Inmaculada Concepción, por Murillo
El 8 de diciembre se celebra la festividad de la Inmaculada Concepción de María, Patrona de España. Aunque muchos la hayan olvidado, esta tradición viene de lejos: en textos de principios del siglo XII se recogen celebraciones de ese día en el Reino de Navarra y en la Corona de Aragón. El aniversario que conmemoramos es el instante en que la Virgen es concebida, y no Jesús, como mucha gente cree.
Esta fiesta empezó a celebrarse oficialmente el 8 de noviembre de 1760, cuando el papa Clemente XIII, por medio de la Bula Quantun Ornamentun, la proclama Patrona de España, las Indias y sus reinos; aunque ese año no pudo celebrarse porque debido a las malas comunicaciones de la época, la noticia no llegó hasta el 12 de enero de 1761. Años más tarde, el 8 de diciembre de 1854, el papa Pío IX, en la Basílica de San Pedro, proclamó el Dogma de la Inmaculada Concepción de La Virgen María en la Bula Ineffabilis Deus: “la doctrina de la Bienaventurada Virgen María en el primer instante de su Concepción, por singular gracia y privilegio de Dios Omnipotente, en atención a los méritos del Salvador del género humano, Jesucristo, fue preservada inmune de toda mancha de culpa original, ha sido revelada por Dios y por tanto debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles”, e instauró esa fecha para que toda la Iglesia celebre dicha fiesta anualmente.
Escudo de Infantería del Ejército Español
Además de Patrona de España, la Inmaculada es Patrona del Arma de Infantería y de los Cuerpos de Estado Mayor, Jurídico, Intervención, Farmacia, Veterinaria, Oficinas Militares, Eclesiástico y Geográfico del Ejército; no sé sabe muy bien ni desde cuándo ni por qué, en el Museo del Ejército hay un estandarte de 1550 con forma de corneta donde está representada la Virgen, con su atuendo blanco y azul, que es como se representa a la Inmaculada.
Mucho más tarde, en 1892, Primo de Rivera, siendo Inspector General de Infantería, pidió al Ministerio de la Guerra, en representación de los jefes de los regimientos de Infantería, que la nombrara Patrona del Arma, alegando que ya lo era de muchas unidades de Infantería, de la Academia General y de España. Esta demanda fue apoyada por el Ministerio y trasladada a la Reina Regente Dª María Cristina, quien la declaró por Real Orden del 12 de noviembre de 1892, Patrona del Arma de Infantería, con la advocación de Purísima e Inmaculada Concepción.
Con la llegada de la II República, el 8 de diciembre dejó de ser festivo y fue sustituido por el Día del Ejército, que se celebraba el 7 de octubre, en conmemoración de la Batalla de Lepanto; pero durante la Guerra Civil fue restablecido y declarado “festivo a todos los efectos”.
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Ntra. Sra. la Purísima e Inmaculada Concepción. El Milagro de Empel
Inmaculada Concepción de la Iglesia de San Juan Bautista de Cáceres.
Además de Patrona de España, la Inmaculada Concepción lo es también de otros cuerpos militares, como la Infantería española, el Cuerpo eclesiástico del Ejército y el Estado Mayor, el Cuerpo Jurídico, y la Farmacia militar. Una tradición que va unida a la larga devoción que a la Purísima se ha tenido a lo largo de toda la historia de la Iglesia y de España
De acuerdo con las crónicas, el 7 de diciembre de 1585, el Tercio del Maestre de Campo Francisco Arias de Bobadilla, compuesta por unos cinco mil hombres, combatía en la isla de Bommel, situada entre los ríos Mosa y Waal, bloqueada por completo por la escuadra del almirante Filips van Hohenlohe-Neuenstein. La situación era desesperada para los Tercios españoles, pues, además del estrechamiento del cerco, había que sumarle la escasez de víveres y ropas secas.
El jefe enemigo propuso entonces una rendición honrosa pero la respuesta española fue clara:
«Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos».
Ante tal respuesta, Hohenlohe-Neuenstein recurrió a un método harto utilizado en ese conflicto: abrir los diques de los ríos para inundar el campamento enemigo. Pronto no quedó más tierra firme que el montecillo de Empel, donde se refugiaron los soldados del Tercio.
En ese crítico momento un soldado del Tercio cavando una trinchera tropezó con un objeto de madera allí enterrado. Era una tabla flamenca con la imagen de la Inmaculada Concepción.
Anunciado el hallazgo, colocaron la imagen en un improvisado altar y el Maestre Bobadilla, considerando el hecho como señal de la protección divina, instó a sus soldados a luchar encomendándose a la Virgen Inmaculada:
Este tesoro tan rico que descubrieron debajo de la tierra fue un divino nuncio del bien, que por intercesión de la Virgen María, esperaban en su bendito día.
Esa noche, se desató un viento completamente inusual e intensamente frío que heló las aguas del río Mosa. Los españoles, marchando sobre el hielo, atacaron por sorpresa a la escuadra enemiga al amanecer del día 8 de diciembre y obtuvieron una victoria tan completa que el almirante Hohenlohe-Neuenstein llegó a decir: «Tal parece que Dios es español al obrar, para mí, tan grande milagro».
Aquel mismo día, entre vítores y aclamaciones, la Inmaculada Concepción es proclamada patrona de los Tercios de Flandes e Italia.
Sin embargo, este patronazgo se consolidaría trescientos años después, luego de que la bula Ineffabilis Deus del 8 de diciembre de 1854 proclamase como dogma de fe católica la Concepción Inmaculada de la Virgen Santísima. El 12 de noviembre de 1892, a solicitud del Inspector del Arma de Infantería del Ejército de Tierra de España, por real orden de la Reina Regente doña María Cristina de Habsburgo, se:
Declara Patrona del Arma de Infantería a Nuestra Señora la Purísima e Inmaculada Concepción.
"Y siempre a punto de guerra
combatieron, siempre grandes,
en Alemania y en Flandes,
en Francia y en Inglaterra.
Y se posternó la tierra
estremecida a su paso;
y simples soldados rasos,
en portentosa campaña,
llevaron el sol de España
desde el Oriente al Ocaso."
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