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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

sábado, 31 de mayo de 2025

«Me ha perdonado la vida» El modo español de superar los encuentros con el miedo infinito / por Jorge Sánchez de Castro

 

'..Esa frase tan común entre los diestros explica por qué se lidian toros delante del público, pues en la aceptación sin reservas de que el astado tiene derecho a la vendetta (“me ha perdonado la vida”) como consecuencia del atávico maltrato que padece a manos del hombre, el torero asume la culpa universal por el sufrimiento causado a los animales y encuentra un modo de expiarla, que no es otro que las corridas de toros..'


«Me ha perdonado la vida»
El modo español de superar los encuentros con el miedo infinito

Por Jorge Sánchez de Castro
En el documental Tardes de soledad (Albert Serra, 2024) el torero Roca Rey (en la fotografía), pálido como la cal, le dice a su cuadrilla luego de una terrible cogida que le mantiene varios segundos entre la cabeza del toro y las tablas: “me ha perdonado la vida”.

El matador entiende que el animal había mostrado compasión renunciando a la venganza contra él. No cabe testimonio de mayor admiración a la fiera que reconocer su magnánimo gesto de indulgencia.

Esa frase tan común entre los diestros explica por qué se lidian toros delante del público, pues en la aceptación sin reservas de que el astado tiene derecho a la vendetta (“me ha perdonado la vida”) como consecuencia del atávico maltrato que padece a manos del hombre, el torero asume la culpa universal por el sufrimiento causado a los animales y encuentra un modo de expiarla, que no es otro que las corridas de toros.

Por tanto, los argumentos de los contrarios a la fiesta respecto a que el toro sufre en el ruedo los hace suyos el torero desde el primer momento, pero mientras los antitaurinos terminan aquí, las corridas de toros sólo acaban de empezar.

El derecho a la venganza como compensación a la agresión

El espectáculo taurino escenifica el drama de un personaje vestido de luces intentando purgar el pecado original de la violencia, sometiéndose para ello a la posibilidad del desquite por parte de la fiera.

Las corridas de toros constituyen el ritual de una disculpa: la del lidiador que le ofrenda al toro su vida mediante sucesivas provocaciones en las que le concede la oportunidad de que le hiera o le pasaporte, como compensación por un maltrato que ni pudo ni quiso evitar.

En la plaza no se nos oculta que somos impuros, pero nos muestran que podemos superarlo siendo héroes, esto es, realizando acciones que se convierten en ejemplo de virtud.

El papel del torero sería similar al del malo de las películas que sólo se salva si es el autor de un hecho insólito donde ofrece más de lo esperado, aun a riesgo de su existencia.

Ahora bien, si los diestros vuelven cada tarde a los cosos poniendo en riesgo su vida como penitencia, con la esperanza de que el toro les absuelva antes de morir por su estoque, también confían en su destreza para salvarse debido al recuerdo perenne de que no siempre el toro es generoso.

Voluntad de vivir

Hasta ahora hemos visto que la corrida tiene dos tramas diferenciadas que se entrelazan.

En la primera el hombre obliga al toro a una lucha sangrienta y en la segunda el torero se hace perdonar otorgando al burel la facultad de vengarse.

Pero aún hay lugar para otro giro de guion, pues el matador pone en juego o arriesga su vida no para morir, sino para sobrevivir al vendaval que él ha excitado.

Le proporciona al toro la revancha, pero se encomienda a la benevolencia del animal y a su tauromaquia para no fallecer en la plaza.

No busca el suicidio como el samurái con el seppuku, sino defenderse del toro, del miedo hecho carne en la figura de una res brava en puntas.

Esa representación del perdón por parte del torero al toro poniendo su destino en los pitones del morlaco, es indisociable de una voluntad férrea de salir del enfrentamiento con vida, pues el juego consiste en saber que “soy mortal, pero a lo mejor no”.

Si el hombre supiese que es inmortal no se molestaría en ponerse a prueba con un insignificante toro, aunque éste sea un plenipotenciario de lo irremediable.

Sin embargo, aunque seamos conscientes de nuestra sustancia perecedera, comportarnos como si no fuéramos efímeros, como si pudiéramos ser más fuertes que nuestro sino, es una pulsión igual de humana que la certeza de nuestro fin.

Esta contradicción nos permite evocar a José Bergamín y decir que cada tarde de toros es una exposición itinerante del arte de birlibirloque.

La virtud de vivir sin miedo

Por último, viendo toros aprendemos que no se trata sólo de sobrevivir, sino de hacerlo sin miedo a lo inevitable.

Quedémonos con que las corridas de toros son un entrenamiento con fuego real contra el misterio último, una forma de manejarlo, de convivir con él, citándolo.

Por eso en el transcurrir de la lidia podemos apreciar un muestrario de virtudes. Desde la justicia de ofrecerle al animal que va a morir la posibilidad de matar, hasta la fortaleza del torero que supera las ganas de salir corriendo.

En este sentido, los festejos enseñan al pueblo que huir multiplica el pánico, que la “espantá” alienta la persecución. Contemplando cómo el toro acosa con mayor brío al subalterno que toma el olivo, entendemos, por ejemplo, que la desbandada de los manifestantes es un acicate para la represión policial.

Por eso la quietud ante el toro que embiste es la prueba de un “sello de soberanía” (Jünger) que nos informa de poder llegar a ser casi invulnerables si controlamos al horror.

Saber vivir sin miedo es el preludio de la libertad, pues confrontar los peligros y superarlos confiere fuerza, plenitud, sin las cuales el libre albedrío es pura quimera.

Puestos a elegir, esta enseñanza moral sería la principal aportación de las corridas de toros al bien común, y quizás sea la causa del renovado interés que provocan en la juventud de una sociedad que pasa sus días en una resignada sumisión.

El engaño como medio

En el duelo entre el toro que tiene derecho a vengarse y el torero que quiere existir como hombre libre, media una tela conocida como percal que hace las veces de objeto sagrado por su función taumatúrgica de confundir al autor del miedo hasta lograr someterlo.

