España entera debería ponerse de luto un día como hoy y entonar el mea culpa por mantener al frente del gobierno a los que no merecen estarlo y que están llevando a nuestra Patria a la ruina más absoluta en todos los órdenes.
Debería caernos la cara de vergüenza
a todos los españoles
Eugenio Fernández Barallobre
Días de luto de todo el pueblo español que debería sentirse avergonzado por el miserable gobierno que tenemos y por esa falsaria ley de memoria democrática que acaban de aprobar con los votos de la escoria nacional -proetarras, golpistas y perroflautas.
Esta ley va a permitir reescribir la historia al gusto de unos pocos, esos pocos que ocultarán, de forma intencionada, los asesinatos de sus chequistas; los “paseos” dados a gente de bien simplemente por ir a misa o no pensar como ellos; los alevosos crímenes cometidos por sus huestes perversas; la huida de España, como vulgares rateros, con el dinero de los españoles, para vivir, a cuerpo de rey, en un cómodo exilio; su golpe de Estado de 1934; las huelgas salvajes que tanto mal causaron a España; en resumen, todas las páginas negras de nuestra historia de las que fueron protagonistas y que, como por arte de magia, desaparecerán de los libros de texto que estudie nuestra juventud.
Se trata de una ley perversa que incluso blanquea a la canalla etarra con el único fin de que los socialistas se perpetúen en el poder. Es vergonzoso que la sangre de tantos buenos españoles, asesinados por un cobarde tiro en la nuca o con una bomba lapa colocado bajo su vehículo, haya caído en vano y nadie se acuerde de ellos.
Cuantos sueños, cuantas ilusiones, cuantos proyectos se vieron truncados por la acción de unos canallas miserables cuya deleznable conducta se verá ahora blanqueada por una ley llena de odio y rencor. Produce tristeza simplemente pensar en ello.
A mi lado, en la Escuela General de Policía, se sentaba Javier Moreno Castro, un Inspector en prácticas que rezumaba ilusión y deseos de servir a los españoles. Cuántas veces hablamos de miles de cosas. Era un hombre ilusionado con su profesión; sabía que, por delante, se le abría una vida que, pese a no ser cómoda, era apasionante. Tenía sus proyectos, sus sueños, sus ilusiones puestas en su futuro y todo eso se lo llevó por delante la bala, asesina y cobarde, de unos miserables hijos de mala madre que, un día en Eibar, decidieron que las esperanzas y las ilusiones de Javier se habían terminado para siempre.
España entera debería ponerse de luto un día como hoy y entonar el mea culpa por mantener al frente del gobierno a los que no merecen estarlo y que están llevando a nuestra Patria a la ruina más absoluta en todos los órdenes.
Hoy, muchos de nuestros caídos, se revolverán en sus tumbas exigiendo justicia para con ellos, para con su recuerdo. Policías, Guardias Civiles, Militares, hombres, mujeres y niños a los que un día, por el capricho asesino de una banda de malvados delincuentes, esos que ahora pretenden blanquear para granjearse un puñado de votos, les privaron de futuro, de sueños, de ilusiones, dejándolos tirados en una calle, en un garaje o el suelo de un bar donde aguardaban que llegase la chica con la que querían caminar de la mano por las sendas de la vida.
Querido Javier, se me cae la cara de vergüenza ante la villanía que están cometiendo con tu recuerdo y con el de tantos buenos españoles que entregaron su vida por España y que hoy no podrán descansar en paz simplemente porque unos pocos pretenden perpetuarse en el poder al precio que sea, incluso el de tú recuerdo.
Espero que cuando esta siniestra pesadilla en la que estamos sumidos desde hace unos años concluya, que será muy pronto, y despertemos a una nueva era sin socialistas ni perroflautas en el poder, leyes como esta y otras muchas se deroguen de inmediato ya que, de no ser así, ninguno de mereceremos que Javier y otros muchos se hayan sacrificado por nosotros.
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