La plaza de Madrid, que ha sido el faro del toreo, donde un triunfo o un fracaso podían determinar, y casi siempre determinaban, la carrera de un torero y donde todos los profesionales de la fiesta acudían reverentes, a sabiendas de lo que allí se jugaban, es hoy, después del bache pandémico una plaza más, al nivel de cualquiera, y si me apuran a veces nos recuerda el actual público de Madrid al de Nueva Andalucía, San Feliu o Benidorm.
En este San Isidro se han aplaudido en el arrastre a auténticos mansos, se han pedido orejas por unos trapazos, unas bernardinas rateras y un espadazo, cayera donde cayera el acero. Ayer mismo sacaron a saludar a Manzanares después de dos pinchazos, un sablazo y un aviso. Ya es casi normal que se ovacionen los pinchazos, que se jaleen los muletazos enganchados...y no sigamos porque a quienes hemos tenido a esta plaza como nuestra, con el orgullo de habernos curtido com,o aficionados en el dogma de la ortodoxia y la exigencia de Madrid, lo de ahora nos deja desolados.
Por supuesto que al taurinismo mediático, a los que defienden la teoría de cuanto mas relajación mejor para el espectáculo, todo este triste panorama les debe parecer fantástico. Claro que ayer ante la infumable corrida del Puerto de San Lorenzo no podían sentirse a gusto. La inválida, mansa y anovillada corrida salmantina apenas dejó algún resquicio al optimismo. Sin embargo Manzanares, que había trajinado entre enganchones la mansa embestida de su primero, decoró la deshilachada faena con un espadazo de los suyos. Así que felices los de siempre. Y en el cuarto, medio inválido, el de Alicante robó algunos muletazos y luego utilizó ya infalible cambio de mano ligado al de pecho entusiasmaron a la triunfalista parroquia. Dos pinchazos, estocada y un aviso le valieron salir a saludar. Increíble.
Menos mal que en la corrida del Puerto salió al menos un toro con seriedad en su comportamiento y que embistió sin perder las manos. Ese sexto, de nombre Lirón lo entendió Tomás Rufo y lo templó por el pitón derecho. Aquellos muletazos al menos marcaron distancia con todo el recital de trallazos de la tarde. Entró a matar muy de verdad y cortó una legítima oreja. En un quite por gaoneras en el primer toro de Manzanares fue cogido de forma espeluznante librándose de milagro de una muy grave cornada porque el toro lo tuvo a merced en unos segundos interminables.
Confirmó la alternativa Alejandro Marcos y además de andar desorientado ante la fala de fuerza de su lolte protagonizó un lamentable espectáculo de incapacidad a la hora de matar.
El cartel de hoy: Toros de Adolfo Martín para Rafaelillo, Manuel Escribano y Alejandro Talavante.
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