Lejos de la opinión común, la pieza clave de la tauromaquia no es la espada que da la muerte, sino el capote y la muleta que la burlan, incluso en el acto del volapié (“la que mata es la izquierda”, reza la máxima taurina, refiriéndose a la mano que lleva la muleta cuando el torero ejecuta la suerte suprema portando el estoque en la derecha).

Su uso se concibe como forma de protegerse de la fiera utilizando la mínima ventaja (una tela) que posibilite la venganza del animal, excluyendo la violencia hasta el último momento.

No es casual que un sinónimo de muleta sea la palabra engaño, pues a la fuerza bruta del toro no se le vence oponiéndole una fuerza más bruta todavía, sino mediante la astucia embaucadora que la esquiva y la doma.

Era previsible que con el paso del tiempo el manejo del percal fuera refinándose hasta convertirlo en materia artística.

En una conferencia publicada en Barcelona en 1929, “La era de las neutralizaciones y de las despolitizaciones”, Carl Schmitt expone que teología, metafísica, técnica y estética son los conceptos sucesivos que han dado forma a los cinco últimos siglos de las sociedades europeas.

Si la teología determinó la vida del hombre bajo la idea del “Dios todopoderoso”, la metafísica nos permitió comprender la realidad y la técnica ayuda a transformarla; la aspiración a lo bello moldea cualquier actividad humana desde hace un par de siglos.

Por tanto, las corridas de toros no han escapado al paradigma estético totalizante, pero no vamos a decir nada más sobre este asunto por tratarse de un efecto colateral o secundario respecto a la función esencial del capote y la muleta, esto es, zafarse de la parca cuando el toro acomete.

Arquetipo español del hombre libre del miedo

Empezamos el artículo haciendo mención a una película y lo terminamos rememorando otra.

En una de las escenas de Apocalypto (Mel Gibson, 2006) el padre que va a ser degollado le dice a su hijo que le mira expectante atado junto a otros prisioneros: “no tengas miedo”. Ese es su escueto testamento.

El joven que no quita la vista del padre mientras la sangre brota de su cuello parece preguntarse cómo se puede no tener miedo de la muerte.

Ese enigma el hombre ha intentado resolverlo creando arquetipos según las civilizaciones.

Uno sería el suicida que, abrumado por su impotencia, corta por lo sano practicándose el harakiri. Otro el vaquero del Oeste, que incrementa su potencia física y confía en las fuentes de la autosuficiencia (las armas y la propiedad privada) para vivir aislado, pero siempre listo para contrarrestar los avatares de la fatalidad.

El modo español de adquirir esa destreza para superar los encuentros con el miedo infinito son las corridas de toros, un juego que convoca a la muerte provocando a un astado a la vista de una multitud como testigo de que no se dará gato por liebre, le otorga derecho a la venganza y finalmente le vence utilizando el método no violento del engaño, relativizando así el negro prestigio de la muerte.

Si han llegado hasta aquí quizás se pregunten que todo esto está muy bien, pero por qué tiene que ser la víctima el cornúpeta.

Si quieren más batalla cultural a favor de las corridas de toros les ruego que esperen hasta el próximo artículo.

Roca Rey, pase cambiado por la espalda

El quite de Morante / por HUGHES


'..Ese gesto de Morante, esa «acción», palabra creo inadmisible en los toros, es como una clase primera de torería, una introducción con toro y torero y nada más: la mayor sencillez, dos cruces, un pispás, un zigzag, con uno borra al banderillero, con otro se borra él..'

El quite de Morante

HUGHES
Por respeto a lo taurino me abstengo, ignaro como soy, de comentar nada relativo a la Fiesta, pero haré una excepción con algo de la faena de Morante en las Ventas, aunque no sé si es faena propiamente dicha.

Me refiero al quite a cuerpo limpio, así lo llaman; el recorte que le hizo al toro en auxilio del banderillero.

Cuando el subalterno se acerca a toriles con el paso muy apresurado (nunca es atlético del todo el correr taurino), surge Morante y se lleva al toro sin capote, con un oportuno cruce. Morante tiene en la mano un vasito de plata donde estaría bebiendo su buchito de agua, lo que en el fútbol llamarían hidratación.

Se cruza Morante y cuando capta la atención del toro lo regatea de nuevo con unos pasos hacia la izquierda que desorientan al morlaco (qué ilusión escribir morlaco), dando en conclusión una vuelta sobre sí mismo.

Este segundo cruce es más rápido, como si estuviera dejando la habitación de la adúltera en una comedia; se mete como en los adentros del toro para desaparecer del objetivo, del visor cornúpeto.

Si me permito comentarlo es porque, sin instrumento toreril alguno, el gesto es taurino puro, de un taurinismo nudo, primitivamente taurino, pero también un poco futbolístico.

Desciende hasta alcanzar lo futbolero, o mejor, un ramalazo de taurinismo posible fuera de lo taurino.

Porque ese movimiento recuerda a Juanito, las vueltas de Juanito, sus rodeos del rival. También hay en el fútbol regates a cuerpo limpio, sin balón, como el que le hizo Vinicius a Walker del City.

Ese gesto de Morante, esa «acción», palabra creo inadmisible en los toros, es como una clase primera de torería, una introducción con toro y torero y nada más: la mayor sencillez, dos cruces, un pispás, un zigzag, con uno borra al banderillero, con otro se borra él.

El gesto de Morante no nos parece el del recortador, no hay contorsión, quiebro brusco, acrobacia ni el tremendismo del que se pone ante la vía del tren, sino una maniobra garbosa, llena de donaire, campera, alejada un poco también de la sacralidad simbólica y ritual de la faena.

Tiene la mano ocupada con el vasito (ay, el vasito) y en la otra podría tener un cigarrito o incluso el móvil y eso universaliza el gesto aun más. Nos lo acerca, con portentosa facilidad nos democratiza lo taurino, nos morantiza en nuestras ilusiones, lo que puede tener un efecto terrible, pues al morantismo liricoide se le podría sumar el recortador imitativo y deparar un ejército de salerosos seres con copa y pitillo como Faemino y Cansado haciendo amagues.

