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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

martes, 9 de julio de 2019

Decididamente Messi no es el nuevo Capitán América, no señor... / por Juan Manuel Rodríguez



No tengo absolutamente nada en contra de que Lionel Messi se haya incorporado de repente al inacabable mercado de futbolistas o entrenadores que protestan cuando se sienten perjudicados, son la inmensa mayoría en realidad. Lo tengo todo en contra de que ahora se quiera pintar a Messi como lo que decididamente no es en ninguno de los casos, el nuevo Capitán América, el Spirit argentino que vela por la limpieza de la competición, una especie de Batman de Rosario.

Decididamente Messi no es el nuevo Capitán América, no señor...

Alguien que sabe más que yo, mi amigo Paco García Caridad, decía el otro día vía Twitter que Messi era el mejor instrumento posible para denunciar la corrupción de la FIFA, de la UEFA y de la Conmebol. Paco sabe más que yo, lo que no quiere decir en absoluto que esté de acuerdo con él, y no puedo estarlo por la sencilla razón de que la denuncia de corrupción de Messi no llegó tras la concesión a Qatar del Mundial de 2020, ni se escuchó a Messi decir nada cuando explotó el FIFA gate, ni cuando se detuvo a catorce personas, nueve de ellas asociadas con el máximo organismo del fútbol mundial, acusadas en 2015 por la Oficina Federal estadounidense de investigaciones de fraude, crimen organizado y blanqueo de dinero. No escuché a Messi entonces diciendo "esto es escandaloso, limpiemos de una vez el fútbol mundial, os lo dice Lionel Messi", ni tampoco dijo nada el otro día cuando la policía retuvo a Michel Platini o cuando Joseph Blatter fue condenado por el Comité de Ética de la FIFA a ocho años de suspensión de toda actividad relacionada con el fútbol.

Habría sido muy importante que una de las estrellas del fútbol mundial como él se hubiera implicado, habría sido decisivo saber su opinión al respecto de todas estas corruptelas, habríamos necesitado saber qué opinaba Messi sobre la concesión del Mundial a Qatar, pero Messi jamás ha criticado nada ni dicho nada ni opinado nada al respecto de nada que no sea el juego, y a veces ha costado incluso que dé su opinión sobre eso. De modo que quien quiera ver ahora de repente en Messi al nuevo Espartaco, un liberador, una voz crítica de lo podrido que probablemente esté el fútbol, se equivoca. Leo Messi se ha quejado de cosas muy concretas y que, en su opinión, le han perjudicado a él o a Argentina: el estado del césped, un penalti no pitado a favor, la expulsión del otro día... Si el Mundial se disputa en Qatar o en las islas Cocos o en Transnistria a Messi le da igual, del mismo modo que le resbala cómo se haya elegido Qatar o antes Rusia: él irá a jugar si le convocan y ahí se acabó su opinión al respecto.

De modo que Messi se ha limitado a denunciar las corruptelas que, en su opinión, han perseguido a Argentina durante esta Copa América, y lo ha hecho apuntando directamente a Brasil porque sabe que eso vende: "¿Copa América en Brasil?... Pues ya está: la Conmebol quiere que gane Brasil". O sea que Messi se ha humanizado y ha tratado de irse por los cerros de Úbeda para justificar su enésimo fracaso internacional con Argentina. Pero cuando Maradona dijo de Julio Grondona que era un mafioso o cuando se acusó a la AFA y a su presidente de revender entradas para el Mundial de 2014 o cuando el fiscal federal Jorge Taiano imputó al propio Grondona por supuestas irregularidades en el manejo de los fondos públicos que se destinaron al programa Fútbol para Todos, no oí a Messi decir nada de nada, lo dice ahora porque el otro día le sacaron una tarjeta roja: ¡Hay que ver lo corrupto que está todo que un árbitro se atreve a expulsar a Lionel!

Pero es que desde Marquinhos hasta Thiago Silva pasando por Tité o Gareca, todos y cada uno de ellos le han pillado la matrícula a Messi. Silva, por ejemplo, es jugador del Paris Saint Germain y sufrió los rigores del ínclito Aytekin cuando aquel 6-1 de la ciudad condal: "Ese día Messi no habló de corrupción", ha dicho el defensa carioca, un poco harto. Cuando el PSG denunció al Fútbol Club Barcelona ante la UEFA por los diez errores de Aytekin, Messi no dijo tampoco nada. He buscado para ver si Messi dijo algo en aquella ocasión o habló de lo sucio que está el fútbol, pero no he podido encontrar nada salvo una información de Defensa Central que, citando a medios deportivos franceses, dice que al final de aquel partido Messi tuvo el cuajo de entregarle al colegiado alemán una camiseta firmada por todos los jugadores del Barcelona.

No tengo absolutamente nada en contra de que Lionel Messi se haya incorporado de repente al inacabable mercado de futbolistas o entrenadores que protestan cuando se sienten perjudicados, son la inmensa mayoría en realidad. Lo tengo todo en contra de que ahora se quiera pintar a Messi como lo que decididamente no es en ninguno de los casos, el nuevo Capitán América, el Spirit argentino que vela por la limpieza de la competición, una especie de Batman de Rosario. No es creíble, no es asumible y nadie con dos dedos de frente va a comprar ese discurso. Messi protege su trasero, nada más; lo que le importa a Messi es el culete de Messi, luego el pompis de Messi, después las asentaderas de Messi y por último el tafanario de Messi y lo de la limpieza del fútbol mundial le viene sinceramente un poco grande. Lo digo por ir concretando.

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