El arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, a
las puertas de La Almudena / Getty
"...Si la homilía de Rouco la pronuncia en un bar mi portero Frutos, nadie en España la retuitearía para convocar al anticlericalismo o a su contrario..."
La homilía performativa de don Rouco
El pequeño pero sonoro rasgado vestimentario que siguió al Sermón de la Advertencia Fratricida presupone un tributo de deferencia que esta sociedad, que se las echa de laica, aún rinde a la voz nacida de un alzacuellos.
Y entonces el cardenal decidió añadir el sintagma de la discordia: “… y que la pueden causar”. Se refería a la guerra civil, no como concepto discutido y discutible sino como realidad producida y reproducible, y en el torpe deslizamiento semántico hacia este segundo adjetivo todo el sermón se le despeñó por la pendiente vertiginosa de la hipérbole. Y los españoles, pastoreados por el nuevo mester de clerecía que integran teletipistas astutos y tertulianos de ancha vestidura, corrieron a cumplir la infalible sentencia de Foxá: “Los españoles están condenados a ir siempre detrás de los curas, o con el cirio o con el garrote”.
Si Foxá no exageraba en un sentido literal, quizá Rouco tampoco en un sentido figurado, a jugar por las inflamadas reacciones a su polémico sintagma. ¿Hipérbole? No tan rápido, españoles. El filósofo del lenguaje John Langshaw Austin tipificó en su conocida teoría de los actos del habla una modalidad lingüística a la que llamó performativa, y a la que definió por su fascinante poder de causar aquello que nombra en el momento mismo en que lo nombra. Si un cura católico, explicaba Austin, pronuncia en las circunstancias apropiadas la frase “Yo te bautizo”, no simplemente estará pronunciando una fórmula ritual sino que estará introduciendo a una nueva oveja en el rebaño de Dios. El lenguaje performativo es por tanto la modalidad adecuada a toda liturgia, pero no solo a la religiosa sino también a la judicial –yo, Pablo Ruz, condeno al Barça a pagar tanto dinero escamoteado a la caja pública, por ejemplo–, o incluso a la afectiva: “Te perdono, Palomita, pero no me los vuelvas a poner”. Desde ese mismo instante, el Barça sería (no más que) un club condenado y Paloma una casquivana novia redimida por obra y gracia del puro lenguaje.
Fue el caso que no había terminado don Rouco de pronunciar su homilía cuando ya las redes sociales se escandalizaban del sintagma guerracivilista… aplicándose con entrañable rigor al cumplimiento de la propia profecía aparentemente exagerada, bien que en el terreno por fortuna incruento de la opinión pública. Ya saben ustedes: que si la Iglesia quiere hacer política que monte un partido y se presente, que si un ciudadano también puede opinar aunque sea arzobispo, que si los curas son lo peor, que si Cáritas hace una gran labor social. Otra reproducción a tamaño ridículo del manoteo de las dos Españas en el ruedo eterno del espíritu nacional.
Austin advierte que para que se dé la modalidad performativa, el locutor debe reunir unos criterios de autenticidad. Si la homilía de Rouco la pronuncia en un bar mi portero Frutos, nadie en España la retuitearía para convocar al anticlericalismo o a su contrario. Así pues el pequeño pero sonoro rasgado vestimentario que siguió al Sermón de la Advertencia Fratricida presupone un tributo de deferencia que esta sociedad que se las echa de laica aún rinde a la voz nacida de un alzacuellos. A muchas millas seguimos de una sana ataraxia eclesiástica, como adivinaba Foxá.
El concepto ”performatividad” hace referencia a la capacidad de algunas expresiones de convertirse en acciones y transformar la realidad o el entorno.
ResponderEliminarEn 1955, el filósofo estadounidense John L Austin (1911-1960), dictó una serie de conferencias en la Universidad de Harvard en las que reflexionaba sobre un tipo de expresiones que más que describir o enunciar una situación parecían constituir, en si mismas, una acción.
