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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 12 de diciembre de 2022

Contando epopeyas / por Jorge Arturo Díaz Reyes


O llevarás luto por mí, fragmento, página 381

Contando epopeyas

CrónicaToro/12 XII 2022
Murió Dominique Lapierre y es difícil evocarlo como individuo y no como media pareja. La literaria que formó con Larry Collins. Bueno, a decir verdad, ni como lo uno ni como lo otro le recordó suficientemente la prensa taurina esta semana.

Que habría debido hacerlo, pues una de sus obras: “O llevarás luto por mí” (1968), quiérase que no, figura entre las más leídas, sino la más leída de la historia del toreo, en cualquier idioma.

Promediaban los sesenta. Esa década tremenda en todo aspecto, y en los ruedos dorada por Antonio Ordóñez, Diego Puerta, El Viti, Paco Camino, Curro Romero…, y desbordada por el turbión pasional que fue Manuel Benítez Pérez “El Cordobés”. Torero de masas y fenómeno taquillero, como no hubo antes ni después.

No el mejor, ni el más artista, ni el más poderoso, ni definitivamente el más canónico (al contrario), pero sí el que con su personalidad impactó de lleno en el espíritu de la iconoclasta generación emergente de la época. Lo encarnaba.

Los dos jóvenes, francés y norteamericano, reporteros de guerra, que se habían conocido como soldados de paz. Pese a ser competidores profesionales entre sí (Paris Match y Newsweek respectivamente), habían saltado juntos al estrellato con su libro ¿Arde París? El cual de una vendió más de 50 millones de copias, y luego dió pábulo a la millonaria superproducción hollywoodense del mismo título. Nuevos ricos entonces, fueron de vacaciones a España ese año 1964, recordaba el uno a la muerte del otro en el 2005:

“Apenas llegados, recibimos un telegrama de la gran revista internacional The Readers’ Digest, en el que nos pedía que escribiésemos un artículo sobre el más importante torero español de aquella época, El Cordobés. Ni Larry ni yo teníamos la menor idea sobre la tauromaquia, pero nos entusiasmaba el proyecto sólo con pensar en transformarnos en dos pequeños Hemingway. Y de hecho íbamos a poder contar toda la historia de la España moderna a través de este hijo miserable de un combatiente republicano muerto de hambre en un campo de concentración franquista. Este segundo relato, titulado...O llevarás luto por mí nos colocó definitivamente en la ruta de las grandes epopeyas históricas mundiales…”

Sí, tras cuatro años de investigación y redacción, ese inicio en la veta dé las grandes epopeyas mundiales fue su segundo estallido editorial, al que siguieron: Oh Jerusalén, Esta noche la libertad, El Quinto Jinete, ¿Arde Nueva York?

Best sellers, que como pasó con su torero, si bien no los consagran paradigmas de arte, sí los dejan a la posteridad como estruendos globales de la narrativa realista. Esa que han dado en llamar “periodismo literario”. Tonto rótulo. Todo periodismo escrito bueno o malo es literatura buena o mala. Uno de sus géneros.

Los aficionados sesenteros, cada vez menos, no podemos olvidar aquel desatado “Cordobés” que vivimos jóvenes, afianzado en nuestra memoria por ese retrato inclemente, sobre la escena de su trágica España, que Lapierre y Collins mostraron al mundo tan crudamente.

Tampoco los taurinos de hoy, sesgos aparte, pueden ignorar ese testimonio, ni lo que aportó a la comprensión y propagación del perseguido culto. Luto por ti Dominique.

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