Cuando se reflexiona sobre Dios, el Hombre, la Vida, sobre el Universo, el Cosmos, se plantean infinidad de dudas, lo cual pensamos que es normal; resulta difícil aceptar la existencia de ese ser superior, infinito, para una mente como la nuestra que es finita y limitadísima.
Ilógica del ateo
Rafael Comino Delgado
Catedrático de la Universidad de Cádiz
Empecemos por afirmar rotundamente que los sentimientos religiosos y políticos de cada cual deben ser respetados siempre que ellos respeten, a su vez, los de los demás. Esta es nuestra forma de pensar y actuar en la vida. Sin embargo se puede opinar y discrepar respetuosamente sobre ellos, y es lo que vamos a intentar hacer.
Según su fe las personas se pueden clasificar como:
-Creyentes: Son todos aquellos que creen en una doctrina, en una Fe, en una Religión, en definitiva en un Dios, Creador.
-Ateos: Significa, sin Dios. Son las personas que declaran no tener Dios alguno, no creer en la existencia de Dios alguno. Todo es producto de la casualidad, pero para ellos no existe, no existió nunca un ser Superior, Creador de todo.
-Agnósticos: Ser Agnóstico significa que no puede entender, no puede comprender a ese ser Superior, o Dios. No niega la existencia de Dios pero admite que no lo puede comprender, y por tanto cuestiona su existencia.
Cuando se reflexiona sobre Dios, el Hombre, la Vida, sobre el Universo, el Cosmos, se plantean infinidad de dudas, lo cual pensamos que es normal; resulta difícil aceptar la existencia de ese ser superior, infinito, para una mente como la nuestra que es finita y limitadísima. De hecho el propio San Agustin dice, "si pudiste comprender algo te ha engañado tu imaginación. Si pudiste comprenderlo, no es Dios. Si verdaderamente se trata de Dios, no lo comprendiste". Pero de ahí a negar la existencia de Dios media un abismo. Puede ser que no podamos demostrar la existencia de ese Dios de forma física, contundente, palmaria, comprensible para todas las inteligencias humanas, pero tampoco podemos demostrar la no existencia, y "todo lo que no se puede demostrar que no existe puede existir". Luego Dios, al menos, puede existir, nadie ha demostrado que no exista y lo llevan intentando desde que el hombre piensa.
-El creyente ha pensado sobre la existencia de Dios, sabe que no se ha demostrado físicamente su existencia, pero tiene Fe, y "la Fe es razón y revelación", como dijera el Dr. Francis Collins, genetista y director del "Proyecto Genoma Humano". Por eso es creyente.
-El agnóstico igualmente ha pensado sobre la existencia de Dios, sabe que no se ha demostrado contundentemente su existencia pero tampoco su no existencia, y como no tiene Fe no es creyente, duda, pero no niega rotundamente la existencia de un ser superior llamado Dios.
-El ateo también ha meditado sobre la existencia de Dios, sabe que no se ha podido demostrar físicamente su existencia, tampoco su no existencia, pero no tiene Fe y niega que haya ser superior alguno. Para él ni siquiera hay duda; simplemente no existe Dios. Respetamos esa postura pero nos parece ilógico afirmar que no existe algo sin haberlo demostrado. Un ejemplo ilustrará mejor nuestro razonamiento, al menos parcialmente. Si alguien dice: ¡A muchos millones de millones de años luz existe un planeta con características similares a la Tierra! Nadie ha demostrado que sea cierto, pero tampoco que no lo sea, por tanto podemos creérnoslo o ponerlo en duda, pero no es lógico asegurar contundentemente que no existe porque, como ya afirmábamos, todo lo que no se ha demostrado que no existe puede existir. En este caso lo lógico, lo inteligente, seria sencillamente aceptar que puede existir. Ni nos lo creemos ni no nos lo creemos. Claro que aquí no interviene el sentimiento religioso, y no tiene cabida la Fe.
Creemos que el científico puro será creyente o no negará a Dios, es decir, será en todo caso agnóstico, pero nunca ateo, porque siempre se preguntará el porqué de las cosas y nunca afirmará o negará sin haberlo comprobado antes. No las admitirá sin haberlas comprobado, y como la no existencia de Dios no se ha comprobado, no asegurará que Dios no existe como hacen los ateos. Como decíamos, si no tiene Fe dudará (agnóstico).
