Miguel Ángel Perera al natural con "Revoltoso", de Adolfo Martín, lidiado en 6º lugar y al que logró cortarle las dos orejas. / Foto: la Loma /
"...Con la izquierda reventó al toro, al público y la feria. La largura de los naturales fue excepcional. La trinchera y el de pecho para cerrar, sensacionales. Pedazo de torero, señores..."
"...Con la izquierda reventó al toro, al público y la feria. La largura de los naturales fue excepcional. La trinchera y el de pecho para cerrar, sensacionales. Pedazo de torero, señores..."
26ª de la Feria de San Isidro
Perera marca la diferencia y se corona en Las Ventas
J. A. del Moral
El extremeño estuvo por encima de su primer toro, uno de los peores de Aldolfo Martín, y de nuevo colosal con el mejor quinto del que cortó las dos orejas y pudo salir a hombros por segunda vez en esta feria. De la desigual corrida en la que hubo tres muy malos y tres muy buenos, los otros dos más que aprovechables les correspondieron a Antonio Ferrera y a Diego Urdiales que estuvieron bien aunque, por unas razones o por otras, dejaron escapar la gran oportunidad que les brindó la suerte.
Madrid. Plaza de Las Ventas.
Martes 3 de junio de 2014. Vigésimo sexta de feria. Tarde veraniega con algo de viento y casi lleno
Seis toros de Adolfo Martín, bien presentados en el tipo de la casa y de juego desigual. Muy deslucido y con guasita el manos primero. Pésimo y sin fuerza el segundo. Manejable en apariencia gracias a quien lo lidió el tercero. Muy noble aunque a menos el cuarto. Aunque tardeó, el quinto tuvo mucha clase por los dos pitones.
Antonio Ferrera (azul mahón y oro): Pinchazo y estocada, silencio. Pinchazo y estocada baja, silencio.
Diego Urdiales (verde botella y oro): Estocada casi entera tendida, silencio. Pinchazo, estocada corta y dos descabellos, aviso y silencio.
Miguel Ángel Perera (turquesa y oro): Buena estocada, gran ovación. Gran estocada de efectos fulminantes, dos orejas. Salió a hombros.
Los progresos muleteros que ha venido desarrollando Antonio Ferrera, acreditan una notoria alza de su categoría profesional. Sus sorpresivas y no por ello grandes faenas del año pasado en la Feria de Otoño de Madrid, la que cuajó en la recientemente pasada feria de Sevilla que fue declarada por absoluta unanimidad la mejor del ciclo y las excelentes que por lo leído llevó a cabo hace muy pocos días en su mano a mano con Perera en la feria de Cáceres, son pruebas evidentes de lo que acabo de decir. La presencia de Ferrera, por ello, añadió importancia al festejo de ayer. Y si digo añadió es porque, quien más se la dio con notable diferencia, fue Miguel Ángel Perera por la enormidad triunfal de su anterior actuación isidril. Triunfo que, por el momento, nadie pone en duda. Siendo verdad que las ferias son buenas cuando lo mejores toros caen en manos de toreros capaces de sacarles el máximo partido y al contrario, no lo es menos que aquellos diestros capaces de estar muy por encima de toros complicados, difíciles y hasta peligrosos – caso que este año solamente han protagonizado Enrique Ponce y el mismo Perera con su segundo toro de la tarde que reventó la feria – aumentan las posibilidades de quedar como máximos triunfadores a la hora de hacer el balance general del ciclo. Este fue, por tanto, el mayor atractivo de la vigésimo sexta corrida del ciclo. Y como Miguel Ángel Perera fue capaz de triunfar uno de los toros de de Adolfo Martín, será muy difícil por no decir imposible que ningún otro diestro le quite lo que se ha ganado con sobradas creces.
La inclusión en el cartel del riojano Diego Urdiales le situó en un grave compromiso pese a serlo en cualquier caso aunque sus colegas no fueran quienes son. Estuvo a punto de lograrlo pero, por mal estratega en su buena faena de muleta, perdió la ocasión
Antes de entrar en la materia de esta crónica, vamos a escribir del Rey Don Juan Carlos porque hay que hacerlo. Esta tarde es muy posible que ocupe el Palco Regio de Las Ventas para presidir la Corrida de la Beneficencia y el 27º festejo de la feria de San Isidro por última vez.
