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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

jueves, 2 de mayo de 2019

Ecuador. Una cosa es dirigir una aldea, un programa de radio y otra muy distinta, ser alcalde de Quito / por Manolo Espinosa “El Ciclón”



No importa de donde sea, lo que importa es que el como hombre público que no se debe a un solo segmento de la sociedad sino a todos los que la conformamos, respete nuestras costumbres, tradiciones, manifestaciones humanas e historia cultural que como patrimonio poseemos los quiteños y que por lo tanto debe actuar apegado a la Constitución y las leyes de la República.


Una cosa es dirigir una aldea, un programa de radio y otra muy distinta, ser alcalde de Quito.

Manolo Espinosa “El Ciclón”
Para los seres humanos es muy difícil ubicarse en la realidad que les corresponde y esto debido a su egocentrismo, que piensan que están en el mundo por ser los únicos iluminados, o se creen seres supranormales y con poderes sobrenaturales, para ocupar posiciones representativas.

Una cosa es dirigir una aldea o un programa de radio y otra muy distinta ser alcalde de Quito.  En el primer caso, el cacique es el que manda en la aldea, ordena y dispone autoritariamente lo que hay que hacer por sobre el consentimiento del pueblo. En el siguiente caso, quien es propietario de un medio de comunicación, realiza sus programas de muy bajo nivel cultural a su gusto como “Loro Homero” y el único que lo festeja es el mismo porque está hecho a su medida. 
En el último caso, el ser alcalde, autoridad y representante de la capital de los ecuatorianos que es un verdadero privilegio, requiere tener mucho cuidado y respeto para la ciudad y sus habitantes, puesto que “La Carita de Dios” o “El Relicario de Arte en América”, merece eso y mucho más, porque para dar un paso cualquiera que este fuese, primero y como obligación le corresponde conocer la ciudad en su integridad y conocer Quito significa conocer a su gente, conocer su historia, sus tradiciones, sus costumbres y sus altos valores culturales e intelectuales, por lo tanto, ningún improvisado, puede ostentar esa alta  dignidad.

Por desgracia para los quiteños ha llegado a la alcaldía el Doctor Jorge Yunda (de cierta dudosa reputación y muy cuestionado, que no viene al caso mencionar) que por una mínima votación alcanzó a ser el administrador de esta gran ciudad y no es que todos los quiteños hayan votado por él, lo que ocurre es que hubieron tantos ambiciosos aspirantes que se imaginaron que era fácil alcanzar ese puesto y se dividieron  los votos entre sí y  fueron ellos los responsables que allanaron el camino para que Yunda triunfara.
Su primer y erróneo paso ha sido, arremeter en contra de la histórica y tradicional plaza de toros “Belmonte” administrada actualmente por la Empresa “Triana”(la única que ha dado vida y celebrado con honores la fundación de Quito con la actividad taurina en el mes de diciembre), precisamente este coso nació con la fiesta brava en 1919 (según datos del  Dr. Vicente Moreno, historiador y escritor taurino), con un cartel interesante y dice:

” El viejo coso de la calle Antepara, abrió sus puertas en agosto de 1.919, con los diestros Paquiro Bonal “Bonarillo” y “Facultades (otro diestro), saliendo como segundo espada José Díaz “El Quiteño”, con toros de “Pullurima”.

Seguro que esto no sabía el señor Yunda, como tampoco debe saber que la Plaza de la Independencia (desde donde gobernará), fue una de las primeras plazas de toros que tuvo Quito. Como bien lo describe el Doctor Ricardo Descalzi remitiéndose a la historia:

 ”El 10 de mayo de 1.573 el Cabildo de Quito, tiene acalorada sesión defendiendo las Pascuas de Pentecostés y resolviendo que estado mandado jugar y correr toros y que se regocije la ciudad y que ahora se ha impedido hacer lo susodicho, se ordena y advierte el castigo a quien no asista a las caretas, toros y luminarias que tendrán lugar como siempre, en la Plaza Mayor conocida como Plaza Grande, en donde se armarán palcos y tendidos”.

Para reforzar esa referencia el Doctor Vicente Moreno remata diciendo: “Cada año celebramos la fundación de Quito, desde que la Madre Patria nos bautizó y en la papeleta de tal acto, los fundadores dejaron cosido un capote. Son desde entonces, siglos de andares taurinos, que ni el viento, las aguas, la politiquería y la intolerancia podrán extinguirla por mucho que se empeñen. LA FIESTA DE LOS TOROS LE ES A QUITO ESENCIAL, COMO QUITO LE ES ESENCIAL A LA FIESTA DE LOS TOROS”.

Esperemos que aprenda la lección y que no venga con malas prácticas, ni con consignas a atentar contra nuestra ciudad, porque si él no tuvo el cruce perfecto para gustar de esta fiesta es asunto de él, porque siendo ecuatoriano debe saber que somos la mixtura del indoamericano y el hispano, o como su atrevimiento no tiene límite, a lo mejor es capaz de creerse de la raza anglosajona, aria, nórdica o eslava.
No importa de donde sea, lo que importa es que el como hombre público que no se debe a un solo segmento de la sociedad sino a todos los que la conformamos, respete nuestras costumbres, tradiciones, manifestaciones humanas e historia cultural que como patrimonio poseemos los quiteños y que por lo tanto debe actuar apegado a la Constitución y las leyes de la República.

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