El toro no decide nada. Pero no lo digo yo, lo dicen los hechos consumados. Recordemos que, si fracasa –no me gusta la palabra- mejor digamos que si un diestro humilde en una tarde determinada no se alza con el triunfo, la factura que tiene que pagar es increíble que, en este caso llega por el más puro ostracismo. ¿No has triunfado? A la calle. Y ni se te ocurra pedir que nadie te vamos a escuchar. Por todo lo dicho, pienso por ejemplo en Emilio de Justo y compruebo un milagro en toda regla porque, al muchacho le ha costado más de tres lustros demostrar su auténtica valía hasta que le han reconocido pero, chavales como Emilio lo hay a montones y no tienen opción alguna. Está claro que, lo del citado diestro es un milagro del cielo.
Si de figuras hablamos, recuerdo por ejemplo los inicios de José María Manzanares y era de auténtica pena. Durante más de dos años anduvo a la deriva sin saber qué hacer con su vida y con su carrera pero, le apoyaron, le ayudaron para que fuera ese torero de relieve que tantas veces ha mostrado, siempre, eso sí, con el burro amorfo y comercial. Si le hubiesen aplicado la “ley” de que el toro pone a cada cual en su lugar, ¿en qué trabajaría ahora Manzanares? Nadie lo sabe. Lo que sí sabemos todos es que, el sistema, por las razones que desconocemos, le eligió como uno de los suyos y le consintieron todo lo que hiciera falta porque les parecía rentable que, de hecho, así lo ha sido.
Es verdad que, como miles de veces dije, si el toro a lidiar fuera para todos el mismo otro gallo nos cantaría y, sin duda, sería entonces cuando podríamos validar la tan manida frase. Pero no, el toro no decide nada porque para eso están los taurinos, para decidir a su libre y caprichoso albedrío. Respecto a lo dicho, el pasado año el sistema eligió como máxima figura a Tomás Rufo que, el chaval, con los toros que le han elegido no ha defraudado a nadie pero, lo que nadie sabemos es cómo reaccionaría Tomás Rufo si un día le presentaran frente a una corrida de toros con problemas y mucho que lidiar. Esa pregunta nunca tendrá respuesta ya que, como digo, los taurinos se ocupan de hacer las cosas “bien” para que nada falle.
¿Sirve de algo tener alma de artista y, lo que es mejor, demostrarlo en los ruedos? Nada, absolutamente nada si los demás no quieren. Fernando Robleño, como sabemos, hizo la faena del año en Madrid frente a un bravísimo toro de José Escolar, aval que le debería servir al diestro para torear cuarenta corridas de toros al año que viene. Ja, ja, ja, ja……Si de faenas épicas hablamos, Sergio Serrano estuvo cumbre en Madrid ante un gran toro de Victorino Martín y, ¿Cuál será su futuro? Muy negro, que nadie lo dude. El mismísimo Uceda Leal dictó una bellísima lección en Madrid y ha toreado tres corridas de toros, un número que le será muy difícil de alcanzar en la próxima temporada. Oliva Soto es un chaval con un arte inenarrable y ha toreado una decena de corridas por los pueblos y para usted de contar. Otro artista de una dimensión extraordinaria, Curro Díaz, ha sumado creo que son veinticinco corridas de toros pero, en los pueblos puesto que, al margen de las dos tardes de Madrid, apenas le han visto en alguna plaza de relevancia. Y, cuidado, triunfó en Las Ventas.
Queda claro que, el toro, si hablara diría pestes contra los propios taurinos y, a su vez nos mostraría las debilidades de todos ellos pero, como el toro sigue siendo mudo, le echamos las culpas a él y todo arreglado.
En la imagen, Curro Díaz, un artista singular ninguneado por los grandes empresas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario