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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

sábado, 10 de mayo de 2025

SAN ISIDRO - 1• de Feria SIGUE INTACTA LA AMBICIÓN DE TALAVANTE: DOS OREJAS Y PUERTA GRANDE / por Juan Miguel Núñez Batlles

Fotografías: Plaza1

La foto de la tarde, sin duda, Alejandro Talavante cruzando a hombros la Puerta Grande. Instantánea respaldada por una ambiciosa y triunfal faena, al segundo de su lote, en la que se fundieron los mejores atributos del toreo verdad, a base de arrebato y armonía, equilibrio y academicismo. Toreo de líneas firmes y muy sentidas.

SAN ISIDRO - 1• de Feria
SIGUE INTACTA LA AMBICIÓN DE TALAVANTE: DOS OREJAS Y PUERTA GRANDE

Juan Miguel Núñez Batlles
La foto de la tarde, sin duda, Alejandro Talavante cruzando a hombros la Puerta Grande. Instantánea respaldada por una ambiciosa y triunfal faena, al segundo de su lote, en la que se fundieron los mejores atributos del toreo verdad, a base de arrebato y armonía, equilibrio y academicismo. Toreo de líneas firmes y muy sentidas.

No había sido posible en su primero toro, que se dejó todo en el caballo, no se sabe si bueno o malo. El caso es que el picador se excedió en sus funciones. Y el animal, blandengue y sin recorrido, no aportó nada. Y nada fue posible.


Ya en el cuarto vino lo sólido, solemne y transcendental. Toro noble y repetidor. Y faena de altos vuelos de un entregado e inspiradísimo Talavante. Abandonado el cuerpo y muñecas dormidas desde unas explosivas y jacarandosas trincherillas iniciales ligadas a una serie al natural de no va más. El toro yendo y viniendo, pero sin exagerada codicia. El ímpetu y la fuerza fue todo del hombre, que alternaba las dos manos con suma majeza, aprovechando las bondades del animal, no obstante, para poner fibra a una faena de puro clasicismo y mucha verdad. Al final, nuevas trincherillas y uno de la firma, inacabables, o si se quiere, inenarrables.

El público, rendido; pues no es cosa de advertir que estos "sucesos" difícilmente se dan en Madrid. Claro que los fundamentalistas de siempre pusieron también sus objeciones. Faltaría más, los pitos de los eternos disconformes para darle más categoría y rotundidad al triunfo. Tras la estocada, aunque no fue la espada por el mejor camino, el toro rodado y las dos orejas. Puerta Grande para acallar muchas bocas. Demostrado que hay Talavante para rato.

Otro momento distinguido y soberano en la tarde fue cuando a un quite de Talavante a la verónica, en su turno, de lances pausados y enjundiosos, respondió Juan Ortega con chicuelinas ajustadas de exquisita envergadura, y con explosión de arte en la media de remate. Fue un excelente prólogo a otro extraordinario pasaje que iba a venir en la muleta. 


Pero esta vez, fugaz: un par de series a derechas a cámara lenta de verdadero clamor por el ritmo y la gracia en los vuelos del engaño. Antes también muletazos por alto y un trincherazo. Toreo caro. Lástima que el astado se vino abajo y ya nada fue igual, hasta esfumarse todas las esperanzas.
Del quinto, mejor olvidar. Toro a la defensiva y tirando cornadas al aire. Ortega no tuvo opciones, y, lo peor, se eternizó con la espada.


El confirmante Clemente mezcló nervios y ambición frente al toro de la ceremonia en una faena que pese al lógico desasosiego, y no obstante también con una espeluznante voltereta, tuvo momentos de toreo brillante, pero sin la necesaria unidad. En el sexto faltó colaboración por parte del burel, sin humillar y quedándose corto. Faena voluntariosa e intermitente que no pasó de las apariencias.


FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Victoriano del Río -quinto y sexto con el hierro de Toros de Cortés-, bien presentados y de juego desigual. Bueno el enrazado primero, y bueno el almibarado cuarto. El resto, noblones pero sin finales.

Alejandro Talavante: estocada baja (silencio); y estocada trasera y tendida (dos orejas).
Juan Ortega: pinchazo y estocada (aviso y silencio); y siete pinchazos y dos descabellos (aviso y silencio).
El francés Clemente Hargous, "Clemente", que confirmó la alternativa: estocada trasera y baja, y nueva estocada de igual guisa (aviso y ovación); y media estocada trasera y cinco descabellos (aviso y silencio).

Lleno de "no hay billetes" en tarde despejada y fresca.

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