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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

domingo, 8 de enero de 2023

1964. El Generalísimo Franco vibra con el triunfo de la selección de España contra la URSS en la final de la II Eurocopa de Naciones

1964. El Jefe del Estado, Generalísimo Franco, presenció desde el palco presidencial del estadio Santiago Bernabéu de Madrid, el histórico triunfo de la selección Española ante la URSS.

1964. El Generalísimo Franco vibra con el triunfo de la selección de España contra la URSS en la final de la II Eurocopa de Naciones.

Carlos Fernández Barallobre

Santiago Bernabéu de Madrid, el histórico triunfo de la selección Española ante la URSS.

A las seis y media de la tarde del domingo 21 de junio de 1964, bajo la lluvia, que no cesó de caer en todo el encuentro, se disputó el partido final de la II Copa de Europa de Naciones, entre los equipos de España y de la U.R.S.S., en un estadio Santiago Bernabéu, atestado de unos aficionados, que se dieron cita en el coliseo deportivo, sabiendo de antemano que volverían a ser decisivos, -como había sucedido cuatro días antes, en la semifinal frente Hungría-, con su aliento, sus banderas y sus pancartas. Sin duda con una gran moral de victoria, dispuestos a que nadie ni nada les arrebatase el histórico triunfo, algo que aguardaban desde la I edición de 1960 y que no pudo llevarse a cabo por circunstancias fuera del alcance deportivo.

Antes del inicio del encuentro, hizo su aparición en el palco presidencial el Jefe del Estado, Generalísimo Francisco Franco, acompañado de su esposa Carmen Polo. La llegada del primer español, a los acordes del himno Nacional, fue recibida con una enorme ovación de todos los espectadores puestos en pie, tremolando banderas y con incesantes gritos de ¡Franco! ¡Franco! ¡Franco!. Como diría, al día siguiente, el diario madrileño “Arriba”: “Los españoles allí presentes quisieron demostrarle ante todo su adhesión en este cuarto de siglo de paz que le debían y además su satisfacción porque estaba con ellos”.

La que se convertiría en la prestigiosa competición de la Eurocopa de Naciones, había nacido en 1960. Aquella primer Eurocopa tuvo un desarrollo difícil y complejo, pues selecciones como Alemania Federal, Inglaterra e Italia, decidieron no participar. Al final la UEFA logró el concurso de diecisiete selecciones, una más de las dieciséis necesarias, entre ellas España, que se enfrentarían en eliminatorias de ida y vuelta hasta las semifinales. Hubo un encuentro preliminar entre las selecciones de la república de Irlanda y Checoslovaquia, que finalizó con el triunfo del combinado centroeuropeo, que había perdido su encuentro de ida en Dublín por 2-0, pero doblegó a Irlanda, en Bratislava, por cuatro goles a cero.

Tras aquel triunfo checo, se conformaron los octavos de final con las selecciones de Checoslovaquia, España, URSS, Polonia, Yugoslavia, Hungría, Rumanía, Francia, Dinamarca, Noruega, Grecia, Bulgaria, Alemania Oriental. Portugal, Austria y Turquía. España quedó emparejada con Polonia, disputando su primer partido de la competición el 29 de junio de 1959, en la ciudad polaca de Katowice. La selección nacional se impuso por 2-4. Di Stéfano y Luis Suárez, ambos por partida doble, hicieron los goles. Ramallets. Olivella, Garay, Gracia; Gensana, Segarra; Tejada. Mateos, Di Stéfano, Luis Suárez y Gento, vistieron aquella tarde la camiseta de la selección nacional.


Una gran selección española, que se enfrentó a Polonia en Madrid, el 14 de octubre de 1959, en partido valedero para los octavos de final de la I Eurocopa de Naciones. Arriba de izquierda a derecha: Ramallets; Olivella, Garay, Gracia, Segarra, Gensana. Agachados; Tejada, Kubala, Di Stéfano, Luis Suárez y Gento. Imagen recogida de Internet.

En el encuentro de vuelta, jugado cuatro meses después, en el estadio Santiago Bernabéu de Madrid, el 14 de octubre de ese 1959, España venció por 3-0, con tantos de Gento, Gensana y Di Stéfano. Ramallets; Olivella, Garay, Gracia; Segarra, Gensana; Tejada, Kubala, Di Stefáno, Suarez y Gento, conformaron una alineación española de superlujo.

