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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

sábado, 31 de diciembre de 2022

Suenan los clarines...¡Suerte!

 

Fallece el papa emérito Benedicto XVI a los 95 años


«Con pesar doy a conocer que el Papa emérito Benedicto XVI ha fallecido hoy a las 9:34 horas, en el Monasterio Mater Ecclesiae del Vaticano», ha comunicado Matteo Bruni, directos de la Sala Stampa de la Santa Sede.

Fallece el papa emérito Benedicto XVI a los 95 años

LGI/Diciembre 31, 2022
El papa emérito, Benedicto XVI, ha fallecido a los 95 años de edad este sábado 31 de diciembre a las 9.34 horas, ha informado el Vaticano esta mañana.

«Con pesar doy a conocer que el Papa emérito Benedicto XVI ha fallecido hoy a las 9:34 horas, en el Monasterio Mater Ecclesiae del Vaticano», ha comunicado Matteo Bruni, directos de la Sala Stampa de la Santa Sede.

El 28 de febrero de 2013, tras 2.872 días, dos horas y 10 minutos, concluía el Pontificado de Benedicto XVI tras anunciar su renuncia unas semanas antes por falta de fuerzas. Se convertía entonces en el primer Papa que renunciaba en 700 años. «No abandono la cruz», precisó en su última audiencia, aunque días antes había indicado que permanecería «oculto para el mundo». Fallecido a los 95 años, finalmente ha pasado más tiempo como emérito que como pontífice en activo.

Joseph Ratzinger (1927, Marktl, Alemania) se ordenó sacerdote en 1951 y en 1977 fue nombrado arzobispo de Múnich y creado cardenal por Pablo VI. Durante más de 20 años fue prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. El 19 de abril de 2005 fue elegido Papa, sucediendo a Juan Pablo II.

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Relacionado: Sin el papa emérito... ¿y ahora qué?

Valdemorillo por todo lo grande, como debe ser / por Pla Ventura


"...Los hechos de Valdemorillo manan sangre a borbotones. Digámosle al lector que, dicha feria es la más rentable del mundo por aquello de la tremenda subvención que tiene por parte del ayuntamiento que, como digo, allí se hace todo a lo grande. Y siendo así, ¿cómo es posible que no se haya presentado nadie para licitar o concursar en dicha plaza, salvo la empresa actual, después de haber terminado el equipo de gobierno en los juzgados de El Escorial por presunto delito de prevaricación administrativa y malversación de fondos? ¿Será acaso que en Valdemorillo existe un sastre que hace trajes a medida para dicha empresa?..."

Valdemorillo por todo lo grande, como debe ser

Pla Ventura
Toros de Lidia/30 diciembre, 2022
Una vez más, los hechos denigrantes que tienen lugar en Valdemorillo respecto al tema taurino nos llenan de estupor y, lo que es peor, vergüenza ajena ante las tropelías que allí se preparan puesto que, los dirigentes del PP que gobiernan dicho municipio serrano de Madrid pretender dejar en mantillas a los indeseables del gobierno de España y sus adláteres. Lo tenían difícil los del PP pero, lo han conseguido. Cierto es que, por los motivos citados, por los cuales el PP campa a sus anchas en Valdemorillo, ello no será otra cosa del sinónimo de que la derecha nunca más mandará en España. Una pena todo lo que digo porque, como el mundo sabe, si de política hablamos, la época de José Maria Aznar fue totalmente gloriosa para España. Acciones como las que relato seguidamente con la autoría del PP, sin pretenderlo, están dándole gloria a Pedro Sánchez que, como los niños de pañales saben será presidente de España toda la vida con grado de caudillo, no por sus méritos, pero sí por demérito de la derecha que cada día con sus acciones le siguen dando cancha al indeseable Pedro Sánchez.

Claro que, mi tristeza tremenda viene dada por aquello de que los pesebreros del periodismo taurino actual –la inmensa mayoría- son incapaces de formular la más mínima denuncia por muy grande que sea la tropelía; digamos que, ante las irregularidades de Valdemorillo todo el mundo mira hacia otro lado y, aquí paz y allá gloria. Han cambiado mucho los tiempos porque, por ejemplo, en la época de Alfonso Navalón, el gran crítico salmantino publicaba denuncias por doquier a la que los taurinos, acobardados, tomaban nota y trataban de que no se les viera mucho el plumero; es más, le tenían pánico a las críticas. Ahora, como todo queda en la impunidad, políticos y empresarios no tienen miedo a nada porque no existe la menor crítica para nadie y, como siempre dije, a lo único que se atreven los revisteros actuales es a echarle la culpa al toro porque, sabedores de que no habla jamás se podrá defender.

Los hechos de Valdemorillo manan sangre a borbotones. Digámosle al lector que, dicha feria es la más rentable del mundo por aquello de la tremenda subvención que tiene por parte del ayuntamiento que, como digo, allí se hace todo a lo grande. Y siendo así, ¿cómo es posible que no se haya presentado nadie para licitar o concursar en dicha plaza, salvo la empresa actual, después de haber terminado el equipo de gobierno en los juzgados de El Escorial por presunto delito de prevaricación administrativa y malversación de fondos? ¿Será acaso que en Valdemorillo existe un sastre que hace trajes a medida para dicha empresa?

Convengamos que el ayuntamiento riega a la empresa actual con CUATROCIENTOS SIETE MIL EUROS, más los CIENTO CUARENTA Y TRES MIL que se presupone que se recaudarán en la taquilla. Recordémosle a todo el aficionado, al que no sepa, que con DOSCIENTOS MIL EUROS cualquier empresario montaría dicha feria, le pagaría a todo el mundo y todavía quedaría dinero. Vamos que, por ejemplo, si a Joxin Iriarte le dieran ese dinero por montar la feria de Azpeitia, tras la misma, construía otro asilo para las monjitas a las que ayuda.

Como explico, todo a lo grande para que la farándula de Madrid y aledaños se pueda dar un garbeo por Valdemorillo. Es muy triste pensar que, dada la generosidad del ayuntamiento, dicha feria ha muerto respecto al toro y en lo que a oportunidades para los diestros humildes se refiere. Ahora ni hay toros ni oportunidades; bueno, los animales saldrán con cuatro patas, eso no lo duda nadie pero, pensar que en Valdemorillo siempre salía el toro, hasta el punto de que, en dicha plaza ha lidiado don Eduardo Miura. Vamos, igualito que ahora. De igual modo, los chavales que esperaban ilusionados una oportunidad en dicho pueblo que les parta un rayo porque todo eso ya forma parte de la historia de Valdemorillo.

Luego, si de carteles hablamos, todo es mentira. Lo digo porque en la pasada feria triunfó Daniel Luque y este año venidero no han contado con él. ¿Por qué? Coño, porque le apoderaba la empresa. Si Morante cobró en la edición anterior treinta mil euros, el diestro que más cobró. ¿Qué cobraron entonces los que por allí aparecieron? Menudo galimatías ¿verdad? Y todo ello con un presupuesto fabuloso, como el que tienen preparado para la feria venidera. No hace falta ser muy listo para pensar que, tras la feria sobrará dinero a espuertas. Menudo chollo  para la empresa y sus amiguetes ¿verdad?

Recordemos que, los toreros que harán el paseíllo en dicha feria no lo harán porque son muy buenos, nada de eso. Como sucedió con Luque que toreó porque le apoderaba Carlos Zúñiga, arte y parte de la empresa. Este año, Cayetano y Ginés Marín, apoderados por Curro Vázquez, un hombre sometido al poder actual, lleva a su pareja a Valdemorillo por lo que le quieran dar; nombrecito si tienen pero, nada más. Y a ambos diestros les acompañará Miguel Ángel Perera, un hombre que lleva varios años arrastrando sus miserias y está empecinado en no marcharse jamás.

En el otro cartelito están anunciados Diego Urdiales y Juan Ortega que, si se midieran con una corrida de toros de verdad podría tener su encanto pero, con seis animalitos de José Vázquez, que juzgue el que sepa. ¿Quién ha pedido ese mano a mano descafeinado y sin argumento de peso alguno? Y no me quiero imaginar los pitones de los toros pero, ya lo demostraremos en su momento cuando sean lidiados. Y en dicho mano a mano, ¿no hubiera sido lógico darle entrada a un chaval nuevo? Nada de eso. A menos puestos, más reparto, está clarísimo. Si digo que, nuestro reportero gráfico ya tiene la cámara a punto sobre el hombro; es más, como nos confesó, hasta deseando que llegue el día.

Los vecinos de Valdemorillo que pagan religiosamente sus impuestos deben de estar todos muy contentos al ver que, de las arcas del pueblo sale dinero a borbotones para montar una feria que le dan apariencia de oro cuando es toda pura bisutería.  ¿Será el ayuntamiento tan generoso en guarderías, colegios y demás funciones sociales como ocurre con los toros? Si eso es así quiero irme a vivir a dicho pueblo. Y la cosa no queda ahí porque tras la feria tendremos que averiguar quién paga los encierros, ambulancias, directores de lidia, médicos, banda de música y demás asuntitos de poca monta que, quién sabe, igual estamos hablando de otros cien mil euros que soltará el Ayuntamiento. Pero todo eso está por venir, lo cual quiere decir que lo contaremos cuando haya sucedido.

En la última edición de la feria actuó Morante que, en el peor de los casos, aunque mató dos “becerrotes”, su nombre le dio tronío a la feria pero, este año, si exceptuamos a Diego Urdiales, ¿Dónde está la grandeza? Al parecer, según los hechos constatados, a los dirigentes de Valdemorillo les gusta salir en los papeles pero, como sabemos, nadie se ha atrevido para mostrarle al mundo semejantes tropelías que, con tintes de apariencia legal, ahí ha quedado montada la feria próxima. Quieren salir con aires de grandeza, la que les dan los plumíferos a sueldo para contar la fastuosidad con la que venden la feria, pero nunca la verdad.

En la feria de este año que ahora termina nos cupo la desdicha de tener que denunciar todas las tropelías que cometieron los dirigentes de Valdemorillo, las que les han llevado a los tribunales. Por cierto, ante la demostración de todas las verdades que aquí mostramos, el señor alcalde del pueblo dijo que éramos un panfletillo sin relevancia alguna y, para nuestra suerte, según las estadísticas, como el segundo portal más leído del mundo si de toros hablamos, lo que demuestra que, para nuestra fortuna, sigue quedando gente amante de la verdad.
Emilio de Justo desoreja el sexto, último de la feria y sale por la Puerta Señor de los Cristales. Luis Bolívar corta oreja del áspero tercero. Corrida poco generosa del maestro Rincón…
Emilio de Justo. Foto: Camilo Díaz

Murió la corrida, murió la feria

Jorge Arturo Díaz Reyes
CrónicaToro/Cali, Colombia, XII 30 22
Los de Las Ventas, negros, cuatreños 462 kilos promedio, diversos de cuerna. Los dos primeros nobles y repetidores, pero casi inválidos para la lidia. El tercero y el quinto mansobroncos. Encastado y áspero y el cuarto, y bravucón el sexto. Con ese presupuesto encararon los toreros la corrida final de la feria 65, quizá también la última. Por lo que a ellos (los toreros) atañe no quedo en menos la tarde. Pusieron de más, y el presidente también.

Luis Bolívar, abrió con larga genuflexa y lanceo de trámite a toro suelto. Tan solo tocar con la puya Luís Viloria el toro se derrumbó, y ya. Dos pares de reglamento no sea que un tercero agravara lo grave. Para colmo, viento fuerte. Dos pases, caída, tres pases caída, otros dos caída, y así… Eso sí, con ganas de ir y con fijeza y humillación. Pero si un animal no se tiene en pie cualquier otro atributo sobra. El caleño puso cara a su mala suerte, porfió con mimo enfermeril, a media altura, vaciando arriba. Pero nada, no había poder humano suficiente para lograr juntar más de las cuatro milagrosas derechas finales. Faena orrectísima rematada con estocada total eficaz. Hubo petición ruidosa de oreja no atendida y un saludo más que ganado.

El tercero también blando, pero no tanto. A cambio careció de clase y bravura. Larga cambiada de rodillas, orticina y un lanceo trompicado dieron paso a una buenas vara de Edgard Arandia y una faena menos pura, menos ligada, mas igualmente decidida que la del primero y muscalizada. La estocada no fulminante y el escándalo paisano arrancaron la oreja que Luis no quiso portar en su rauda vuelta al ruedo.

El quinto manseó, tiró cabezadas, se cayó, y cuando yacía cuan largo era le pusieron la música (vamos señor presidente). Luis porfió a riesgo de aburrir, pincho abajo, bien abajo, puso una estocada idem, ineficaz y tres golpes de cruceta. Silencio piadoso.

Emilio de Justo, Triunfador de la feria pasada, triunfador del mismo mano a mano que la cerró, y favorito en las quinielas, llegó al toro final con las manos vacías y sin muchas opciones estadísticas visto lo visto. Mas con buen hambre no hay mal pan. La poca oferta del bravucón “Añejo” en el capote mejoró en la vara de Reinario Bulla y en los palos de Santana. Las tandas fueron de a cuatro, hasta que el viaje se acortaba y paraba en el embroque. La oportuna estocada desprendida pero letal rodó al de p´irnos. La dos orejas que se veían venir y las palmas al arrastre que sonaron a consuelo para el querido maestro ganadero.

