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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

domingo, 16 de marzo de 2014

Los tres tenores / Por Paco Mora


Finito de Córdoba / Fotos Rullot

"...Recital impagable el del cordobés, el sevillano y el alicantino el día quince de marzo del año de gracia de 2.014. A la gente le costaba salir de los alrededores de la plaza de la calle de Xàtiva…."

Los tres tenores
Paco Mora
El de Finito, Morante y Manzanares puede ser el cartel más repetido de la temporada de 2.014 a poco que las empresas sean conscientes de lo que el público quiere, o simplemente imiten a Simón Casas que en Valencia ha logrado con él un entradón de “no hay billetes” y una tarde de esas en las que el público sale de la plaza alegre y sonriente, y hasta dando verónicas de alhelí al aire.

Tres toreros distintos unidos por el denominador común del arte, han sabido mantener en tensión a una plaza hasta la bandera deseosa de no perderse ni una nota del concierto de buen toreo que han interpretado. El chispazo de la inspiración agigantó las figuras de Finito de Córdoba, Morante y Manzanares durante más de dos horas. Los tres, cada uno a su manera, extendieron un escalofrío de emoción en los tendidos, con el arte que fluía como un milagro de sus capotes y sus muletas.

Morante

Recital impagable el del cordobés, el sevillano y el alicantino el día quince de marzo del año de gracia de 2.014. A la gente le costaba salir de los alrededores de la plaza de la calle de Xàtiva, y los corrillos se prolongaron en la anochecida con los comentarios sobre los pasajes de las faenas de los “tres tenores” del arte de Cúchares. En uno de los corrillos se hablaba del poderío profundidad y grandeza del toreo de Juan Serrano “Finito de Córdoba”, y una voz destacó del grupo exclamando con la mirada en las estrellas: “¡Resurrecto est!”. Y tenía toda la razón puesto que El Fino de esa tarde, convertida ya en noche cerrada, parecía transfigurado, quintaesenciado su arte con un saber estar, torería, rumbo y solera que elevaron a la enésima potencia su reconocida capacidad de siempre. Había estado hasta ambicioso, ¡él, tan acusado de modorra en tantas ocasiones! ¡Y un cañón con la espada! Había valido la pena la espera. El Fino había dado fe en el coso de Monleón de que el arte no tiene principio ni fin y que se puede renovar por generación espontánea, cuando el artista es capaz de transfigurarse como lo hizo el torero de Arrecife de La Carlota sobre la arena dorada de la plaza valenciana. Y entonces brotan de sus muñecas verónicas y naturales de tal calidad que uno ha de restregarse los ojos, para estar seguro de que no está soñando.


La exuberante y barroca gracia alada de Morante de la Puebla y la gran hondura artística de Manzanares, llena de reciedumbre y verdad, alcanzaron también cotas de ensoñación para cualquier aficionado con sensibilidad. Todo parecía fruto de un sortilegio, que se puede repetir cada vez que coincidan en un mismo cartel. Uno llegó a creer en la tarde del 15 de marzo en la plaza de Valencia, que un extraño sortilegio gravita sobre sus cabezas cuando se reúnen en un cartel esos tres monstruos, pues da la impresión de que se inspiran entre sí para ofrecer la eterna sinfonía del toreo con todas las variantes del pentagrama de la Tauromaquia.
***

1 comentario:

  1. Qué pena, entre tanto tenor el que pega el cante es el admirado Paco Mora. Tantas y tantas veces se ha decantado por el toro con trapío y encastado para que venga ahora a perder la cabeza con la corrida de ayer y sus tres espadas. ¿Fueron toros los bichos lidiados? seguro que por la edad si lo serían pero ¡y el trapío, fuerza y raza?
    Al final un nuevo sinmulacro de la corrida para echar a los aficioinados a su casa y quedarse con el público de circuito que no exija y se dejen engañar por estos mangantes del toreo.
    Sr. Mora sea usted consecuente con lo que predica y no se ponga tan digno unas veces para luego ser palmero de estos espectáculos bochornosos

    Saludos
    Pepe Colmenar

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