El gran juego desplegado por España en ambos partidos, pues contaba con una selección sin duda impresionante, con jugadores de la categoría de Di Stéfano, Kubala, Ramallets, Segarra; Peiró, Vergés, Gento, Luis Suárez, Collar. Rivilla, Calleja, Del Sol, Gracia, Garay, Santamaría, Gensana, Pachín, Marquitos, Eulogio Martínez o Tejada, entre otros, unido al buen momento del fútbol español, con las cinco copas de Europa, logradas de forma consecutiva por el intratable Real Madrid de Di Sténfano, de 1956 a 1960; o las dos de Ciudades en Feria, conseguidas en 1958 y 1960, por el gran Barcelona de Kubala y Luis Suarez, hicieron concebir a los aficionados hispanos grandes esperanzas, colocando a España como principal candidato a ganar la primera Eurocopa de la historia, creada por Pierre Delaunay. Lejos quedaba la medalla de plata conseguida en los juegos Olímpicos de Amberes de 1920 y el muy meritorio cuarto puesto del mundial de Rio de Janeiro de 1950.

España y su futbol estaban hambrientos y deseosos de títulos tras las decepciones de los mundiales de Suiza 1954 y Suecia 1958, a los que no acudió España, eliminada, una vez, por una trampa en la que cayeron los dirigentes del futbol español, al dar por bueno un telegrama enviado supuestamente por la FIFA, que prohibió a Ladislao Kubala alinearse en el encuentro de desempate frente a Turquía, alegando que el gran Laszi se encontraba en situación “ilegal” tras haberse escapado del “paraíso comunista” de su Hungría natal, algo que tras el partido de desempate se comprobaría como falso, ya que la FIFA nunca envió aquel telegrama donde se amenazaba a España con la descalificación por alineación indebida. Eso unido a la injusticia que empleó la propia FIFA para dirimir aquella eliminatoria, tras una victoria hispana, otra turca y empate, decidiendo, en vez de ordenar que se disputase un nuevo encuentro de desempate, recurrir a un sorteo, donde un niño italiano llamado Franco Gemma, “Il bambino”, extrajo la papeleta de Turquía dejando a España fuera de aquel mundial de 1954. La otra, tras un lamentable e inesperado empate frente a la dura y rocosa selección de Suiza, que permitiría a Escocia, la tercera selección encuadrada en el grupo de clasificación, participar en el mundial de Suecia 1958, donde se daría conocer por primera vez el gran Pelé.

Por ello aquella I Eurocopa se presentó con una ocasión única para sacudirse de una vez de todos los males y decepciones que acuciaban a la selección Española.

Pero hete aquí que el sorteo de cuartos de final, a disputarse en mayo-junio de 1960, y a las cuales accedieron España, Rumanía, Checoslovaquia, Francia, Austria, Yugoslavia, Portugal y Unión Soviética, iba a deparar, de forma caprichosa, un emparejamiento políticamente insalvable, pues la bolita de turno decidió que las selecciones de fútbol de España y la URSS, dos naciones que en aquellos instantes mantenían posturas irreconciliables, se enfrentasen en uno de los encuentros de la eliminatoria de los cuartos de final de aquella I Eurocopa de Naciones.

El presidente de la Federación Española de fútbol, Alfonso de la Lafuente Chaos y el Delegado Nacional de Deportes José Antonio Elola Olaso, siguiendo las directrices marcadas por los ministros de Exteriores, Fernando María Castiella, y del Movimiento, José Solís Ruiz, del que dependía el deporte nacional, partieron hacia París, donde mantuvieron una reunión con Valentín Granatkin, presidente de la federación rusa, y con Gavriil Katchalin, seleccionador nacional. En aquella reunión, se fijaron las fechas de los dos encuentros de cuartos, el 29 de mayo en Moscú y el 6 de junio en Madrid, con posible desempate a jugar en Roma o en París.

España y la URSS no mantenían relaciones diplomáticas, por lo cual se acordó que los visados de ambas selecciones, se tramitaran a través de las embajadas de ambos países, radicadas en París. Como muestra de buena voluntad, el seleccionador soviético Katchalin, presenciaría, el día 15 de mayo, en Madrid, el encuentro amistoso que enfrentaría a España contra Inglaterra, y que finalizaría con el triunfo de España por 3-0, con dos goles marcados por Eulogio Martínez y otro por Peiró. De igual forma, Helenio Herrera viajaría Moscú, a ser testigo del choque de la URSS contra Polonia. Todo parecía encarrilado. Sin embargo la guerra fría, y el recuerdo de la guerra de liberación española de 1936-39, se entrometerían, de forma decisiva e insalvable, en aquella eliminatoria futbolística.

