Ni cartucho...
De nuevo hay que referir que los toreros (digamos Morante) han apostado por una ganadería «sin alma», con la esperanza que saliera ese toro que se deja (perritoro, decíamos ayer), que va y viene, que deambula, que, en el mejor de los casos, sea gaseoso, que se preste, en definitiva, que permita el triunfo.
Sábado 8 de octubre de 2022. Tercera corrida de toros de la Feria de Otoño. Casi lleno. Temperatura ideal. Tarde de gran expectación. Se esperaba a Morante.
Seis toros de Puerto de San Lorenzo, línea Lisardo-Atanasio. Nobles, con poco fuelle. En general mansos. El primero boyante. El segundo parado. El tercero sacó nervio. El cuarto fue devuelto tras partirse el pitón. El quinto, astifino, sin recorrido. El sexto, también astifino, quebrantado en el caballo. En lugar del cuarto salió un sobrero de José Vázquez, procedencia Domecq, manso, bajo de casta.
Terna: Uceda Leal, teja y oro, vuelta y ovación. Morante de la Puebla, verde manzana y oro, silencio y silencio. Ángel Téllez, granate y oro, silencio tras dos avisos y silencio.
Lisarnasios para Uceda, Morante y Téllez. Fallido
Campos & Moore
Una enorme ilusión existía, en los aficionados que acudieron ayer a Las Ventas, por disfrutar de grandes faenas. Principalmente por ver si Morante de la Puebla nos regalaba con ese toreo sobrenatural que se le atribuye y, que se piensa, en algún momento pueda trascender en su paso por Madrid. Es un deseo de los aficionados madrileños que se va frustrando a medida que el diestro sevillano cumple años. Muchos partidarios citan faenas de Morante en Madrid pertenecientes al pasado, pero todos somos conscientes de que le falta esa faena rotunda, inspirada, divina, que ponga a todos de acuerdo sobre los verdaderos quilates o grado de perfección, para que esa actuación pueda ser medida desde cualquier prisma con sobresaliente cum laude. Otra vez más (muchos pensarán que la faena del último San Isidro fue esa faena soñada) la apuesta de Morante puede catalogarse de «fallida» si hablamos de eternidad.
Mi amigo José Ramón Márquez que se encuentra en viaje otoñal en lejanos países de Europa Central y que, por lo tanto, se halla ausente ante lo que pueda ocurrir en Las Ventas en esta Feria de Otoño, ha vuelto a no perderse nada fundamental. Su magín puede respirar, pues nadie le recordará que se perdió tal o cual faena (sobre todo de Morante). Y su conciencia de aficionado quedará libre por haber faltado a su deber de abonado. Más bien ahora pensará que ha ganado con el cambio, pues la apuesta por los vinos blancos Riesling o Grüner Veltliner, transparentes y fresquitos y con cubitos de hielo en la copa ha merecido la pena. Y no el hecho de tragarse a estas altura de la temporada toros de ganaderos «frescos», de comportamiento flojito y de condición huera.
De nuevo hay que referir que los toreros (digamos Morante) han apostado por una ganadería «sin alma», con la esperanza que saliera ese toro que se deja (perritoro, decíamos ayer), que va y viene, que deambula, que, en el mejor de los casos, sea gaseoso, que se preste, en definitiva, que permita el triunfo. Todo esto a priori. Pero vemos y observamos, tarde tras tarde, que ese tipo de toro que los toreros piensan es de garantías, de esas determinadas ganaderías (comerciales), que ilustrados aficionados llamarían toro bonachón, luego da la espantada y no se hace presente. En su lugar aparece el toro pajuno. Un astado en la última escala del descaste. De ahí lo «fallido» ayer para Morante. A pesar de todo, en la corrida de El Puerto de San Lorenzo, hubo dos toros, uno boyante (el primero) y otro noble y revoltoso (el tercero) que no le tocaron a él.
A Uceda Leal, le tocó ese toro boyante, al que recibió con verónicas clásicas mecidas y rematadas con una buena media. Tras la entrada al caballo Morante replicó con dos verónicas despaciosas y una media a cámara lenta. La tarde empezaba en todo lo alto. Uceda respondió con un quite estimable por chicuelinas. El toro era claro. Uceda lo llevó a los medios con despaciosidad y buen gusto. Destacó una primera tanda en redondo cadenciosa. En una segunda tanda con esa misma mano se vio superado por el toro. Al natural, no cuajó. Al volver a la derecha sí dio algún muletazo extraordinario, muy lento y con supremo temple. Mostró, en líneas generales, verticalidad y torería. Mató al toro de media en buen sitio. Ante el cuarto, sobrero, no pudo manifestar limpieza en los pases. Mató en la suerte natural de una estocada pelín baja y un descabello.
Morante de la Puebla, estuvo animoso toda la tarde. No tuvo lote. Su primero relamió las tablas y quería irse. A su aire. Sin acometividad. Perdió las manos. No peleó en el caballo y llegó a la muleta sin fuerza ni celo. Una birria de toro. Morante le quitó las moscas y le mató de un pinchazo bajo y un metisaca, y en la suerte contraria de media delantera, contraria y atravesada, más dos descabellos. Al astifino quinto le quiso torear con la capa con alegría y con buen ánimo. Con la muleta intentó de manera desacertada el «cartucho de pescao» y luego ayudados por alto «románticos». Una primera tanda en redondo tuvo suavidad. Después, hubo de todo, aparatoso desarme, caídas y brincos del toro, dos pinchazos bajos y media tendida. Fue un toro sin embestida y sin recorrido.
Ángel Téllez, manifestó juventud. A su primer toro le dio tres verónicas armoniosas y una media suave. Fue un toro lidiado entre algodones, que después se fue hacia arriba por nervio y metamorfoseó en «revoltoso», pues se ceñía revolviéndose celoso en los remates. Había que entenderlo y Ángel Téllez le planteó una faena a contraestilo. Le quiso torear con grandeza al natural llamándole desde los medios. El toro estaba en las tablas del siete y no fue. En la primera tanda por la izquierda el astado le supera. Había otro inicio de faena, por bajo, para ahormar al toro. A continuación, con la derecha, en la siguiente serie, Téllez consigue una gran tanda con suavidad y lentitud. Luego el toro le superó en cada remate en el resto de la faena, menos en muletazos sueltos bien llevados. El desenlace de la faena por manoletinas no aportó nada. Mató de cuatro pinchazos y estocada atravesada tras recibir dos avisos. En la faena a este astado se vivió lo más intenso de la tarde. En la parte positiva de Téllez que no cedió terreno, en la parte negativa que no entendió al toro (que no era fácil, a pesar de su mínima condición). En el último toro de la tarde no tuvo opción y le mató en la suerte contraria de delantera caída y un descabello.
Ángel Téllez al terminar el paseíllo fue obligado a saludar por un sector de la afición de Madrid, en recuerdo a su actuación en la Feria de San Isidro. Madrid es así. Muchos aficionados y taurinos hablarán de favoritismo y sacarán lupa para analizar la carrera de este joven torero que lo que necesita es torear y mucho. Algo que no le han permitido. Así es el mundo de los toros.
En las lidias, destacaron Juan José Trujillo en banderillas y Juan Navazo con la capa y en banderillas.
...ni pescado
ANDREW MOORE
Lo de Uceda
Lo de Morante
Lo de Téllez
FIN
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