El quite a cuerpo limpio de Morante auxilia al compañero (se hace auxiliar), burla al toro como a un chiquillo, con conocimiento del animal, y en una órbita pasa del peligro al no peligro, convierte el riesgo en filigrana con una finura y una alegría que entran ganas de ir por la calle dando vueltas así, molinillos de urbanidad… Entra en el peligro con la exactitud del que entra en un compás, despreocupado y preciso como el mozo que guía los coches de choque, y se sale habiendo producido otra síntesis toro-torero, otra forma, otro dibujo, otro yin-yang…

¿Dónde estará el intríngulis del placer visual? Quizás en cómo se acelera y se detiene y se vuelve a acelerar sin perder el reojo con la habilidad de dar los pasos por el sitio justo, como si retornara por un estrecho andamio.

Pero no puedo extralimitarme. ¡No puedo salirme de mis intrascendentes zapatos balompédicos! En el quite de Morante he visto a Juanito, que tenía afición y físico toreril, y en esa similitud, que nos llama a la imitación total (quites de salón, fintas regocijantes y enterizas a lo negro, engañadoras de lo negro, ¡barroquizadoras con lo mínimo!) se podría encontrar una forma popular, una manera española. Un escabullirse genuino. Un barroco del entrar y del salir, del cuerpo, del porte y la intención.

Sirva ese quite a cuerpo limpio como introducción inacabable a lo taurino. Ese será mi primer acercamiento y mi último. Mi taurinismo será ese único quite. ¡Aquí, en su infinitud, me quedo!
30 de mayo de 2025

Feria de San Isidro. Evaluados los méritos aportados a lo largo de la tarde, la calificación sobre Marco Pérez: No Apto. Márquez & Moore


'..hoy hemos salido de Las Ventas con la sospecha de que hay muchas carencias en la, llamémosla así, tauromaquia de Marco Pérez. Deberíamos hacer culpables del desaguisado a los inconscientes que han metido a este muchacho en el lío mayúsculo de esta prueba de fuego..'


JOSÉ RAMÓN MÁRQUEZ
Cuando se dieron a la publicidad los carteles de la Feria de San Isidro 2025, allá por el mes de febrero, fue motivo de comentario el one-man-show que le habían preparado al novillero Marco Pérez para el último viernes de mayo. Chocó bastante la delicadeza de poner al salmantino en viernes, día de gin&tonic y afterwork, día en que las alegrías de los fastos que anteceden a la holganza del fin de semana ayudan a que el comportamiento de la Plaza sea más amable que otros. Eso apunta en dos direcciones: de una parte el pedazo de enchufe que debe tener el tal Marco Pérez para en vez de venir a la trituradora de carne humana y de ilusiones que son las novilladas de cascoporro, le preparen una gala especial concebida a mayor gloria de la presentación y despedida en Madrid del joven torero; de otra, los intereses empresariales que deben moverse alrededor del muchacho, llevado a la toma de alternativa de igual manera que fue conducida María Antonieta a la guillotina sita en la parisina Place de la Révolution (actual Place de la Concorde) porque les conviene, a despecho de otras consideraciones.

Antes de seguir, vayan unas palabras sobre los novilleros. Hace años los novilleros venían a Madrid y si estaban bien se les repetía y volvían otra u otras veces, de tal manera que se iba creando un cierto ambiente alrededor de ellos y les iban apareciendo partidarios que iban apreciando su progreso y su crecimiento como toreros. Manuel Jesús El Cid actuó dieciocho veces en Las Ventas en su etapa de novillero; en la temporada 1977, por tomar una al azar, actuaron cada uno en tres corridas en Las Ventas los novilleros Lázaro Carmona, Sánchez Puerto y el torero de origen polaco-vietnamita Lucien Tien Orlewski «Chinito de Francia» y, seguramente, alguno más que se me haya pasado. Por traer las cosas a un tiempo más próximo, «Jarocho» debutó de novillero ante la afición venteña en octubre de 2001, obteniendo una oreja en su labor, que le permitió, al año siguiente, hacer el paseíllo en tres ocasiones en Las Ventas. Ahora compárese eso con la actual situación, por ejemplo con lo vivido por el propio hijo de «Jarocho» que debuta con picadores en 2023, en Ciudad Rodrigo, se presenta en Las Ventas en mayo de 2024 y toma la alternativa en agosto de 2024. Algo ha cambiado de manera muy profunda en la manera en que se hacen los toreros y eso hace que, prácticamente, todos los novilleros que van pasando por Las Ventas a jugarse sus ilusiones y su carrera a una carta, resulten perfectos desconocidos para la mayoría de los que se sientan en los tendidos.

El anuncio de Marco Pérez en una corrida de seis novillos -me niego a usar el término «encerrona»- nos retrotrae al año 1998, mes de septiembre, cuando se produjo, al igual que hoy, la presentación y despedida de Julián López, cinco días antes de tomar la alternativa en Nimes. Marco Pérez se ha presentado hoy en Madrid a siete días de la fecha de su prevista toma de alternativa, también en Nimes. Ambos no pudieron soslayar su paso por Las Ventas antes de ser doctorados y vive Dios que si ambos hubieran podido haber eludido ese compromiso, lo habrían hecho, sin duda alguna, porque la presentación aquella con los Jandilla en mayo de 2023, la de la «clase práctica» de Marco no puede contar. Para la ocasión, el think-tank que rodea al muchacho estimó que lo adecuado era traerle tres novillos de esa marca blanca de Plaza1, ese Hacendado Taurino que es Fuente Ymbro, y otros tres de una ganadería sin antigüedad que responde al nombre de El Freixo, que está formada por animales que proceden de Garcigrande y de Daniel Ruiz. Esto de El Freixo es propiedad del torero felizmente retirado llamado Julián López.