En un consejo de ministros presidido por el Generalísimo Franco, celebrado el día 20 de mayo en Barcelona, el gabinete discutió sobre la eliminatoria de futbol España-URSS. Los ministros Fernando María Castiella y José Solís Ruiz, defendieron que España disputase sus encuentros. Camilo Alonso Vega, Ministro de Gobernación, y Luis Carrero Blanco, de Presidencia, se opusieron dura y tenazmente.

La guerra fría entre Estados Unidos y la URSS estaba en plena ebullición, pues por esas fechas, los rusos habían derribado un avión U-2 norteamericano y detenido a su piloto, al haber entrado en el espacio aéreo soviético. La guerra a punto de estallar en el Congo; el conflicto armado en Colombia; la toma de posiciones soviéticas en la isla de Cuba o la carrera aeroespacial, eran otros puntos calientes de pertinaz conflicto en las que se encontraban inmersas ambas grandes potencias desde el final de la II guerra mundial.

Camilo Alonso Vega recordó, en aquella reunión del gabinete ministerial, el incidente que el embajador Juan Pablo de Lojendio había tenido en La Habana, en su calidad de Embajador de España en Cuba, cuando en la noche del 20 de enero de 1960, irrumpió en el programa de la televisión cubana Canal 2 “Telemundo pregunta” en el que se entrevistaba a Fidel Castro. El barbudo líder de la revolución cubana, país satélite de la Unión Soviética, acusaba en esos momentos a España y a su embajada, de ser un foco de actividades contra el gobierno comunista cubano. Lojendio logró entrar en los estudios y ante las cámaras quiso rebatir las acusaciones contra España, acusando a Castro de propalar mentiras. Su defensa de España fue épica y gallarda. Fidel Castro, fuera de sí, se levantó y a gritos dijo que no toleraba que hablase de democracia el embajador de la dictadura de Franco. Los cubanos se quedaron sin imagen, pero no sin sonido, pudiéndose escuchar gravísimos insultos entre Castro y Lojendio. Días después, el embajador español, que le había plantado cara al comunismo en su propia casa, sería expulsado de Cuba.

El ministro Alonso Vega, recordó también, que aún quedaban en la URSS prisioneros de la División Azul y niños de la guerra, sin ser devueltos a España. Apuntó que se habían detectado activistas en España, pagados por Moscú con intención de alterar el orden público y que la URSS no había hecho nada por devolver el oro robado y expoliado al banco de España por el socialista Juan Negrín y entregado a la Rusia de Stalin en 1936. En la retina de muchos, sobre todo en los que habían perdido a familiares, asesinados en las tétricas checas o en oscuros paredones de la zona frente populista, todavía estaban vivas las imágenes de Stalin, Litminov y Voroshilov, coronadas por un gran escudo de la hoz y el martillo y la leyenda “¡Viva la URSS!”, engalanando los arcos de la popular Puerta de Alcalá del Madrid rojo.

Al final, por decisión política, el gobierno de España se negó a que los jugadores soviéticos pisasen suelo español, privando a la selección española de una gran oportunidad de ganar la Eurocopa de Naciones. La Federación Española emitió un breve comunicado donde se decía: “La Federación Española de Fútbol ha comunicado a la FIFA que quedan suspendidos los encuentros de fútbol entre las selecciones nacionales de España y de la URSS para la Copa de Europa de Naciones, pues España no se presentará a disputarlos”.

Lafuente Chaos y Elola Olaso, no se dieron por vencidos. Se trasladaron a Barcelona, donde fueron recibidos por el Teniente General Camilo Alonso Vega, al que ofrecieron que España viajaría a la URSS sin directivos, sin carácter oficial, sólo con el entrenador, el masajista y los jugadores. Le garantizaron que España eliminaría a los rusos. Alonso Vega les comentó que tenía informes de que agitadores comunistas estaban preparando infiltrarse en el campo del Real Madrid, donde tendría que disputarse el encuentro, para provocar altercados. Elola y el presidente Lafuente pidieron audiencia con el Generalísimo Franco que les escuchó con educada atención y les despidió con esas palabras: “El Gobierno no ve prudente, en las circunstancias actuales, recibir aquí a los rusos”.

El doctor Lafuente Chaos, en ayuda de la UEFA, realizó un último intento para salvar aquella eliminatoria. Propuso tres posibilidades: jugar los dos partidos en un campo neutral; jugar los dos partidos en Moscú o jugar el encuentro de ida en Moscú y el de vuelta en campo neutral. España renunciaba a participar en las taquillas, que serían íntegras para el rival. Sin embargo y a pesar de que la URSS, con la retirada de España, se convertía en el gran favorito para ganar la Eurocopa, como así sucedería, se puso campanuda y chulesca, rechazando las tres propuestas y exigiendo 600.000 rublos, equivalentes a unos treinta millones de pesetas, por daños y perjuicios y que España y sus equipos, fuesen expulsada de la UEFA.

