Don Antonio Bienvenida fue un maestro y señor del toreo.
La sonrisa eterna del arte de lidiar toros.
Plaza de Toros de 'El Toreo' de México
24 de Diciembre de 1944
Toros de Torrecillas / J. Llaguno
Silverio Pérez
Carlos Arruza
Antonio Mejías "Bienvenida"
-Que confirma alternativa-
"....En un ambiente enrarecido por los medios con un marcado deseo de enfrentar a los toreros españoles con el público mejicano, la publicación en el Excelsior de una carta de Antonio Bienvenida, ofreciéndose a torear gratuitamente a beneficio del sanatorio de Toreros de México, causa muy buena impresión.
Y así llega la tarde de su debut y confirmascón de alternativa en 'El Toreo', que tiene lugar el 24 de Diciembre, ante una expectación nunca conocida, ya que hasta tienen que cargar lois guardias ante las taquillas.
El presidente de la Repúbllica pone a disposición de Antonio un magnífico automóvil descapotable, en al que va a la plaza, acompañado de su representante José Alarcón 'Alardi'. Va vestido de verde y oro, con capote de paseo también de verde y oro, que después envía como obsequio al presidente Ávila Camacho.
En presencia de Carlos Arruza, Silverio Pérez le cede el toro de Torrecillas -propiedad de don Julián Llaguno, de Zacatecas- 'Currito', número 45, en el que da la vuelta despues de magnífica faena. Y también está muy bien en el sexto -'Muñeco', número 11- brindando al general don Maximino Ávila Camacho, hermano del presidente de la República.
Carlos Septién 'El Quinto' escribe en el samanario La Unión, con el título 'lección de Hispanidad':
Desafiante y firme, el español se plantó frente al bruto. No estaba la nobleza del hombre correspondida en la bestia: recelosa, dañina, bajaba mañosamente el armado testz mientras el hombre levantaba con mayor alteza la limpia frente. Había un contraste de serenidad e inquietud, de altivez y bajeza, de señoría y rabajamiento conforme el encastado español avanzaba hacia el toro descastado. Poco a poco se fueron acortando las distancias entre la hoz de los cuernos y la roja bandera deslumbrante de sol del torero. No se abajaba el torero al nivel de su enemigo en en reto de temeridad vulgar; por el contrario, ennoblecía a la bestia al plantar frente a ella la exigencia de un altivo desafío. Que, al fin, ante el mando del hombre fue aceptado. Y uno a uno los muletazos se fueron eslabonando en azañosa cadena. Tranquilo, natural, señor de sí mismo, el español hizo parar frente a su pecho las puntas de la media luna.
Una juvenil firmeza en el rostro; una serena serena quietud en las plantas. Y el brazo marcando un camino de imperio sobre la arena hasta que la cansada cobardía quedó allí, torpey azorada, incapaz de acometer más. Sobre la materia innoble, irracional y mañosa, había triunfado la clara estirpe de lo caballeroso y levantado. la sobria rrogancia de la convicción a la española, la equilibrada naturalidad de una fe recia, habían destruido -una vez más- la conjura de los bajos instintos tortuosos. A los pies del español se desplomó, vencida y rota, la curva siniestra de la hoz. Y Antoñito Bienvenida camninó triunfal por la arena enrojecida....." (Del Libro 'Bienvenida Dinastía Torera', de María de la Hiz Flores- Espasa Calpe 1993)
No hay comentarios:
Publicar un comentario