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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

sábado, 24 de enero de 2015

Pablo Iglesias odia el Himno y la Bandera / por Eduardo García Serrano




"...Pero donde el odio de Pablo Iglesias llega al paradigma es cuando hace referencia a la Bandera de España y al Himno Nacional. Dice que a él le gustaría ver jugar a la Selección de Baloncesto con el uniforme tricolor y escuchar un himno como La Marsellesa y no la cutre pachanga fachosa que es el Himno Nacional acompañando a la bandera monárquica postfranquista..."



LO DEJÓ PLASMADO EN UN ARTÍCULO EN 2008
Pablo Iglesias odia el Himno y la Bandera


Pablo Iglesias vomitaba, como la niña de El Exorcista, su odio al Himno y a la Bandera de España en un tedioso artículo en el que analizaba la final de baloncesto España-USA en las Olimpiadas de Pekín.

Como a la niña de El Exorcista, cuando Pablo Iglesias ve ondear la Bandera de España y escucha el Himno Nacional la cabeza le da vueltas, se orina en el pijama, la cama se le agita más que una batidora y el vómito le sale por todos los orificios y esfínteres de su anatomía. Cuando Pablo Iglesias no era nadie, más allá de las alambradas de esa cheka ideológica en la que él y el multimillonario Monedero han convertido la Facultad de Políticas de la Complutense, escribió un larguísimo y tedioso artículo sobre la final olímpica de baloncesto de Pekin entre Estados Unidos y España, en 2008. En él, Pablo Iglesias abomina de la Bandera de España y del Himno Nacional y hace un pretencioso análisis político-deportivo de aquel épico partido, cifrando su táctica y su estrategia en la lucha de clases y en la perilla de Lenin, que es donde para él nacen la libertad, la igualdad, la felicidad y la fraternidad de la Humanidad.

El líder de Podemos califica a los jugadores de la Selección Nacional de Baloncesto de millonarios insolodarios y casi de cipayos del intolerable nacionalismo español, que por definición es de derechas, y que a él le revienta mucho más que los nacionalismos vasco y catalán. Agradece Pablo Iglesias a Pau Gasol que, al mostrar su orgullo por la admiración deportiva que España concitó por aquel duelo de titanes con los EE.UU., no gritase ¡Arriba España! como sí hiciera el jugador de fútbol David Villa al celebrar la Eurocopa de Luis Aragonés. O sea que a Pablo Iglesias le sale sarpullido sólo cuando oye gritar ¡Arriba España! o ¡ Viva España !, pero se pone casi tiernocuando escucha gritar ¡Gora Euskadi! (gora es arriba en vascuence) o ¡Visca Catalunya! Sobre todo cuando, como suele suceder, esas invocaciones se profieren contra España que, para el odio rancio del que se alimenta Pablo Iglesias, no es más que una mazmorra de naciones libres construída por pistoleros fascistas, militares africanistas y curas reaccionarios que acabaron, por capricho y por despecho, con aquella arcadia feliz que para él fue la II República. 

A pesar de ser tan joven, Pablo Iglesias es como esas abuelitas estalinistas que, como Almudena Grandes, sueñan con milicianos sudorosos y que, arropadas por la nostalgia del Frente Popular, como beatas paganas, acunan el insomnio invocando a la pompadour de las chekas: la Pasionaria. La melancolía de los ancianos produce siempre ternura, la de Pablo Iglesias provoca una desasosegante mezcla de terror e hilaridad cuando dice, en el articulito de marras, que celebraba las canastas de España frente a USA levantando el puño como la Pasionaria.

Pero donde el odio de Pablo Iglesias llega al paradigma es cuando hace referencia a la Bandera de España y al Himno Nacional. Dice que a él le gustaría ver jugar a la Selección de Baloncesto con el uniforme tricolor y escuchar un himno como La Marsellesa y no la cutre pachanga fachosa que es el Himno Nacional acompañando a la bandera monárquica postfranquista. Este profesor de jóvenes bolcheviques sabe, aunque en un alarde de indecencia docente y personal se lo oculta a sus alumnos y a sus votantes, que la Bandera y el Himno de España no son diseño ni invento de Franco, que son los símbolos de la Nación española desde Carlos III y que la II República los arrojó a la basura, que es en lo que los abuelos ideológicos de Pablo Iglesias convirtieron a la República y a España. De ese vertedero fueron rescatadas la Bandera y el Himno que tanto odia Pablo Iglesias, incluso en una cancha de baloncesto.


