la suerte suprema

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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

domingo, 20 de abril de 2025

Feliz Domingo de Resurrección

La resurrección de Jesús

¡El Señor ha resucitado!
El hecho fundamental de la religión cristiana.

“¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado!” (Lc 24,34). Con esta fórmula resume Lucas la afirmación decisiva de nuestra fe. El movimiento de Jesús hubiera concluido con el fracaso de la cruz y la dispersión de sus seguidores si no hubiera sido por ese acontecimiento excepcional con el cual todo comenzó de nuevo. La proclamación de la resurrección de Jesús es absolutamente fundamental y sin ella no habría fe cristiana. Y es en la veracidad de esta afirmación donde nuestra fe se juega su ser o no ser. Porque, como señaló ya en los primeros tiempos el apóstol Pablo, si Jesús no hubiese resucitado la predicación sería vana y seríamos los hombres más dignos de compasión (1 Cor 15, 14.19). 

sábado, 19 de abril de 2025

Sábado Santo, en la pintura: del descendimiento de la Cruz al lamento sobre Cristo muerto

'Lamentacion sobre Cristo muerto', de Juan de Flandes

Los pinceles de Rembrandt, Rubens, Tiepolo, Giotto, Pedro de Campaña, Martín de Vos, Pedro Machuca, Juan de Flandes, Vicente Macip, Bartolomé Carducho,…

Sábado Santo, en la pintura: del descendimiento de la Cruz al lamento sobre Cristo muerto

Cristina Martín
Hispanidad//19/04/25 
Es Sábado Santo, día de silencio, recogimiento, oración y acompañamiento a María... a la espera de la Vigilia Pascual. En el Evangelio según san Mateo (Mt 27, 62-66), se recuerda que los sumos sacerdotes y los fariseos acudieron a Pilato para que vigilara el sepulcro... al recordar que Jesús anunció que resucitaría a los tres días.

Y en el arte, son muchos los pinceles que han reflejado el descendimiento de Cristo de la cruz o su imagen muerto. Pasen y vean.

'El Descendimiento de la Cruz', de Pedro Machuca.

'El Descendimiento', de Bartolomé Carducho.

'El Descendimiento', de Rogier van der Weyden.

'El descendimiento de la Cruz', de Pedro de Campaña.

'Descendimiento', de Martín de Vos.

'Descendimiento', de Blas del Prado.

'Descendimiento de Cristo', atribuido a Ciro Ferri.

'El Descendimiento', de Corrado Giaquinto.

'El Descendimiento', de Tiepolo.
'El Descendimiento', de Pedro de Campaña.

'Lamentación sobre Cristo muerto', de Giotto.

'Lamentacion sobre Cristo muerto', de Juan de Flandes.

'Lamentación ante Cristo muerto', de Vicente Macip.

'Llanto ante Cristo muerto', de Vicente Macip Comes, hijo de Juan de Juanes y nieto de Vicente Macip.

'Lamentación sobre Cristo muerto', de Rubens.
'Cristo muerto con la Virgen, la Magdalena y santos', de Giovanni Ambrogio Figino.

'Cristo muerto sostenido por un ángel', de Alonso Cano.

'Cristo muerto', de Philippe de Champaigne.

Pasión y muerte / por Javier Torres

 

'..Es Viernes Santo y demasiados cristianos en todo el mundo serán pasados a cuchillo por celebrar su fe. En algunos lugares de occidente esto también comienza a suceder. Sin embargo, aquí las cruces no las derriban, que antes las entregamos nosotros. Judas no desaprovecha la ocasión para traicionar a los suyos por unas monedas de plata..'

Pasión y muerte

Javier Torres
A las seis de la tarde suenan las campanas de la capilla cuando la Piedad aparece en el Baratillo portando al hijo de Dios en brazos. Silencio de Maestranza y nazarenos de sarga azulísima avanzan dejando un surco, apenas perceptible, con el albero del coso que Morante enfrentará para vencer a sus demonios el Domingo de Resurrección. La calle Adriano (uno de los tres emperadores que la Hispania romana aportó al imperio) abarrotada, el cielo panza de burra y las nubes a velocidad primaveral, pesadilla de meteorólogos, el viento rizando la tarde, un gran viento que sobre las cabezas pasa su mano, roza las frentes unidas y las reconforta, como escribió Aleixandre.  