Es por eso que “La homilía preformativa de don Rouco” podría llevarnos a comentar “Los curas vascos fusilados por Franco”.
La represión franquista en el País Vasco afectó no solo a miembros de la CNT, PSOE y el Partido Comunista sino a cientos de nacionalistas vascos, muchos de ellos católicos prácticantes. Entre ellos había varios sacerdotes y religiosos que fueron ejecutados por los nacionales en el verano de 1936 por su proximidad al PNV y su fiel apoyo a la República. Iñaki Goioaga, historiador de la Fundación Sabino Arana, recuerda en declaraciones a ZoomNews que “la mayoría murieron ejecutados en Guipúzcoa antes de octubre de 1936. Fue una represión en caliente. Se dice que el Requeté de Navarra llegaba a cada población conquistada con una lista de sacerdotes a ejecutar. Se les fusilaba sin juicio previo para no dejar rastro”.
El historiador asegura que a varios de esos religiosos que murieron en manos de los franquistas “se les hacía ver que estaban en libertad, firmando ellos mismos la orden de liberación. Después se les llevaba a una cuneta. Era un intento de encubrir las barbaridades que estaban haciendo”.
El jesuita José Artiztumuño que desafió al 'Caudillo'.
Para muchos nacionalistas vascos, el padre José Artiztimuño Olaso es uno de esos mártires religiosos que “tendría que haber sido beatificado” en Tarragona 2013. Nacido en Tolosa en marzo de 1896, este jesuita fue miembro del PNV y cofundador del sindicato vasco eLa-STv. Con el seudónimo de ‘Atizol’ escribía numerosos artículos de prensa y participaba en varios certámenes de poesía. Al comenzar la sublevación y temiendo por su seguridad se refugió en la localidad vascofrancesa de Lapurdi, a 15 kilómetros de Bayona. El 15 de octubre de 1936 tomó la decisión de regresar a Bilbao: allí estaba su familia y el grueso de sus amigos. Cogió el buque Galerna que le tendría que llevar a Bilbao, todavía bajo control del Frente Popular. Nunca llegó a la capital vizcaína.
En alta mar, el buque fue apresado por la armada franquista y el padre Artizmuño fue detenido y trasladado a la cárcel de Ondarreta. Tras ser sometido a todo tipo de torturas y vejaciones, el jesuita murió fusilado en el cementerio de Hernani junto a otro centenar de presos. Años más tarde su cadáver desaparecería de este cementerio y sería trasladado, posiblemente, al Valle de los Caídos.
Lejos del País Vasco, el párroco de Los Corrales (Huesca), José Pascual Duaso también moría asesinado por un grupo de falangistas el 22 de diciembre de 1936. Miembro de una familia de izquierdas, a Pascual lo matarían de una manera premeditada y fingiendo un altercado vecinal en la víspera de Nochebuena.
El sacerdote mallorquín Martín Usero también murió en circunstancias similares después de que se conociera que había ayudado a escapar de la isla a un grupo de republicanos durante los primeros días de la Guerra Civil Española. El nombre de Usero tampoco aparecerá en la beatificación Tarragona 2013.
Tristemente esto también es historia.
Ángel Luis Avilés
Acaso fue Franco, como El Campesino o Líster hicieran, el que mandaba el pelotón de fusilamiento? ¿O planificó desde su Cartel General la la acción contra esos curas vascos? ¿tal como lo hiciera desde su cubil Santiago Carrillo para hecer méritos para ganar el ducado de Paracuellos? El Papa Pío XII declaró Cruzada a la guerra que se libró entre la España nacional en defensa de la su catolicidad y considerando mártires por la fe los miles y miles de miembros del clero y seglares que fueron vilmente asesinados por su fe. Los curas vascos no murieron por la defensa de su fe católica si no que se le aplicaron las leyes de guerra como a tantos otros que incurrieran en delitos en ese clima de enfrentamiento civil. Nada que ver con la persecución religiosa que la República marxista, socialista y comunista levó a cabo mediante un auténtico genocidio.