Los novillos de este extraño Desafío Ganadero salieron un poco al tresbolillo: los de El Freixo se lidiaron en 1º, 4º y 6º lugar y los de Fuente Ymbro en 2ª, 3ª y 5ª posición. El más singular de todos ellos fue el quinto, Boquiflojo, número 96, al que Marco se fue a recibir de rodillas frente a los chiqueros. Tras su anodino paso por las cabalgaduras enfaldilladas por dentro y por fuera, deja Marco unas gaoneras que son prácticamente el único toreo de capa que mostró con lucimiento en toda la tarde, antes de brindar al público la muerte del toro en el tercio y allí citar al novillo para darle unos cuantos pases cambiados por detrás y en seguida una colección de pases por bajo, ayudados, trincherilla y de pecho, que es lo más armónico y torero que ha hecho Marco Pérez en toda la tarde. El Fuente Ymbro parece que puede servir para los fines del joven novillero, pero tiene cierta brusquedad que hay que gobernar y, pese a las buenas intenciones del chico, la cosa le va viniendo grande. Su estilo, como el de todos, cite por afuera, ventajas a mansalva, toreo contemporáneo a años luz del fulgor de hace tres días. A la salida de un molinete, en un batiburrillo que se forma, el toro se hace con él y lo lanza hacia arriba. Tremenda costalada. Continúa por naturales fueracacho y por segunda vez el toro le prende y le vuelve a lanzar por los aires. La verdad es que su labor no convence a muchos, y otros, guiados más bien por su buen corazón que por el toreo que están contemplando, aplauden y animan a Marco en su labor. La raza del muchacho le hace ir al tajo con el toro, después de los dos porrazos, pero su falta de recursos técnicos, la endeblez de su mando, su descolocamiento, no le ponen en el camino de abrir un resquicio en el pétreo corazón de la afición. Falla a espadas y a descabellos y su única oportunidad de triunfo de la tarde se esfuma.

Sin embargo, el gran momento de la tarde para medir las capacidades de Marco Pérez había sucedido en el toro que hizo tercero, también de Fuente Ymbro, que atendía por Historiador, número 103. El novillo se movió en el primer tercio, padeciendo el pésimo oficio de Borja Lorente y protagonizando tres entradas al caballo, una en posición y dos de aquella manera, acudió presto a las aseadas banderillas de Iván García y Marco, a la vista de esos indicios, se va al tercio a brindar al público. Le pone la muleta a distancia y le cita, con la derecha, y el animal acude y se traga el pase, se produce el siguiente cite, también a distancia, y el novillo acude, pero se centra más en quien maneja la muleta que en la muleta. Marco Pérez sufre un desarme y, esas cosas de los toros, cuando Marco Pérez vuelve a la faena, el toro ha cambiado por completo. El animal ha descubierto el truco y ya no es fácil pegársela. Ahí es donde quedó de manifiesto la falta de oficio y de recursos de Pérez para poder al toro, para obligarle y para someterle, y a medida que pasaba el tiempo, el novillo se crecía en sus malos modos y se iba haciendo más bronco y difícil por momentos. El final del animal es aquerenciado en tablas y allí es donde Marco le caza y le deja para el arrastre. La voluntad del muchacho no fue suficiente como para cubrir la difícil papeleta del Fuente Ymbro, que descubrió las carencias del torero.

El resto de la tarde, con sus cosas, todas menores, fue un compendio de esta manera en que ahora muchos jóvenes aspirantes entienden el toreo, esa manera que hace indistinguibles a los unos de los otros. Y si hace años salimos de la Plaza atónitos ante la cantidad de triquiñuelas y marrullerías de aquél joven Julián López, hoy hemos salido de Las Ventas con la sospecha de que hay muchas carencias en la, llamémosla así, tauromaquia de Marco Pérez. Deberíamos hacer culpables del desaguisado a los inconscientes que han metido a este muchacho en el lío mayúsculo de esta prueba de fuego.

Una vez reunidos y tras la evaluación de los méritos aportados a lo largo de la tarde, el Tribunal ha emitido su calificación sobre el alumno Marco Pérez con la calificación de: No Apto.



ANDREW MOORE















FIN

SAN ISIDRO - 19° de FERIA / LAS TRES "V" DE MARCO PÉREZ: VALIENTE, VERDE Y VULGAR / por Juan Miguel Núñez Batlles



'..el balance de Marco Pérez en seis novillos es implacable e inapelable: una solitaria vuelta al ruedo. Y esto a unos pocos días de tomar la alternativa, a la que llega respaldado por una aureola sustentada por triunfos y más triunfos cosechados en una enorme -para muchos, excesiva- cantidad de festejos que lleva toreados. Y sólo tiene diecisiete años..'

SAN ISIDRO - 19° de FERIA
LAS TRES "V" DE MARCO PÉREZ: VALIENTE, VERDE Y VULGAR

Por Juan Miguel Núñez Batlles
Le adjudican a Antonio Ordóñez la sentencia que dictó a un novillerito que traía locos a los aficionados de su pueblo y alrededores, creyendo aquella marabunta que estaban ante la reencarnación del mismísimo Manolete.

La valoración de Ordóñez fue de lo más severa, una despiadada definición inspirada en un desventurado juego de palabras: "tiene tres uves, dos de ellas difíciles escollos para abrirse paso en la profesión, que son lo verde que está y lo vulgar que es su toreo; y la otra uve sería la del valor, que aparenta tenerlo, pero es ficticio -advertía-, porque anda siempre 'escondido' en el costillar del toro".

Y ahora uno quisiera dejar a un lado aquellas "uves" del maestro Ordóñez, uno de los más grandes toreros de la historia, para no ser cruel con el muchacho salmantino que proyectaba un espléndido futuro a partir de la pretendida gesta de matar en solitario seis novillos en Las Ventas. Pero el balance de Marco Pérez en seis novillos es implacable e inapelable: una solitaria vuelta al ruedo. Y esto a unos pocos días de tomar la alternativa, a la que llega respaldado por una aureola sustentada por triunfos y más triunfos cosechados en una enorme -para muchos, excesiva- cantidad de festejos que lleva toreados. Y sólo tiene diecisiete años.