Saludó Emilio tras la lidia del segundo, espasmódica entre caída y caída. Como la tos que anda en Cali por estos días. Por su puesto aun en esas circunstancias destellaba la gran calidad torera. Un pinchazo abajo y una estocada honda de la cual salió rebotado merecieron la ovación saludada. El cuarto, manso y bronco, el cual recibió dos varas, insólito en ese período presidencial, se defendió a morir y murió de doble descabello llevándose los pitos. El espada fue exonerado.

Con De Justo a hombros por la puerta de honor, murió la corrida y murió la feria... quizá para siempre.

FICHA DEL FESTEJO
Cali. Viernes, diciembre 30 2022. Plaza de Cañaveralejo. 6ª de feria. Sol y calor. Tercio de plaza. Seis toros de Las Ventas del Espíritu Santo, de diversa presencia, justos de raza y fuerza.
Luis Bolívar, saludo, oreja y silencio tras aviso
Emilio de Justo, saludo tras petición, silencio y dos orejas.

Incidencias: Emilio de Justo salió a hombros por la Puerta Señor de los Cristales.

El escándalo mayúsculo de Lewandowski / por Jesús Bengoechea


"...EN LO QUE SUPONE UNO DE LOS MAYORES ESCÁNDALOS EN LA HISTORIA DE IMPUNIDAD DEL FC BARCELONA, LA JUSTICIA ORDINARIA HA CONCEDIDO LA SUSPENSIÓN CAUTELAR A LEWANDOWSKI, QUE PODRÁ JUGAR MAÑANA CONTRA EL ESPANYOL..."

El escándalo mayúsculo de Lewandowski

 Jesús Bengoechea  
La Galerna/30 diciembre, 2022
En lo que supone uno de los mayores escándalos en la historia de impunidad del FC Barcelona, y mira que los tiene a montones, la justicia ordinaria ha concedido la suspensión cautelar a Lewandowski, que podrá jugar mañana contra el Espanyol. Ningún aficionado al fútbol medianamente neutral (yo no lo soy, pero sí creo ser capaz de someter mi madridismo a mi raciocinio) puede encajar esto sin estupor y preocupación. La vorágine de preguntas que se desatan a consecuencia de este episodio ignominioso conduce al más pintado a la indignación.

¿Qué pinta la justicia ordinaria en esto? El oscurantismo más absoluto reina al respecto. ¿Interviene la justicia ordinaria para enmendar la plana al TAD? Tal cosa parecería desprenderse de las informaciones, repetidas en las últimas semanas, según las cuales el TAD ya habría denegado la cautelar al polaco. Sin embargo, Iusport, medio especializado en justicia deportiva, aclaraba (?) a media tarde que la justicia ordinaria ha intervenido precisamente porque el TAD no lo había hecho aún. Como en todo lo que rodea a las decisiones relativas al FC Barcelona —desde las sanciones y sus suspensiones a las delirantes informaciones contradictorias sobre límite salarial—, la opacidad solo es comparable a la confusión. Se hace tremendamente difícil permanecer ajeno a posibles concomitancias políticas de este asunto.

Si la justicia ordinaria interviene en contra del dictamen de una instancia de justicia deportiva como el TAD, sienta un precedente que sería de inmensa preocupación si no fuese porque todos sabemos que en cuestión de días se arbitrará alguna norma que impida que ningún otro club pueda apelar a la justicia ordinaria en estas circunstancias. De hecho, Marca acaba de publicar que la “sorprendida” Federación ya se ha puesto en comunicación con el CSD para que algo semejante “no se vuelva a repetir”. El tema no es que no se vuelva a repetir. El tema es que haya podido suceder, y favoreciendo al mismo de siempre. Una vergüenza.


Si, por el contrario, el Tribunal Central Contencioso de Madrid interviene porque el TAD no lo ha hecho aún, como afirma Iusport, cabe preguntarse cómo es posible (y sería otra vergüenza) que dicho tribunal no haya tenido a bien pronunciarse después de casi dos meses desde la expulsión y primera sanción al delantero culé. Sería otra vergüenza, una en la cual la manifiesta indolencia del TAD contrastaría con la increíble celeridad de la justicia ordinaria. ¿Por qué decimos esto último? Porque según ley recientemente aprobada por el parlamento, y de aplicación inmediata en España, el periodo navideño (concretamente, del 24 de diciembre al 6 de enero) era “inhábil” para la administración de justicia en nuestro país, se entiende que salvo casos urgentes, y se entiende también que la justicia ordinaria entiende como asunto urgente el que Lewandowski pueda jugar contra el Espanyol.

La última de las preguntas es la más sangrante. Me da la risa, formularla, pero ahí va: ¿cuándo cumplirá Lewandowski su sanción?

Creo tener la respuesta, y me apostaría algo con mis lectores a que tengo razón. Voy a apuntar cuándo considero que la sanción a Lewandowski (tanto la de la expulsión como la de la desconsideración al árbitro, dado que increíblemente ambas han sido suspendidas) va a ser hecha efectiva: 

Lewandowski cumplirá su sanción el mismo día en que la sanción al Camp Nou por los incidentes de Figo se cumpla; exactamente en la misma fecha y hora en que se castigue al Barça por no presentarse a aquella eliminatoria de Copa con Van Gaal; precisa y exactamente cuando se pase a la entidad catalana factura disciplinaria por presentarse a aquel partido del Sadar a la hora que estimó oportuna; en la fecha en que se investigue el “Sandro, ¿qué más quieres que te dé?”; cuando haya sentencia del caso Soule; cuando se abra una investigación seria sobre los arbitrajes de Tenerife en los primeros noventa; cuando Luis Suárez vea una roja retroactiva por sus múltiples agresiones con la camiseta culé; cuando Messi se disculpe por agredir con un balonazo a un espectador del Bernabéu; cuando Busquets sea juzgado racistas mediática y disciplinariamente por sus insultos a Marcelo, o cuando el Barça localice y sancione al socio que prorrumpió en insultos de la misma índole a Vinicius.

Ese día, ni antes ni después, será cuando Lewandowski cumpla su sanción.

TIEMPOS RECIOS / por Ricardo Rodríguez Fernández

"...Y esa es mi historia de hoy, lector. ¿Te suena de algo? ¿No? Pues lee las declaraciones de don Miquel Iceta. Son de anteayer. Dice el ilustre político catalán que en España hay 9 naciones. Nueve. Él las ha contado y le salen 9. Exactamente 9.

