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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

jueves, 18 de enero de 2024

Espartaco: la última lección / por Álvaro Rodríguez del Moral

El diestro de Espartinas salió a hombros de sus compañeros el Domingo de Resurrección de 2015.
El recuperado premio taurino del Ayuntamiento de Sevilla subraya la importancia profesional y social de una de las figuras del toreo más importantes del último cuarto del siglo XX

Espartaco: la última lección

ÁLVARO R. DEL MORAL
El Correo/Sevilla, 17 Enero 2024
Espartaco tiene una cita muy especial este jueves. El veterano matador de Espartinas –ídolo de los públicos en la bisagra de los 80 y 90 del pasado siglo XX- va a recibir el recuperado premio del Ayuntamiento de Sevilla que, a la vez que retoma el espíritu con el que fue creado, pone de manifiesto que la ciudad tiene entre sus fiestas mayores a la tauromaquia, que también está considerada parte indisoluble de su patrimonio cultural inmaterial.

Juan Antonio Ruiz Román colgó el traje de luces definitivamente después de abandonar la plaza de la Maestranza a hombros de los propios toreros en la tarde del Domingo de Resurrección de 2015. Era su sexta Puerta del Príncipe, colofón de una tarde llena de matices personales que también estaba adobada por las extrañas circunstancias que habían rodeado la gestación de aquella temporada y la anterior. La asonada de las primeras figuras había modificado el guion de esa feria, también la de 2014, poniendo como excusa las gruesas palabras vertidas por Eduardo Canorea en un almuerzo con la prensa taurina...

Es una historia que ya ha sido contada pero merece la pena ubicar aquella reaparición puntual de Espartaco en medio de sus condicionantes. Había que dar una lección de guante blanco a los alzados pero, en lo personal, había otras premisas: además de darle la alternativa a su pupilo Borja Jiménez –uno de los toreros de mayor proyección en la temporada 2024- tenía el anhelo de que sus hijos le vieran torear y valoraran lo que había conseguido en la vida gracias al toro antes de cortar definitivamente. Fue el Domingo de Resurrección de 2015. Aquella valiosa lección era el definitivo aval para entregarle el premio del Ayuntamiento pero la distinción estaba a punto de entrar en su primer eclipse...

Espartaco, un niño aún, vestido de luces junto a Emilio Muñoz.

La forja

La vocación taurina de Espartaco no puede separarse de la sombra de su padre, que había sido bautizado así por el célebre apoderado Rafael Sánchez ‘El Pipo’, descubridor de Manuel Benítez ‘El Cordobés’. La famosa película de Stanley Kubrick, enhebrada al natalicio del veterano torero alumbraron el apodo que acabaría lustrando el hijo... Antonio Ruiz, el padre, se había quedado en el camino que sí terminó de recorrer Juan Antonio bajo su exigente batuta. Fueron años duros, endureciendo la piel infantil bajo la coraza del traje de luces; toreando vestido de lobo... Decía el viejo Camará que había que ser yunque para cuando tocara ser martillo. Aquel aprendizaje iniciático, la exigencia paterna, las ganas de ser, el desparpajo innato le iban a convertir en el novillero de moda en la recta final de los 70 de la mano de los hermanos Lozano.

Hacía pareja artística con un novillero de Sanlúcar de Barrameda, El Mangui, que llegaría a estrella de plata. Los vericuetos de la reaparición de Antonio Ordóñez, que se había contemplado como padrino de alternativa, acabaron llevando la ceremonia, después de suspenderse en Jerez, hasta la desaparecida Monumental de Huelva donde el mismísimo Manuel Benítez ‘El Cordobés’ le entregó los trastos del oficio el 1 de agosto de 1979. Tenía sólo 16 años pero tuvieron que pasar seis más para que rompiera en gran figura y abriera una nueva época –la de los felices 80, que también llegaron al toreo- cerrando la larga y compleja transición taurina que se había abierto tras el estreno del llamado toro del guarismo y se había clausurado, de alguna manera, con la impresionante muerte de Paquirri, padrino de la confirmación de alternativa del propio Espartaco en 1982.

Paquirri le confirma la alternativa el 25 de mayo de 1982 en presencia de Julio Robles.
La ley de Espartaco

Espartaco triunfaba y navegaba por las ferias pero seguía lejos de la cotización anhelada. Con la idea de hacerse banderillero rondando por la cabeza se encontró con un toro providencial llamado ‘Facultades’ que iba a cambiar su vida. Fue el 25 de abril de 1985 en la plaza de la Maestranza: el joven diestro de Espartinas cortó las dos orejas a aquel ejemplar de Manolo González en las barbas de Emilio Muñoz y Tomás Campuzano abriendo su segunda Puerta del Príncipe. Comenzaba el reinado del ciclón de Espartinas, la imposición de su ley, el mando en plaza y hasta aquellas temporadas consecutivas –desde 1985 a 1991- en las que lideró el escalafón taurino emulando la marca de Joselito El Gallo y pulverizando la de Domingo Ortega. Si ‘Facultades’ había marcado el inicio de esa época de plenitud, la faena al ‘cuvillo’ del 93, con otros registros y un poso distinto, iba a simbolizar su final.

Una compleja lesión deportiva iba a cambiar su vida y el signo de su carrera al año siguiente. Los daños se agravaron en la Feria de Abril de 1995, el día que le dio la alternativa a Francisco Rivera Ordóñez. Se iniciaba un duro calvario: Espartaco tenía que salvar su vida cotidiana primero, la profesional después. La durísima rehabilitación permitió que volviera a vestirse de luces en la feria de Olivenza de 1999. 

Era el comienzo de su último tramo profesional, concluido en la tarde del 29 de septiembre de 2001 en la plaza de la Maestranza. Había llegado el momento del adiós, de recoger galardones como la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes, hasta de algunas reapariciones esporádicas antes de que, cumpliendo un sueño y ajustando sus propias cuentas personales, decidiera reaparecer aquel Domingo de Pascua de 2015. Era la última lección.

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