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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

lunes, 4 de noviembre de 2013

Siente al Rayo a su mesa / Por Jorge Bustos


Paco Jémez, entrenador del Rayo Vallecano /Getty

"...El Rayo es, en números redondos, el peor equipo de la Primera División, aunque está capacitado para hacer un buen papel en Segunda. Al César lo que es del César. Al Rayo, sin embargo, contra todo espíritu científico, le siguen diciendo que es un equipazo, del mismo modo que hay telepredicadores en Texas que desmienten a gritos que vengamos del mono..."

Siente al Rayo a su mesa
Yo prefiero ser del rico Real Madrid porque soy pobre, que ir con el pobre Rayo porque se es rico, como hace Robinson. Pero si yo fuera vallecano y me viese colista cada semana, le pediría al señor Jémez que, ya que somos pobres, dejase de intentar jugar como los ricos, porque el dinero y los puntos en Liga es lo único en esta vida que no se puede ocultar Paco Jémez, entrenador del Rayo Vallecano /Getty

El Rayo es, en números redondos, el peor equipo de la Primera División, aunque está capacitado para hacer un buen papel en Segunda. Al César lo que es del César. Al Rayo, sin embargo, contra todo espíritu científico, le siguen diciendo que es un equipazo, del mismo modo que hay telepredicadores en Texas que desmienten a gritos que vengamos del mono. Pero el hecho es que venimos del mono, incluido Paco Jémez, el brahmán de Vallekas, uno de esos sabios pancescos del fútbol al que le han dicho que es un genio y se lo ha creído. 

Jémez lleva el guardiolismo más allá del juego de un equipo incapacitado para practicarlo: lo lleva a su propia indumentaria. Ya nadie le apea del chalequito, cuyas sisas no revientan durante los partidos de puro milagro; tales son los trances epilépticos que se apoderan durante los encuentros de este místico castizo, cuarto pastor de Fátima contemplando el rostro de la posesión sobre el muro pelado del Estadio de Vallecas.

Pese a que es una máquina de perder puntos, a Jémez se le perdona todo en virtud de una pulsión españolísima llamada aporofilia o amor al pobre, una forma laica de misericordia que sirve al primermundista exitoso para lavarse la mala conciencia de su íntima prosperidad. Sobra bibliografía al respecto, lean ustedes las memorias de Carlos Barral o las carantoñas de Hollywood a los Panteras Negras contadas por TomWolfe. En cada entrevista Jémez no pierde la ocasión de vocear el mísero presupuesto de su club, en la esperanza de que terminemos de confundir la falta de dinero con la falta de puntos. Yo prefiero ser del rico Madrid porque soy pobre, que ir con el pobre Rayo porque se es rico, como hace Robinson. Pero si yo fuera vallecano y me viese colista cada semana, le pediría al señor Jémez que, ya que somos pobres, dejase de intentar jugar como los ricos, porque el dinero y los puntos en Liga es lo único en esta vida que no se puede ocultar.Jémez lleva el guardiolismomás allá del juego de un equipo incapacitado para practicarlo: lo lleva a su propia indumentaria. Ya nadie le apea del chalequito

Tampoco puede ocultarse la belleza, la del primer gol de Cristiano Ronaldo en contragolpe fulminante, recuperación, pared medida, carrera, caño y definición que sonó como un pinchazo, el del gran globo bobo del tiquitaca rayista, que digan lo que digan solo supo marcar de penalti. 

Y habría más belleza vertiginosa en la primera parte, pese a que –digámoslo de una vez– el Real Madrid hizo un partido miserable en defensa. La pareja Pepe-Ramos da hoy tanta confianza como un paseo con Snowden, Marcelo hizo un penalti especialmente estúpido después de sustituir a un Coentrao que huele a hule, Carvajal se llevó trajes y sombreros para un cuadro de Hopper y la afición entera clama por la joven solvencia de Varane y no se consolará con otro. 

