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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 7 de abril de 2014

LOS INFELICES / Por Antolín Castro




Ese era el cartel, el sueño de unos cuantos, hace un mes

"...Que duda cabe que el anuncio despertó expectación en la provincia murciana por Cascales y en toda España por tener de nuevo en nuestros ruedos al Brujo de Apizaco. Nos las prometíamos todos muy felices con solo ver el anuncio del festejo..."

LOS INFELICES

Antolín Castro /España
La peor manera de no ser felices es, inevitablemente, ser infelices. Esto y no otra cosa es la consecuencia de quedar en el limbo la corrida programada para ‘Los Felices’.

Lo supimos y publicamos hace dos meses. En la plaza murciana de Los Felices se anunciaba una corrida a favor de Cáritas para el 30 de marzo. En ella reaparecería el torero murciano Manuel Cascales, a quien acompañarían en el paseíllo Rodolfo Rodríguez ‘El Pana’ y Víctor Puerto.

Que duda cabe que el anuncio despertó expectación en la provincia murciana por Cascales y en toda España por tener de nuevo en nuestros ruedos al Brujo de Apizaco. Nos las prometíamos todos muy felices con solo ver el anuncio del festejo.

Cuatro días antes del evento se anunció el aplazamiento de la corrida debido a que el empresario, Victoriano Marín, había padecido un infarto o amago del mismo y había sido hospitalizado. Tras de ello, días después, coincidiendo con la fecha anunciada de la corrida, se descolgaba Manuel Cascales con una nota de prensa en la que deja ver no estar de acuerdo con algunas declaraciones que no conocíamos pues debieron ser en el ámbito local. Tres días después era Victoriano Marín quien lanzaba otra nota de prensa y en ella se ‘mascaba’ la suspensión sin decirlo expresamente.

En siete días los que se las prometían felices pasaron a ser infelices. En notas cuya redacción era extensa pero concretaba muy poco, se ponía de manifiesto desacuerdos y problemas en la organización, pero faltando expresarse con la necesaria claridad para poder informar de la suspensión definitiva de la corrida. En el ‘tuya mía’ se quedaba todo y la mas que supuesta suspensión que traslucía hacía más infelices a quienes tenían preparado el viaje a las tierras murcianas en la fecha que se ajustara el aplazamiento.

En siete días se llenó todo de infelices. Infeliz el empresario aquejado de una dolencia cardiaca y otras dolencias presupuestarias; infeliz quien quería reaparecer en su tierra por una buena causa y que había acumulado ilusiones y preparación en los dos últimos meses; infeliz El Pana que había adelantado su viaje a España para contribuir a tan buena causa. Por supuesto, Víctor Puerto, aunque para él fuera un festejo más, poco más especial, de la temporada.

Infelices habrán quedado también los miembros de Cáritas, a los que la ilusión por recaudar unos buenos euros se ha tornado en la necesidad de buscar las habichuelas en otro lado. Infelices los establecimientos de restauración de la zona ante la muy previsible concurrencia al festejo, etc. etc.

Pero los más infelices, los santos inocentes, esa legión de aficionados de todas partes que estaban dispuestos a acudir en procesión al santuario de ‘Los Felices’ para saciar su sed de ver toreros a los que todos los días no se les puede ver. Toreros con formas muy distintas a las de cada día y cada feria. Esos infelices, y hay muchos, son los que más han perdido.

Infelices, como se ve, todos, porque una vez más alguien ha soñado más que planificado, alguien ha especulado más que concretado y para hacer felices y no infelices hace falta algo más que un puñado de voluntarismo.

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