Tan pronto como se les comunico a los jugadores que no jugarían contra los soviéticos, la prensa española culpó a la URSS por no haber aceptado las fórmulas propuestas. La UEFA multaría a España por incomparecencia con 2000 francos suizos, que significaban unos tres millones de pesetas, dejando sin efecto la expulsión, al valorar los esfuerzos ímprobos realizados por el presidente de la Federación Española, Lafuente Chaos.

La Unión Soviética campeón de la I Eurocopa de Naciones al derrotar en la final a Yugoslavia por 2-1. España se retiraría en semifinales precisamente para no enfrentarse a la URSS.

Curiosamente cuatro años después, la UEFA designó a España como país organizador de la fase final de la II Eurocopa de Naciones, que se celebraría en los estadios del Nou Camp de Barcelona y Santiago Bernabéu de Madrid, entre los días 17 al 21 de junio. Y de nuevo apareció en el horizonte la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, que junto a Dinamarca, Hungría y España, se clasificaron para la fase final. Esta vez el gobierno español ejercería, sin ningún tipo de trabas, de magnifico anfitrión de la delegación soviética.

En aquella selección Nacional, que dirigiría el seleccionador José Villalonga, iban a tener una destacada participación los coruñeses Luis Suárez Miramontes, Amancio Amaro Varela y Marcelino Martínez Cao.

Luis Suarez Miramontes, nacido en el barrio de Monte Alto de La Coruña, en mayo de 1935, se inició en el futbol en el equipo de la parroquia de Santo Tomás, el “Perseverancia”, que dirigía el inolvidable sacerdote Manasés Carballo. En 1950, al ver un anuncio insertado en prensa, Luis acudirá a probar por lo que se conocerá en la ciudad como “la escuela de Scopelli”, el gran entrenador argentino, que esa temporada haría al Deportivo subcampeón de liga, El técnico argentino Alejandro Scopelli, empeñado en crear una escuela de futbol en la ciudad, con la intención de que nutriese en un futuro próximo de jugadores al Real club Deportivo, convocó a más de cuatrocientos jóvenes, de edades comprendidas entre los 14 y 16 años, Tras la oportuna selección, en la que Scopelli contó con el asesoramiento y trabajo de tres leyendas de las historia deportivista, como eran los internacionales Chacho, Hilario Marrero y Elicegui, el día 30 de marzo de 1950, en el campo grande Riazor, se enfrentaron dos equipos, que vestían camisetas blancas y azules. Venció el equipo blanco por un tanto a cero. Entre aquellas jóvenes promesas aparecieron entre otros, Luis Suárez, mi primo Carlos Torres, Bouza, Fefé del Río, Losada, Botanita, Novo. Incluso el que sería presidente del gobierno de España, Adolfo Suárez.

Luis Suarez Miramontes, el único jugador español hasta la fecha que ha logrado el balón de oro.

Tras ello, Luis Suarez pasaría a militar en las filas del Fabril, debutando, con 18 años, con el primer equipo del Deportivo, el seis de diciembre de 1953 en el campo barcelonés de las Corts, ante el todopoderoso Barcelona, que derrotó sin paliativos al Deportivo por 6-1. Sin embargo aquella tarde Luisito dejaría unas exquisiteces del juego que llevaba dentro, algo que asombraría al secretario técnico del equipo catalán, el gran Pepe Samitier; al propio Ladislao Kubala, el jugador referente en aquel momento del Barça y al vicepresidente del club azulgrana, el industrial textil, Antonio Tamburini.

Tamburini, que por sus empresas textiles, realizaba continuos viajes a La Coruña, ya no cejaría en su intención de fichar a Luis. En marzo de 1954, con motivo de la visita del Deportivo a la ciudad Condal, a fin de disputar un encuentro del campeonato nacional de Liga ante el Español, el Deportivo y Barcelona acuerdan los traspasos del uruguayo Dagoberto Moll, todo un referente del equipo blanquiazul, componente de la famosa delantera “orquesta Canaro” y del joven Luis Suárez. El club de Barcelona abonaría al Deportivo por la operación 600.000 pesetas.

Ni que decir tiene que Luisito triunfaría plenamente en el club azulgrana. En los siete años que vistió la camiseta azul y grana conseguirá dos títulos de liga; dos de Copa del Generalísimo; dos copas de Ferias y sería galardonado con el balón de oro en 1960 y con el de plata en 1961, siendo el único jugador español hasta la fecha en conseguirlo.

