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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 4 de abril de 2022

Hay que ser canallas / por Pla Ventura

Plaza de toros de Gijón 

Son muchos los referentes dictatoriales que se esconden o tapan bajo el manto de la democracia porque, a las pruebas me remito. La izquierda nos ha prohibido hasta respirar y, en el caso de los toros no podía haber una excepción, hasta el punto de que muchísimas plazas de toros están cerradas por el capricho dictatorial de los dirigentes socialistas o de la más exacerbada izquierda. 

 Hay que ser canallas

Pla Ventura
Toros de Lidia / 4 abril, 2022
El gran problema externo que tiene la fiesta de los toros pasa por el mundo de la política en que, la apestosa izquierda, no sé las razones, quiere acabar con dicha fiesta al precio que fuere; no todos los de izquierdas son canallas ni malas gentes pero si toda esa basura aludida anida en la izquierda más radical y, el PSOE no escapa de dicha regla. La plaza de toros de Gijón es el vivo ejemplo de lo que digo. Ya el pasado año su alcaldesa, la que no quiero nombrar ni tampoco ver, cerró la plaza por su c….marinero, y cuando creíamos que podíamos volver a recuperar dicha plaza, la innombrable e indigna tiparraca que rige los destinos de Gijón, en esta ocasión ha publicado un informe técnico en que, al parecer, dicha plaza presenta signos de hundimiento puesto que, el comunicado expuesto dice lo siguiente: “El riesgo de hundimiento puede producir situaciones de pánico”. Justamente eso, pánico, es lo que produce la izquierda cada vez que se mueven, pero como saben que el pueblo español es borrego por naturaleza les seguirán votando.

Recordemos que la plaza de toros de Gijón es puro referente taurino en el norte de España, una plaza señera y admirable en la que los aficionados gijoneses disfrutaban cada año de su gran feria, amén de los cientos de aficionados que allí acudían cada año por su época vacacional. Como digo, todo un lujo norteño pero que, como se ha demostrado, una alcaldesa socialista –todavía  les pasa poco a los gijoneses por votar a dicha tiparraca- se ha sacado de la manga un informe técnico aludiendo que la plaza puede estar en peligro de hundimiento en algunos de sus tendidos. Ciertamente, mira uno la cara de dicha sociata y se entiende a la perfección que en Gijón puede pasar de todo, en este caso, la clausura de su coso taurino porque a la susodicha no le gustan los toros y, para eso está la izquierda, para prohibir lo que a otras personas les gusta y, lo que es mejor, lo que han disfrutado toda la vida.

Al comprobar todo lo que digo, cuando escucho a algún dirigente de la izquierda que suele afirmar que gobiernan para todos, me entra un ataque de pánico escénico porque, como se comprueba, de la más vil mentira quieren mostrar una maldita realidad que no existe. Los toros, como dije, están siempre en el punto de mira de estas gentuzas que no entienden de toros pero, lo que es más grave, no respetan a los seres humanos que son sus homónimos como personas de la calle.

Son muchos los referentes dictatoriales que se esconden o tapan bajo el manto de la democracia porque, a las pruebas me remito. La izquierda nos ha prohibido hasta respirar y, en el caso de los toros no podía haber una excepción, hasta el punto de que muchísimas plazas de toros están cerradas por el capricho dictatorial de los dirigentes socialistas o de la más exacerbada izquierda. Podría enumerar las plazas de toros cerradas por ese capricho dictatorial de sus gobernantes pero, están en la mente de todo, no hace falta enumerar nada, lo sabemos todos.

Qué lejos queda aquella izquierda admirable que apoyaba la fiesta de los toros porque, como era lógico, aquellos hombres sabían que nuestra fiesta era de todos, es decir, del pueblo llano y puro. Ejemplos que recordamos todos no son otros que, por ejemplo, ver al profesor Tierno Galván en los toros cuando era alcalde de la villa y corte o, al mismísimo Joaquín Leguina cuando regía los destinos de la comunidad de Madrid apoyando la fiesta de los toros. Eran muchos los hombres que, afiliaciones políticas al margen, eran capaces de respetar la ancestral fiesta de los toros como patrimonio del pueblo, algo que no entendió jamás aquella aberrante señora llamada Carmena que, como alcaldesa de Madrid cerró la Venta del Batán, justamente donde estaba enclavada la Escuela Taurina de Madrid, sencillamente para hacer daño a los chicos que querían ser toreros. ¿Se puede ser peor persona que aquella mujer nefasta a la que Dios la tenga en su gloria política?

Ahora, Gijón, como tantas plazas de España, todas han sido clausuradas por el capricho dictatorial de quiénes mandan en cada pueblo. Como vemos, la democracia ha servido, entre otras cosas, para forjar dictadores camuflados bajo ese manto que muchos creen inmaculado por aquello de que es el pueblo el que vota; el que vota y el que yerra por completo al no meditar las decisiones del momento, algo que sabe la izquierda con una pulcritud esmerada, de ahí todas las tropelías que cometen. Y son tan miserables y cretinos miles de nuestros políticos que siguen afirmando que vivimos en democracia. Ese cuento se lo tragan todos los borregos, los que viven de los impuestos que pagamos los que trabajamos pero, el resto de las gentes normales seguimos creyendo que en cada esquina de cada pueblo se esconde y camufla un dictador. ¿Acaso lo de Gijón no es una cacicada con aires de dictadura?

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