Los enemigos de España los tiene usted muy cerca y me extraña que no los haya reconocido aún. En el Congreso de los diputados podría reconocer a muchos de ellos. Están emparentados por línea consanguínea con aquel conde Don Julián que facilitó a los moros la invasión y destrucción de la España visigoda.
Carta del director de AD al JEMAD:
“Los enemigos de España los tenemos dentro,
no en Libreville ni en el Océano Índico”
General Fernando Alejandre, Jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD): Le tocaba hoy cumplir con lo que se le exigía con motivo del Día de los Caídos por la Patria. Y lo ha hecho como suele ser costumbre en los altos mandos del Ejército, con invocaciones a lugares pseudopatrióticos comunes que nada profundo significan. Ha dicho usted, general, que “hemos adquirido el compromiso de defender a nuestra Nación, y lo hemos hecho besando su bandera”, para a continuación subrayar que se trata de “un simple gesto, pero que para nosotros tiene un enorme significado a lo largo de toda nuestra vida militar”. “Con ese beso”, ha remachado, “aceptamos actuar hasta donde el deber lo demande para garantizar la defensa de nuestra soberanía y defender nuestra integridad territorial y el ordenamiento constitucional”. Lamento contradecirle, general, pero me resulta curioso que haga usted mención a la defensa de nuestra soberanía y de nuestra integridad territorial, que hable usted de Patria, estando como está a las órdenes de los que asisten impasibles a la destrucción nacional. Vergüenza es lo que debería sentir con solo alzar la mirada a nuestra bandera y comprender lo que significa para las personas de las que usted laboralmente depende.
Ha dicho usted también, en tono grandilocuente, “que los enemigos de España tengan la absoluta certeza de que las Fuerzas Armadas estarán siempre dispuestas a defenderla” y menciona los nombre de Mogadiscio, Besmayah, Libreville y el Océano Índico acaso para haceros creer que en esos lugares remotos se encuentran esos supuestos enemigos de nuestra Patria. Y no es verdad, general. Los enemigos de nuestra Patria no están tan lejos. Los enemigos de España los tiene usted muy cerca y me extraña que no los haya reconocido aún. En el Congreso de los diputados podría reconocer a muchos de ellos. Están emparentados por línea consanguínea con aquel conde Don Julián que facilitó a los moros la invasión y destrucción de la España visigoda.
Son los que no detectaron la supuesta malversación de fondos por parte de los procesados como líderes del golpe independentista en Cataluña. Son los que gobiernan gracias al apoyo de los separatistas que pretenden destruir nuestra Patria.
Son los que nutren de fondos al Gobierno secesionista de Torra que niega la legitimidad a la Constitución y el Estatut y está relanzando la construcción de la república catalana.
Son los que visitaron al líder de Bildu, Arnaldo Otegi, en el caserío Txillarre y que luego dan la espalda a las víctimas del terrorismo. Son los que pasan por alto el sufrimiento y la persecución que sufren los no nacionalistas, que esperaban de sus militares el mismo interés que estos demuestran en las operaciones de salvamento de ilegales en aguas del Mediterráneo.
Son del mismo partido al que pertenece su ministra de Defensa, que hace unos días ordenó por decreto al PP que retire la bandera de España del Ayuntamiento de Mejorada del Campo (Madrid). Son los que han arruinado el prestigio de la Abogacía del Estado obligando a que acuse por un delito de sedición a los principales responsables del proceso separatista en Cataluña.
Son los que están excarcelando a miembros de la banda terrorista ETA y vaciando la representación del Estado en Navarra.
Son los que ceden una y otra vez al chantaje de los separatistas y alimentan el frentismo entre los españoles.
Son los que toman las decisiones junto a esa izquierda radical que pacta los presupuestos generales con líderes golpistas encarcelados.
Son los que aceptan la retirada de 230 guardias civiles de Navarra y que ceden competencias del Estado a quienes quieren destruirlo. Son los que chapotean en las cloacas del Estado, con dinero de todos, para beneficio propio.
Son los que gastan en los de fuera los recursos que les niegan a los de dentro.
Son los que han enfrentado y dividido a los españoles, convirtiendo las posturas en irreconciliables.
Son los que mancillan a diario la memoria de todos esos héroes españoles a los que su supuesto sentido del honor le obliga a respetar y defender.
Me pregunto si usted y yo vivimos en países diferentes para que tengamos visiones tan opuestas de realidades idénticas.
Ha recordado también usted hoy “a todos aquellos que en el cumplimiento del deber entregaron su vida por España, que nuestra historia está repleta de ejemplos en los que soldados de todos los rincones de nuestra geografía antepusieron su amor a la Patria a cualquier otra consideración”.
¿Puede un general español con apego al honor acordarse de estos héroes sin mencionar a las cientos de víctimas de la banda terrorista ETA por pertenecer a las Fuerzas Armadas españolas? ¿Debo recordarle, general, que los herederos políticos de ETA han dado su apoyo parlamentario al presidente del Gobierno y que gobiernan en decenas de instituciones locales y provinciales de las Vascongadas? ¿Es preciso insistir que usted está directamente a las órdenes de quienes ejercen el poder gracias a Bildu?
En cualquier caso, general, sobre su discurso, como el protagonista del adefesio, nada que deba sorprendernos. Hace tiempo que no espero nada de ustedes. Hace tiempo que el patriotismo que pregonan nos suena a música de fanfarria.
Meros figurantes en desfiles sin sustancia y comparsas en misiones internacionales de pitiminí, donde se sigue a rajatabla la hoja de ruta establecida por el mundialismo en contra de las patrias europeas.
Las creencias que nos ofrecen son creencias vacías, porque hace tiempo que dejaron de creer en los preceptos doctrinales que fueron el sustento fundamental de los generales de otro tiempo. Porque mientras usted habla de no sé qué defensa de la soberanía nacional española a miles de kilómetros, muchos de nuestros compatriotas vascos y catalanes sufren a diario el acoso, las amenazas y las agresiones de la jauría callejera liderada por los mismos separatistas a los que debe su puesto la ministra de Defensa, su jefa directa.
Hay vasallajes, general, que restringen la posibilidad de servirnos de ejemplo. Amamos nuestra patria de una forma apasionada e irracional, pero no moveríamos un solo dedo por una nación al albur de sus actuales dirigentes. Antes reconoceríamos la autoridad moral que líderes como Trump, Putin y Orban ejercen sobre nosotros que la de cualquiera de ustedes. Yo apostato de esa España oficial que usted teatralmente representa, general.
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