ResponderEliminarA la izquierda tenaz, odiosa, y anticlerical, le fastidia que se reconozca esto y trata de falsear los datos históricos mediante sus terminales mediáticas del agit pro, y con infelices o inocentes como el resentido autor del comentario anterior, que se hace polvo rizando el rizo de las víctimas de la Iglesia pòr el franquismo. Pues no es así. La iglesia viene declarando mártires a sus fieles asesinado sen aquella desgraciada etapa, y ha beatificado y santificado a cientos de ellos. Por ejemplo: 522 MARTIRES, i.e. asesinados “in odium fidei de la Guerra Civil (o Cruzada) fueron beatificados el 13 de octubre 2013 en Tarragona.
La temerosa y ambigua Conferencia episcopal española no se posiciona a veces como debiera y se enmascara en la corriente acomplejada imperante hoy en día que "acollona" todo lo que no huele a izquierdismo y laicismo.
Aporto este texto esclarecedor para desmemoriados publicado el pasado año:
La jerarquía eclesiástica –por medio de la Conferencia Episcopal Española- en su habitual melifluo lenguaje- trata de aminorar, disimular o “dulcificar” el acontecimiento, sobre todo de cara a la “jauría” de los m.c.s. Lo titula así: “522 mártires del s. XX en España”. Dice el sabio refranero español que “no hay peor mentira que la media verdad”.
En efecto. ¿Por qué se hace referencia al “siglo XX” y no a los años concretos de 1936-1939? Que nosotros sepamos en la década de 1940-50 no hubo ningún mártir; ni en la de 1950-60, ni en los años de 1960 en adelante… tampoco hacia atrás en la década de los años 20. Entonces ¿por qué eludir las fechas concretas y encubrirlas bajo el manto de “siglo XX”? Muy sencillo, para que la “jauría” izquierdista no se dé por aludida y no se “enfade”…
En cuanto a lo de mártires “en España”, volvemos a lo mismo, i.e. a “la media verdad”… Que nosotros sepamos, en Burgos, Salamanca, Zamora, Sevilla, toda Galicia, Avila, Palencia … es decir en toda la España Nacional (i.e. donde triunfó el Alzamiento Nacional), no hubo ningún mártir de la Iglesia (ningún asesinado “in odium fidei”), en todo el s. XX. Lo propio sería hablar de la España Roja; la España Republicana o utilizando su propio lenguaje la “España democrática” o “España constitucional” (frente a la España Nacional …o utilizando su lenguaje, a la “Zona facciosa”; “Zona fascista”; “Zona rebelde”, etc.).
Continúa en el siguiente.
F. Vilches
Continuación del anterior
ResponderEliminarRespecto a otras zonas o regiones de España, tendríamos que matizar indicando las fechas, i.e. la fecha de la entrada de las tropas nacionales (“tropas franquistas” en el lenguaje de la “jauría”) en esas ciudades o regiones. Por ejemplo, el caso de Toledo. Claro que hubo mártires, pero… hasta finales de septbre. 1936, i.e. la fecha en que las tropas nacionales liberaron el Alcázar de su asedio por parte del ejército del Frente Popular (i.e. el Ejército Rojo, llamado así “a mucha honra”).
Otro dato más de “ocultamiento”. La Conferencia Episcopal nos hace una interesante relación del lugar de nacimiento (por diócesis) de los 522 mártires. Muy interesante, ciertamente, pero… más interesante es saber el lugar donde fueron asesinados “in odium fidei”, donde sufrieron el martirio. Así por ejemplo, la Congregación de los Sagrados Corazones, con muy buen criterio ha editado un pequeño folleto separado, con una breve biografía de sus cinco sacerdotes que serán beatificados en esta ceremonia… porque están muy orgullosos de sus mártires,…. y donde se relata las vicisitudes de su apresamiento y martirio… no ocultando las fechas ni los autores de cada uno de los asesinatos… ni el lugar… Todos ellos fueron “casualmente” asesinados en julio y agosto de 1936… y todos ellos -¡qué “coincidencia”!- en el Madrid rojo… dentro de España, claro está, pero… en Zona roja. Es todo un signo de identidad y no el que dos de ellos nacieran en Navarra, otro en La Rioja, otro en Orense y otro en Alava.