Explicaremos más ampliamente nuestro pensamiento. Para ser creyente hay que aceptar que no se ha demostrado la no existencia Dios y tener Fe. Pero la Fe es algo personal, intimo, que la tiene quien la tiene, por las razones que yo no sabría explicar. Tal vez por las circunstancias vividas, porque ha experimentado hechos, vivencias que dirigen su mente, su pensamiento, o su alma -como quieran- en una determinada dirección. Que le llevan a ver claro lo que otros no pueden ver. Se nos dice que la Fe es un don de Dios y nos preguntamos, ¿por qué la da a unos y a otros no se la da? ¡No se contestar esta pregunta!
Ser agnóstico es comprensible, es hasta cierto punto lógico si no se tiene Fe, pero ser ateo va contra toda lógica humana, contra todo pensamiento normalmente ordenado. No es de sabio ser ateo de acuerdo con la forma de pensar que venimos exponiendo.
Según he podido comprobar hablando con algunos ateos:
a) Llegan a admitir que lo que los creyentes llaman Dios, es cada hombre en sí mismo;
b) Uno me llegó a decir, "yo solo creo lo que veo y a Dios no le he visto. ¿Por qué no se me muestra físicamente? Naturalmente la respuesta es fácil e inmediata. Le pregunté: ¿Tú has visto alguna vez el virus del SIDA, has visto alguna vez los genes que determinan el sexo en los animales? Y sin embargo crees que existen. Luego eso de que solo crees lo que ves no es cierto. Y ¿por qué Dios se te tiene que mostrar a ti precisamente?;
c) Ateos verdaderamente ateos, es decir, niegan totalmente a Dios, hay muy pocos; otras cosa es que ellos digan que son ateos, pero cuando se habla en profundidad y se sinceran, a la hora de la verdad, cuando están en una situación límite, por lo menos aunque sea una pequeña duda si tienen, con lo cual ya serian agnósticos.
El presidente de los Estados Unidos, Dwight Eisenhower decía, "no hay ateos en las trincheras"; el poeta inglés Edward Young (1683 -1765) remarcaba, "en la noche, un ateo cree a medias en Dios"; nosotros vamos más lejos aun y afirmamos que, "ateos solo existen a la luz del día y en compañía, en la noche y a solas no queda ni uno".
Para nosotros creer en Dios es algo consustancial con el ser humano, con el ser racional que puede plantearse la duda, que puede pensar en ello y razonar, para finalmente creer o no. Desde el comienzo de los tiempos, desde que el Homo sapiens está sobre la Tierra siempre se ha planteado la existencia de uno o varios dioses. Por tanto el hecho de creer en Dios es típicamente humano.
El hombre siempre ha sentido interiormente la necesidad de un ser superior al que los cristianos llamamos Dios, los judíos Yahvé o Jehová y los musulmanes Alá, pero es igual, al fin y al cabo un ser superior, creador de todo. ¡Por algo será!
Negar que esto es así, es negar lo evidente, y ese algo es porque ¡el hombre es un ser religioso por antonomasia, se quiera o no! La religión está dentro del intelecto humano, y aunque estuviésemos negándolo hasta el final, así seguiría siendo, pues nunca nadie podrá borrar el gen de la religiosidad que hay en el genoma humano.
El sabio Cicerón afirmaba que, "La naturaleza misma ha impreso en la mente de todos la idea de un Dios”, y eso es innegable, tanto como que los que no quieren que exista Dios llevan toda la vida tratando de demostrar que no existe, y aun no lo han podido lograr.
El gran astrofísico británico, Arthur Stanley EDDINGTON (1882-1944) dijo, y es verdad, “Ninguno de los inventores del ateísmo era científico. Todos eran filósofos muy mediocres", y para san Agustín "nadie niega a Dios salvo aquel al que no interesa que Dios exista", por las razones que sea, muchas veces políticas.
Se cuenta que en 1936 se votó en el Ateneo de Madrid, aunque de forma no oficial, pues no aparece recogido en sus actas (también puede ser que alguien lo haya borrado), sobre la existencia de Dios, y ganaron los ateos por un voto. El solo hecho de votar sobre este tema da idea del lamentable nivel que deberían tener los que participaran en aquella votación.
