la suerte suprema

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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

sábado, 13 de julio de 2024

PAMPLONA / 8ª San Fermín.- Roca Rey dueño de Pamplona / por Jorge Arturo Díaz Reyes

Pamplona. Roca Rey a hombros de nuevo. Fotograma OneToro

Tras dos apabullantes faenas y dos estocadas monumentales le niegan al peruano las segundas orejas. Una automática para Aguado, y silencio para Cayetano. Encierro desrazado de Jandilla

Roca Rey dueño de Pamplona

Jorge Arturo Díaz Reyes
CrónicaToro/Cali, VII 12 2024
Le negaron dos veces la segunda oreja, pero no pudieron cerrarle la puerta grande. No lo permitió la plaza entera, y más su arrolladora presencia que llenó la tarde, Segundo triunfo multitudinario seguido. Pamplona es suya. Y que no vengan con el cuento de la sanferminería y la jarana. Roca Rey, puso riesgo, vida y corazón. Fundamental, purista, pero también emocionante si es que la verdad emociona. Se fue a portagayola con sus dos toros. Portagayolas de largas cambiadas de rodillas, airosas, toreadas, no zambullidas ni a cuatro patas. Surcidas con temple y ritmo a lanceos de impacto.

El segundo, “Pasota” justificaba su nombre. Después del saludo en toriles, cuatro delantales, una nicanora, dos gaoneras y larga de quite. Manuel Quinta se lo dejó casi crudo con dos picotazos. Aguado le salió al quite con tres verónicas, la última trompicada y una media buena. Réplica, claro, Tres chicuelinas, larga y brionesa. Punta y Algabeño dejan solo cinco palos. Frente a los micrófonos el brindis es reivindicativo: 

“Va por esta bella fiesta que no es de izquierda ni de derecha, por el Perú mi tierra, por España que la amo y por su majestad.”

De nuevo arrodillado, vaciando por la espalda doblemente y por la barriga, el molinete y el de pecho sacudieron la plaza, que ya entonaba “El rey”. Los cuarenta mil ojos en el ruedo. Entonces vino lo esencial, el mando, el aguante, el temple y la secuencia exacta y acompasada. Por la diestra y al natural, trapo adelantado, planchado, mano baja, trazo límpido, tronco recto, pies atornillados, suerte cargada y ligazón de rima. Con los justos remates. Fluyó líquida y bella la faena. El tendido echaba humo y decibeles, la música tronaba.

El jandilla, de una nobleza supina parecía poco. Solo un pero. La docilidad supina del toro que le hacía parecer menos. Entonces Andrés cargó contra él se le metió entre los pitones, ofreciendo la piel como señuelo y comenzó a pasárselo por ella en medio de un jaleo escandaloso. Tres ayudados por alto y un volapié a pecho descubierto que dejó una lenta estocada cimera hasta los gavilanes. Mientras sonaba el aviso, faena larga. Tardó la muerte y la furiosa petición de dos orejas para la obra incontestable, fue denegada por doña Carmen Alba Orduña según órdenes de su asesor. Bueno, la vuelta fue tan celebrada como si llevara las dos.

“Omeya”, el quinto fue cuatreño, pero el más toro de la corrida. Voluminoso con sus casi 600 kilos, y aun menos generoso que el otro. Pero para eso están los toreros. De nuevo arrodillado frente a la puerta de los sustos, de nuevo, larga cambiada engarzada con dos verónicas, tres chicuelinas y larga. Y de nuevo la barahunda. Molina pica leve pero atinado. Andrés lo quita con cuatro gaoneras patijuntas y una larga. Viruta y Algabeño bordan el mejor tercio banderillero de la corrida. Brindis a los pamplonicas, y todo eran amores. Estatuarios iniciales, ayudado por bajo cartelario y el por el pecho. En la siguiente suave y dibujada tanda, el toro blandeó y luego amagó irse cantando su mansurronería. Pero la muleta le capturó y lo puso a orbitar por un lado y por el otro, reafirmando su autoridad. Circulares bidireccionales, proximidad íntima con los pitones, y abandono proclamaron el dominio total. Sellado por una estocada de padre y señor mío. Las dos, las dos, clamaban los que pagan para la faena completísima y la suerte suprema impecable, y de nuevo doña Carmen se negó. La segunda es potestad del palco. Allá ella.

Pablo Aguado, dio con un manso de borreguil obediencia. El Tercero. Su alabada tauromaquia de modosa compostura encontró materia propicia en las ronceras caminatas que daban tiempo y lugar para casi cualquier cosa. Y la verdad que las casi cualquier cosa de Pablo son mucho más que eso. Su desparpajo, la lentitud, el temple (no siempre) y la donosura. Un pinturero quehacer con tan sosa y poca cosa. Primorosas tandas muy cortas de a dos y tres, diestras y siniestras, pero con cierta desconexión de la grada, que resentían los comentaristas de la transmisión quienes estaban al borde del paroxismo forofo. Ya tendremos oportunidad de leer los ditirambos. Sin mucha convicción en la suerte dejó una estocada baja y la oreja pedida fue desopilantemente automática. 
Con el áspero y exigente sexto, ya la cosa fue otra cosa, muleta por acá y por allá, unipase, trompicones, cautela y un pinchazo abajo y una estocada vertical saliéndose, suficiente. No hubo silencio sino bulla por otro lado.

Cayetano, tuvo un lote diverso, defensivo el primero, le hizo una faena corta, de las de antes. De las de antes de Belmonte, digo, y una estocada tendida que recibió leve petición de pelo no atendida por supuesto. Con el manso cuarto, durante la merienda, cuando la gente mira, pero no se expresa por tener la boca llena y las manos ocupadas. Porfió por los dos, pero sin fruto ni gratitud. Tres pinchazos, una estocada inane y un descabello fueron ignorados por la gran comensalía.

Al final solo Roca Rey a hombros y todos felices con él a seguir la fiesta.

FICHA DEL FESTEJO

Pamplona. Viernes 12 de julio 2024. 8ª de San Fermín. Sol. Lleno total. Seis toros de Jandilla; cinqueños 2, 3 y 6, disparejos, bajos de raza.

Cayetano, palmas y silencio

Roca Rey, oreja con petición de otra y oreja con petición de otra

Pablo Aguado, oreja y silencio

Incidencias: Al final de la corrida Roca Rey salió a hombros.

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