¿Dónde hay que buscar los culpables? La respuesta conviene dejársela a su entorno familiar y profesional. El padre fue torero, el apoderado también, como el director e ideólogo del centro en el que recibió las primeras enseñanzas taurinas. Hoy todos en burladeros del callejón, ¿se habrían planteado los hándicaps de venir a Madrid, en San Isidro, a una edad tan tierna, seguramente sin estar acostumbrado a matar novillos tan fuertes como exige esta plaza? Novillos además con la fortaleza, el genio y las ideas de un ganado al que ni por asomo ha estoqueado en tantísimos pueblos de España, Francia y América donde se ha venido prodigando. Y sin respiro; tanto que, también se le ha notado "atorado", atacado de tanto toro.

Hoy, de los seis novillos, le han sobrado tres o cuatro. Y haber alternado con dos nombres de una espléndida baraja de novilleros mucho mejores que él, hay que decirlo de una vez, porque tienen más clase, más profundidad y más calidad en su toreo. El llamado "sistema" habrá tomado buena nota de que "la magia" de este Marco "ratón" Pérez se ha perdido desde que le ha cambiado la cara, de un rostro angelical cuando era más niño al de un hombre ya con toda la barba. No es lo mismo para que los públicos le sigan celebrando la habilidad que define su toreo. Porque Marco es sobre todo eso, un torero inteligente y astuto.

Y vamos con la película del festejo.

El primer novillo, de El Freixo, protestado por chico a pesar de los casi quinientos kilos que daba la tablilla, exactamente 496. Novillo que estuvo mucho a la defensiva y con el que lo único destacado fueron los doblones iniciales y unos derechazos de figura erguida y cierta donosura. No obstante, ya aquí dejó ver el aspirante su escaso compromiso. Mató mal.

Protestas también a la salida del segundo, con cuerpo de toro, pero sospechoso de pitones.¿Será posible, también en Madrid, donde hablan de cosas raras que pasan en los corrales? El novillo de Fuente Ymbro duró poco y el novillero apenas si pasó de un simple proyecto de faena.

En el tercero, de El Freixo, quite por chicuelinas. Pero un marrajo, manso, de embestida descompuesta, que se le vino al pecho en el primer cite con la muleta. El trasteo fue una angustia, pues insistió ahí Marco. No se entiende, pues que le coja si le tiene que coger, que sea un novillo bueno, bravo, pero no un manso declarado. Otra vez mal con los aceros.

En el cuarto, de El Freixo, se fue a chiqueros, resolviendo con una apurada larga cambiada. Novillo suelto, abanto, corretón. El quite, que pomposamente llaman "de oro", le salió embarullado, de baratija. En el último tercio, estatuarios y uno del desdén. Poco interés del tendido a pesar de lo esforzado y voluntarioso que estuvo, incluido un conato de arrimón.

Ahora sí entró la espada a la primera aunque tardó el astado en doblar; y fue curioso el entusiasmo desbordado en el tendido alto del "1", repleto de paisanos, los salmantinos que habían venido en varios autobuses y muchos vehículos particulares a arroparle, agitando pañuelos, algunos uno en cada mano. Pero qué lástima, estaban tan mal ubicados que el presidente no alcanzaba a verlos, tapados por el saliente del Palco Real. La cosa quedó en una cariñosa ovación.

En el quinto, de Fuente Ymbro, que vendría a ser el mejor de los seis, otra vez a chiqueros. Un quite de frente y por detrás. El mejor quite en la tarde. Brindis al público como ya había hecho en el primero. Abrió faena con pases cambiados por detrás aliviándose. El novillo de nota alta. Se sucedieron las primeras series fundamentales perdiendo los pasos justos entre pases para quedar siempre bien colocado. Muletazos limpios y seguidos. No obstante, aquí es donde le faltó el "alma" de torero artista que podría encumbrarle lejos de lo que es un torero mecánico, lo que se dice un pegapases. Es cierto que conforme avanzaba el trasteo apretó más el muchacho, pero la emoción la ponía el novillo. Hasta que, toreando por naturales, y al iniciar el remate de pecho el novillo "le vió" tirándole a gran altura. Plus de emoción, cuando en un cambio de mano salió otra vez por los aires. Pasión desbordada en la última tanda a derechas. Pero se repitió el fallo con la tizona, y esta vez se vio claramente que atacaba dejándose el brazo atrás. Otro problema que tiene, el de la suerte suprema.


De nuevo a chiqueros en el sexto, de El Freixo, que casi le arrolla. Brindó a su padre. Apertura de faena de rodillas levantándose en el primer embroque. A derechas por abajo novillo al suelo, y aliviándole, la cara por las nubes. Novillo bronco y protestón, hasta que se apagó y con él la faena.

Fue desde luego una desilusionante tarde, para todos y por todo.

  • FICHA DEL FESTEJO
.- Tres novillos -primero, cuarto y sexto- de El Freixo, y otros tantos -segundo, tercero y quinto- de Fuente Ymbro.

Novillada mansa y sin movilidad. Los de El Freixo sobre todo con muchas dificultades. El tercero casi le quita la cabeza. Los mejores, el tercero y sobre todo el quinto, de Fuente Ymbro.

Marco Pérez, que actuó como único espada, obtuvo el siguiente balance:

- Pinchazo y estocada defectuosa (silencio).

- Pinchazo, otro hondo y estocada desprendida (silencio).

- Dos pinchazos, estocada trasera y descabello (silencio).

- Estocada desprendida y trasera (aviso y ovación tras ruidosa pero minoritaria petición).

- Pinchazo y pinchazo hondo que se traga el novillo haciéndose casi estocada y dos descabellos (aviso y vuelta con protestas al iniciarla).

- Y estocada trasera y ladeada, y dos descabellos (silencio).

En cuadrillas, Iván García saludó en el tercero.
La plaza registró lleno de "no hay billetes" en tarde calurosa.