Bueno. No desesperen. Ya faltan menos para 39. Todo se andará..."

 TIEMPOS RECIOS

El 11 de febrero de 1873, en España, se produjo uno de esos acontecimientos que, de vez en cuando, suponen un punto de inflexión en la Historia de los pueblos.

Se vivían tiempos recios. Muy recios. Tiempos de cambios e incertidumbres. Y, para aquellos jóvenes que hayan sido víctimas de la LOGSE, quiero aclarar que Franco no había nacido, ni tampoco don Manuel Azaña, y que aún no había rojos ni azules, ni fascistas ni antifascistas, ni milicianos ni falangistas. Y añado: todo lo que voy a contar sucedió medio siglo ANTES de nuestra Guerra Civil.

1871 y 1872 fue un bienio de puro disloque. Nunca, jamás, había estado tan dividida España como en esos dos convulsos años. Nunca. Aunque, bien es verdad, ignoraban los pobrecitos españoles lo que les aguardaba al año siguiente, en 1873. Ya saben: todo es susceptible de empeorar. 

En 1871 y 1872, el panorama nacional era el siguiente:

1-Las provincias vascongadas estaban en guerra con el resto del país. A cañonazos. Ya saben: los Fueros, los Derechos y todas esas cositas.

2-Los catalanes pinchaban donde más podía doler: también andaban díscolos, y compinchados con los vascongados en la guerra de guerrillas.

3-Había una Constitución Española desde 1869, una monarquía constitucional y un rey constitucional que se llamaba don Amadeo de Saboya (por Dios, qué mala rima).

4-Aunque los monárquicos eran mayoría en el Congreso de los Diputados (70% de los escaños), una ruidosa minoría republicana (30% de los escaños) no cesaba de provocar algaradas por todo el país. Querían abolir la Constitución, echar al rey, proclamar la Primera República y que España fuese un Estado Plurinacional (ellos lo llamaban federal o cantonal).

5-La cosa se puso absolutamente insoportable en febrero de 1873. Jamás se habían dado cita en las Cortes Españolas tantos inútiles juntos, tanto irresponsable por metro cuadrado. Don Benito Pérez Galdós, que entonces era un joven columnista en un periódico madrileño, decía esto sobre el Congreso de los Diputados: <<… las sesiones de las Cortes me atraen; y, las más tardes, las paso en la tribuna de la prensa entretenido con el espectáculo de indescriptible confusión que dan los Padres de la Patria. El individualismo sin freno, el flujo y reflujo de opiniones, desde las más sesudas a las más extravagantes, y la funesta espontaneidad de tantos oradores, enloquecen al espectador e imposibilitan las funciones históricas de la Cámara>>.

Como no podía ser de otra manera, visto el desastre que se avecinaba, el rey don Amadeo de Saboya renunció a la Corona española y se marchó del país. Tenía esa suerte: era italiano.

Y aquí transcribo las palabras literales de la abdicación de don Amadeo. Fue la mañana del 11 de febrero de 1873 cuando las pronunció:

<<españoles: dos años ha que ciño la corona, y España vive en constante lucha, viéndose cada día más lejana la era de paz y de ventura que tan ardientemente anhelo. Si fueran extranjeros los enemigos en sus luchas, entonces yo, al frente de esos soldados tan valientes como sufridos, sería el primero en combatirlos. Pero todos los que con la espada, con la pluma y con la palabra, agravan y perpetúan los males de la nación son españoles. Todos invocan el dulce nombre de la patria. Todos se pelean y se agitan por su bien; y, entre el fragor del combate, entra el confuso, atronador y contradictorio clamor de los partidos políticos>>. 

Cuatro horas después de la abdicación del rey don Amadeo, se proclamaba la Primera República Española. Cuatro semanas después, la anarquía se adueñaba del país. Y cuatro meses después, España se fragmentaba en infinidad de Cantones: 39 provincias o ciudades españolas, arrogándose un supuesto “derecho a decidir” o de “autodeterminación”, se habían constituido en Estados, algunos con moneda y ejército propios.

Y entonces llegó la locura final: Cataluña expulsó al ejército gubernamental; Cartagena se apropió de los barcos de la Marina Española, bombardeó con ellos Almería y Alicante y comenzó a piratear en el Mediterráneo; Granada le declaró la guerra a Jaén; Cádiz, a Jerez; Jumilla, a Murcia; etcétera, etcétera, etcétera… Todos contra todos.

Y esa es mi historia de hoy, lector. ¿Te suena de algo? ¿No? Pues lee las declaraciones de don Miquel Iceta. Son de anteayer. Dice el ilustre político catalán que en España hay 9 naciones. Nueve. Él las ha contado y le salen 9. Exactamente 9.

Bueno. No desesperen. Ya faltan menos para 39. Todo se andará.

Firmado:
Ricardo Rodríguez Fernández
Magistrado, gallego pero, fundamentalmente, español..

viernes, 30 de diciembre de 2022

Festival en Cali. Polèmica por eral, indulto de «Gladiador», personalidad de «Gitanillo», cumbre de Bolìvar y fallos con la espada deja sin trofeos al sexteto

Innecesaria polèmica se abriò con la salida de un precioso eral en el Festival en Cali que nunca debiò saltar al ruedo pero como consecuencia del desaguisado de los funcionarios del ministerio del trabajo que impidieron torear al niño prodigio Marco Pèrez, se sorteò al jabonero y se armò la marimorena.


Festival en Cali. Polèmica por eral, indulto de «Gladiador», personalidad de «Gitanillo», cumbre de Bolìvar y fallos con la espada deja sin trofeos al sexteto

Guillermo Rodríguez
Tendido7/diciembre 30, 2022
Innecesaria polèmica se abriò con la salida de un precioso eral en el Festival en Cali que nunca debiò saltar al ruedo pero como consecuencia del desaguisado de los funcionarios del ministerio del trabajo que impidieron torear al niño prodigio Marco Pèrez, se sorteò al jabonero y se armò la marimorena.

Joselito Adame abreviò y regalò un sobrero de achuri viejo

Por Marcos Perez entrò Ricardo Rivera, matador de toros.

Quizàs la junta tècnica que tenìa suficiente tiempo debiò advertir que el «Maestro» no correspondìa a la categorìa del festival. No se puede culpar a al empresa ni al ganadero Juan Bernardo Caicedo de este evitable incordio.


La soprano Gabriela Mazuera abriò la placida noche con un cielo despejado y agradable temperatura que interpretó el »Ave Marìa de» Schubert mientras una imagen sagrada era paseada por los toreros actuantes. Y nos reglaò su esplendida voz para interpretar el pasodoble de Helenita Benitez, «Cañaveralejo» en honor esta plaza inaugurada hace màs de medio siglo.

