La segunda, no tanto. El toro empieza a venirse abajo. De lejos, amplios y largos naturales corrientuchos. Farol y de pecho. Más hondos los siguientes y un excelente de pecho ligado. Más lentos los que siguen cosidos a una preciosa trinchera. Y más parecidos tirando del toro con un circular invertido a izquierdas. Ayudados por alto, de pecho, trinchera y estocada baja tendida que extrae un solícito peón, mas otra caída trasera y exclamaciones de satisfacción. Oreja y sin mayoría para otra.
Otra tarde, la cuarta, similar a las tres primeras. Las acciones de Tomás en bolsa bajan sin remedio ni pausas alegres. Unos se miran a otros con cara de circunstancias.
Sobre el tercer protagonista de la tarde, Alejandro Talavante, recaía la responsabilidad de responder a Tomás. Además, era la primera vez que toreaban juntos. El segundo toro arrolló de lleno a un desprevenido Silveti. Muy rebrincado, como el anterior, al llegar a la muleta. El arranque de la faena no fue ni fu ni fa con muletazos diestros por alto. Pero en los medios, una encajada tanda y el de pecho. Templa, manda y vibra la plaza. Otra similar aunque de menos intensidad. Al natural, el toro no se deja igual. Se queda muy corto y cortos son los pases. Y de nuevo a derechas, lo mismo. Manoletinas, de pecho y a pinchar. Vulgar iba la tarde. Como una cualquiera.
Mejoró la cosa con el quinto, justo de todo pero mejor que su anterior oponente. Ya lo vimos con el capote en el recibo, en las gaoneras del quite y en una faena más genuinamente josetomasista que las del último J T. Muy bien Talavante al natural y, no digamos, con la derecha. Aunque hubo un feo desarme, lo compensó con más naturales de gran categoría. No tanto con un sucio aunque emocionante arrimón que encantó al público. A mí, no. Las bernardinas finales y con media estocada en la yema, Talavante ganó la victoria pese al aviso. Dos orejas. La presidencia no tuvo más remedio que dar la segunda para diferenciarla de la regalada a Tomás.
Silveti cerró el festejo con otro torillo a modo para la ocasión que manseó con cierta violencia en el caballo y, aunque perdió las manos, se fue arriba y se prestó a destapar el valor natural del nuevo matador. Con capote y muleta dejó sobradas pruebas de ello. Además, anduvo mucho mejor que en su primero por más sereno, centrado, asentado, templado e improvisador. Lástima que pinchara porque, visto lo visto y dadas las orejas que se dieron, pudo salir a hombros con Talavante.
Y ahora, una coda a modo de resumen y conclusión. Yo no he leído todavía a nadie, ni lo que va a decir hoy el jefe de prensa de la mafia tomasista y sus corifeos columnistas de su mismo periódico y de otros medios. Me da igual lo que digan porque, de antemano, sé que se van a volcar en elogios como en Valencia, en Huelva y en Bayona desde donde me cuentan que la discrepancia de opiniones ha sido como para no leer ni una crónica más de los favorecidos… por no decir otra cosa peor. Pero lo que ninguno de estos puede evitar, es que ya hay un imparable boca a boca telefónico o a través de internet, que no cesa de afirmar que el Tomás de 2011 es una mala caricatura de lo que fue. Y ahora que sigan insultando todo lo que quieran. Estos insultos que, sin duda, volverán a caer sobre mí y sobre todos los que piensan como yo – cada día más, por cierto – están volviéndose contra los que los propagan que, pobres, no cesan de manotear en el lago que se ha formado con sus propias porquerías. Y es que estáis cayendo de en el peor de los ridículos y en el más abyecto de los descréditos profesionales. Y no mentéis más la horca en casa del ahorcado. Que como se dé cuenta de los insultos que tanto os distingue por obsesos enfermizos – a saber cuáles son vuestros gustitos -, lo mismo se acuerda el del vídeo y os echa de su casa con cajas destempladas.
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Usted, don José Antonio, que tanto presume de sus viajes a Nueva York, debe medio chamullar el inglés, así que nunca olvide esta frase sacramental: "There's no fool like an old fool". Es más. "There's no fool like an old contemptible fool." Pero bueno, usted- en su mala leche y su oligofrenia- debe ser feliz, ¡Lo felicito!
ResponderEliminarReciba un cordial saludo de su amiga Lupi Flamingo.
sEÑORES SI A ALGUN PERSONAJE SE LE OCURRE DECIR A LAS 12 DEL MEDIODIA QUE ES DE NOCHE, NO SE LE HACE NI CASO IGUAL DEBE DE OCURRIR CON EL CRITICO DEL MORAL QUE DEFINE COMO CORRIENTUCHOS UNOS NATURALES SUBLIMES QUE NUNCA HA DADO SU TORERO PREDILECTOS.
ResponderEliminarLOS GENUOS SIEMPRE NECESITARON DETRACTORES PARA REALZAR AUN MAS SU VALIA