Luis Miguel Castrillón. Foto: Camilo Díaz
"...En la corrida colombiana del toro, Luis Miguel Castrillón bordó al tercero y extravió los trofeos. También Ricardo Rivera muy torero con el serio primero que se le tragó la estocada. El resto, más toro que toreo y un bravo eral de Salento..."
Lo serio, lo bello y…
Jorge Arturo Díaz Reyes
CrónicaToro/Cali, Colombia, 26 XII 22
Los de Achury Viejo, fieles a su estirpe, trapío, bravura y poder en los dos primeros tercios, pero declinando en el último. Negros, menos el colorado sexto, con volumen y cuajo, fueron francos, aunque faltos de fondo y bondad. 508 kilos promedio. El primero aplaudido de salida, el tercero y el quinto en el arrastre. El eral postrero de Salento, terciado, feucho y gacho embistió con bravura y nobleza sin fin.
Ricardo Rivera, abrió con “Aguadeño” toro hondo de mucha plaza y seriedad, que fiero arremetió a la capa perforándola en las verónicas. Calamocheó en la prolongada vara de Hildebrando Nieto, exigió a los banderilleros y salió de los muletazos cabeceando arriba. Duro compromiso para cualquiera, pero que el vallecaucano asumió con total entereza. Dueño del terreno, aguantado y quieto no cedió a las broncas arremetidas, logrando reducir la violencia del achury que terminó atemperándose a la muleta en las más largas dos tandas del final. Faena de aficionados, con más mérito que oropel. En la cual, sin embargo, al final un arreón al pecho desarmó. La estocada total arriba, honorablemente oficiada, se perdió en las profundidades de la enorme caja, no mató, sonó el aviso, la cruceta falló dos veces y la tercera fue la vencida, cuando el trofeo que pareció seguro ya no fue. Un saludo sobrio en los medios no pagó lo suficiente
El paisa Luis Miguel Castrillón, fue todo estética y toreo, del caro. Más que impoluto y preciso, de principio a fin potenció y embelleció las nobles, pero no muy generosas acometidas del tercero, “Herrerito”, el más pesado de la tarde con sus 544 kilos, en la justa medida, haciéndolo ver mejor de lo que era. Cuatro verónicas y media preciosas, delicadas, modosas. Una buena y aplaudida vara de Rainerio Bulla. Palmas para Anthony Dixon con los palos. Y la muleta por la diestra rimando de cuarteta en cuarteta, para subir a cinco por la izquierda. Trincheras, molinetes, desdenes, firmas iban adornando lo bien hecho. Los muy exigente quizá podrán reclamar un tris más de codicia en las acometidas y otro de ajuste en los embroques. Pero quizá con eso la obra no hubiese salido con la exquisita facilidad que logró sin ello. La concurrencia sentía la emoción del final feliz cuando la espada hasta los gavilanes fue tendida sin muerte, obligando a tres descabellos, un aviso y una vuelta al ruedo de mucho sombrero pero que no hacía honor a lo creado.
José Arcila, comenzó mal y terminó peor. De salida perdió el terreno, tiró el capote y escapó a la carrera. Era manso el segundo y la búsqueda de una alegría imposible se hizo farragosa. El viento complicó las cosas, y tres pinchazos y un descabello sin estoquear las empeoraron.
Franco Salcedo, echó cal y arena en las cinco aseadas verónicas, y en los lances y la media desorganizados que las sucedieron. Tras la buena vara de Adelmo Velásquez la muleta trabajó a destajo y a tono con la sosa mansurronería del cuarto. Aunque contraria, la eficaz estocada fue lo mejor.
Rocío Morelli, puso su femenina y pequeña figura de rodillas a portagayola (desde los medios). Empatía unánime. Aguantó impertérrita el galope arrollador y el salto sobre ella que se llevó el capote. Primero de los cinco desarmes que sufriría en una sucesión azarosa de me quito yo o me quita el toro, hasta el pinchazo, la media escupida, el aviso y el descabello. La feminidad, la desproporción de tamaños y fuerza, el empeño frustrado provocaron tal solidaridad que la hicieron saludar y hasta le pidieron la vuelta que por supuesto ella con dignidad rechazó.
Juan Sebastián Hernández, le alcanzó a ligar una corta serie derecha (tres no más) al marmolillo sexto el menos del sexteto, 466 kilos. Luego el animal se paró parado y no hubo poder humano ni porfía desesperante que pudiera pasarlo. Un estocadón letal no compensó.
Cristian Restrepo fue la ñapa. Buena. Pues el eral de Salento, pequeñito, descarnado y cornigacho fue una máquina de embestir. Franco por un lado y por el otro. Postura maja y pases de todas la marcas le hicieron los honores. Hasta el exceso de confianza que propicio una cogida. Después, un bajonazo empañó la cosa mientras el aguacero arreciaba y la gente, la poca gente huía.
FICHA DEL FESTEJO
Cali. Diciembre 26 de 2022. Plaza de Cañaveralejo. 2ª de feria. Nubes y lluvia. 30ºC. Cuarto de plaza. Seis toros de Achury Viejo, bien presentados, faltos de raza y fondo. Aplaudido de salida el 1º y de arrastre 3º y 5º. Un eral bravo y noble de Salento.
Ricardo Rivera, saludo tras aviso.
José Arcila, silencio.
Luis Miguel Castrillón, Vuelta al ruedo
Franco Salcedo, silencio.
Rocío Morelli, saludo.
Juan Sebastián Hernández, silencio.
Cristian Restrepo (novillero), palmas
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