Antes de padecer lo mucho que ha padecido nuestro Rey hasta deteriorarse físicamente al punto de que muchos creímos que su muerte estaba cerca – afortunadamente no fue así – solía asistir a las corridas más atractivas de cada feria isidril sentado en una barrera. Le gustaba estar cerca, donde se ve todo bien y se comprende mejor el enorme mérito que tienen los toreros. También asistió a otras corridas. varias en la Real Maestranza de Sevilla y a algunas puntuales como a la plaza de El Puerto de Santa María, a la de Ronda, una vez también le vimos en una barrera de la de Ávila por citar las que uno recuerde porque estuve presente en todas las nombradas. Pero nunca había estado en una plaza de las muchas que hay fuera de España. Y, mira por donde, también estaba yo en la que presenció en la plaza de Acho en Lima ((Perú). Actuó Paco Ojeda que reapareció esa tarde por última vez en su vida profesional. Paco le brindó un toro y hay foto del brindis. Yo estaba en el callejón no muy lejos de donde se sentó junto al entonces ministro de Exteriores, – las barreras de mi amigo Roberto Puga – y me acerqué a saludarle con todo respeto. Y, al darnos la mano, me dijo: “Tu eres el que brindó un toro Paquirri en una tarde de la Beneficencia en Las Ventas”. Me quedé estupefacto porque así había sido en la del año 1980 y El rey se acordó a cabo de tantos años. Otro gran e inolvidable amigo, Gabriel Aguirre, que subió al Palco Regio a saludar al Rey como los matadores que actuaron en aquella corrida de la Beneficencia, me contó al día siguiente que Don Juan Carlos le había preguntado por quien era el joven calvo a quien Paquirri brindó el quinto toro. Y Gabriel le dijo quien era yo. Había oído hablar mucho de la impresionante memoria visual del Rey. Acabo de contarles como pude comprobarlo personalmente.
Veamos ahora lo que ocurrió en la vigésimo sexta de San Isidro. Casi lleno. Muy escasos claros en las alguna grada y andanada de sol. Lo más barato. Calderilla o sencillo como dicen en Lima a las monedas de mínimo valor. No sabemos por qué Antonio Ferrera hizo el paseo desmonterado. Pero como siguió sin cubrirse al dar comienzo la lidia, adiviné que se debía a estar herido en la cabeza. Como ayer el postre fue carísimo empiezo a servirlo como primer plato:
Había mucha expectación por ver qué haría Perera si le saliera uno parecido a los dos primeros de la corrida de Adolfo Martín. Tardamos en comprobarlo hasta que, tras salir suelto el toro, Miguel Ángel se aplicó a templar las cortas y ariscas embestidas, bregando muy bien para el primer puyazo que el animal soportó acostado en el peto para salir más que suelto de puro manso como también vimos en el segundo encuentro. No dejar que enganchara los capotes una sola vez fue vital para que el toro mejorara. El matador y los peones. Un diez. Bien Joselito Gutiérrez y Barbero en banderillas. Tras sobarlo con la derecha, en dos, tres, cuatro y el de pecho lo tuvo en su mano aunque medio pasó. El milagro del temple. Y lo mismo al natural llevando la muleta a la altura que embistió el toro hasta ligar con el de pecho en el que el toro se revolvió. Una sorda aunque gran lección. Al insistir con la derecha sufrió dos serias coladas, momento en que Perera se permitió el lujo de hacer un breve arrimón. Pero lo más importante llegó de inmediato al natural y en uno de pecho sensacional. Y más, más, más con la derecha. Asombroso. Macheteo toreramente sosegado y lo liquidó de muy buena estocada. No se puede estar mejor con un toro tan malo. Esta misma faena cuando Las Ventas se llenaba de buenos aficionados habría sido de oreja. Ayer solo fue ovacionado con fuerza. Vaya mi oreja simbólica para usted, maestro.
El cárdeno obscuro sexto no nos gustó nada de salida. Muy corto de viajes y muy débil. Fue protestado. No obstante, Perera volvió a esmerarse en el templar. Tanto en el recibo como durante la suerte de varas que apenas cumplió siendo lógicamente aliviada por lo que en el segundo encuentro el picador fue descabalgado al latiguillo. El toro perdió las manos en banderillas pero dejó un resquicio a la esperanza. Perera lo sabía mejor que nadie y brindó al público. Sacó el toro al tercio desde tablas y lo toreó a placer por el lado derecho en creciente ritmo, temple y armonía pese a tener que soportar algunos amagos innobles del burel que siendo noble careció de clase. Con la izquierda reventó al toro, al público y la feria. La largura de los naturales fue excepcional. La trinchera y el de pecho para cerrar, sensacionales. Pedazo de torero, señores. Una vez cambiar de espada sufrió un desarme accidental, pero lo mató de grandiosa estocada de efectos fulminantes rodando el toro a los mismos pies del matador. Y el delirio. Tanto, que a la presidencia no le cupo más remedio que conceder las dos orejas. Así fue como Miguel Ángel Perera marco ayer la enorme diferencia con sus compañeros de terna y se coronó para siempre en la plaza de Las Ventas de Madrid. Mi más sentida enhorabuena.
