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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

miércoles, 9 de julio de 2014

Alemania aplasta a Brasil



2 comentarios:

  1. Y la corrupción aplasta a España, en este caso la querencia que tiene el PP por los “emprendedores”.

    Esto viene muy bien al hilo de lo que escribía ayer martes en su comentario D. Aniceto Silva, sobre el sectarismo del periodista Carlos Cuesta de 13 TV, en ocultar todo lo que pueda molestar al Partido Popular lo tenemos en un personaje que se llama Jenaro García, tiene 45 años y es el último exponente del pelotazo y la chapuza Marca España (del PP). La empresa de la que era Consejero Delegado, Gowex S.A, ha presentado concurso de acreedores este domingo tras saberse que el 90% de sus ingresos eran falsos, no existían.

    Gowex operaba, según su propia web, “en el sector de las telecomunicaciones y -decía- actualmente lidera la creación de Ciudades WiFi prestando conectividad WiFi Gratis y Premium en calles, parques y plazas, comercios y medios de transporte. El área de cobertura de la compañía se extiende en estos momentos a más de 80 ciudades a escala nacional e internacional, gracias a los acuerdos Público-Privados con Administraciones Públicas, franquicias, asociaciones y empresas de transporte”.

    En efecto su principal fuente de ingresos en España han sido administraciones públicas. En particular Madrid, con organismos públicos, el Ayuntamiento, la Comunidad y la empresa de transporte público EMT.

    El emplasto se ha descubierto gracias a un informe de la consultora norteamericana Gotham City Research LLC. Tras cuatro años de sospechas acerca de Gowex -es decir, desde que las irregularidades se produjeron- ha concluido que las acciones de la compañía no tienen ningún valor, cero, y que el 90% de los ingresos del grupo “no existen”. Jenaro García ha admitido ante la justicia que es cierto, que lleva 4 años falseando las cuentas, y que va a colaborar. Le han pillado y ya está. Ha pedido perdón y todo.

    Está muy bien relacionado con la cúpula del PP como lo atestigua algunas fotos en donde se le puede ver en amena conversación con la alcaldesa de Madrid, Ana Botella.

    Gowex decía solo hace unos días que facturaba 182,6 millones de euros, tenía recursos propios por valor de 94,4 millones y un nivel de caja de 54,8 millones. Todo mentira.

    Jenaro García estaba tan en la créme que hasta el hoy Rey se fotografió con él.

    Y es que Jenaro era -puede que lo siga siendo en ciertos ambientes a no tardar- un valor emergente. La generación de Felipe VI nada menos, según contaba El Mundo.

    Es de temer que el fiasco, como siempre, lo pagaremos nosotros. Véase Bankia. Los principales acreedores de Gowex son organismos públicos. El principal, el Instituto Oficial de Crédito (ICO), según eldiario.es. Hasta finales de 2013, el ICO le había concedido créditos por valor de 8,92 millones de euros. Otros créditos blandos por valor de 4,8 millones procedían del Ministerio de Industria. También recibió ayudas del Banco Europeo de Inversiones (BEI) y del Fondo Europeo de Inversiones.

    Elvira Rodríguez, Pta de CNMV (Comisión Nacional del Mercado de Valores) por ser del PP, se puso al lado de la empresa e investigó al denunciante, a la empresa norteamericana. Elvira era asidua tertuliana de la TDT Party antes de llegar a tan altos destinos. Ahora habrá de responder por su gestión en este caso. Suponemos que no se irá de rositas también.

    Jenaro García recibió muchos premios. Uno se lo dio ese gran visionario Mariano Rajoy quién dijo: “Una sociedad necesita referentes emprendedores como ustedes y por eso son tan merecidos estos premios”. A su lado, De Guindos que va para alto cargo europeo, asentía sonriente.

    Parece una nueva novela del pelotazo nacional. eterna, patética, a erradicar, que siempre se nutre de la complacencia y colaboración del poder. Pero es una realidad y exige responsabilidades, políticas también. El PP parece tener una especial querencia por “emprendedores” del tipo Correa o este Jenaro García que en realidad ha resultado ser, según su confesión, un timador profesional. Querencia… como poco.