Acuciado por las deudas de las obras del nuevo estadio del Nou Camp; al tener problemas con la recalificación y venta de los terrenos del viejo campo de Las Corts, y tras la aciaga final de los postes de la copa de Europa de 1961, ante el Benfica de Lisboa, que finalizaría de forma injustísima con el triunfo del equipo luso por 3-2, y donde, en aquellos postes cuadrados del estadio de Berna, los jugadores barcelonistas estrellarían hasta tres balones, el Barça traspasaría a Luis Suárez, por la astronómica cantidad de 25.000.000 millones de pesetas al Inter de Milán.

Por su parte, Amancio Amaro se había iniciado en el modesto Victoria, del barrio coruñés de Santa Lucía, club al que había llegado con 15 años en 1954 y del que saldría para jugar en el Deportivo, debutando con el club de Riazor en la temporada 1958-59. En las cuatro campañas en que Amancio jugará con el Deportivo, todas ellas en segunda división, logrará la magnífica cifra de 54 goles marcados.

En la temporada 1961-62 el Deportivo con Amancio como estrella rutilante, se proclamará campeón del grupo primero de segunda división y retornará a primera.

Amancio se exhibe, en cada encuentro de aquella campaña liguera, con una mezcla de velocidad endiablada y un regate y desborde magistral, jugando en el ala derecha de la delantera del conjunto deportivista. Aquello no pasará desapercibido para el presidente del Real Madrid, Santiago Bernabéu, que ante el acecho de otros poderosos clubes, bajo ningún concepto, va a dejar escapar al joven jugador coruñés. Don Santiago se impuso al criterio casi unánime de su junta directiva, que no quería realizar una operación que se antojaba millonaria, ya que la exigencias del presidente del Deportivo, el recordado Jesús Cebrián Brizuela, eran muy elevadas y la juventud de Amancio, 22 años, jugaba en contra de los deseos de la junta directiva madridista, que veía la operación como muy arriesgada y con un enorme agravante: la falta de liquidez en la tesorería merengue.

Pero Don Santiago estaba empeñado en rejuvenecer un Real Madrid, que tras lograr cinco copas de Europa consecutivas, la última, la conseguida en Glasgow, en mayo de 1960, tras derrotar al Eintracht de Fráncfort por 7-3, comenzaba a sufrir un lógico desgaste. Alfredo Di Stéfano, su jugador bandera, había cumplido 36 años; Puskas 35, Santamaría 31, Zárraga 30. El Real, eliminado en octavos de final por el Barcelona en la edición 1960-61, había logrado acceder de nuevo a la final europea de 1961-62, disputada en Ámsterdam, donde seria goleado por el Benfica de Lisboa por cinco tantos a tres.

A espaldas de su junta directiva, Don Santiago cerró con Jesús Cebrián la operación en doce millones de pesetas, cuatro pagados a toca teja, y los ocho restantes aplazados, además de la cesión al Deportivo de tres jugadores blancos: el guardameta canario Antonio Betancort; el medio internacional sub21, Antonio Ruiz y el defensa Miche.

Con la junta directiva del Real reunida en las oficinas del estadio blanco, Bernabéu, de vacaciones en Santa Pola, telefoneó a sus compañeros para darle la noticia. Estos quedaron anonadados, pero nadie se atrevió a contradecir al gran timonel madridista. Tan solo uno de los vicepresidentes madridistas, Francisco Muñoz Lusarreta, un reconocido empresario propietario de cines y teatros por toda la geografía nacional, preguntó, al conocer por boca de Bernabéu, que había que darle al Deportivo, de inmediato, cuatro millones de pesetas. “¿Y quién paga esos cuatro millones?Don Santiago cerró la polémica: ¡Tú!

Lusarreta prestaría el dinero, que avalaría una operación que se convertiría, con el paso del tiempo, en una de las mejores realizadas por el club de la calle de Concha Espina. Amancio, el chaval de la calle de Vizcaya, se convertiría, por derecho propio, en uno de los mejores jugadores de la dilatada y exitosa historia del Real Madrid, Sería la piedra angular de lo que se conocerá como el Madrid ye-yé, que alcanzaría la sexta copa de Europa en 1966, al derrotar en la final disputada en Bruselas, al Partizán de Belgrado por dos tantos a uno, con un gol del propio Amancio y otro de Serena. Conseguiría también nueve títulos de liga y tres copas del Generalísimo.