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Aznar, Rosauro Varo, José María Pacheco, Luis Miguel Martín Rubio viendo El Baratillo 

Frente a la capilla se asoman en un balcón un expresidente del Gobierno, un exconsejero de Prisa y una aristócrata, sanedrín laico, estampa de cualquier palco de cualquier Semana Santa de los últimos cuarenta años. Mercaderes, mejor así, fuera del templo. Algunos rayos de sol se filtran en el barrio del Arenal y el político los aprovecha para ocultarse tras unas gafas de sol. Rumor y algarabía juvenil al paso de las plumas de los cascos de la banda de música. Suena la marcha real. Turistas que preguntan, japonesas que no entienden lo que ocurre, móviles que graban y ojos que, por inmortalizar la escena, pierden para siempre la fugacidad del momento.

Pasa la cofradía y los chiquillos se arremolinan en la confitería centenaria que hace esquina. Vuelan las palmeras de huevo y chocolate, huele a café y pestiños, hay dulces con cabello de ángel y torrijas versionadas de mil maneras. Después esos niños juegan con las estampitas de las hermandades y las bolas de cera que forman con la que derraman los cirios de los nazarenos.

El Jueves Santo amanece con llovizna y sorprende tempranísimo al misterio de Jesús ante Caifás, que vuelve a su templo en el arrabal de Triana tras varios días resguardado en la catedral. La tormenta es fugaz pero suficiente, costaleros y mujeres de mantilla contienen la respiración en la soledad del vestidor. Luego ellas, radiantes, se retratan con sus afortunados ante la iglesia del Salvador, mejor si es junto a la estatua de Martínez Montañés. El día se abre.

Antes de la misa de los santos oficios los mayores cuentan a los nietos que antiguamente, cuando no había ni televisión, en la radio sólo emitían música clásica, casi siempre el réquiem de Mozart, los bares, cines y teatros cerraban, España entera estaba de luto hasta que finalizaba el triduo pascual. Hoy en la radio la Conferencia Episcopal pide que marquemos la X en la declaración de la renta para dar casas a inmigrantes.

De pronto llega la madrugada y el Nazareno carga la cruz camino del Calvario. En San Lorenzo Jesús del Gran Poder desafía a las sombras. A pocos kilómetros de allí, en la puerta norte de entrada a la ciudad, Poncio Pilatos se lava las manos ante una multitud que le pide que suelte a Barrabás. Jesús es sentenciado y su madre, Esperanza Macarena, llora en singular belleza, a la espera de que Cristo muera a la hora nona, a las tres de la tarde. Después el muñidor de la Sagrada Mortaja, con la calle a oscuras, anuncia el cortejo fúnebre de Cristo acompañado de los 18 ciriales en representación de los que asistieron al santo entierro.

Es Viernes Santo y demasiados cristianos en todo el mundo serán pasados a cuchillo por celebrar su fe. En algunos lugares de occidente esto también comienza a suceder. Sin embargo, aquí las cruces no las derriban, que antes las entregamos nosotros. Judas no desaprovecha la ocasión para traicionar a los suyos por unas monedas de plata. La religión más perseguida del mundo apenas encuentra espacio en los medios de comunicación. Es imposible no recordar el evangelio de San Mateo cuando Jesús, antes de expirar, grita: «Elí, Elí, lama sabactani?«, es decir, «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?».

Pero nada está perdido. Los hombres, el poder terrenal, matan a Cristo, pero Él ya ha ganado. El número de católicos crece hasta en Inglaterra y la sangre de mártires derramada es semilla de nuevas vocaciones, como los 51 mártires de Barbastro que entregaron su vida sin abjurar de su fe. Ellos son.

La Gaceta de la Iberosfera

Madrid.- Procesión suspendida por lluvia: el Cristo de Medinaceli recibe devoción en la puerta de la Basílica


'..A pesar de no poder llevar a cabo la tradicional procesión, la Hermandad ha hecho un gesto significativo al sacar las dos imágenes del Cristo de Medinaceli y la Virgen de los Dolores a las puertas de la Basílica para que el pueblo de Madrid pudiera rendirles homenaje..'

