EN LAS NOCHES DE NOVIEMBRE DE 1936 FUERON ASESINADOS EN LAS INMEDIACIONES DE TORREJÓN DE ARDOZ MEDIO MILLAR DE PRESOS SACADOS DE LAS CÁRCELES MADRILEÑAS. EN LA IMAGEN, EXHUMACIÓN DE LOS CADÁVERES PARA SER CONDUCIDOS AL CAMPO SANTO DE PARACUELLOS DEL JARAMA.- EFE/HERMES PATO
Entre el 7 de noviembre y el 3 de diciembre de 1936, en torno a 5.000 españoles fueron asesinados en Paracuellos del Jarama. Víctimas del terror rojo en Madrid del que en gran medida fue responsable Santiago Carrillo. Hoy nos centramos en este blog en 276 de estas víctimas, asesinadas en el propio sitio de Paracuellos en su mayor parte, y algunos en las localidades de Aravaca y Torrejón de Ardoz.
El más joven de las víctimas de la represión tenía tan solo 13 años. Se llamaba Samuel Ruiz Navarro y se desconoce los crímenes de los que habría sido acusado a esa edad. Aunque bien mirado, ninguno de los asesinados por los milicianos en Paracuellos había cometido delito o crimen alguno salvo el de pensar de manera diferente a quienes apretaban el gatillo amparados por las pañoletas rojas del PCE.
Otras dos de estas víctimas, calificadas por quienes justificaron entonces el asesinato de los quintacolumnistas –enemigos de la revolución comunista- como enemigos del pueblo, tenían apenas 15 años. Sus nombres eran Manuel Pedraza García y Francisco Rodríguez Álvarez. Con la misma posibilidad de haberse posicionado ideológicamente que el niño de 13 años.
Además de ellos, decenas de chicos de 16, 17, 18,… así hasta los 21 años. De esta lista, que fue publicada como esquela en el año 2006, están sacados los asesinados a la edad de 22 años a pesar de que en la Segunda República la mayoría de edad se había situado en los 23, frente a los 25 que se establecía hasta entonces.
La mayor fosa común de la Guerra Civil está en Paracuellos del Jarama. Habría que explicar a los defensores de la memoria histórica que los que la llenaron de cadáveres inocentes fueron los comunistas, socialistas, anarquistas y demás republicanos. También habría que explicarles que los familiares de estas víctimas no conocen el lugar exacto en el que están los cuerpos de sus allegados, a pesar de los cuarenta años de franquismo.
También habría que explicarles que en el asesinato masivo organizado por los dirigentes del bando republicano, se trasladaba a los condenados en autobuses de dos pisos para agilizar el exterminio y que eran sacados de las cárceles con la excusa de un traslado a Valencia.
Además deberían saber que morían ametrallados, atados de dos en dos, que se aprovechaba el peso de unos para arrastrar a los otros al fondo de la fosa y que en la mayoría de los cuerpos que se han individualizado –casi 1.000- no había tiro de gracia. Se les dejaba morir desangrados en una lenta agonía o se les echaba tierra encima cuando todavía no estaban muertos.
Quizá los defensores de la mal llamada memoria histórica deberían saber los crímenes que cometieron los que lucían las banderas tricolores de la república que ellos usan para reclamar unos supuestos derechos que sus anhelados líderes no concedieron a miles de españoles, al menos 5.000 de ellos en Paracuellos del Jarama.
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