Se corrieron ejemplares de don Juan Berardo Caicedo.

Los seis matadores no estuvieron finos con la espada y los novillos-toros se fueron con las orejas.

GITANILLO DE AMERICA brinda su actuación al presidente de Fedegan el Dr JOSÉ FÉLIX LAFAURIE RIVERA


GITANILLO DE AMÉRICA es desbordamiento de personalidad, toreò con esa carga de 35 años de matador de toros, con sensibilidad, delineò muletazos de mucha belleza y la gente acompañò complacida a un torero que sabe torear y que ha puesto su inteligencia al servicio de la tauromaquia en estos tiempos revueltos surcados por intentos prohibicionistas.

Una fraternal ovación para el maestro GITANILLO DE AMERICA el representante de la tauromaquia en el congreso


Ricardo Rivera, podemos decir, »habemus torero». Seguridad, manjeo de las telas, paciencia, comprensiòn de la lidia , tècnica y estètica. Y tiene un gusto especial para torear. El vallecaucano se coloca en la primera lìnea de nuestra toreria andante y contar con èl es menester.


Tuvo la sensibilidad de brindarle al niño-torero Marco Pèrez a quien sustituyò en el Festival por disposiciòn de la empresa. Los dos se ganaron una gran ovaciòn.


Luis Bolìvar el triunfador de la noche desplegò una madurez, un quehacer de finas esencias, el temple como divisa , los tiempos, la distancia, a veces toreando de frente, otras abriendo el compàs, còmo llevò de largo al gran novillo que a la postre fue indultado y recibe dos orejas simbólicas El treinta de diciembre en su mano a mano con Emilio de Justo nos va a dar màs de una satisfacciòn .

Ricardo Santana

Ferrera, joven veterano , curtido en larga trayectoria estuvo correcto sin el barroquismo de otras tardes.


Luis Miguel Castrillòn tiene rutilante belleza en las formas pero abusa del desplazamiento de los ejemplares hacìa afuera y torea despegado y el toreo si bien es un arte y es poesìa, es tambièn compromiso con la lidia eficaz y bien hecha.

El botones Sacarino / por Pla Ventura


"...Me ha venido a la mente ahora esta figura llena de ternura como era el Botones puesto que, de vez en cuando, en alguna película de hace años siempre aparecía dicha figura que, insisto, nos llenaba de cariño y ternura por sus acciones y por la forma que tenían de actuar aquellos chicos que, mediante el trabajo querían ser hombres de provecho y, muchos lo lograron; muchos no, todos..."

El botones Sacarino
Pla Ventura 
Toros de Lidia/29 diciembre, 2022
Los que por razones de edad tuvimos la fortuna de vivir en aquella España próspera, grande, libre, única y siendo la admiración del mundo por aquello de la renta per cápita que teníamos, amén de múltiples prebendas que nos otorgaba aquella forma en libertad con la que vivíamos, al contemplar el modo de vida actual, a cualquiera se le resquebraja el alma al comprobar que se han perdido aquellos valores de antaño puesto que, en la actualidad, lo único que vale y que ponderan esos desaprensivos que nos gobiernan, es la maldad en todas las facetas de la vida, la negación de lo obvio, y el odio como bandera para todo aquel que no piense como la apestosa izquierda que, aferrada al poder han destruido aquellos valores que esgrimíamos ante el mundo.

Lo que antes veíamos como lógico –y lo era- en la actualidad se calificaría como explotación de menores, caso de aquella figura mítica y legendaria que teníamos como era El Botones en cualquier entidad y empresa puesto que, en calidad de puesto de trabajo, era una función que desarrollaban los chicos con muy poquita edad, pero con unas ganas enormes de aprender. Ahora, como digo, si hubiera Botones como antaño les tildarían como seres explotados por unos jefes criminales cuando, la realidad siempre nos dijo lo contrario. Eso sí, en esta época de las extravagancias más absurdas, si un chico/a quiere cambiar de sexo con doce años está en su perfecto derecho de hacerlo. ¿Cabe extravagancia mayor?

Me ha venido a la mente ahora esta figura llena de ternura como era el Botones puesto que, de vez en cuando, en alguna película de hace años siempre aparecía dicha figura que, insisto, nos llenaba de cariño y ternura por sus acciones y por la forma que tenían de actuar aquellos chicos que, mediante el trabajo querían ser hombres de provecho y, muchos lo lograron; muchos no, todos. Es cierto que, por aquellos años reinaba en España un caudillo criminal que no se percataba de que los empresarios explotaban a los “niños”, de ahí las tropelías que se cometían contra los jovencitos. Ahora, a los chicos no se les explota, se les mete en el mundo de la droga y todos somos más felices, especialmente los padres de los afectados que, de tal modo, además de perder al hijo, han perdido sus bienes por aquello de querer ayudar al hijo.

La figura del Botones era tan significativa que, un dibujante de la talla de José Ibáñez, creó uno de sus personajes más legendarios, El Botones Sacarino, una publicación que tuvo un éxito sin precedentes pero que, insisto, en la actualidad hubiera sido tildada de incitación a la explotación infantil. Y, cuidado, sin ir más lejos yo mismo ejercí de Botones puesto que entré a trabajar cuando tenía doce años con la ilusión de aprender y, lo logré. Luego, claro, la vida nos ha dado ejemplos llenos de admiración puesto que, personas de un nivel altísimo, empezaron como Botones y terminaron como altos mandatarios. Es el caso de Alfonso Escámez que, entró en el Banco Central como Botones y acabó siendo el director general de dicho banco. Otro ejemplo de igual similitud lo encontramos con Luis Valls Taberner que, de igual modo, desde su puesto de Botones terminó siendo el director de la compañía bancaria.

Y si queremos rizar más el rizo, tenemos a Amancio Ortega que, a los doce años entró a trabajar en una camisería de La Coruña en calidad de Botones, y lo hizo porque quería ayudar a su madre que, la pobre, con lo que ganaba su marido como ferroviario no llegaban a final de mes. El chico, con doce años entró a trabajar en aquella camisería y, como no era tonto, ya vemos hasta donde ha llegado, a presidir el mayor holding empresarial de España, el grupo Inditex. Claro que, como digo, esos logros en la actualidad no se darán jamás porque, como antes dije, si un chico entrara ahora a trabajar a los doce años como me sucedió a mí, en el acto encarcelarían al dueño de la empresa mientras que, al interfecto que sería yo, me llevarían a un reformatorio.