Procesión suspendida por lluvia: el Cristo de Medinaceli recibe devoción en la puerta de la Basílica

Una fuerte tormenta ha condicionado las salidas de los pasos

EVA CUESTA
Telemadrid/18 de abril de 2025
La devoción al Cristo de Medinaceli entre los madrileños continúa en auge, con aproximadamente 8.000 miembros inscritos en la Hermandad y filiales que se extienden por diversas partes de España y el extranjero.

Este Viernes Santo, la Archicofradía Primaria de la Real e Ilustre Esclavitud de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Medinaceli se ha visto obligada a tomar la difícil decisión de no salir a la calle en procesión debido a las inclemencias del tiempo.

A pesar de no poder llevar a cabo la tradicional procesión, la Hermandad ha hecho un gesto significativo al sacar las dos imágenes del Cristo de Medinaceli y la Virgen de los Dolores a las puertas de la Basílica para que el pueblo de Madrid pudiera rendirles homenaje.

La Hermandad está compuesta por 2.600 hermanos, quienes, junto a más de 120 costaleros, son responsables de cargar la imponente talla del Cristo, que mide 1,73 metros y fue tallada en Sevilla en el siglo XVII. El trono, que pesa 3,5 toneladas y alcanza los cuatro metros de altura, se ha convertido en un símbolo del sacrificio y devoción que muchos expresan cada Viernes Santo.

La historia del Cristo de Medinaceli es tan rica como su devoción. Originalmente llevado por los Capuchinos a Marruecos para el culto de los soldados españoles, fue capturado en 1681 por Musley Ismael y su ejército.

En un acto heroico, Fray Pedro de los Ángeles solicitó el rescate al rey, tasando la imagen en oro según su peso. Tras varias gestiones milagrosas, logró rescatarla y llevarla a Tetuán, Ceuta y Sevilla antes de llegar finalmente a Madrid en 1682, donde se organizó la primera procesión.

Durante la Guerra Civil española, la imagen fue escondida en los sótanos del convento para protegerla de los milicianos de la República. Posteriormente, fue trasladada a Valencia y Barcelona antes de llegar a Ginebra. En 1939, fue reclamada y recibida con honores militares en Pozuelo de Alarcón antes de ser llevada a su templo actual.

La basílica regida por los Padres Capuchinos recibe visitantes durante todo el año, quienes buscan rendir homenaje al Cristo de Medinaceli. Con cada nueva procesión y cada nuevo miembro que se une a la Hermandad, la devoción por esta imagen sigue fortaleciéndose en Madrid y más allá. A pesar de las adversidades climáticas, el espíritu del Cristo de Medinaceli sigue iluminando los corazones de sus fieles

Aguascalientes, el triunfo de la libertad / por Luis Cuesta


'..El asunto va mucho más allá de los toros. Es la libertad la que hoy está de enhorabuena, porque lo que se vivió el día de hoy en Aguascalientes ha sido un triunfo de la democracia, de la convivencia y del sentido común..'

Es lo que digo yo: 
Aguascalientes, el triunfo de la libertad

Luis Cuesta
No pude evitar, al conocer la noticia de que la tauromaquia ha sido declarada el día de hoy patrimonio cultural del Estado de Aguascalientes, acordarme de mis padres y de sus grandes amigos de Aguascalientes, que forjaron hace algunos años con su presencia, su trabajo y su entusiasmo la gran feria que hoy muchos conocemos. También me acordé de Miguel Espinosa “Armillita Chico”. De David Silveti y de José Tomás. Pero, sobre todo, pensé en esos nuevos aficionados cuyo único pecado ha sido enamorarse un día de una fiesta maravillosa que recientemente parece destilar odio en un colectivo que ha visto en el toreo una oportunidad política para conseguir votos enarbolando la bandera de un animalismo tan barato como falso.

Mientras celebraba el triunfo de la libertad, del sentido común y de la democracia por lo acontecido el día de hoy en Aguascalientes, tampoco pude dejar de pensar en esos políticos de la Ciudad de México que con su decisión dieron un paso atrás al prohibir las corridas de toros a la usanza española. Esos políticos no han entendido que los pasos adelante en la historia siempre se dieron de la mano de la libertad y no mediante prohibiciones.