Los mejores momentos del Madrid los fraguaron de nuevo las estelares emisiones de la BBC (Bale-Benzema-Cristiano), la cadena del gol, al fin engrasada por Xabi Alonso desde la sala de máquinas. Illarra no mejoró al tolosarra cuando le sustituyó, y en general el medio campo blanco pone tan caro el metro cuadrado que parece el Barrio de los Jerónimos. Di María se perdía, Modric vio claro mientras no le faltó la referencia de Xabi y la ausencia de Khedira dejaba tanta añoranza como la decadencia del Rock-Ola: al final cualquiera con una raya se acababa colando.

Estos defectos palmarios del Madrid enardecían la aporofilia de los locutores del 'Plus', que hablaban del “equipo de Paco” con una familiaridad obscena. Ustedes vuelven a oír los minutos siguientes a los dos penaltis y la narración es como para llevar a sus autores ante el indicador de objetividad de Ana Pastor. Oigan, qué poco rebozo. Cualquiera habría dicho que pitar un tercer penalti a favor del Rayo equivalía a meter a Rato en la cárcel.El Madrid hizo un partido miserable en defensa. La pareja Pepe-Ramos da hoy tanta confianza como un paseo con Snowden

La medida de la resurrección de Karim la dio un detalle que me gustó: en un contraataque que él inició y que continuó Xabi Alonso con un pase largo, el francés se llevó un fuerte golpe al salir del pase pero continuó la jugada como pudo y no se dejó caer al suelo hasta que el linier pitó el fuera de juego. Estos pormenores son los que informan de la salud competitiva de un jugador. Benzema ha vuelto, para terror de zagas y piperos. Bale, con dos asistencias, empieza a oscurecer el recuerdo de Özil y el montante de su fichaje, amortización lograda hace mucho por Cristiano, que se castiga alargando la sesión de criogenia cuando solo mete dos.

Pero no vamos a ser más papistas que Carletto, que escogió la palabra desastre para retratar la intensidad defensiva de este equipo que de pronto, no sabemos por qué, se transporta a una pachanga estival de amigos de Figo contra los de Ronaldo. El Madrid no puede desarbolarse por mucho que le piten el penalti de la marmota, y por momentos su línea de cuatro, conjuntamente con Diego López (que evitó el empate), se movió con la torpeza de un adolescente en un burdel. En la banda, Jémez hecho un basilisco; a su lado, Ancelotti componiendo un Gatopardo, enarcando la ceja por la modestia comparada de su indignación. El realizador era un Eisenstein que se demoraba en las coreografías unánimes del heroico graderío, esas gradas bucaneras que son las escaleras de Potemkin del Madrid posmoderno.No puede ocultarse la belleza del primer gol de Cristiano. Benzema ha vuelto, para terror de zagas y 'piperos'

Pensemos si el "equipo de Paco" no está obligado a seguir perdiendo para no desbaratar la retórica obrerista de que goza en los medios. Pensemos que si empezara a ganar, a ganar de un modo constante e implacable, la simpatía por el pobre se esfumaría rápidamente, sobrevendrían la envidia, el odio, las hernias ficticias y las cabezas de cochinillo en los córners. Es una historia que hemos visto muchas veces desde lo de Caín. Por eso ser del Madrid es tan parecido a leer la Biblia.

El hecho es que el "equipo de Paco" volvió a perder. Que sus jugadores jugarán divinamente, como cantaban divinamente los castrati del siglo XVIII. Pero de nada sirve que tu voz provoque desmayos de placer entre las cortesanas si luego, en la alcoba, solo sirves para seguir cantando. Por eso lloraba el pobre Arbilla en el banquillo. Por impotencia o bien por miedo a la bronca pospartido del brahmán.

En cuanto a Jémez, que aprenda de Celestino Corbacho. Que era un ministro majísimo que a mí una vez me cedió el sitio en la cola del desayuno bufete del Parlament, pero a quien no se le recuerda por eso, sino porque dobló el número de parados.

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