Para nosotros el ateísmo denota gran soberbia que impide aceptar la existencia de un ser superior, infinito, omnipotente, omnisciente, incomprensible para el ser humano, pero necesario. Y afirmamos que cuando el ser humano se siente fuerte y poderoso se cree un dios, que ignora o niega al verdadero Dios, pero cuando ya no es tan fuerte y poderoso recurre a Él para pedirle ayuda.
De hecho el filósofo Francis Bacon decía que, "un poco de filosofía inclina la mente humana hacia el ateísmo, sin embargo profundizar en la filosofía conduce la mente hacia la religión", y el científico sabio Louis Pasteur se pronunciaba en similares términos, "un poco de ciencia aleja de Dios, pero mucha ciencia devuelve a él". En definitiva, ambos vienen a expresar la realidad, que "cuando el hombre empieza a saber algo, su soberbia le hace creerse superior, incluso a Dios, pero cuando profundiza en el conocimiento se da cuenta de su insignificancia, de su pequeñez y de su dependencia, en todo, de un ser superior, que yo, al menos, llamo Dios, por eso a nuestro entender se puede decir que, "un ateo es alguien que quiere quitarle su puesto a Dios, y a veces incluso cree que se lo ha quitado", y no lo digo en tono peyorativo.
Para Allan Sandage, el gran cosmólogo norteamericano, "El mundo es demasiado complejo en todas sus partes e interconexiones como para ser el resultado de un accidente fortuito… Estoy convencido de que la existencia de la vida con todo su orden y con cada uno de sus organismos está simplemente demasiado bien armada".
Creemos que la opinión de Sandage es muy acertada y añadimos que, la Naturaleza es una obra tan perfecta, tan grandiosa, tan hermosa que solo podía haberla creado Dios, un ser superior, y si Dios no existiera tendría que existir para explicar su creación. Admitimos que esto último solo son opiniones, formas de ver las cosas, que no prueban nada, pero respetables como otras cualquiera, y que a nosotros nos parecen suficientes y lógicas. En resumen pensamos, de forma muy simple, de la forma más sencilla posible, que la complejidad del Cosmos y la ordenación tan perfecta del mismo, y de toda la Naturaleza no puede ser fruto de la casualidad, debe existir un ser o una inteligencia superior que lo originó todo.
Estaríamos dispuestos a admitir que la vida se originó por unión casual de moléculas de Carbono con agua, pero, "¿quién originó el Carbono, el Hidrogeno y el Oxigeno?"; "¿por qué en todos los animales existen macho y hembra para poder reproducirse?"; "¿también eso es fruto de la casualidad?". ¡No lo aceptamos!
El alemán Ernst B. CHAIN, (1906/19979), premio Nobel de Medicina en 1945, dijo, “La probabilidad de que un acontecimiento como el origen de la molécula de ADN haya tenido lugar por casualidad es sencillamente minúscula para considerarla con seriedad”. De hecho hay estudios matemáticos, realizados por autoridades en la materia, y dicha probabilidad es prácticamente nula.
Alguien debió ordenarlo así, ser la causa primera de todo. Alguien superior, incomprensible para nosotros, alguien infinito, lo dispuso así, y a ese ser Superior nosotros lo llamamos Dios. Es nuestra opinión razonada hasta donde se puede.
Sí, es una realidad que todos los seres humanos aludimos a Dios, nos dirigimos a Él, los creyentes para implorarle y los no creyentes para negarle y, a veces, para maldecirle.
Nosotros publicamos, en este mismo medio un artículo, titulado "Los grandes científicos no son ateos", en febrero de 2017, conclusión a la que llegamos tras revisar profundamente el tema. Ahora concluimos, con todo respeto hacia quien piense diferente, y dejando bien claro que si con alguna de nuestras opiniones alguien se siente ofendido, no era esa nuestra intención, y le pedimos disculpas, que:
1) Ateos, realmente ateos, hay muy pocos, pues muchos agnósticos dicen que son ateos (tal vez porque así lo creen) pero no lo son, realmente son agnósticos. Quizás les gustaría ser ateos, pero no pueden.
2) Negar la existencia de Dios sin haber demostrado que Dios no existe, nos parece poco lógico, por eso titulamos este artículo, "Ilógica del ateo".
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