¿Los sueños, sueños son? / Por Carlos Bueno

"...Soñé que Ponce volvía a vestirse de luces de forma esporádica y comedida para despedirse de los ruedos como no había hecho cuando de súbito decidió marcharse en junio de 2021, y que la cita en la Ciudad Condal era el colofón a su temporada y a su carrera. Soñé que José Tomás dejaba a un lado sus peculiares exigencias cada vez que se pretende contratarle y que había aceptado el reto de hacer el paseíllo junto al valenciano después de tantos años de trabas y negativas..."

¿Los sueños, sueños son?
Carlos Bueno
Burladero/Dcbre. de 2022 
Desde la terraza de mi casa contemplaba una enorme luna llena, radiante y luminosa. Era una noche despejada y clara que favorecía la visión de las estrellas que brillaban como nunca antes había percibido. Y, cuando más perdida tenía mi mirada rebuscando constelaciones, le vi aparecer de forma nítida. Era el trineo mágico de Papá Noel tirado por nueve renos con Rudolph a la cabeza. No daba crédito. Me froté los ojos de forma enérgica y volví la vista al cielo. Ahí estaba el viejo Nicolás surcando el firmamento como tantas veces antes había aparecido en las películas. Nunca he creído en Santa Claus, es más, se trata de un personaje al que le tengo cierta tirria porque siempre he sido de los Reyes Magos. Pero la visión pasando por delante de la reluciente luna era tan incuestionable que, en este caso, no quedaba lugar a la mínima duda. ¿Estaría soñando? Era evidente que sí.

Y soñé que sobrevolaba mi terraza y dejaba caer un papel enrollado al tiempo que me guiñaba un ojo y desaparecía entre los edificios de la ciudad. Recogí el rollo, quité el lazo que lo sujetaba y lo extendí para comprobar que se trataba de un cartel taurino que anunciaba un mano a mano entre Enrique Ponce y José Tomás con toros de Victoriano del Río en Barcelona. Comprobé la fecha: 24 de septiembre de 2023. ¡Menudo regalo para la tauromaquia y para Cataluña!

Soñé que Ponce volvía a vestirse de luces de forma esporádica y comedida para despedirse de los ruedos como no había hecho cuando de súbito decidió marcharse en junio de 2021, y que la cita en la Ciudad Condal era el colofón a su temporada y a su carrera. Soñé que José Tomás dejaba a un lado sus peculiares exigencias cada vez que se pretende contratarle y que había aceptado el reto de hacer el paseíllo junto al valenciano después de tantos años de trabas y negativas.

Soñé que la familia Balañá, propietaria de la plaza Monumental, había sido valiente y que accedió a abrir su inmueble después de sopesar que el impacto económico, turístico y social en la ciudad sería tan importante que ningún político osaría a intentar perjudicar sus otros negocios familiares en teatros y cines en señal de venganza.

Soñé que los tendidos se quedaban pequeños ante tanta demanda de entradas y que Barcelona se convertía en el centro taurómaco mundial. Soñé que se reconocía la historia taurina de la capital catalana que, además de El Torín, tuvo tres plazas que llegaron a funcionar al unísono provocando que durante décadas fuese la ciudad en la que más toros se daban.

Soñé que derechas e izquierdas, constitucionalistas e independentistas sucumbían a la fuerza del toreo y firmaban la paz, dando libertad a sus representantes para acudir al coso si así lo deseaban. Soñé que bares, restaurantes y hoteles se preparaban para la avalancha que se les venía encima. Soñé que Olot, Tarragona, Figueras, Gerona, San Feliú de Gixols, Vic y Lloret de Mar planeaban volver a organizar festejos. Soñé que, al otro lado del Atlántico, Méjico Distrito Federal, Bogotá, Caracas y Quito seguían la misma estela.

Soñé que la corrida había sido un éxito y que Enrique Ponce y José Tomás salieron a hombros tras una tarde emocionante y apoteósica que pasaría a los anales de la historia de la tauromaquia y que acababa provocando la planificación de una temporada taurina catalana para el año siguiente.

Tan real fue el sueño que cuando desperté creí que todo había sucedido de verdad. Y, sólo cuando me percaté de que en realidad nada había ocurrido, recordé a Calderón de la Barca y su célebre frase “…los sueños, sueños son”. Sin embargo, nada impide que los toros puedan volver a Cataluña y que pueda cumplirse parte de un sueño tan bonito. Habrá que pedírselo a los Reyes Magos, porque Papá Noel ya está por la labor, que yo lo vi.

El árbitro que expulsó a Pelé / por Alberto Salcedo Ramos

 

Explosivo, visceral, El Chato Velásquez tenía un sentido singular de la justicia: confiaba más en sus puños que en el silbato. Dice que si pitara de nuevo aquel partido de Colombia contra el Santos, volvería a expulsar a Pelé



Alberto Salcedo Ramos
Guillermo Velásquez, más conocido como El Chato, debe de ser el único árbitro de fútbol del mundo que registra en su hoja de vida por lo menos cinco jugadores noqueados.

Ni Alberto Castronovo, ni Eduardo Luján Manera, ni los otros futbolistas aporreados por él, se enteraron de que su verdugo, antes de ser árbitro profesional, había sido boxeador.

Velásquez sonríe mientras se mira los dos puños apretados. Luego los voltea para donde yo estoy, como para notificarme que en esos gruesos nudillos, pese a sus 69 años, todavía quedan restos de la potencia telúrica del pasado.

A continuación, aclara que él no se hizo respetar por la fuerza –pues no era invencible–, sino porque tenía un temperamento sanguíneo que se incendiaba ante el mínimo intento de atropello y un amor propio que le impedía soportar humillaciones. Si tuviera que arbitrar otra vez, volvería a sancionar al saboteador y a castigar al tramposo. Y, sobre todo, no ofrecería la otra mejilla para que el patán le repitiera el golpe, ni pondría el otro ojo para que el cochino le lanzara un segundo escupitajo, ni amonestaría con una simple tarjeta al grosero que le mentara a la madre, sino que se vengaría en el acto de cada agresión.

El Chato estima que la compostura que se les exige a los árbitros es hipócrita y tiene más vínculos con la política que con la ley. Según él, un ser humano que recibe una patada en la yugular y en vez de aparentar cortesía tiene la oportunidad de desquitarse, resulta menos peligroso porque se libera de odios futuros.

“Yo no andaba por las canchas repartiendo coñazos”, explica, “pero cuando había que pegar, pegaba, porque después me iba a matar la angustia de no haber reaccionado como hombre cuando me provocaron. Cuando se tiene un carácter como el mío, responder a las agresiones es una necesidad”.