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Fotografía: Plaza1

MADRID / 19ª SAN ISIDRO.- La tauromaquia según Marco / por Jorge Arturo Díaz Reyes

Marco Pérez con el 5°. Foto: Las Ventas

Marco Pérez da una vuelta al ruedo en su presentación con caballos a Las Ventas en solitario. Dispar pero serio encierro de Fuente Ymbro y El Freíxo…

MADRID / 19ª SAN ISIDRO
La tauromaquia según Marco

Jorge Arturo Díaz Reyes
En la historia del toreo hay quienes nacen figuras y a quienes hacen figuras. Quienes contra todas las desventajas y obstáculos conquistan la idolatría, y quienes la encuentran como una mesa servida. Hoy había en el cartel de Las Ventas un aire de lo segundo. Qué novillero de diecisiete años es presentado con caballos a Madrid, solitario, en medio de la feria más importante del mundo, con a una selección de ganado (dos hierros de sangre Domecq) tan propicia en el papel y con tanta promoción y expectativa creada

Eso, para bien o para mal pesó en la plaza. Mucho. Marcó la corrida. El sector puntero de la afición mundial, que se considera “el pueblo de Dios”, el elegido, el puro, el dueño del verbo, lo expresó de salida. Desde cuando el joven espada, corinto y oro viejo, pisó el tercio para saludar la ovación que le brindó la pletórica plaza por el gesto, no más deshecho el paseíllo. Braceaban como tenistas pidiéndole que se tapara. Y así fue toda la tarde, llegando la pugnacidad a su punto más dramático, durante la lidia del quinto utrero, “Boquiflojo”, de Fuente Ymbro, 538 kilos. Acosado de las protestas y tatatá por presunta posición fuera de cacho, Marco fue cogido en los medios, impresionantemente, mientras ligaba naturales en la cara misma del toro (que lo era por hechuras). Parecía cornada. Sin mirarse, volvió al terreno y a la infamada pelea para otros tres con la de cobrar, y otra cogida tan aparatosa como la primera. Dos en un minuto. ¿Fuera de cacho? Como en las viejas historias toreras de folletín. La heroica muerte rondando en medio de la incomprensión y el desprecio narcisista del monstruo de mil cabezas. Y entonces, la mayoría ofendida, respondió con altisonancia, formándose la confrontación de masa gritonas en las gradas. Y el muchacho abajo, frente al animalazo, en lo suyo, en el trivial empeño de jugarse la vida para la complacencia y atención del prójimo.

Esa fue la tónica. Pero por supuesto no fue lo único que signó el resultado. La falta de casta, mejor dicho, la noblota sosería de la mayor parte del encierro (el tercero fue un marrajo), que castraba la emoción, a pesar del valor y buenos oficios del novel, dejándola solo en empatía. Otra, fue la falta de cumplimiento en la suerte suprema. Que, con seguridad de haberla conseguido, le hubiese otorgado una holgada puerta grande. Lo cual era el propósito de unos y la angustia de los otros.

Y si se me permite, también, por que lo sentí, sin dejar de reconocer, la sinceridad del riesgo. Baste decir que los tres últimos los recibió a portagayola (o a lo que se le dice portagayola hoy en día, más allacito del tercio). Y los arrimones y largos encunamientos. Sin dejar de reconocer eso, digo, de andar siempre pisándole los terréenos a los toros, me pareció percibir en todo el que hacer, más preconcepción que inspiración. Factores estos sumados que impidieron a la tarde romper, o mejor dicho desbordar la pasión en la Monumental, como en verdad han logrado hacerlo en las ocasiones claves, las figuras innatas en la historia. Y esta lo era.                                                                                                                                             
  • FICHA DEL FESTEJO
Viernes 30 de mayo 2025. Madrid, Plaza de toros de Las Ventas. Sol. Cartel de “No hay billetes”. Seis utreros, 3 de Fuente Ymbro, y 1, 4 y. 6 de El Freixo,

Marco Pérez, silencio, silencio, silencio, palmas tras aviso y petición de oreja, vuelta al ruedo, y saludo

Incidencias: Saludó Iván García tras parear el tercero

San Isidro: Solitaria y cruel desilusión para Marco Pérez / por Jean-Charles Olvera


El festejo del día era la esperada presentación en Madrid de Marco Pérez, y también su despedida como novillero. Esta encerrona de por sí, nos prohibió verle en competencia normal con otros dos novilleros y con novillos sorteados y no escogidos. El resultado final fue para unos un petardo, tal como se oyó dos veces desde los tendidos de sol cuando se terminaba el festejo, y una hazaña por parte de sus seguidores.

Solitaria y cruel desilusión para Marco Pérez

Por Jean-Charles Olvera
Esta tarde, el novillero salmantino Marco Pérez hizo colgar el cartel de ‘no hay billetes’ en plena feria de San Isidro.

Bueno, eso dice la taquilla y cuenta el mundillo interesado. Porque los que llenaron la plaza eran los mismos de siempre, esos abonados y otros aficionados fieles que no quisieron perder otro festejo del serial y quienes se presentan cual sea el cartel del día.

A estos, se añadieron algunos curiosos y muchos seguidores, salmantinos en su mayoría, situados en los altos de los tendidos de sombra 1 y 2, los mismos que siguen al ídolo y nuevo ‘niño prodigio’, tal como es presentado Marco Pérez, como si esto se tratase de un circo. Si se hubiera presentado en otras condiciones, dudamos de que consiguiese llenar la plaza y que tuviese en los tendidos un público benévolo como el que estuvo esta tarde. El mismo que le ovacionó, esta vez lógicamente, para animarle, al finalizar el paseíllo.

Esta encerrona seguía otra del mismo novillero en este coso, organizada también a propósito el 15 de mayo 2023, en una clase práctica matutina exitosa con entrada gratuita que llenó en gran parte Las Ventas. Dos encerronas venteñas para este joven novillero, apoderado por el torero francés Juan Bautista, organizadas a modo por Plaza 1. La de esta tarde fue otra de las programaciones taurinas secretas imaginadas por el ‘director artístico’ Simón Casas, el mismo que organizará con su nuevo equipo llamado ahora ‘Casas&Co’, el siguiente festejo de este novillero que tomará la alternativa en Nîmes el próximo viernes 6 de junio con toros ad hoc de Garcigrande, probablemente peor presentados que los novillos de esta tarde. Alfombra roja para Marco Pérez y galeras para otros. De la desigualdad de tratamiento vista como injusticia y vara de medir por la parte exigente de la afición situada en los tendidos de sol, 7 y 6, de ahí la perfecta división que hubo en esta tarde caliente, no solo por calurosa.