En aquella histórica selección, que daría a España su primer gran título de selecciones nacionales, figuraba también el coruñés de Ares, Marcelino Martínez Cao, que tras realizar una magnifica temporada en el Racing de Ferrol, había sido traspasado al Real Zaragoza en 1959, jugando a pleno rendimiento hasta 1970, convirtiéndose en un referente indeleble de la historia del club de la capital aragonesa.

El decisivo gol del coruñés Amancio Amaro, que clasificaba a España a la final de la Eurocopa de Naciones de1964. Imagen publicada en el diario Marca, recogida de Internet.

Para llegar a aquella fase final de la II Eurocopa de Naciones, España había eliminado en la fase previa a Rumanía, a cuya selección le endosó un 6-0, en encuentro celebrado en Madrid, el 1 de noviembre de 1962, presentando España el siguiente combinado: Vicente; Pachín, Rodri, Calleja; Paquito, Glaría; Collar, Adelardo, Veloso, Guillot y Gento. El valencianista Guillot, en tres ocasiones, el deportivista Veloso, el atlético Enrique Collar e Ion Nunweiller, en propia puerta, hicieron los goles hispanos. Veinticuatro días más tarde, en Bucarest, España, que repetiría alineación, perdía por 3-1, con gol del delantero del Deportivo, Pepe Veloso.

En los octavos de final, España se mediría contra Irlanda del Norte. En el encuentro de ida, celebrado el 30 de mayo de 1963, en el estadio bilbaíno de San Mamés, España que presentaría un once formado por: Vicente; Rivilla, Echeberría, Reija; Paquito, Pachín; Amancio, Félix Ruiz, Morollón, Adelardo y Enrique Collar, no pasó del empate a uno, con gol de Amancio, que fue el mejor del partido. El choque de vuelta, disputado en el Widson Park de Belfast, el 30 de octubre de 1963, trajo consigo la clasificación de España, gracias a un solitario gol del inolvidable extremo del Real Madrid, Paco Gento. España formaría con: Pepín; Rivilla, Olivella, Reija; Félix Ruiz, Zoco; Pereda, Del Sol, Zaldúa, Luis Suarez y Gento.

Los cuartos de final emparejarían a España con la otra Irlanda. En un abarrotado Ramón Sánchez Pizjuan, España, en una noche primorosa de fútbol, donde sobresalió el coruñés Amancio, derrotaba por 5-1 a la República de Irlanda, el 4 de diciembre de ese año 63. Amancio, en dos ocasiones, Marcelino, en otras dos y el barcelonista Fusté, hicieron los goles del encuentro, donde debutó con la selección el portero del Bilbao, José Ángel Iribar que formaría junto a Rivilla, Olivella, Calleja; Zoco, Fusté; Amancio, Pereda, Marcelino, Villa y Lapetra

En la vuelta, disputada el 27 de mayo, en el Dalymont Park de Dublín, España volvía ser superior a su rival y vencía por 0-2, con goles marcados por el extremo cántabro del Barcelona, Pedro Zaballa. Iríbar; Rivilla, Olivella, Calleja; Zoco, Fusté; Zaballa, Pereda, Marcelino, Villa y Lapetra, defenderían esa noche la camiseta de la selección Nacional.

España, por derecho propio, se plantó en unas semifinales que se jugarían en Barcelona y Madrid, entre los días 17 al 21 de junio, bajo la organización de la Federación Española de Fútbol.

En la noche de 17 de junio, en el estadio Santiago Bernabéu de Madrid, se enfrentaron España y Hungría. El encuentro fue apasionante y emocionantísimo, necesitando de una prórroga para su desenlace final. España disputaría el encuentro con Iribar; Rivilla, Olivella, Calleja; Zoco, Fusté; Amancio, Pereda, Marcelino, Luis Suárez y Carlos Lapetra.

La primera parte fue magníficamente jugada por España, magistralmente dirigida por el coruñés Luis Suárez, que se cansó de dar pases a derecha e izquierda, en largo, realizando, en un determinado momento del encuentro, una excelente jugada, donde se llevó consigo a tres jugadores magiares, enviando el balín de forma perfecta a Chus Pereda, que de cabeza inauguró el marcador. Los noventa mil aficionados que llenaron el viejo Chamartín explotaron de júbilo.

En la segunda parte España retrasó sus líneas con la intención de mantener la ventaja en el marcador. Pero los húngaros, sobre todo por medio de Bene, Tichy, Nagy y Albert, pusieron a prueba a un segurísimo Iribar, que realizó varias paradas muy meritorias. Cuando faltaban cinco minutos para el final, Nagy remataba una jugada confusa en el área española, poniendo el empate en el marcador. La prórroga se hizo inevitable.