El primer toro de Adolfo Martín salió suelto y cuando volvió a donde estaba Ferrera se quedó cortísimo en el capote saliendo suelto de nuevo. Otra vez se fue al lugar de antes tras barbear tablas, apretó para dentro con genio y Ferrera lo abrió yendo de espaldas hacia los medios. Una prenda este primero que se dejó pegar en varas. Al segundo encuentro acudió al paso y salió suelto. Cantó la mansedumbre y su pésimo estilo. Pese a todo, banderilleó Ferrera en solitario. Muy bien además, dándole al toro todas las ventajas en los dos primeros pares y por dentro el tercero. En la muleta fue alimañero. Rebañó por el lado derecho y Ferrea medio se lo pasó librándose con mucha habilidad. Por el lado izquierdo fue un poquito más largo pero sin humillar. Tuvieron mérito los naturales pese a no poder completarlos. Terminó teatralizando los cites en corto otra vez a derechas y con un desplante. Con la espada pinchó echándose fuera. No era para menos con este toro. Luego enterró la espada metiendo muy bien el brazo.
Imponente, muy serio y cuajado el cuarto. Embistió de salida bastante más gratamente que sus peores hermanos ya muertos aunque saliendo suelto. También fue más nítidamente bravo en el caballo. Buenas chicuelinas y dos bellas medias de Ferrera en el quite. Tras un breve segundo puyazo e irse el toro hacia las tablas de sol, Urdilales quitó por delantales metiendo el capote en el costado del toro al rematar con medias verónicas. Eso no deber hacerse nunca a un toro de otro torero. Ferrera aprovechó el alegre y templado galopar del toro para hacer una exhibición banderillera en varias versiones pese a fallar en el quiebro por dentro que repitió para acertar plenamente. Para la muleta resultó franco y repetidor por el lado derecho y Ferrera lo aprovechó en dos tandas con remate cambiado. Y al natural también aunque sin ligar porque el animal empezó a venirse a menos. Y a menos también por el derecho, tardeando aunque siguió noble. Lentos aunque aislados naturales y macheteo al paso. Un pinchazo y una estocada baja desmerecieron lo anterior.
El de Arnedo, Diego Urdiales, enfrentó por delante un cárdeno muy de la casa con los pitones un poco vueltos sobre sus anchas sienes. Poco agradable de cara, desde luego. Urdiales tuvo que regatear con el capote en un recibo a la defensiva. El toro se fue solo hacia el caballo y por poco derriba antes de que le pegaran con cuidado. Lo mismo para el segundo. Se fue por su cuenta y se quedó pegado al peto para salir y entrar de nuevo sin que le pegaran un tercer puyazo. La escasez de fuerza se tradujo en quedar algo parado y muy reservón. Molesto en banderillas. Aunque pareció espabilarse en la muleta, fue un espejismo. Embistió muy corto y perdió las manos dos veces. Urdiales anduvo dignamente conservador aunque insistente a sabiendas de que había muy poco que rascar. Tanto, que la gente se hartó. Lo mató con habilidad de estocada casi entera tendida.
Muy entipado el quinto aunque salió barbeando tablas y revolviéndose raudo en el capote de Urdiales. Se picó sin quites, se banderilleó con prisas y Urdiales nos sorprendió brindando al público. Tanteos a derechas hasta llegar al tercio y, como el toro metía la cara con dulzura, muy bien y muy templadamente toreó por redondos recetados con recreo. Tardo y noble el animal, quizá le faltó a Urdiales ganar un paso tras cada pase para ligar mejor. Por eso, los muy buenos muletazos zurdos resultaron demasiado aislados. No así los forzados de pecho que resultaron excelentes. Pero bueno, en cierta manera y aunque supo aprovechar la anteriormente escondida clase del de Adolfo, la verdad sea dicha, se le fue una gran oportunidad. De haber matado pronto y bien, solo habría cortado una oreja siendo toro de dos. Tras ser muy aplaudido el burel en el arrastre, se dividieron levemente las opiniones para Urdiales.
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