Le digo a Velásquez que cambiar la justicia por la venganza nos devolvería a la época de las cavernas y añado que si al árbitro le dan un pito y unas tarjetas, es justamente para que no tenga necesidad de utilizar un garrote.

“Así es”, admite El Chato, con una rapidez que me indica que no le estoy diciendo nada que él no haya pensado antes. “Pero fíjese usted que a los futbolistas les dan una pelota para que le peguen patadas y quieren pegarnos es a nosotros”.

Vuelvo a la carga con el argumento de que el día que se apruebe la Ley del Talión en las canchas, tendremos más sangre que goles. Y El Chato repite la misma frase de hace un momento: “Así es”. En seguida, con un movimiento resuelto de las manos, afirma que para evitar ese riesgo hay que pedirles a los futbolistas que reclamen en buenos términos y no con violencia.

–¿Y por qué no les pedimos a los árbitros que no les peguen a los jugadores?

–Bueno, ahí le voy a contestar lo mismo que le contesté a un periodista brasileño, el día que expulsé a Pelé: no es bonito responder a un golpe con otro golpe, pero todavía no he visto la parte del reglamento que diga que los árbitros tenemos que dejarnos pegar.

***

Guillermo Velásquez mostró su vocación de juez desde la adolescencia. Cuando sus padres discutían, lo buscaban a él para que decidiera quién tenía la razón. Cuando sus hermanos peleaban, sólo él lograba reconciliarlos. Muy pronto, su capacidad de discernimiento y su sentido de la justicia fueron célebres en la familia. Primos, tíos y otros parientes menos cercanos apelaban a él, porque confiaban en la ecuanimidad de sus sentencias.

Más tarde, cuando jugaba fútbol en el Colegio Deogracias Cardona, de su natal Pereira, no asistía con sus compañeros de equipo a la charla técnica de los entretiempos, sino que se iba con el árbitro a analizar el reglamento.

Cuando finalmente reemplazó el balón por el silbato, se liberó del destino gris que le esperaba como futbolista y recuperó el respeto que había conocido como consejero familiar. En ese momento descubrió que la satisfacción del que aplica la ley depende más del poder que ostenta que del bienestar que supuestamente le procura al prójimo. Si la cancha es el universo completo y los jugadores son todas las criaturas posibles, entonces el árbitro, que todo lo ve y todo lo juzga, encarna una autoridad más divina que humana, una presencia omnímoda que gobierna las acciones aunque no nos demos cuenta. Él y sólo él es capaz de detener la carrera del veloz atacante, con un simple movimiento de su mano. Él decide cuándo parar el partido y cuándo reanudarlo, y en ambos casos determina el punto exacto de la tierra en el que hombre y pelota se reencuentran. Ni el que es genio como Maradona ni el que es bravucón como Chilavert tienen licencia para tutearlo: deben dirigirse a él con una cierta reverencia caricaturesca –manos atrás y cabeza agachada– y además están obligados a acatarlo por los siglos de los siglos, aun cuando valide como gol una pelota que pasó a quince metros del arco. Como a Dios, al árbitro habría que inventárselo si no existiera. Los jugadores lo necesitan para justificar sus pecados y para que él los ayude a ganar el cielo que ellos solos no alcanzarían jamás de los jamases.

Desde el principio, El Chato disfrutó esa sensación de importancia que, según él, les gusta a casi todos sus colegas, aunque no lo reconozcan en público. Por eso ahora, mientras sorbe su café, levanta la voz para decirme que no es ningún delito, como afirman algunas personas, que el árbitro sea protagonista. “¿Cómo no va a ser protagonista el juez que condena al matón o que evita una desgracia?”, se pregunta, alzando aún más el tono y adoptando un cierto aire de orador. “Usted debe saber, como periodista, que el problema no es la fama sino la mala fama”.

Estamos sentados en la cafetería del Parque el Salitre. Nuestros vecinos, muchos de ellos jóvenes que no lo conocen, lo miran con insistencia, y él se regodea en su silla comprobando por enésima vez que no nació para pasar desapercibido.

Estimulado por la atención del público, Velásquez enumera sus méritos en voz alta: fue –me dice sin ruborizarse– el árbitro que les abrió las puertas internacionales a sus compañeros colombianos. Participó en la Copa Libertadores entre 1968 y 1982, pitó en cuatro Juegos Olímpicos y fue juez de línea en uno de los partidos más bellos que se hayan disputado jamás, el de Italia contra Alemania en el Mundial del 70.

Después observa que nunca se tomó un trago el día antes de un compromiso, que siempre se entrenó como si cada jornada fuera una final y que cuando se retiró, en diciembre de 1982, era el árbitro que había pitado el mayor número de partidos en los cuales ganaban los equipos chicos. “Y de visitantes”, añade.

“Lo mejor de todo”, dice ahora, “es que puedo jurar ante el país que nunca me torcí. Cuando me equivoqué, me equivoqué de verdad y no me hice el equivocado. Y no solamente por honesto, sino porque siempre me quise mucho a mí mismo. Mi orgullo no me permitía quedar como un chambón”.

Le pregunto si pegarles a los jugadores, como él lo hizo, fue un defecto o una virtud.

El Chato sonríe, me mira con malicia por encima de su pocillo. Calla.

–Ay, hermano, dejemos eso quieto. No me haga enfermar.

–Por su sonrisa, parece que no se arrepiente.

–Mire: yo no me siento feliz de haber tenido un genio como el que tuve. El temperamento me traicionaba y ese fue mi único error.

Después de unos segundos de silencio, en los que parece apenado, encuentra un argumento que le devuelve la seguridad. “¿Sabe una cosa?”, me dice, con el rostro iluminado. “Ser peleador me sirvió para conservar la pureza. Cuando uno quiere imponer siempre su autoridad, ya sea a las buenas o a las malas, no puede darse el lujo de tener rabo de paja”.

Llegado a este punto, El Chato estima pertinente un par de aclaraciones: cuando le pegó a un jugador fue porque, indefectiblemente, éste le había pegado a él primero. Y en todo caso, aquellas fueron calenturas pasajeras que nunca traspasaron los linderos del estadio. Eso sí: insiste en que para no quedar rumiando odios, era absolutamente necesario que le atizara un porrazo al agresor.

