"...Me ha venido a la mente ahora esta figura llena de ternura como era el Botones puesto que, de vez en cuando, en alguna película de hace años siempre aparecía dicha figura que, insisto, nos llenaba de cariño y ternura por sus acciones y por la forma que tenían de actuar aquellos chicos que, mediante el trabajo querían ser hombres de provecho y, muchos lo lograron; muchos no, todos..."
El botones Sacarino
Pla Ventura
Toros de Lidia/29 diciembre, 2022
Los que por razones de edad tuvimos la fortuna de vivir en aquella España próspera, grande, libre, única y siendo la admiración del mundo por aquello de la renta per cápita que teníamos, amén de múltiples prebendas que nos otorgaba aquella forma en libertad con la que vivíamos, al contemplar el modo de vida actual, a cualquiera se le resquebraja el alma al comprobar que se han perdido aquellos valores de antaño puesto que, en la actualidad, lo único que vale y que ponderan esos desaprensivos que nos gobiernan, es la maldad en todas las facetas de la vida, la negación de lo obvio, y el odio como bandera para todo aquel que no piense como la apestosa izquierda que, aferrada al poder han destruido aquellos valores que esgrimíamos ante el mundo.
Lo que antes veíamos como lógico –y lo era- en la actualidad se calificaría como explotación de menores, caso de aquella figura mítica y legendaria que teníamos como era El Botones en cualquier entidad y empresa puesto que, en calidad de puesto de trabajo, era una función que desarrollaban los chicos con muy poquita edad, pero con unas ganas enormes de aprender. Ahora, como digo, si hubiera Botones como antaño les tildarían como seres explotados por unos jefes criminales cuando, la realidad siempre nos dijo lo contrario. Eso sí, en esta época de las extravagancias más absurdas, si un chico/a quiere cambiar de sexo con doce años está en su perfecto derecho de hacerlo. ¿Cabe extravagancia mayor?
Me ha venido a la mente ahora esta figura llena de ternura como era el Botones puesto que, de vez en cuando, en alguna película de hace años siempre aparecía dicha figura que, insisto, nos llenaba de cariño y ternura por sus acciones y por la forma que tenían de actuar aquellos chicos que, mediante el trabajo querían ser hombres de provecho y, muchos lo lograron; muchos no, todos. Es cierto que, por aquellos años reinaba en España un caudillo criminal que no se percataba de que los empresarios explotaban a los “niños”, de ahí las tropelías que se cometían contra los jovencitos. Ahora, a los chicos no se les explota, se les mete en el mundo de la droga y todos somos más felices, especialmente los padres de los afectados que, de tal modo, además de perder al hijo, han perdido sus bienes por aquello de querer ayudar al hijo.
La figura del Botones era tan significativa que, un dibujante de la talla de José Ibáñez, creó uno de sus personajes más legendarios, El Botones Sacarino, una publicación que tuvo un éxito sin precedentes pero que, insisto, en la actualidad hubiera sido tildada de incitación a la explotación infantil. Y, cuidado, sin ir más lejos yo mismo ejercí de Botones puesto que entré a trabajar cuando tenía doce años con la ilusión de aprender y, lo logré. Luego, claro, la vida nos ha dado ejemplos llenos de admiración puesto que, personas de un nivel altísimo, empezaron como Botones y terminaron como altos mandatarios. Es el caso de Alfonso Escámez que, entró en el Banco Central como Botones y acabó siendo el director general de dicho banco. Otro ejemplo de igual similitud lo encontramos con Luis Valls Taberner que, de igual modo, desde su puesto de Botones terminó siendo el director de la compañía bancaria.
Y si queremos rizar más el rizo, tenemos a Amancio Ortega que, a los doce años entró a trabajar en una camisería de La Coruña en calidad de Botones, y lo hizo porque quería ayudar a su madre que, la pobre, con lo que ganaba su marido como ferroviario no llegaban a final de mes. El chico, con doce años entró a trabajar en aquella camisería y, como no era tonto, ya vemos hasta donde ha llegado, a presidir el mayor holding empresarial de España, el grupo Inditex. Claro que, como digo, esos logros en la actualidad no se darán jamás porque, como antes dije, si un chico entrara ahora a trabajar a los doce años como me sucedió a mí, en el acto encarcelarían al dueño de la empresa mientras que, al interfecto que sería yo, me llevarían a un reformatorio.
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