Diputados incultos e intolerantes en su mayoría de MORENA, que incluso se atreven a hablar de la construcción de un país libre cuando no han sido capaces de construir ni su propia moral ni de definir sus ideales políticos. Afortunadamente hoy el sentido común le ha dado la razón a la afición de Aguascalientes, que ha puesto el ejemplo para que otras regiones del país hagan lo mismo y blinden la tauromaquia; para que ningún movimiento animalista o juez afín, pueda impedir que se celebre un espectáculo taurino siempre que éstos cumplan con la legalidad vigente de su región.

Aunque el asunto va mucho más allá de los toros. Es la libertad quien hoy está de enhorabuena en Aguascalientes. Nuestra libertad. Ha sido un triunfo, no solo de la tauromaquia, sino también de la democracia, de la convivencia y una victoria para todos los taurinos y aficionados. Pero no será suficiente. Aunque parezca mentira habrá que luchar aún más duro para que en otras partes del país entienda la clase política y sus conciudadanos, que estamos en un país libre, con una Constitución y unas normas que se deben respetar y que sólo se pueden cambiar mediante el diálogo y respetando siempre los derechos de todos los mexicanos (especialmente de las minorías) y no pegando palos ni intentando normalizar el autoritarismo, como recientemente sucedió en el Congreso y Gobierno de la Ciudad de México y Michoacán.

Es lo que digo yo.

viernes, 18 de abril de 2025

Los Bienvenida y el Señor del Gran Poder: historia de una devoción / por Álvaro Rodríguez del Moral

La imagen del Gran Poder acompaña a la Virgen de la Paloma en el altar de la capilla de Las Ventas.

'..La imagen encierra una hermosa historia de fe, devoción y hasta confianzas que no se quebraron. Recaló en la capilla de Las Ventas en 1978 tras el cierre de la histórica casa que la familia Bienvenida -la histórica saga de toreros- había tenido en la madrileña General Mola –actual Príncipe de Vergara- que funcionaba como un auténtico centro de operaciones del clan. Fue Ángel Luis Bienvenida, ya fallecido, el que ofició la cesión a la Diputación de Madrid..'

HISTORIAS TAURINAS 
Los Bienvenida y el Señor del Gran Poder:
 historia de una devoción

La imagen del Nazareno a la que rezan los toreros en la plaza de Las Ventas está íntimamente ligada al fervor y la tragedia familiar de esta saga taurina

ÁLVARO RODRÍGUEZ DEL MORAL
En la capilla de los toreros de la plaza de Las Ventas, junto al cuadro de la Virgen de la Paloma que preside el altar, se encuentra una imagen del Señor del Gran Poder. Es de tamaño académico pero despierta una honda devoción en los hombres de luces que buscan el consuelo y el amparo de lo trascendente en esas horas inciertas que anteceden la soledad del ruedo y el duelo ancestral con el toro bravo.

La imagen encierra una hermosa historia de fe, devoción y hasta confianzas que no se quebraron. Recaló en la capilla de Las Ventas en 1978 tras el cierre de la histórica casa que la familia Bienvenida -la histórica saga de toreros- había tenido en la madrileña General Mola –actual Príncipe de Vergara- que funcionaba como un auténtico centro de operaciones del clan. Fue Ángel Luis Bienvenida, ya fallecido, el que ofició la cesión a la Diputación de Madrid –su heredera fue la actual comunidad autónoma- para que el Señor pasara a la capilla del coso madrileño con una única condición: su correcta conservación.

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Una saga de toreros

Pero para entender la acendrada devoción de los Bienvenida por el Señor del Gran Poder hay que refrescar parte de la historia de la saga. Manuel Mejías Rapela, el célebre Papa Negro, era hijo del fundador de esta una dinastía taurina que hunde sus raíces en la localidad pacense de Bienvenida, de la que tomaron el apodo familiar. Manuel Mejías, que vivió desde muy chico en el sevillano barrio de La Carretería, había rozado la gloria en los primeros años del siglo XX –la Edad de Bronce del Bomba y Machaco- antes que la trascendente cornada de un toro de Trespalacios, la irrupción de Joselito y Belmonte y los propios dictados de la edad precipitaran su decadencia profesional. Bienvenida, al que el crítico don Modesto había apodado el Papa Negro en su antigua competencia con Bombita, había tenido que liar el petate con su creciente prole para marcharse a América en las postrimerías de 1917. Se trataba de sobrevivir haciendo lo único que sabía hacer: torear. Fuera dónde y cómo fuese.

