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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

domingo, 13 de abril de 2014

Los chicos de Rosell nunca rotan / Por Juan Manuel Rodríguez


"...Porque Neymar y su papá habrán cobrado lo que no está en los escritos (literal) pero ellos no son los máximos responsables. El máximo responsable es Rosell, que se largó cobardemente, y Bartomeu, que le sustituyó por el artículo 33..."

Los chicos de Rosell nunca rotan 

13 de Abril de 2014  
En el Barça nadie se da por aludido y así resultará más complicado. Todos, desde Martino hasta Bartra, parecen contagiados del virus de Xavi. La nula capacidad de autocrítica que exhibe impúdicamente un día, y otro, y otro más el capitán culé, cuyas jocosas excusas pasaron hace bastante tiempo a convertirse en motivo de burla de las redes sociales y con las que el personal disfruta cada día más, se materializa unos días en el césped, que unas veces está demasiado alto y otras demasiado bajo, otros en la humedad del terreno de juego, otros en el modo de jugar del rival y algunos simple y llanamente en la mala suerte. O la posesión, la famosa posesión. El miércoles, justo después de que el Atleti le pasara por encima a su equipo, Hernández se mostró incapaz de reconocer lo que resultaba evidente para cualquiera, lo que todos habíamos podido presenciar; alguien con auténtico mando en plaza, y no me refiero por supuesto al entrenador sino por ejemplo al gran Puyol, tendría que haberle dicho a este chaval que por ahí ya no se iba a ningún sitio, que ya no engañaba a nadie. Pero Puyol, como Valdés y el propio Tata, están yéndose y no tendrán el cuerpo para líos.

Andrés Iniesta, que es un tipo habitualmente cabal y que tiene los pies en el suelo, sobrevoló la realidad para acabar diciendo tras la derrota en Los Cármenes que al Barça con media ocasión le hacían un gol. Martino, por quien ya doblan las ventajistas campanas delperiobarcelonismo, iba incluso más allá explicando que "lo normal hubiera sido ganar por cuatro o cinco goles". Pues sí, ciertamente eso habría sido lo normal pero el caso es que el equipo catalán perdió ante el Granada, que luchará hasta el final por eludir el descenso, y los Messi, Neymar y compañía convirtieron a Karnezis el griego, que disputaba por cierto su segundo partido en la Liga, en el improvisado héroe de la noche. El bueno de Orestis decía, casi pidiendo perdón, que él no le había robado nada a nadie y que se había limitado a hacer su trabajo. Pobre. ¿Y qué decir del crochet de franqueza de Lucas Alcaraz, acostumbrado a fajarse con presupuestos de auténtico hambre para lo que se estila en Primera, diciendo eso de que si por el potencial fuera el Barcelona tendría que haber ganado el partido en la primera media hora?...

Que me aspen si logro comprender a Martino. Llegó al Barça agradecido por el regalo, que a la vista está que llevaba ricina, y reconociendo el trascendental empujón que en su fichaje ejerció el efecto gravitatorio de los Messi; luego, probablemente allá por el mes de diciembre, se convenció a sí mismo de que tenía que marcharse pasase lo que pasase, más tarde repitió idéntica terapia de grupo con su equipo de trabajo y hoy parece dispuesto a permitir que los auténticos responsables del desmán se vayan de rositas. San Gerardo bueno y mártir. Porque Messi estará mejor o peor pero lo único cierto es que el chico lleva tirando inhumanamente del equipo los últimos cinco años y está claro que no es el máximo responsable. Porque el Tata rotará más o rotará menos pero no es el máximo responsable puesto que el pastel ya estaba caducado cuando fue a hincarle el diente. Porque Neymar y su papá habrán cobrado lo que no está en los escritos (literal) pero ellos no son los máximos responsables. El máximo responsable es Rosell, que se largó cobardemente, y Bartomeu, que le sustituyó por el artículo 33. Y el ínclito Vilarrubí, menudo personajazo. Y Zubizarreta cuya improvisación y desconocimiento le han hecho un siete al club desde dentro. Ellos no rotan, ellos ganan siempre, y si no ganan acaban sacando un empate. Pero ellos y sólo ellos son los máximos culpables. Y, por mucho que se enroquen atrás como directivos de un equipo chico, se les acabó el ciclo. Aunque siempre pueden hacer como Xavi, siempre pueden echarle la culpa al césped.

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