Cardenal, feliz en el palco del Barcelona saluda al presidente Rosell junto a Artur Mas
"...La carta de Cardenal no tiene desperdicio porque, de una tacada, habla de acoso al Barcelona en el "caso Neymar", exculpa a sus dirigentes de responsabilidad cuando el juez se encuentra en plena instrucción del caso, justifica el modo ideado por Rosell y Bartomeu de trocear adrede el contrato del brasileño, critica a la prensa..."
Váyase, señor Cardenal
Jamás pensé que diría esto pero con una sola carta, la que aparece hoy publicada en El País, Miguel Cardenal ha superado todas mis expectativas de ineptitud dejando al pobre Jaime Lissavetzky, el ínclito ex secretario de lo que nos queda de Estado para lo que nos queda de Deporte, en auténticas mantillas. Hasta ahora lo mejor de la gestión de Cardenal al frente de nuestro deporte había sido también lo peor, y me explico: si, como a Manolo, el pintor que vive en la buhardilla de 13 Rue del Percebe y que es acosado diariamente por sus acreedores, a Cardenal se le hubiera ocurrido un buen día hacer un recortable suyo a tamaño natural para colocarlo más tarde en la ventana y dar así apariencia de laboriosidad, absolutamente nadie le habría echado de menos. Fue nombrado hace un par de años más o menos y, si el ministro Wert decidiera cesarle este martes como está mandado, pasaría a la historia única y exclusivamente por haber premiado recientemente a un buen puñado de periodistas deportivos, muchos de los cuales son por cierto amigos de quien esto suscribe, con la medalla de bronce del Consejo.
La carta de Cardenal no tiene desperdicio porque, de una tacada, habla de acoso al Barcelona en el "caso Neymar", exculpa a sus dirigentes de responsabilidad cuando el juez se encuentra en plena instrucción del caso, justifica el modo ideado por Rosell y Bartomeu de trocear adrede el contrato del brasileño, critica a la prensa (me imagino que aquí no incluirá a ninguno de sus premiados) por estar detrás de una campaña anti culé y pone en solfa a Pablo Ruz de quien insinúa abiertamente que se ha puesto al frente del caso por la extraordinaria repercusión mediática provocada por la identidad del club, para acabar sermoneándole por el "inusual inicio de la investigación en el ámbito penal, y una sede jurisdiccional que los ciudadanos identifican con delitos gravísimos". Hablando en plata: un secretario de Estado del Gobierno de Mariano Rajoy acusando a un juez de la Audiencia Nacional de prevaricación.
Con todo, lo más divertido es cuando se refiere al Fútbol Club Barcelona como "un activo fundamental de la marca España", algo parecido a cuando Cristobal Montoro dijo tan ufano que Cataluña nos iba a sacar de la crisis cuando todo el mundo sabe que la Comunidad de Madrid es la auténtica locomotora económica del país, que recibe del Fondo de Liquidez Autonómica un 7,3% menos que Cataluña pese a superarla en Producto Interior Bruto y que Artur Mas se gasta el dinero de los catalanes justamente en combatir día a día, hora a hora, minuto a minuto eso que los repipis llaman la "marca España". Lo que yo me pregunto es dónde ha pasado Miguel Cardenal los últimos 30 años de su vida. ¿Dónde?... En España imposible. ¿O es que no conoce lo que se grita en todos los minutos 17 de los partidos que el Barça disputa en el Camp Nou? ¿O es que no sabe lo que ocurrió en la última final de Copa entre Barcelona y Athletic Club de Bilbao? ¿O es que nadie de su gabinete de prensa le ha informado de lo que dijo de los españoles un ex director general culé? ¿O es que no sabe quienes son Laporta y el propio Rosell? ¿Desconoce el señor Cardenal que si por algo se han caracterizado los últimos presidentes del Barcelona es por su animadversión hacia todo lo español? ¿En qué país vive? ¿En el del Manolo de 13 Rue del Percebe?
Lo más divertido de la carta de Cardenal es lo de la "marca España", lo más triste es que se carga en diez líneas el Estado de Derecho y lo más vil es que, siguiendo la estela (o quien sabe si la estelada) del periobarcelonista Xavier Bosch deja caer que efectivamente el Real Madrid podría estar detrás de esta "operación de acoso". Dice Cardenal: "la sana rivalidad frecuentemente es desplazada por un enfrentamiento enfermizo". No nos sermonee, don Miguel, no nos sermonee, y explíquenos a santo de qué viene esa referencia a la "sana rivalidad deportiva" en una carta en la que usted viene a decir que el juez y la Agencia Tributaria, a la que su señoría decidió admitir como acusación particular en el "caso Neymar", están en una operación contra el club catalán. ¿Esta usted queriendo decir que Pablo Ruz ha ido a por el Barcelona porque es seguidor del Real Madrid? ¿Avala usted la llamada de Florentino a Aznar, de Aznar a Gallardón y de Gallardón al fiscal?... Nombres, fechas, datos... Explíquese, Cardenal, y luego dimita. Váyase a su casa. Sea digno. No escriba más cartas.
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