Con él habían partido su mujer, la sevillana Carmen Jiménez, y sus hijos Manolo, Pepe y Rafael, muy niños aún; el infortunado Rafaelito apenas contaba unos meses de vida... Había nacido también una niña que murió prematuramente y fue sepultada en Cartagena de Indias, base de operaciones de aquella tropa. El periplo se alargó aún unos años y el cuarto hijo varón, Antonio, iba a venir al mundo en Caracas. Se le bautizó de urgencia –el agua de socorro- sin saber si saldría adelante pero, aunque costó, Antoñito Mejías Jiménez acabó respirando.

Cuentan que fue Carnicerito de Málaga –futuro suegro de Rafael de Paula- el primer maestro de los hijos del Papa Negro. El capitán ya andaba rumiando el retorno de su tropa menuda a la añorada España. La vuelta, finalmente, se fijó en 1924. Quedaba pendiente el bautizo formal de Antonio que se acabaría uniendo al de otro retoño. Era Angel Luis que ya nació en Sevilla con la familia recién instalada en el barrio de la Feria. Juntos acabarían recibiendo las aguas bautismales en la misma pila, la de Omnium Sanctorum, en la que había sido cristianado el mismísimo Juan Belmonte. Antonio, que ya tenía más de dos años, entró andando en el templo. Cuentan que sus hermanos le animaron a apedrear al monaguillo… Al año siguiente, el 28 de junio hará un siglo, los dos mayores –Manolo y Pepe- se presentaban como incipientes torerillos en la plaza de la Maestranza en una novillada organizada a beneficio de una asociación de empleados. Su padre los había fogueado en aquel periplo americano llegando a torear en Coney Island de Nueva York después de pasear vestidos de corto entre los rascacielos de Manhattan.

El Papa Negro, de corto, con sus hijos Manolo, Pepe y Rafael en México en 1929. / La Fiesta Prohibida
El horror…

Aquella cuadra de toreros la completaban Juan, y Angel Luis. También el infortunado Rafaelito… Los niños Bienvenida seguían jugando al toro por las calles de Sevilla y la fortuna empezaba a sonreír en coincidencia con la pujanza profesional de Manolo, nacido en Dos Hermanas en 1912, que fue figura del toreo desde el instante de su alternativa –la tomó en Zaragoza en 1929- aunque su vida sería sentenciada prematuramente por una enfermedad irreversible.

La familia al completo iba a vivir su época más dichosa en la finca La Gloria, en Montellano, comprada por Manolo gracias a sus éxitos profesionales. Pero un suceso truculento iba a destrozar aquella armonía familiar el 17 de marzo de 1933. El administrador de la familia, llamado Antonio Fernández, iba a asesinar a tiros a Rafaelito –incipiente novillero- en el piso que Ignacio Sánchez Mejías poseía en la Punta del Diamante. El chico estaba acompañado de José Ignacio -hijo de Ignacio, que hablaba por teléfono sin advertir lo que iba a suceder- y habían invitado al administrador a tomar café. Celos, pretensiones no correspondidas de aquel adulto en un torero que aún era un niño y había puesto distancia marchándose a la finca… El administrador descerrajó dos tiros –en el pecho y la cabeza- que acabaron con la vida de Rafael Mejías Jiménez. La versión más difundida señala que el asesino se quitó la vida mientras José Ignacio huía escaleras abajo. Podría haber sido otro el desenlace…

Aquella tragedia iba a forzar el traslado de la familia a Madrid dejando atrás los mejores años de su vida. Llegados a la Corte, los Bienvenida establecieron su cuartel general en esa casa, ya desaparecida, de General Mola –hoy Príncipe de Vergara- en la que fue entronizada la imagen de Jesús del Gran Poder que doña Carmen Jiménez, la matriarca del clan, había encargado a Rafael Lafarque para poder seguir rezando al Señor de Sevilla mientras añoraba la ciudad de la Giralda. Seguía pesando el recuerdo de Rafaelito, un novillero alegre y pinturero, un chico simpático que se hacía querer...

