Bolívar devuelve el sombrero de Rafael Giraldo. Foto: Camilo Díaz
Con faenas de gran calado y sendas estocadas sin puntilla, el caleño desoreja dos nobles toros de César Rincón, saliendo a hombros. Rufo corta una del tercero. De Justo liga un gran juanbernardo y marra con el acero...
Bolívar un cañón
Jorge Arturo Díaz Reyes
CrónicaToros/Manizales, Colombia, I 6 23
Sol, lluvia y otro entradón en el quinto festejo de la feria. Siete toros de Las Ventas, incluido el quinto bis, pequeños, ligeritos, de discreta presencia, blandos, nobles todos y justos de raza. Pitados en el arrastre, menos el ovacionado primero. Como quinto tris, salió un reserva con mucha plaza de Juan Bernardo Caicedo, bravo que protagonizó gran tercio de varas, tumbando a la primera, creciéndose al castigo en la prolongada segunda y prodigándose hasta la muerte.
Luis Bolívar abrió la corrida saludando al cinqueño “Perfumado” con larga cambiada de pie, dos orticinas y cinco verónicas y media que de una sintonizaron. Aunque tardó en llegar al peto de Arandia, el venteño empujó dignamente la buena vara. La faena brindada al público tuvo preámbulo genuflexo hasta los medios, donde transcurrió impoluta por las dos manos, con temple, secuencia y encaje de canónica fidelidad. Nada de alardes, coreografía, ni efectos. Toreo puro, toreo pausado, toreo preciso, a la medida de las nobilísimas embestidas. Honrándolas. Los remates, molinetes al derecho y al revés, las trincheras, las firmas, los muy sobrios desplantes fueron recursos de la lidia, no avalorios. Desde la primera engarzada serie natural, el jaleo recibió el refuerzo de la banda, sin desmayo hasta el final. Una estocada recibiendo, total en la cruz, entregó el venteño a un ovacionado arrastre sin las orejas. La vuelta con muchas prendas festejaba no solo la gran lidia sino el afecto por el actual detentador del trofeo “Catedral de Manizales” como triunfador de la feria anterior.
El cuarto, “Abúlico”, ciertamente hizo honor a su nombre. No fue manso, no fue áspero pero sí careció de la prontitud y la codicia que provocan la emoción. Esta hubo de ponerla el torero, y esa no es la relación natural. Pero bueno para eso también es el toreo, para suplir, porque además blandeaba. Convencer así, alegrar así, apasionar así es muy difícil. Hay que torear mucho, y Bolívar lo logró. Como en su primera brega, sin un dislate. Siempre por encima, siempre a discreción, siempre acertado. Poniendo la raza que le faltaba al toro. Llegó al epílogo del estocadón sin puntilla, que su señoría Don Bernardo Gómez Upegui, en uso de sus facultades reglamentarias, que dictan la concesión de la segunda oreja como de absoluta discrecionalidad de la presidencia, sacó los dos pañuelos. Hubo algunas protestas que quizá quisieron cargar a la cuenta del torero las culpas del toro. Pero la celebración del poker peludo fue tumultuosamente mayoritaria.
Tomás Rufo, no tuvo fortuna con el sorteo el año pasado, no la tuvo anoche en el Festival y no la tuvo hoy. Pero pechó con su infortunio toreramente. El acapachado tercero, en el borde inferior del reglamento de pesas y medidas (440 kilitos) y también en el de la raza, derrochó alegres viajes a ocho verónicas, un picotazo de Bulla, y los tres buenos pares de Sergio Blasco y Ricardo Santana que saludaron. El trasteo por el camino del aseo y trazo comenzó a tomar vuelo democrático musical, pero en lo mejor, “Lulo” perdió acometida y recorrido echando todo a menos. Encima, escarbó, pisó la muleta y desarmó. La espada desprendida pero fulminante cobró medio premio. Con el sexto que corrió turno y salió antes del quinto tris para dar tiempo a los arreglos en toriles, el toledano se aplicó a fondo tratando de convertir la floja sosería del animal en material de triunfo. La gente se lo reconoció y compartió irrestricta el empeño. Mas la espada no acertó y todo quedó en saludo.
Emilio de Justo, contó con la excelsa humillación y fijeza del segundo para construir una faena de rítmica partitura. Por los dos pitones. No hubo glosas, pero al final el toro se rajó y obligó a un pallá y pacá en tablas que ya no era. La media estocada ineficaz, los cuatro descabellos y el aviso, empeoraron las cosas. El quinto se lesionó, le cambiaron y el quinto bis igual. Corrieron el turno y el quinto tris saltó de último. Un señor toro de Juan Bernardo, “Gorra Roja” cuatreño de 532 kilos, hondo, veleto y cuajado que desató una ovación no más pisar el ruedo y protagonizó el más emocionante tercio de varas de la temporada. Cargó contra William Torres tumbándolo. Repuesto el binomio, atacó de nuevo crecido, celoso y fiero. El extremeño afrontó la papeleta sin reservas. Por la derecha, trapo adelantado, suerte cargada, temple y mando, en una, dos, tres, cuatro series en las que hubo de tragar paquete, hasta que se hizo dueño total de la situación. Unanimidad en la emoción y el reconocimiento al mérito, así transcurrió la faena. Veraz, emocionante de lado y lado. Solo faltaba la suerte suprema. Espada completa, exclamación masiva de triunfo. De triunfo real y justo. Pero no. La hoja ida no mató, sonaron dos avisos y hubo de menester cinco golpes de cruceta que ahogaron todo en palmas para el espada y palmas para el gran toro.
En las condiciones políticas que afronta la supervivencia de la fiesta en Colombia la triunfal temporada cumplida por Luis Bolívar el primer espada de la nación puede ser un épico canto de cisne.
FICHA DEL FESTEJO
Viernes 6 de enero 2023. Monumental de Manizales. 5ª de feria. Sol, nubes y lluvia. Casi lleno. Siete toros de Las Ventas, 5° bis, pequeños, nobles, justos de fuerza y raza. 5° tris de Juan Bernardo Caicedo, de mucho trapío y casta.
Luis Bolívar, dos orejas y dos orejas.
Emilio de Justo, silencio tras aviso y palmas tras dos avisos.
Tomás Rufo, oreja y saludos.
Incidencias: Saludaron: Sergio Blasco y Ricardo Santana tras parear al tercero, y Carlos Rodríguez y Emerlson Pineda tras parear al 4°. Al termino de la corrida Luis Bolívar salió a hombros.
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