El festejo del día era la esperada presentación en Madrid de Marco Pérez, y también su despedida como novillero. Esta encerrona de por sí, nos prohibió verle en competencia normal con otros dos novilleros y con novillos sorteados y no escogidos. El resultado final fue para unos un petardo, tal como se oyó dos veces desde los tendidos de sol cuando se terminaba el festejo, y una hazaña por parte de sus seguidores.

Siendo realistas, este desafío profesional y personal no obtuvo el resultado esperado por Marco Pérez, ni por el mundillo apresurado de presentarle como un nuevo José Tomás. Será sin duda para reflexionar sobre cómo seguir manejando su carrera, demasiado protegida hasta ahora. Esta novillada en solitario era un atrevimiento muy arriesgado en todos los sentidos, que terminó con un joven novillero de 17 años, no hay que olvidarlo, que tocó en parte fondo en más de un novillo.

El encastado quinto novillo, ‘Boquiflojo’ de Fuente Ymbro, es el que finalmente le señaló más, por ser el que podía regalarle sus orejas y el triunfo anhelado con lidia adecuada. Fue el doble o nada del novillero, que acabó como apuesta perdida, entre derechazos iniciales esperanzadores que fueron de inmediato a menos y que siguieron series por naturales, fuera de cacho, concluidas por sendas volteretas, de las que dan orejas en plazas de segunda pero que señalan las malas colocaciones en Madrid. Su vuelta al ruedo tras aviso y pinchazo, más pinchazo hondo, fue muy dividida. La res por su parte oyó la única gran ovación de la tarde en el arrastre. Como si fuese un punto final.

Apuros en su tercera portagayola. No fue suficiente su disposición

Poco más pudimos anotar de la encerrona, el resto del lote de los otros dos novillos de Fuente Ymbro y de los tres del Freixo (1°, 4° y 6°) tuvo en su conjunto un juego deslucido. De presentación más que límite para Las Ventas, cornicortos los 1°, 2° y 4° y cornigacho el 2°, todos protestados en sus salidas. Pérez intentó agradar al público en todo momento, componiendo la figura en algunos inicios de faena (al 4°), esforzándose con sus tres últimas portagayolas y arrimándose con el peligroso 3°, pero con pocos recursos y limitada lidia para mandar a este Fuente Ymbro. Apenas hubo lucimiento con el capote, y las únicas y raras buenas series fueron con la mano derecha, iniciando faenas. De temple, ni hablar. Y de espadas, menos aún.

Era un desafío estratégicamente arriesgado, que se convirtió en cruel desilusión y aterrizaje forzado en el mundo real para Marco Pérez y su equipo, lejos, muy lejos, del cuento taurino de hadas y otras fábulas que han montado con este novillero. Ojalá recapaciten con él.

viernes, 30 de mayo de 2025

La sombra de Morante es alargada / por Andrés Amorós

Roca Rey, con el segundo de su lote, al que cortó una orejaEFE

'..Decir que el público ha estado frío, en esta tarde de bochorno, sería un chiste malo. Eso sí, le ha costado entrar en la corrida: después de lo que vimos ayer… Al final, con esfuerzo, Roca Rey ha logrado no irse de la Feria de vacío y Rafa Serna, jugándosela, ha cortado otro trofeo..'

La sombra de Morante es alargada
Oreja a Roca Rey, en su despedida de la Feria, y a Rafa Serna, en su confirmación de alternativa

Andrés Amorós
El Debate/29/05/2025 
Paladeando todavía, en el recuerdo, la preciosa faena de Morante, volvemos a Las Ventas. En la segunda y última actuación de Roca Rey, vuelve a colocarse el «No hay billetes». (¡Lo siento, señor Urtasun!). Con todos los respetos para sus compañeros, el cartel me parece singular. Preferiría ver a la gran figura peruana compitiendo con sus rivales, los diestros que pueden apretarle: Morante, Luque, Perera, Borja Jiménez…

Las reses de El Torero (procedentes de Salvador Domecq) muestran nobleza pero varios son justos de fuerzas. El público tarda en entrar en las faenas. En el quinto toro, Roca Rey se empeña y logra cortar una oreja: no se va de la Feria en blanco. En el último, Rafa Serna se la juega y es premiado con otro trofeo.

El riojano Diego Urdiales torea con clasicismo, con buen gusto. El segundo renquea de atrás, de salida: lo cuida Urdiales, con el capote. El toro echa la cara arriba, en el caballo; sale suelto y flaquea; en la muleta, queda muy corto. El buen estilo del diestro se estrella contra un toro que no transmite: corta pronto la faena, como debe. Mata a la segunda: «ná de ná», sentencia un castizo.

Acude de largo al caballo el cuarto, un bonito salpicado, que embiste bonancible y repite pero también está justo de fuerza. Brinda Urdiales al público. Dándole distancia, traza buenos muletazos pero el toro flaquea, el correcto trasteo tiene poca emoción. Faena aseada, sin más, de un diestro veterano, con un toro que queda a medias. Mata con facilidad.

Diego Urdiales, con el cuarto de la tarde, un toro salpicado de 547 kilosEFE

No logró triunfar Roca Rey en su anterior comparecencia, con los toros de Victoriano del Río: sus dos faenas se cerraron con silencios. Debe apretar, esta tarde. Protestan de salida al primero, que embiste con nobleza pero ya flaquea en los delantales de recibo. Lo pican poco, echa la cara arriba. El toro galopa alegre, es bravito, pero flojo. Brinda al público. Empieza Andrés de rodillas, intercalando muletazos cambiados, y remata la serie mirando al público (una fea moda actual). Conduce con mando las embestidas pero el toro gatea y renquea: surge la división de opiniones. Liga una buena serie de naturales, antes de que el toro se raje a tablas. Lo mejor, la estocada, entrando recto. El toro ha sido bravo pero flojo; la faena, ligerita. La petición de oreja no se concede: si no se premió la faena de Morante… Después de la petición, ni siquiera le hacen saludar. Así está el público, ahora.