Lo grave del caso, es que “llueve sobre mojado”. Este lenguaje melifluo de la Conferencia Episcopal, utilizando “la media verdad”… ese tratar -inútilmente- de apaciguar a la “jauría”, para que no se “molesten”; para que no ladren, para que no ataquen… viene de muy atrás. He “rescatado” un nada “respetuoso” comentario que ya hice 10 años atrás… mayo 2003…que reflejo más abajo.
N.B. Entremedias… El 28 de octubre 2007 se celebró en Roma la ceremonia de beatificación de 498 mártires (¡nada menos!) -asesinados “in odium fidei”. El texto del folleto de la convocatoria, editado por la Conferencia Episcopal española, también “disimulaba”, pero menos… “Mártires en España: 1934; 1936-1939″… Lo cual quiere decir que vamos de mal en peor… a juzgar por el texto antes comentado de la ceremonia de beatificación del próx. 13 octubre 2013.
Rezo una oración por el alma delos mártires de la Cruzda, los que dieron su vida por Dios y Por España,
F. Vilches
Monseñor Rouco, otra vez más, ha querido ponerse al servicio del sistema e incensarlo con sus gestos y sus palabras.
ResponderEliminarSólo le falto beatificar al difunto Adolfo Suárez en su funeral, colmándolo de alabanzas como un ejemplo de cristiano en política.
Todo porque, en contra de sus sagrados juramentos de defender un Estado Católico, el difunto desmemoriado lo echó abajo y levantó un Estado laico donde es posible legalmente matar masivamente a los inocentes, destruir las familias y educar en contra de la Ley de Dios. No se me alcanza a ver dónde está la ejemplaridad cristiana.
Pero Monseñor Rouco no tiembla ante la incoherencia de sus propias palabras. Es de los que alzan tronos a las premisas y cadalsos a las conclusiones.
Luego se queja de cómo están las cosas. Y alaba a quien lo produjo. Se queja de la descristianización y alaba al que con perjurio hizo apostasía formal del Estado multisecularmente Católico. Se queja de las amenazas a la unidad de España y alaba a quien edificó el Estado de las Autonomías que han dado capacidad política, legal y financiera a los separatistas. Convoca la Misa de las Familias y alaba a quien más atacó a la familia despenalizando el adulterio y legalizando el divorcio.
Se lamenta del envejecimiento de la población y la falta de natalidad y ensalza al que sentó las bases con los anticonceptivos y con el aborto criminal y abominable. Con el refrendo del Jefe del Estado y con la aprobación de absolutamente toda la clase política que tenía delante.
Dice del finado que quiso la reconciliación, cuando es imposible reconciliar a Dios con Belial, a los hijos de las tinieblas con los hijos de la luz, a la estirpe de Dios y a la de Satanás, cuando no es posible construir juntas la Civitas Dei y la Demoniocracia que tenemos ahora.
Justo ahí se le tiraron al cuello, porque se atrevió a decir que los gérmenes, las causas que llevaron a la guerra civil, están ahí. Pues claro, porque los gérmenes, cautivos y desarmados, fueron desatados, como mil demonios furiosos.
Se les pudo ver, bien visibles, cuando el finado agonizaba, el sábado 22 de marzo, arrasando la capital de España, odiando a voz en grito, dando “caña a España”, luciendo toda clase de trapos de la anti España. Los mismos que llamaban luchadores por la libertad a los terroristas en tiempos de Suárez, con palabras expresas en la ley de amnistía del 77.
