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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 11 de septiembre de 2023

A MI AMIGA MARÍA JIMENEZ / por Manuel Herrero Presa


He tardado en decirte lo que siento. Te dije el otro día que te escribiría al día siguiente de tu "ida", pero no he podido, no me salía, me bloqueé. Lo tuyo, no por esperado, ha sido la guinda en mi pastel de sentires.


A MI AMIGA MARÍA JIMENEZ
MI "JOMEINE". !!QUE ME DEJE!!

Tú sabes, ahora que andas por "ahí", lo que llevan mis sufridas espaldas soportando tanto peso seguido por las ausencias de amigos que les ha "dado" por marcharse uno tras otro al "Sitio Ese"... y que no me dan tiempo a recuperarme.

"Sitio Ese", que para nosotros los creyentes, debe de ser una maravilla de lugar, porque si no, no se explica tanta prisa ni tanta urgencia por llegar. O, son el Gran Poder y la Virgen del Rocío los que están "necesitados" de teneros junto a ellos, y a tantos como se fueron antes... O, es que Lola, la Jurado, Juana, Caracol, Camarón, Bambino, Ordoñez, Antoñete, Rafael Vega, etc...les han dicho a Dios y a la Virgen que tenían ganas de "guerra", nuestra dulce guerra de siempre. (Cantar, bailar, querernos y reírnos cada vez que hemos tenido la oportunidad de poder hacerlo). Ah, y currar desde pequeños.

(Perdona, ahora sigo escribiendo, que tengo que ir a él aeropuerto a recoger a mi hija que acaba de aterrizar de Costa Rica).

(Ya estoy de vuelta a casa. Tú me entiendes).

Continúo:

Pues sí María mía, contigo sí que he tardado en ponerme a describir mis sentimientos y mis recuerdos.
Todos estos días te he puesto alguna nota, pero no lo que yo en verdad quería y debía de reflejar de tu persona. Como te he dicho, el "bloqueo" mental y de dolor acumulado por tantos amigos me lo impedía.

Hemos tenido una amistad tan buena y tan sana durante tantos años...( más de 55) que sería imposible plasmarlos todos en estas líneas. Y menos hoy con el "plomazo" que aún tengo en mi cabeza.

Yo te conocí en Sevilla, solo de vista, sobre el año 65. Después te vi, creo recordar, en el año 66 en el Tablao que tenía en Barcelona, detrás del Arco del Teatro, Rafael Pantoja, el hermano de Picoco y de Diego Pantoja.
Algunas veces, años después cuando ya éramos amigos, te contaba yo a ti la impresión que me diste, tan bonita y tan jovencita (16 años) con un traje de flamenca con los volantes muy cortos, y con la forma tan graciosa que tenías de sentarte en tu silla del Cuadro Flamenco.

Describirte como persona y como artista yo no necesito hacerlo, ya que casi "todo el mundo" de alguna manera o de otra te ha conocido a través del tiempo y de tu historia.
Yo solo te diré que para mí has sido un dulce torbellino. Una grandísima persona. Una gran artista en tu género, con una personalidad muy tuya, muy particular, difícil de imitar. Una gran luchadora. Una gran dadora de cariño, y una Gran receptora del dolor.

Tenemos miles de anécdotas, de vivencias (Sobre todo en los años de Madrid), de Rocíos, de mensajes de voz en la pandemia, de cientos de amigos, de eternas madrugadas, de risas y de llantos... Pero solo te recordaré dos de ellas.

La primera, la de la foto que he puesto acompañando a este escrito, de hace 50 años.

Fue, creo recordar, en el año 73, una noche en Los Canasteros de Manolo Caracol, en la que él Betis había jugado ese día en Madrid y en la que con algunos jugadores nos fuimos para el Tablao. En un momento de la noche alguien le dijo a nuestro amigo y "artistazo jugador" Rogelio Sosa (el de la izquierda de Caoba) que bailase contigo unas sevillanas arriba en el escenario, tú tan bética... y que os la cantase yo, también bético hasta la médula. No recuerdo bien si fue Caracol o su hija Luisa los que lo propusieron.
Y hete aquí que yo, a ti y a Rogelio, tuve el gustazo de cantárosla para la eternidad.

Y la segunda, fue una madrugada de Viernes Santo en Sevilla del año 1985 (meses antes había fallecido tu hija en accidente) en la que estaba yo en el Laredo viendo pasar junto a los amigos a las Hermandades, como muchos años hacíamos, y al terminar de pasar Triana, me fui con dirección a cruzar la Avenida para llegar al Baratillo y esperar la llegada del Caballo allí. Pero antes de llegar al paso de peatones te vi, medio oculta tu cara, de incógnito, sola. Y automaticamente mi reacción fue ponerme detrás de ti sin tú verme, cogerte por la cintura con las dos manos, empujadote suavemente como en la bullas, y te dije al oido "vente conmigo al Baratillo y después si quieres te llevo hasta Triana". Asentiste y no hablamos nada más en todo ese trayecto. En ese amanecer nadie te vio, nadie se dio cuenta de tu presencia. Creo que solo te "sintieron" rezar tu Cristo y tu Virgen de la Esperanza.

Te quiero.
Mi mujer y mis hijos te adoran

Tu amigo Manuel Herrero Presa
(Sobre la marcha y en dos etapas)

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