El quinto acude bien al caballo, miden mucho el castigo pero flaquea; acude pronto y con nobleza a la muleta. El trasteo es correcto pero dice poco. Al escuchar algunas palmas de tango, Andrés se encorajina y logra series más rotundas, con mayor eco. Al final, con el compás muy abierto, se lo enrosca a la cintura, con mucho mando. Recurre a los muletazos invertidos: como tantas tardes, lo más efectista, lo de menos valor, es lo más aplaudido. Mata con rotundidad, desprendido, pero se desata la pañolada: oreja y ovación al noble toro.

Roca Rey, mirando al tendido con el primero de su lote, que tenía una bonita capaEFE

No recuerdo que el sevillano Rafa Serna haya toreado en Europa el año pasado: confirmar así la alternativa en Las Ventas parece arriesgado. Recibe con verónicas cargando la suerte al primero, bien armado, astifino, que blandea y sale huyendo del caballo, después de haberlo picado muy mal. No encuentra a la persona a la que iba a brindar y lo hace al público: ¡vaya! El toro embiste con nobleza pero flaquea, se para pronto; el trasteo es correcto, pero no cuaja. Mata con decisión pero trasero.

Acude a portagayola en el sexto, siguiendo la moda actual –que me sigue extrañando– de colocarse muy lejos; enlaza con vibrantes verónicas; gallea para llevarlo al caballo: el toro da cabezazos, apenas le pegan. Cuando el picador empieza a picarlo de verdad, buena parte de los espectadores pitan: así es el público actual, hasta en Las Ventas. Ahora ya le han dicho a Serna dónde está el destinatario de su brindis. El toro acude pronto y repite, tiene emoción, protesta. El diestro se justifica con valor, bordea el percance varias veces: en uno de los muletazos por alto, recibe un pitonazo en el pómulo. El público agradece su entrega y lo premia con una cariñosa oreja.

Rafa Serna, con el segundo de su lote y sexto de la tarde, al que cortó una orejaEFE

Momento en el que ese mismo toro hiere en el pómulo a Rafa SernaEFE

Decir que el público ha estado frío, en esta tarde de bochorno, sería un chiste malo. Eso sí, le ha costado entrar en la corrida: después de lo que vimos ayer… Al final, con esfuerzo, Roca Rey ha logrado no irse de la Feria de vacío y Rafa Serna, jugándosela, ha cortado otro trofeo.

La primera novela de mi amigo Miguel Delibes, la que le dio a conocer, porque obtuvo el Premio Nadal, se titula La sombra del ciprés es alargada. (Luego me consta que a él no le gustaba mucho, le parecía sólo un primer ensayo). La he recordado esta tarde, en Las Ventas. Evidentemente, la sombra de Morante es alargada, muy alargada. El recuerdo de su gran faena ha pesado mucho esta tarde. Y seguirá pesando, muchas tardes. Sin partidismos ni exageraciones, ésta es la realidad: ahora mismo, con todos sus altibajos, Morante está a otro nivel.

En el prólogo a la extraordinaria biografía de Belmonte que escribió Chaves Nogales, recuerdo yo que don Gregorio Corrochano, el crítico más exigente, el más ferviente seguidor de Joselito, después de ver una gran faena de Belmonte, perdió su habitual ecuanimidad. En la crónica que escribió, proyectándose en el futuro, imaginaba que, alguna vez, le hablarían de la gran faena que había hecho un torero y él, moviendo la cabeza, repetiría, maquinalmente: «Ah, sí, Belmonte. ¡Juan Belmonte!». Algo parecido hemos vivido nosotros, este miércoles. Por eso, seguimos repitiendo: «Ah, sí, Morante. ¡José Antonio Morante!».

POSTDATA. Me comenta Emilia Landaluce el vasito de plata que llevaba en la mano Morante, cuando hizo el quite, el miércoles. No es la única a la que el detalle le impresionó. Para los que no lo vieron, en la Plaza o en Telemadrid, recordemos que el toro apretó a su banderillero, después de poner los palos, y lo persiguió, de cerca. Inesperadamente, salió al ruedo Morante, que estaba en el callejón, y, a cuerpo limpio, se cruzó en el camino del toro, desviando su atención: así, libró a su banderillero del probable percance, dándole tiempo a que alcanzara el refugio del burladero. No le dio tiempo a Morante a coger capote o muleta; en la mano llevaba solamente el vasito de plata, en el que estaba bebiendo un buchito de agua, antes de la faena de muleta.

La anécdota tiene su importancia. Torear bien no es sólo dar buenos lances y muletazos. Una norma no escrita pero indiscutible de la tauromaquia clásica es que el diestro, en el callejón, debe estar siempre pendiente de lo que sucede en el ruedo: para estudiar las reacciones del toro y para acudir en socorro de un compañero, si lo necesita. No tiene sentido lo que ahora vemos, algunas veces: matadores que se distraen, saludando a algunos amigos, o, incluso, haciendo algún ejercicio gimnástico. Esa actitud de permanente atención a la lidia forma parte de la necesaria torería. La dinastía Bienvenida fue un ejemplo máximo de esa virtud, que les inculcó a sus hijos el Papa Negro: cualquiera de los hermanos solían hacer ese tipo de quites. En esto, también, Morante de la Puebla sigue fiel a la mejor línea clásica del toreo.

FICHA
Madrid. Plaza de Las Ventas. Feria de San Isidro. Jueves, 29 de mayo, «No hay billetes». Toros de El Torero, nobles pero justos de fuerzas, en general.

DIEGO URDIALES, de tabaco y oro, en el segundo, pinchazo y estocada (silencio). En el cuarto, estocada (silencio).

ANDRÉS ROCA REY, de grana y oro, en el tercero, estocada (petición y silencio). En el quinto, estocada desprendida (oreja).

RAFA SERNA, que confirma la alternativa, de blanco y plata, en el primero, estocada trasera (palmas). En el sexto, estocada (oreja).