La corrida que había despertado mayor expectación no defraudo en la taquilla. Se registraría una de las mejores entradas de feria que se recuerden en los últimos años, y eso que la cosa no está muy buena económicamente que digamos por esto predios. Pero la gente apostaba por el cartel más llamativo en el papel, como era la singularidad de ver la Goyesca que por vez primera se realizaba en el ruedo tovareño.
En Tovar… Orellana y Luque colocan contenido a una Goyesca salvada in extremis
Rubén Darío Villafraz
Tovar, Venezuela. 8 septiembre, 2018, Plaza de Toros Coliseo El Llano. Segunda corrida la Feria de la Virgen de Regla 2018.
Con poco más de tres cuartos de plaza (aproximadamente 5500 personas) en tarde agradable soleada y ventosa, se han lidiado siete toros de las ganaderías trujillana de San Antonio (Edgar Varela) el 2º como sobrero de uno de sus hermanos tras inutilizarse en el ruedo, en su conjuntos anovilladados, faltos de remate, escurridos de carnes, descaradamente manipulados de pitones, el cual han adolecido de fuerzas en distinto grado, acompañados de nobleza, destacando los corridos en 5º y 6º lugar, este último premiado con la vuelta al ruedo, de nombre Granada, número 58 de 465 kilos.
Rafael Orellana: Silencio, silencio y dos orejas.
Daniel Luque: Silencio, una oreja y dos orejas.
Detalles:
Destacaron en las banderillas Carlos Pizutto y en la puntilla Eliecer Paredes.
La corrida comenzó nuevamente con un retraso de 30 min a lo estipulado.
Previo al festejo se hizo reconocimiento a los diestros retirados Tomás Campuzano y Nerio Ramírez El Tovareño, quienes integraron el cartel que hace 26 años inauguró esta plaza.
LA REINA DE LAS FIESTAS TOVAREÑAS Y EL EMPRESARIO JOHAN SANTANA.
La corrida que había despertado mayor expectación no defraudo en la taquilla. Se registraría una de las mejores entradas de feria que se recuerden en los últimos años, y eso que la cosa no está muy buena económicamente que digamos por esto predios. Pero la gente apostaba por el cartel más llamativo en el papel, como era la singularidad de ver la Goyesca que por vez primera se realizaba en el ruedo tovareño.
Los toros a lidiar eran de una de las ganaderías que mayores expectativas había levantado los últimos años en la cabaña brava nacional. Venía a debutar en la Sultana del Mocotíes para quitarse el mal sabor de los encierros lidiados en San Cristóbal y Mérida, donde literalmente este año fueron un petardo sus pupilos.
Y no serían la excepción si para tal efecto este sábado salvaron el honor de la divisa Lanzador y Granada, los últimos dos ejemplares de la función, pues los demás fueron un muestrario de falta de raza, fuerzas y en especial el trapío escrupuloso que debe de imperar en tardes de tanta transcendencia como estas, donde todas las miradas están centradas en el ruedo.
Una pena que quienes deben de mantener el honor y respeto de esta fiesta primordialmente, como es el ganadero de reses bravas (palabras mayores) parece ser no que tome en consideración ni le importe esta circunstancia. Vendrán el rosario de justificaciones, que no valen cuando al aficionado le exigen que pague completo, por adelantado en taquilla por un espectáculo que debe ser pulcro con el rey de la fiesta primordialmente.
La tarde la abrió Rafael Orellana con un animal el cual tuvo que cuidar más de la cuenta, ante las endebles fuerzas con las que sostuvo su escaso esqueleto y musculatura. Por alto, en suaves tandas por la mano diestra ligaría series cortas Orellana, aliviando las embestidas del animalito, al que no le pudo ligar serie por la zurda, en la única que intentó, pues más acentuada era sus limitaciones, corto de viaje y a la defensiva. Al cuarto viaje con el acero le despachó sin mucho eco.
Similar historia sostuvo su dilatada e insípido trasteo con el segundo del lote, ejemplar al que le quiso lucir con la ambición del triunfo, pero que poco o nada transmitía su desangelada condición para embestir a las telas, donde se pasó de metraje por ambos pitones, en labor más a la galería que ortodoxa en su estructura.
Pero lo más completo y meritorio de actuación vino en el que cerró lote, animal generoso en la distancia, temple y especial firmeza de terrenos con la que el espigado diestro se jactó en pasárselo por ambos pitones, en especial por la mano diestra, en series de hasta siete u ocho muletazos, ligados en un palmo de terreno, a la vera del compás del pasodoble torero y las ovaciones de los presentes.
Desde su mismo recibo de capa, en sedosos lances a la verónica, para luego en banderillas compartiendo buen tercio con Luque, hasta la completa y larga faena de muleta, fue una actuación donde se ha visto la dimensión de un torero maduro y sobre todo más asentado como lo demostró ante sus paisanos Rafael Orellana. El volapié con la que se fue tras la espada, dejando media fulminante ligeramente trasera, valió para el corte de las dos orejas, pedidas por unánime voluntad del soberano.
Por su parte Daniel Luque venía con la “mosca en la oreja” tras la tarde anterior habérsele ido el triunfo por la espada. Su primero, sobrero tras inutilizarse el titular, no sería un dechado de fuerzas, observándosele a Luque sobrado, relajado, como si estuviera entrenando de salón. Y con tal genero bovino poco fue su eco en los tendidos a la espera de un poco más de emoción.
Tras el ecuador del festejo, mayor voluntad y en especial inspiración se le vio al espada de Gerena tras pechar con las nobles, dulces y pastueñas embestidas del astado al que llevo por donde quiso, tanto por la diestra como por la zurda, imprimiendo muletazos de gran plasticidad, con entradas y salidas entre tanda y tanda propias del repertorio sevillano, molinetes, trincherazos, pases de las flores, y las personales luquecinas, formaron parte del menú muleteril, para luego dejar espadazo trasero y tendido, serle premiado con una oreja, con sus reticencias por parte de los más puristas.
El que cerró función puso en evidencia el gran bagaje, técnica y sobremanera dimensión artística de un torero de abrumador recorrido para toritos de este calado. Lució fácil, en series preñadas de arte, llevándole a las alturas, distancias, temple y terrenos propios para exponer y exponenciar las bondades de un astado noble de manera superlativa por ambos pitones, desatando pasiones y ovaciones en los tendidos.
No lo pensó para cuadrar, perfilarse e irse en corto y por derecho con la espada, para dejar estocada entera, ligeramente traserita, cortando las dos orejas y dársele la póstuma vuelta al ruedo al torito, entre la algarabía de un público emocionado con la capacidad y torería de ambos espadas por ofrecer lo mejor de sus tauromaquias.
Finalizaba así una tarde de toros, donde tal vez el único pero fue eso, el toro… una pena que muchos no le den importancia a quien quita y pone en este apasionante arte, donde precisamente el de las cuatro hierbas, el que impone respeto, se le falte inmisericordiosamente eso… y al aficionado, que es quien se retracta también.
Rafael Orellana
No hay comentarios:
Publicar un comentario