1 comentario:

  1. Esto que dijo Pablo Iglesias en 2008 fue una solemne estupidez y algo que estuvo totalmente fuera de lugar, no se concibe que una persona en su sano juicio pudiera decir una majadería de tal tamaño.

    Una vez dicho esto, resulta bastante chocante que el autor de este artículo, persona a la que se le atribuye una ética y moralidad intachable, más que nada por su pasado, como él mismo se ha definido “persona con ideología falangista”.

    En junio de 2006, Eduardo García Serrano, calificó como “maricona vieja” al escritor Antonio Gala, en respuesta a un artículo de éste sobre las víctimas del terrorismo. En una línea similar, también en 2006, definió como “maricón” al político socialista Pedro Zerolo, al recriminarle su actitud en política internacional, lo que le valió la calificación de homófobo por parte de algunos medios de prensa.

    En junio de 2010, protagonizó una de sus apariciones más sonadas cuando, durante el programa de Intereconomía TV El gato al agua, llamó "guarra", "puerca" y "zorra" a la entonces consejera de Sanidad de la Generalidad de Cataluña, Marina Geli, al analizar la campaña de educación sexual que llevaba a cabo la Consejería que dirigía ésta. Días más tarde, y tras anunciar Geli que emprendería acciones por vía penal, García Serrano pidió públicamente excusas, retractándose de los insultos proferidos. Por estos hechos fue condenado junto a la cadena por el juzgado penal número 20 de Madrid al pago de 21.000 euros, por un delito de injurias graves con publicidad.

    Entre los objetivos de sus comentarios también se encuentra el rey Juan Carlos I de España, a quien criticó también en 2010 por la intención manifestada por la Casa Real de promover un pacto de Estado contra la crisis económica.

    Volviendo de nuevo con Pablo Iglesias, la ambigüedad que hoy mantiene sobre el debate territorial y los símbolos nacionales españoles —en su último mitin en Barcelona, en diciembre pasado, esquivó el asunto con un «no me importan las banderas, sino las cuentas bancarias»— contrasta con la claridad con la que los criticaba en 2008, cuando aún estaba lejos de planear siquiera su «asalto» a La Moncloa.

    En el programa “la sexta noche” que comenzó el 24 de enero 2015 y termino el 25, vimos como el periodista Eduardo Inda le regalaba a Pablo Iglesias una chapa con la bandera de España, recordándole un artículo de 2008 en el que atacaba a la bandera y al himno.

    Tras rechazar una chapa pin de España que le ofrecía Eduardo Inda, Pablo Iglesias dijo: “No tengo ningún problema con la bandera de España, pero si con los regalos de Inda”, ha aclarado tras rechazar ponérsela, y ha reiterado: y al himno. "No tengo ningún problema con la bandera de España, pero con los regalos de Inda sí", ha aclarado tras rechazar ponérsela, y ha reiterado: "mi madre me enseñó a no aceptar regalos de extraños".

    Y hoy domingo Grecia acude a las urnas. La más que probable victoria de Alexis Tsipras podría traer una ola impredecible para la eurozona y para la Unión. Primero, porque si consigue un alivio de la deuda, otros países en apuros se verán tentados de buscar lo mismo, eligiendo a gobiernos combativos. El ejemplo está en España, donde Podemos, partido hermano de Syriza, ya ocupa el primer puesto en varias encuestas. Segundo, porque su efecto podría hacer ascender a los partidos eurófobos de la Europa del norte rica… en Alemania, Finlandia o Dinamarca. En este 2015 se celebrarán elecciones de trascendencia diversa en Francia, en Reino Unido (con un referéndum de permanencia en la UE prometido por Cameron si gana), Finlandia, Polonia, España, Portugal y Dinamarca.

    Y es que después de las victorias del Real Madrid, F C Barcelona y Atlético de Madrid el interés estará puesto en los comicios griegos…Los más nerviosos, PP y sus medios afines. Esperemos a ver quien ríe el último.

    Diego Barceló


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