En ella surgiría la figura de Amancio Amaro, que protagonizaría dos excelentes jugadas, que a punto estuvieron de convertirse en gol. Pero su lucha y porfía, espoleada por el aliento del público, que al comprender que podía ser decisivo para ganar tan difícil compromiso, rugió en favor de la selección, haciendo del estadio Bernabéu una caldera de gritos atronadores en favor de España, tendría su justo premio en el minuto ocho del tiempo añadido. Amancio, el habilidoso delantero coruñés, con una calidad insuperable, en un saque de córner, que prolongó Fusté, remató el balón, que fue sacado en un primer momento en la línea de meta por un defensor húngaro, para posteriormente llegar de nuevo a las botas de Amancio que de forma imparable alojó el balón en la portería magiar, dando la victoria y el pase a la gran final a la selección Española.

La final estaba servida e iba a enfrentar a España con la URSS, tras deshacerse los soviéticos, en la otra semifinal, disputada en el Nou Camp de Barcelona, de la selección de Dinamarca por un concluyente 3-0.

Selección Nacional de España de fútbol, que logró el título de Campeón de Europa de Naciones de 1964. De izquierda a derecha, arriba; Iribar, Zoco, Olivella, Fusté Calleja y Rivilla. Agachados: Amancio, Pereda, Marcelino, Luis Suárez y Lapetra.

Con el estadio Santiago Bernabéu abarrotado de público, con las cámaras de TVE, que emitieron las imágenes por Eurovision a todo el mundo, en los prolegómenos, además de ondear la bandera roja con la hoz y el martillo, derrotada por el Ejército de Franco en la guerra de liberación española 1936-39, sonaba por primera vez en España, desde aquel lejano 1939, el himno de la Unión de Repúblicas socialistas Soviéticas, interpretado por última vez, en el mes marzo de ese año de 1939, en zona frente populista, unos días antes de finalizar la guerra de liberación española frente al comunismo, con motivo, de la marcha de asesores y pilotos soviéticos de una URSS aliada preferente de aquel frente popular que nos había conducido a la guerra civil y que los aficionados españoles escucharon en el estadio Bernabéu con un gran respeto y silencio.

Tras esa interpretación, la del himno Nacional de España, que fue acogido con una larga ovación y gritos de ¡España! ¡España!, Después del Intercambio de banderines conmemorativos entre los capitanes Fernando Olivella y Valentín Ivanov y el sorteo de campo, el árbitro el inglés M. Holland, señaló con su silbato el comienzo del encuentro. En tan histórico compromiso, España, que vistió completamente de azul, alineó a Iribar; Rivilla, Olivella, Calleja; Zoco, Fusté, Amancio, Pereda, Marcelino. Luis Suárez y Carlos Lapetra.

El primer gol de español en aquella histórica final, España-URSS, obra de Chus Pereda.

El primer gol del encuentro llegó a los seis minutos de juego. Una jugada de Luis Suárez con pase a Chus Pereda, que se aprovechó de un fallo de marca de la defensa soviética para fusilar de cerca al guardameta Yashin. No se dieron por vencidos los soviéticos y tres minutos después, el hábil extremo izquierdo Jusainov, aprovechando un fallo de Fernando Olivella, remató cruzado, ante la salida de Iribar, que se quedó indeciso al no esperar el disparo.

El juego desde ese momento fue un continuo batallar entre dos equipos con estrategias muy diferentes. España, jugando al contragolpe y Rusia con una ordenada defensa. Se planteó entonces una cerrada lucha por hacerse con el centro del campo, entre dos hombres, Luis Suárez e Ivanov. Y ahí brilló de forma especial Luisito Suárez, marcado estrechamente por el propio Ivanov por delante y Korneiev por atrás, pero que con su elegancia y categoría lograría zafarse en numerosos instantes del encuentro de tan férrea marca. Con sus movimientos de derecha a izquierda, desconcertó a los soviéticos, pasando por sus botas todo el juego del equipo Nacional. Situado en la banda derecha enviaría el centro que Pereda convertiría en el primer gol de España, El duelo, entre dos tan grandes jugadores, como eran Luis y Valentín Ivanov, se resolvería del lado del gran jugador coruñés de la calle de la Torre.

La segunda mitad fue diferente. A España le pasó factura su derroche de facultades de la primer parte, llegando Suárez al límite de la extenuación. Y ahí apareció la figura del burgalés Chus Pereda, que tomó el mando de las operaciones del equipo Nacional, realizando un sensacional encuentro, siendo objeto de un penalti, anulándosele un gol y llevando a la victoria al equipo nacional.