No se recatan ni se esconden. Se lo gritan las harpías de las Femen cuando hace su visita pastoral. Se lo pintan en las paredes de los templos: "la iglesia que ilumina es la que arde". Y lo gritan a voz en cuello: "A por ellos, como en Paracuellos". Sagrarios y crucifijos profanados, cementerios destrozados, campañas difamatorias, como la de la pederastia que ellos practican hasta en las asignaturas escolares. Agredían a los peregrinos de la Jornada Mundial de la Juventud, silban al Santísimo en la Puerta del Sol.
Claro que Su Eminencia lo sabe y por eso dice lo que dice, aunque sea tan discretamente. Pero no se lo pasan ni se lo perdonan.
Lo que queda de españolía y de cristianismo no es por mérito del traidor y perjuro Suárez, sino por la propia vitalidad de los cristianos españoles que siguen ejerciendo de tales, muchas veces confundidos y mal pastoreados por pastores ciegos que no quieren ver.
JL. Corral
...y sigue
Tras una sarta de falsedades en cursiva, una sola verdad en negrita:
ResponderEliminarLa concordia fue posible con él. ¿Por qué no ha de serlo también ahora y siempre en la vida de los españoles, de sus familias y de sus comunidades históricas? Buscó y practicó tenaz y generosamente la reconciliación en los ámbitos más delicados de la vida política y social de (falso de toda falsedad) aquella España que, con sus jóvenes, quería superar para siempre la guerra civil: los hechos y las actitudes que la causaron y que la pueden causar (verdad insoportable para los demócratas).
Esa misma verdad la había dicho también Benedicto XVI el 6-11-2010, cuando vino a Santiago y a Barcelona para inaugurar el Templo de la Sagrada Familia. Según las crónicas de entonces:
El Papa ha advertido de que en España "ha nacido una laicidad, un anticlericalismo, un secularismo fuerte y agresivo como se vio en la década de los años treinta", y ha alertado de que "ese enfrentamiento, disputa entre fe y modernidad, ocurre también hoy de manera muy vivaz".
Ratzinger aseguró que es en España donde se juega la batalla decisiva entre fe y razón. Y estableció una relación entre el choque entre la fe y el "laicismo agresivo" en la España actual y el anticlericalismo de la Segunda República.
Así que las fieras se le han echado al cuello, queriendo devorarle. Atreverse a decir que las causas que provocaron la guerra civil, es decir, el laicismo agresivo anticristiano y el proceso revolucionario están ahí. Hasta el Himno Nacional ha criticado esa mendaz autosocialista llamada Rosa Díez.
Incluso reclaman que se supriman los Funerales de Estado católicos. Estamos de acuerdo, porque son una farsa, un insulto a la inteligencia, un culto no a Dios, sino a la Democracia, la nueva religión. Una impostura, una inmoralidad, una blasfemia.
Cúmplese para España, desde la guerra civil, lo que dice Jesús y queda consignado en el Evangelio. El demonio fue expulsado el Día de la Victoria y vagó por el exilio. Y volvió con 7 más, los 7 Padres de la Constitución.
«Cuando el espíritu impuro sale de un hombre, discurre por lugares áridos, buscando reposo, y no lo halla. Entonces se dice: Me volveré a mi casa de donde salí. Y va y la encuentra vacía, barrida y compuesta. Entonces va, toma consigo otros siete espíritus peores que él y, entrando, habitan allí, viniendo a ser las postrimerías de aquel hombre peores que sus principios. Así será de esta generación mala.” Mt XII, 43-45
JL. Corral
Familiares de los curas vascos fusilados por Franco claman contra el olvido.
ResponderEliminarLos escasos familiares que aún viven de los sacerdotes vascos fusilados por las tropas de Franco en 1936 claman contra la desmemoria. Hermanos y sobrinos de dos de estos religiosos lamentan el silencio y la politización de la ceremonia de beatificación de los mártires del llamado bando nacional, mañana domingo, en Roma.
