El jugador del Barça, Neymar da Silva
EL JUEZ RUZ CITA al BARCELONA y a su ex presidente ROSELL EL 13 DE JUNIO
Hacienda certifica que el Barça defraudó 9,2 millones de euros en el fichaje de Neymar
Rosell y Neymar,
el día de la presentación del brasileño el verano pasado
Lo de esta gente es superior a sus fuerzas; la avidez hacia la pela, la avaricia y el choriceo continuo a España lo llevan en la masa de la sangre desde que salen del útero de sus señoras y santas madres. Esta vez el mangazo le ha tocado a la Hacienda pública española, pero en realidad eso es un chorro diario a costa del resto de los españoles. Claro que la culpa es de los gobiernos zapateriles y peperos de Rajoy que les permiten todo lo habido y por haber. Qué pena que no se apliquen las leyes para que la instituciones legítimas y constitucionales del Estado español les impusieran compostura y los metieran en cintura.
ResponderEliminarQue Dios nos cja confesados cuando, con motivo d ela expulsión del Reu¡y de la jefatura del estado, redacten la nueva Constitución para la definitiva transición hacia la nada...para el pueblo español.
Saludos pesimistas de un enojado contribuyente.
Pepe Flores.- Málaga
Efectivamente, como dice Pepe Flores “Que Dios nos coja confesados” y es que si bajamos por el Mediterráneo solamente un poquito nos encontramos con un virus de corrupción del Partido Popular que afectado a expresidentes y vicepresidentes de la Generalitat, exconsejeros autonómicos, altos cargos, diputados provinciales, alcaldes, concejales, funcionarios…La corrupción se a extendido y se ha contagiado tanto que es el Padre Nuestro de cada día en todas las instituciones públicas de la Comunidad Valenciana, controladas por el PP desde hace casi dos décadas, y la lista de imputados crece sin parar, en un bucle que parece no tener fin. Ya son más de 100 los señalados por la justicia, un auténtico récord para una región que apenas supera los cinco millones de habitantes.
ResponderEliminarLa política es como el amor o la religión: o lo sientes o no lo sientes, o crees o no crees. Pasa lo mismo con la fe: si se siente es un elemento básico. Pero a veces la fe la aplicamos a lo que nos interea y procuramos mirar para otro lado y ver lo malo que se cuece en la casa del vecino y no en la nuestra.
Si hay una pregunta del millón en la política nacional en los últimos años bien podría ser “Cómo demonios ha podido sobrevivir, contra viento y marea, el PP en la Comunidad Valenciana, que tiene a uno de cada cinco miembros de su grupo parlamentario imputados”. Los motivos son complicados de explicar de forma exacta, pero sí hay muchos factores que, poco a poco y en diferente medida, contribuyeron a construir ese denso blindaje que les ha hecho sobrevivir en el poder al menos durante dos décadas. Aunque ahora cueste creerlo, la Comunidad Valenciana era incuestionablemente progresista tanto por tradición —por aquello de la Guerra Civil, la lengua propia y demás— como por voto —desde la Transición hasta casi la caída de Felipe González el socialismo valenciano tenía un peso específico nacional acorde con la potencialidad económica y demográfica de la Comunidad.
Nuestra historia comienza con un jovencísimo y prometedor político de apenas treinta y cinco años llamado Eduardo Zaplana, que ni era valenciano ni hablaba valenciano. Estas cosas, que hoy en día no tienen demasiada importancia en la política regional, por entonces la tenían. Y mucha. Él fue uno de esos muchos que se iniciaron en la vida democrática desde las filas de la UCD que, en un acelerado proceso de disolución, acabó desaguando en las puertas del incipiente Partido Popular.
Su andadura en la política popular llegó en un momento de cambio: José María Aznar se había hecho con la presidencia del partido en 1990, imponiendo un nuevo estilo acorde con el rebranding general que vivió la formación. Agresivo, sin los complejos del pasado que atenazaban a sus antecesores, joven y directo, el que acabaría siendo el hombre que tumbara a Felipe González abandonaría la presidencia de la Junta de Castilla y León para dar el salto al Congreso y empezar su épica batalla por el poder. Conocedor del talento que había diseminado por la geografía española, empezó a buscar fichajes con los que regenerar la nómina de militantes.
Un año después de la llegada de Aznar a la cúspide del PP, Zaplana se hizo con la alcaldía de Benidorm. Por aquel entonces tenía unos cuarenta y dos mil habitantes y ya comenzaba a ser un prominente núcleo de turismo, aunque a la sombra de gigantes como Gandía, unas cuantas decenas de kilómetros al norte. Llegó al poder gracias a una moción de censura facilitada por una tránsfuga que casi trunca su progresión política antes de empezar: al igual que le pasó a Garzón con el caso Gürtel, unas escuchas muy comprometedoras fueron anuladas por la forma en que se tomaron y Zaplana vio pasar de largo la espada de la justicia. Aquello fue parte del llamado «caso Naseiro», y le sirvió para aprender la lección: nunca jamás volvió a cometer un solo error estratégico.
Amigo Pepe Flores, se demuestra que lleva usted mucha razón y que Dios tiene motivos más que suficientes para “que nos coja confesados”. Porque no solamente son Alí Babá y los 40 ladrones; son muchos más.
Saludos de Julio Aguilar