La URSS apretó a España con mucho peligro y cuando ya los equipos se preparaban para disputar un tiempo añadido, a los treinta y ocho minutos de la segunda parte, a siete del final, una internada del lateral Feliciano Rivilla, que en vez de centrar al área, cedió el balón al omnipresente Pereda, quien centró fuerte hacia el lugar del área grande, donde estaba situado el delantero español Marcelino, que de forma espectacular y con un giro inverosímil, cabeceó el balón, enviándolo a la red junto a un poste, haciendo imposible la reacción del gran Yashin, que ni se enteró por donde se coló el balón, Los cinco minutos finales, fueron no aptos para cardiacos.

El gran gol de Marcelino, que valía una copa de Europa de Naciones y que la “araña negra” Yashin, ni olió. Imagen recogida de Internet.

Con el pitido final de míster Holland, -que tendría una lamentable y parcial actuación al “tragarse” un clamoroso penalti del central soviético Shesternev a Pereda y anular al propio Chus Pereda un gol, a todas luces legal, por no querer aplicar la ley de la ventaja-, el delirio emocionado de un triunfo histórico, tanto deportivo como político, se apoderó de toda España, cuando Olivella, recibió la copa de Europa de manos del presidente de la UEFA señor Wiederkhey. El capitán español, emocionado, manifestaría, en el mismo terreno de juego, a los periodistas: “Esta victoria se la ofrecemos en primer lugar al Generalísimo Franco, que ha venido esta tarde a honrarnos con su presencia y animar a los jugadores, quienes han hecho lo imposible por ofrecer al Caudillo y a España este sensacional triunfo”.

Las calles de Madrid se convirtieron en una gran fiesta, con sonar de cláxones y gentes por toda la ciudad flameando banderas de España.

A la mañana siguiente, el Jefe del Estado, Generalísimo Francisco Franco recibió en audiencia privada, en el Palacio del Pardo, a los jugadores y al seleccionador Nacional, José Villalonga, que se habían proclamado campeones de Europa. Los campeones iban acompañados por el Ministro Secretarlo General del Movimiento, señor Solís; Delegado Nacional de Deportes, señor Elola; presidente de la Federación Española de Fútbol, señor Picó y otras autoridades deportivas.

El Caudillo saludó uno a uno a todos los jugadores, a los cuales estrechó la mano, les hizo un regalo personal y les agradeció la entrega con que se habían comportado en el terreno de juego y el que hubiesen tenido la oportunidad de demostrar a muchos millones de aficionados al futbol, como se comportaba la juventud española capaz de lograr ese gran triunfo deportivo. Terminó felicitándoles efusivamente, deseándoles muchos éxitos personales y deportivos y agradeciéndoles que le hubiesen brindado la victoria.

La selección española de futbol, huérfana de laureles desde aquella lejana medalla de plata, conseguida en los Juegos Olímpicos de Amberes de 1920, lograba un éxito sin precedentes al proclamarse campeón de Europa de Naciones y encima derrotando a la potente y hasta ese momento campeona de Europa, selección de la URSS con la “araña negra” el gran portero Lev Yashin; el finísimo interior Valentín Ivanov; el central Albert Shesterniev; el medio Valery Voronin, y los rapidísimos extremos Igor Chislenko y Galimzian Jusainov, como grandes referentes en sus filas.

España posa con la Copa de Europa de 1964. Imagen recogida de Internet.

Tres coruñeses, uno de la calle de la Torre, Luis Suárez con su excelente juego; otro de la calle de Vizcaya, Amancio Amaro, inspiradísimo con su decisivo gol a Hungría. A ellos se sumaría otro coruñés, en este caso de Ares, Marcelino Martínez Cao, que con su prodigioso gol de cabeza, colocaban a España en la elite del futbol europeo. Todo ello ante la atenta mirada de otro gallego, el ferrolano Francisco Franco, que como un español más, al igual que los más de cien mil espectadores que acudieron al Bernabéu, se emocionó y vibró cuando las autoridades del fútbol internacional entregaron el trofeo al capitán Fernando Olivella,

Fue sin duda un día histórico. Tendrían que pasar cuarenta y cuatro años para que España levantase otra copa de Europa de Naciones, esta ganada en Viena con un gol de Fernando Torres, ante la competitiva y magnifica escuadra alemana. Luego vendría el mundial Sudáfrica de 2010, con el recordado gol de Andrés Iniesta a los Países Bajos y otra nueva copa de Europa con la goleada sobre Italia (4-0), en Kiev, en 2012, con tantos de David Silva, Jordi Alba, Fernando Torres y Juan Mata.


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