    P F

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  2. En el comentario anterior falta algunas cosas por decir, por ejemplo, que Elvira Rodríguez, presidenta de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, decía sobre Gowex: "Esta es una empresa que se mueve en un mercado alternativo bursátil que tienen menos requisitos y un sistema de control privado, uno monta sistemas de control para las cosas normales no para las cuestiones que podrían ser presuntamente delictivas. Nadie puede asegurarse de que cuando salga por la calle no le peguen a uno un tiro", decía.

    Tras salir a la luz el escándalo de Gowex, Guindos decía que se trata de un caso “desgraciado pero singular” y añadía: “La mayoría de las compañías españolas son transparentes”.

    El consejero delegado de Gowex, Jenaro García, ha pedido disculpas a través de su cuenta de Twitter con un breve mensaje. "Pido perdón a todos. lo pido de todo corazón".


    Y ahora cambiando de tercio, una imaginaria historia con mucho de verdad.

    Un alumno le dice a su profesora: «Creo que hay que matar a los negros y a los bomberos». La maestra le responde: «¿A los bomberos? ¿Por qué?» Y él la deja en evidencia: «¿Y a los negros?» Creo que la metáfora simboliza bastante bien cómo nos hemos sentido muchos ciudadanos vascos ante la ofensiva mediática contra Podemos y Herrira a través de una filtración en «El Mundo». En mi opinión, la respuesta ante el despropósito ha evidenciado que todavía se aplican diferentes varas de medir a la hora de valorar la persecución política en el Estado y en Euskal Herria. No hace falta más que comprobar cómo, al mismo tiempo que se desataba la lógica e imprescindible solidaridad con Pablo Iglesias ante una criminalización infame, a poca gente se le ocurría plantearse qué pasaba con Herrira. Centrados en ridiculizar el «todo es ETA» que tan burdamente ha utilizado el Estado y tantos réditos le ha proporcionado a sus élites, casi nadie se planteó que, si se mentía con Podemos, era posible que hubiese ocurrido lo mismo con la asociación de defensa de los Derechos Humanos. Herrira no es ETA aunque en el discurso público se haya dado por supuesto. Por desgracia, nuevamente ha operado ese mecanismo subconsciente que lleva a pensar que «algo habrá hecho» cuando una organización vasca es perseguida.

    Cierto es que el objetivo de la campaña era Podemos y no Herrira. Que hay miedo, mucho miedo, ante un movimiento político emergente que ha supuesto todo un terremoto para el Estado. Que la «gran coalición» mediática, atemorizada ante lo que no comprende, responde rabiosa aplicando la receta de siempre. Sin embargo, no olvidemos que el colectivo vasco ya recibió su ración represiva, siendo suspendido a finales de 2013 tras una operación con 18 detenidos. ¿Su delito? Defender los Derechos Humanos y el cumplimiento de la ley, así como reivindicar que se ponga fin a las políticas de excepción contra los presos vascos. Planteamientos tan osados que hasta los comparten, entre otros, jueces del Tribunal Supremo o de la Audiencia Nacional, por no hablar de la mayoría de la sociedad vasca. Nada de esto ha aparecido en el debate público de esta semana. «El Mundo» puso a ETA en el centro de la discusión y nadie llegó a la conclusión de que, aceptando el silogismo de «Herrira es ETA-Pablo habla con Herrira-Pablo es ETA» estábamos contribuyendo, también, a la doble criminalización de los activistas pro Derechos Humanos. Precisamente, el mismo mecanismo indecente que se está denunciando en el caso de Podemos.

    Mi crítica no se dirige a nadie en concreto. Ya me sé que el tema vasco «es complicado», que aquí «se entiende de manera distinta», que «hay mucha desinformación» y que se utiliza políticamente la violencia para deslegitimar a cualquiera que no sea el PP. Me sé todos y cada uno de los argumentos. No obstante, creo que algún día tendrá que imponerse el sentido común y eso no se consigue si no es mediante la pedagogía. Creo, sinceramente, que es el camino más eficaz para desmontar una excepcionalidad que se ha ampliado al Estado en lugar de desactivarse en Euskal Herria.

    Rafael Vizcaíno

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