En casa de los Sagarna Uriarte no se ha dejado de hablar ni un solo día de la muerte de José, a los 24 años, el 20 de octubre de 1936. Ni sus dos hermanos supervivientes, Vicenta, de 85 años, y Fidel, sacerdote, de 83, ni sus sobrinas Merche o Izaskun pasan día sin nombrarlo. Zeanuri, la localidad de la Vizcaya profunda donde viven, verá este domingo elevar a los altares a dos lugareños. Sobre la figura de otro de ellos, el sacerdote José, se abate el silencio. Es uno de los 16 religiosos vascos asesinados en los primeros meses de la guerra civil, otra más de las víctimas silenciadas.
"¿Nosotros somos nadie o qué?", clama con rabia la matriarca Vicenta. "La sangre no es agua, por eso sentimos mucha impotencia ante la ceremonia del Vaticano. ¿Y los nuestros? No estoy en contra de nadie, pero aún no nos han pedido perdón", se queja.
José Sagarna Uriarte llevaba un año ordenado cuando un asunto privado le granjeó la inquina de un prócer de Berriatúa, en cuya parroquia era auxiliar. "Al parecer, un señor importante tenía relaciones extramatrimoniales y mi tío denunció esa conducta como impropia en el sermón, sin nombrarlo. El hombre le delató a las tropas franquistas", cuenta su sobrina Izaskun, alcaldesa del PNV de Zeanuri.
El joven José fue hecho preso en la parroquia, maniatado con dos cuerdas que aún conserva la familia como reliquia, y ejecutado junto a un manzano en el monte, en Amalloa. Minutos antes, el capellán que le confesó había dicho a los soldados que estaba libre de pecado. "El monaguillo vio cómo traían el cuerpo desangrado en una camioneta, y cómo lo enterraban, vestido, con los borceguíes puestos, en la tierra del cementerio de Larruskain, su anterior parroquia. Sin caja, como un perro", prosigue Vicenta.
La lápida de piedra colocada sobre el túmulo de restos es lugar de peregrinación de la familia Sagarna, pero también de Juan Zabala, el monaguillo de José, hoy con 81 años. "Juan se encargó de indicar con una estaca el lugar donde fue asesinado; cuando se caía o pudría, ponía otra", recuerda Vicenta Sagarna. Desde hace 20 años, una cruz de piedra recuerda el suceso.
Unos por nacionalistas, otros por encontrarse en el lugar inadecuado, los 16 sacerdotes vascos asesinados por Franco no fueron las únicas víctimas religiosas del bando rojo. También hubo decenas de exiliados: unos 200 vascos, el navarro Marino Ayerra o el andaluz Gallegos Rocafull, por ejemplo. "A unos los buscaban porque se habían significado como nacionalistas o como partidarios del gobierno legal; a otros, como a Sagarna, se los encontraron", resume el historiador Iñaki Goiogana, de la Fundación Sabino Arana. "Entre los fusilados había figuras preclaras del nacionalismo o el vasquismo, como José Ariztimuño, Aitzol, activista y renovador de la lengua y la cultura vascas".
Andrés Murcia
La cripta del cementerio de Hernani, en la que aún cuelgan las lápidas con el nombre de algunos de los muertos, ha sido objeto de investigación por parte de la Sociedad de Ciencias Aranzadi. El historiador Iñaki Egaña confirma que allí mismo fue asesinado el grupo más numeroso: nueve sacerdotes (otros cinco murieron en Oyarzun). "No sabemos qué ha pasado con los restos. Puede que vaciaran la cripta en época de Franco, o que llevaran los despojos al Valle de los Caídos", explica.