Es la misma imagen –recuerda su bisnieto Gonzalo Bienvenida- a la que doña Carmen Jiménez –sevillana de la calle de la Pimienta- rezaba en las múltiples tardes de toros en las que los hermanos Bienvenida se vestían de luces. Cuando toreaban en Madrid el rito se cumplía en la propia casa encomendándose a esa devoción heredada de sus años sevillanos, alimentada por el recuerdo de Rafaelito. Pero Gonzalo Bienvenida, nieto del gran Antonio, refiere un suceso poco conocido que refleja fielmente los vaivenes de la propia historia de España.

Aquella casa contaba con un patio terrizo que los cinco hermanos toreros con su padre al frente convirtieron en una especie de placita de entrenamientos en la que no faltaban ni los burladeros. “Durante la Guerra tuvieron que envolver la imagen del Gran Poder en una alfombra para enterrarla en el patio” evoca Gonzalo que recuerda que en su última época profesional su abuelo Antonio limitaba la capilla de sus devociones a una estampa del Señor, del que era hermano, y otra de la Esperanza Macarena. Con los tiros habían tenido que abandonar la capital dejando la imagen sepultada para evitar su profanación por los exaltados. “Cuando volvieron a la conclusión de la guerra lo primero que hicieron fue desenterrar al Gran Poder; estaba intacto después de pasar más de tres años bajo tierra”.

La imagen de Lafarque, la misma a la que rezaba Carmen Jiménez en las tardes de toros, retornó hace cinco años a Sevilla con motivo de la exposición conmemorativa del 400 aniversario de la hechura del Señor del Gran Poder por parte de Juan de Mesa. 45 años antes había velado el cuerpo de su hijo Antonio –cubierto por un hermoso capote grana con bordados de oro- muerto tras ser cogido por una becerra de Amelia Pérez Tabernero en los campos de El Escorial. Pronto hará medio siglo.

Viernes Santo / por Ignacio Ruiz Quintano


Viernes Santo

Ignacio Ruiz Quintano/Abc

Viernes Santo es Silencio.

El universo del cristiano católico, dice Bergamín (“La callada de Dios”), es eso: revolucionaria música celestial que el incrédulo no percibe, porque, más allá del silencio eterno de los espacios infinitos que lo espanta, no siente esa armonía luminosa de la revolución de los astros, imagen aparente de la callada música del Universo, que es una respuesta profunda, silenciosa, de Dios.

–Porque hay silencios y silencios.

Silencios de muerte, como el de Hamlet. Silencio de signo negativo. Mortal. Silencio que espanta. (Pascal se curó de ese espanto por la fe y con el tiempo: del espanto, silencioso, de los espantos infinitos). Se curó por la fe, por ver lo invisible, por oír lo inaudito (o como diría el apóstol: por ver con los oídos).

Y silencios de vida, de signo positivo, como el afirmativo de Dios.

Son estos dos silencios los que polarizan el pensamiento, entre la plenitud del silencio divino y el vacío silencioso, mortal, de nuestra zozobra temporal.

Todo esto es música celestial. Inexistente para el indiferente religioso.

En Francia se dijo que el catolicismo era la forma más elegante de la indiferencia religiosa, y Bergamín se queda con la copla para aplicarla a “la sedicente religión de la mayoría de los que se manifiestan pública y políticamente como católicos en España”. Para esos españoles, dice, el catolicismo es la forma más inelegante de la indiferencia religiosa:

–La más chabacana y mentirosa o hipócrita, cuando no supersticiosamente estúpida; el antifaz picaresco de intereses bastardos, por políticos, o comerciales, con los cuales la propia política o mercadería se corrompe y corrompe todo lo que le rodea.

Hoy, 14 de abril, no faltarán “indiferentes religiosos” tratando de mezclar el silencio de los velos morados del Viernes Santo (dolor, penitencia) con los ruidosos moretones de la “enseña investida por el sentir del pueblo” que decretó “el alzamiento nacional contra la tiranía”.
17 de Abril de 2017