Digo todo esto tras conocer la noticia de que Alejandro Talavante abandonó a su mentor, José Miguel Arroyo Joselito para, de repente, sin que nadie lo esperásemos, ponerse en las manos de Simón Casas. Sin duda alguna, ni un solo reparo le pongo a la decisión de Talavante que, siendo mayorcito ya es dueño de sus actos pero, a su vez, cuesta mucho entender los motivos por los cuales ha tomado tan difícil y arriesgada decisión. Lo digo porque como es sabido por todos, Simón Casas es el hombre con peor prensa del mundo y, como dice el refrán, cuando el rio suena, agua lleva.
Claro que, Casas, si le dejaran opinar a él respecto a su persona, si de refranes hablamos, él seguro que nos diría que algo tendrá el agua cuando la bendicen. Lo digo porque él es un bendecido. Más que eso yo diría que es el tipo más listo que existe en el toreo. Yo he escuchado a muchos toreros hablar auténticas pestes de Simón Casas pero, a su vez, todos, tras el diálogo mantenido siempre me han dicho lo mismo: “Pero eso no lo pongas que, como sabes, luego vienen las represalias del amo”
Sobre los asuntos del taurinismo me tiene sin cuidado lo que hagan unos y otros pero, aplicando la lógica, la misma nos certifica la realidad de Casas con sus poderdantes que, todos, sin distinción, le duran menos que un caramelo a la puerta de una escuela. ¿Será que todos se han hecho ricos junto al productor en una sola temporada? ¿Será que no cobran todo aquello que pensaban? ¿Es posible que, como Casas argumenta, les da a todos la libertad para que se machen cuando quieran, por ello todos huyen despavoridos del citado vendedor de humos? Mil y una pregunta más podríamos hacernos al respecto pero nadie nos dará una respuesta convincente.
Lo que sí queda clarísimo es que, pese a todo, Simón Casas siempre encuentra al primo de turno. Lo digo porque dentro del mundillo, el productor, que es un tipo con suerte, siempre le cae el gordo sin jugar porque, que tratara con personas ajenas al mundo del toro lo podría entender todo pero que, dentro de ese reducto de toreros que es el mundillo taurino, todos conocen los trapos sucios del toreo, la pregunta es inevitable, ¿cómo puede caer en semejante vileza Alejandro Talavante? De entrada, Talavante, lo que debería de haber hecho es quedarse en casa y gozar de todo aquello que ha ganado honradamente en el toreo. Pero, reaparecer sin éxito alguno y, de cara al año venidero ponerse en las manos de Simón Casas, eso dice muy poco a su favor.
Si de Talavante hablamos todos podemos pensar, otra víctima más para la larga lista de damnificados del productor. Cierto es que, como dije, Talavante ya es mayorcito pero, en esta ocasión se acordará más que nunca y para siempre de aquel genio del apoderamiento llamado Antonio Corbacho, el que le descubrió, le dio la alternativa y le puso en figura del toreo y, además con dinero, ahí están todos los bienes que tiene Talavante con fincas y ganadería incluida y, al que el diestro abandonó de mala manera. Por eso, por razones crematísticas, esa unión que tanto ponderan los afines al “partido”, es decir, al taurinismo, saltará en mil pedazos y no tardará mucho, quizás, así lo barrunto, mucho antes de lo que ellos imaginan.
Un día de estos tengo que entretenerme en publicar la lista de toreros a los que ha apoderado Simón Casas, el tiempo que le duraron cada uno de ellos, cómo y de qué manera acabaron las relaciones y mil cositas que, cuando las conozcamos en profundidad sabremos cómo las gasta el personaje. Eso sí, como diría nuestro entrañable Paco Cañamero, nadie es capaz de vender humo –sí, existe otro vendedor de humos todavía más grande que Casas, pero éste ejerce en política y se llama Sánchez- como Simón Casas y, lo mejor no es que lo venda, lo dramático es que se lo siguen comprando y pagando a precio de oro.
Simón Casas confesó haber pasado hambre en Madrid y, como reza el dicho popular, no hay nada más sabio que el hambre propia, razón por la que dijo, a partir de ahora voy a ser rico, y lo logró. El hambre ha quedado, como es notorio, para todos aquellos que le han secundado de alguna u otra manera. Allá ellos. Afirmo que Simón Casas no tiene culpa de nada, si echa el anzuelo y pican, gloria bendita para el productor.
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