ResponderEliminarCelestino Onaindía fue ejecutado el 28 de octubre de 1936 allí, en Hernani. Triste paradoja: el mismo día, 71 años después, la jerarquía celebra la beatificación de otros muertos como él. Su sobrina Miren Onaindía, de 74 años, reivindica su figura: "Apenas lo traté, pero en casa siempre se ha hablado del tío Celestino, el que mataron los franquistas. Tenía 38 años y volvía de oficiar un entierro. Le esposaron y llevaron a la cárcel de Ondarreta, donde estuvo ocho días. Le fusilaron sin juicio, sólo por ser un sacerdote vasco; la orden de ejecución apareció después en un archivo de Galicia. Murió entonando un Tedeum bajo las balas".
Celestino era hermano de Alberto Onaindía, el padre Olasso, figura clave en la iglesia nacionalista vasca. "Por ser sobrinos de Alberto nos quitaron el pasaporte a todos. Hemos estado en el exilio, así que para nosotros no es algo tan lejano. Durante años nadie pudo decir nada. Incluso para hacernos llegar su breviario hubo gente que se jugó el tipo", remata Miren. El breviario, marcado por la página del 28 de octubre -día de la ejecución-, está en poder de la sobrina. También el cáliz con que oficiaba, que hoy se utiliza en las misas de una residencia de ancianos de Getxo.
"Soy creyente católica, y me resbalan los fastos del domingo. Me parece todo muy político, pero fundamentalmente me molesta el silencio de la Iglesia vasca. No tengo nada en contra de los que van a beatificar, pero no está nada bien que los nombres de nuestros fusilados no hayan aparecido nunca en el Boletín Diocesano. La jerarquía de Madrid debería pedir perdón por lo que hicieron", protesta Miren Onaindía.
El historiador Hilari Raguer, de la abadía de Montserrat (Barcelona), es uno de los máximos expertos en la Iglesia de la guerra civil y el franquismo. "He visto los archivos secretos vaticanos, recientemente abiertos a los investigadores. Pues bien, en el fondo Antoniutti están las listas de sacerdotes represaliados", confirma. Hildebrando Antoniutti fue enviado por Pío XI a Euskadi para proteger al clero. Como dijo este pontífice durante la guerra civil, "en la España de Franco se fusila a los sacerdotes igual que en la zona republicana", recuerda Raguer. Siete décadas después, su sucesor en la silla de Pedro sólo ve mártires a un lado de la historia.
Andrés Murcia
Iglesia reconoce como mártires a aquellos eles que mueren por causa de su fe católica y las cacareados curas vasco que murieron -según el comentarista de antes fusilados personalmennte por Franco ¡...!- no fue por este motivo, es decir por causa de“in odium fidei”).
ResponderEliminarNo se puede negar, por mucha mala fe que se tenga , la masacre contra el clero y fieles católicos durante la guerra por los rojos fue de carácter genocida. Y así consta en el Registro del martirologio de la Guerra Civil
Las parroquias contabilizan 113.178 "mártires de la cruzada" en toda ESpaña
La Iglesia custodia en Valladolid los nombres de 1.157 "caídos" leoneses.
Así consta en nuestro Santuario Nacional de la Gran Promesa guarda en una cámara acorazada los libros del franquismo. Los documentos fueron llevados en peregrinación desde todas las diócesis tras acabar la contienda. Las parroquias apuntaron a los que consideraron «mártires de la santa cruzada».
Según los datos que obran en poder de este santuario, durante la Guerra Civil fueron asesinados 4.108 sacerdotes, 244 seminaristas y 2.514 religiosas y religiosos. De los seglares para qué vamos a hablar....
Solo el libro correspondiente a la provincia de León recoge un total de 1.157 identidades
Francisco Luis Márquez.- León
Después de marear tanto a la perdiz la conclusión que saco es que los "buenos" no eran tan buenos, y los "malos" se parecían mucho a los buenos camuflados.
ResponderEliminarY es que los de derechas (incluso los más extremados), ni los de izquierdas (incluso los más extremados) pueden dar lecciones de honestidad.
Aquí todos mataron, pero no todos iban bajo palio.
M P M