Desde 1957, año de su debut en el torneo profesional, aparecieron los problemas. Alberto Castronovo, jugador del Atlético Nacional, aprovechó un embrollo para darle a Velásquez una patada alevosa en la canilla. Velásquez se retorció en el suelo, durante varios minutos. Cuando se repuso del golpe actuó como si no supiera quién le había pegado. De pronto, en un tiro de esquina, vio, nítida, la oportunidad de desquitarse. Calculó que, por el momento, los espectadores estarían pendientes del jugador que iba a cobrar y se colocó en el área, al lado de Castronovo. A continuación, lo conectó con un derechazo en la barbilla. Castronovo rodó por el pasto pero se levantó en seguida, furioso, y se lió a golpes con el árbitro, en medio de la sorpresa del público. Entonces, varios agentes de la policía entraron en acción, dispuestos a retirar al jugador por la fuerza. “No, señores”, les dijo El Chato, autoritario. “¡Háganme el favor y dejan al caballero en la cancha, que no está expulsado!”.

–¡Pero cómo que no está expulsado, si vimos cómo le pegó a usted!

–¿Y no vieron cómo le pegué yo a él? Si se va Castronovo, me voy yo también. Pero como donde manda árbitro no manda policía, he dispuesto que ni se va él, ni me voy yo.

El Chato guiña un ojo y advierte que la justicia depende más del sentido común de quien la aplica que de simples leyes escritas en un papel. Para ilustrar su teoría, recuerda la vez que Miguel Ángel Converti, atacante de Millonarios, recibió un pase de espaldas al arco, en un clásico contra el Santa Fe. Desde antes de que Converti tomara la pelota, Velásquez había sancionado fuera de lugar. Pero el jugador, que al parecer no escuchó el silbato, llevó el lance hasta sus últimas consecuencias: durmió el balón con el pecho, lo hizo rebotar sobre su muslo izquierdo y luego se suspendió en el aire –cabeza hacia abajo y pies hacia arriba– en una chilena espléndida. El proyectil se clavó en un ángulo imposible de la portería y Converti corrió como loco hacia el banderín de córner, mirando hacia el cielo y zafándose de los compañeros que querían abrazarlo, como si pensara que su virtuosismo lo alejaba de los atletas y lo acercaba a los dioses.

“Si yo hubiera sabido que Converti iba a concluir esa jugada como la concluyó”, dice Velásquez, “no habría pitado el fuera de lugar. Fue la única vez que quise hacerme el equivocado en una cancha y créame que lamento mi acierto como si fuera un error. Es lo que le vengo diciendo: según las normas, yo actué bien, pero no fue justo que yo le robara semejante joya al público. Donde yo validé ese gol, hasta los hinchas del Santa Fe se ponen contentos”.

Le pido a Velásquez que me haga el inventario de los futbolistas a los cuales golpeó y me responde, aparentemente apenado, que “eso no vale la pena”.

–¿Por qué?

–Hombre, porque no fueron tantos. Pero ya que insiste en este punto, diga que una vez le hinché el ojo a Orlando Herrera, del Tolima, porque se propasó conmigo en un reclamo. ¿Y sabe qué pasó en el partido siguiente que me tocó arbitrarle en Ibagué? Que el tipo fue a buscarme a mi camerino y me llevó abrazado hasta la mitad de la cancha. ¿No le parece bonito? Si no me reconocieran sentido de la justicia, no me perdonarían. Yo habré sido brutal, pero soy más humano que muchos de los que se creen mansas palomas, porque pegué puños pero no maté a nadie con el pito.

***
El Chato, que no cesa de ufanarse de su ecuanimidad, señala que si hoy fuera otra vez el miércoles 17 de julio de 1968, volvería a expulsar a Pelé.

Ese día, el Santos de Brasil, considerado el mejor equipo del mundo, enfrentaba en un partido amistoso a la selección de Colombia que participaría en los Juegos Olímpicos de México.

Muy temprano, Velásquez validó un gol de Colombia en aparente fuera de lugar. Los brasileños se pusieron histéricos y cercaron al árbitro. Uno de ellos, de apellido Lima, fue expulsado. Como se negaba a abandonar la cancha, fue sacado por la policía. Cuando iba por la pista atlética se les soltó a los agentes, se devolvió al terreno de juego y le asestó una patada a Velásquez. Éste le respondió con un leñazo en el estómago, que generó un amago de gresca.

El partido continuó con muchas tensiones hasta el minuto 35 del primer tiempo, cuando Pelé vio la tarjeta roja por reclamar, de mala manera, un supuesto penal en su contra. En principio lució desconcertado, pero no tardó en aceptar el fallo. Entonces emprendió el retiro de la cancha con un gesto irónico y desafiante, como un monarca que se mofara de la orden de destierro impuesta por su vasallo. “Ese tipo está loco”, repetía Pelé, una y otra vez, ante el cronista de El Espectador que lo esperó en la pista atlética. En ese momento, los jugadores del Santos rodearon al árbitro. “De 28 personas que tenía la delegación brasileña”, recuerda El Chato, “me agredieron 25. Los únicos que no me pegaron fueron el médico, el periodista y Pelé.

Velásquez se sintió empequeñecido, arruinado, cuando los 60 mil espectadores del estadio El Campín comenzaron a maldecirlo a gritos y a pedir el regreso de Pelé. Después, cuando los directivos de la Federación Colombiana de Fútbol decidieron que volviera el futbolista y se fuera el árbitro – un hecho único en los anales del deporte–, se acordó del refrán según el cual la justicia en nuestro país “es para los de ruana” y hasta agradeció que a Pelé no se le hubiera ocurrido asaltar un banco, “porque con seguridad aquí todavía lo estuviéramos aplaudiendo”.

Guillermo el Chato Velásquez

Adolorido más por la humillación pública que por los golpes recibidos, El Chato demandó penalmente a la delegación brasileña. Lo hizo por recomendación de Lisandro Martínez Zúñiga, magistrado de la Corte Suprema de Justicia, que esa misma noche lo visitó en el camerino para ofrecerle sus servicios como abogado.

Los jugadores de el Santos permanecieron en Colombia casi dos días más de lo previsto, retenidos en una comisaría, y al final tuvieron que pagarle a Velásquez dieciocho mil pesos y ofrecerle excusas por escrito, para poder viajar a su país.

Años después, ya retirado del fútbol, Velásquez buscó la manera de encontrarse con Pelé. Entendía, como siempre, que más allá de las leyes escritas necesitaba un acercamiento humano para quedar a paz y salvo con su conciencia. El rey lo atendió en Miami y hasta lo invitó a almorzar.

Ahora le pregunto a El Chato qué habría sucedido si Pelé le hubiera pegado cuando él lo expulsó, y me pide, muy serio, que por favor no le haga una pregunta tan perversa. “Mire que me voy es a enfermar”, añade.

–Es sólo una suposición, no más que una suposición.

–Bueno, en ese caso, permítame responderle con una pregunta. ¿Usted qué cree que hubiera pasado?

(Vía Ricardo Bada
29 de Agosto de 2009)