El Pana y Pla Ventura conversan sobre la vida
Antes de escribir estas líneas quiero pedirle perdón a cuantos no amen la fiesta de los toros de la que, como el mundo sabe, soy parte activa en calidad de informador; pido perdón a todos aquellos que no la entiendan y a su vez les entrego mis respetos a cuantos no comulguen con mi sentir por esta fiesta que tiene mucho de magia y todo de arte.
CONVERSANDO CON EL PANA
Dicho esto, hace unos días me cupo la fortuna de conversar en vivo y en directo con un personaje irrepetible llamado Rodolfo Rodríguez El Pana, un torero de Apizaco, México, que se ganó el honroso título de ser conocido, además de con su apodo, como El Brujo de Apizaco por aquello de rendirle culto a su ciudad natal.
Pero no quiero que nadie vea en estas líneas y mucho menos con el documento visual que publico, sencillamente a un torero; más que un torero, Rodolfo Rodríguez El Pana es todo un personaje de leyenda; un ser humano increíble y mágico que, más que sus apreciaciones al respecto del mundo de los toros, su mundo y su razón de ser, es un icono ante la vida; un hombre curtido en mil batallas, un ser humano al que le correspondió el honor o la maldición, vaya usted a saber, de aprender en la escuela de la vida.
Y ha tenido que ser ahora, en su venida a España, cuando he podido conversar con este ser humano admirable. Sí, me gusta más calificarle como ser humano antes que como torero; hablamos, que nadie lo dude, de un genio en lo suyo, pero de un hombre avezado y curtido en las calles mexicanas, luchando contra la pobreza, contras las circunstancias, contra los imponderables como él los califica; una lucha casi eterna que le ha llevado, en la actualidad, a ostentar el título de leyenda viva en el toreo mexicano.
El artista y el informador se sienten satisfechos
Conversar con El Pana es como estar un poco más cerca de Dios. Son sus convicciones al respecto las que me impactaron por completo; como el amor que le profesa a doña Alicia, su señora madre de la que, como él dice, tantos años después, todavía no ha roto el cordón umbilical que le une a ella. Un hombre como Rodolfo que ha sufrido tanto y que pasados los años, en su cuerpo no anida rencor alguno. ¿Cabe mayor gloria dentro de un ser humano? Yo diría que es imposible.
Recordemos que, la vida y sus gentes le dieron muy duro, le pegaron muy fuerte a Rodolfo Rodríguez El Pana, motivos sobrados para que viviera rebelado contra el mundo y, a sus años, en su cuerpo anida esa paz que todos soñamos y que muy pocos son capaces de lograr.
El maestro, Rodolfo Rodríguez El Pana.
Sospechaba encontrarme con un rebelde y me encontré con un humanista convencido, con un mago de la palabra que, aferrado a Dios encontró su auténtica razón de ser. Busqué a un torero y frente a mi persona y hallé un personaje distinto, único en su género y, por ende, muy apartado de todo estereotipo establecido, tanto en los toros como en la propia vida.
Como explico, buscaba un conversador de la palabra y me encontré con un ser de luz, con un personaje lleno de carisma y sentimientos; con alguien que es capaz de dejarlo todo en manos de Dios para que sea siempre su voluntad la que prive.
Seguramente no es éste el sitio idóneo para mostrar la faz de un torero; pero sí lo será para que todos conozcamos a un personaje entrañable lleno de magia por todos los poros de su piel, un hombre asistido por Dios porque, según él –y le creo por completo- vivir aferrado a la voluntad divina le ha proporcionado mayores satisfacciones que toda la gloria acumulada dentro de los ruedos.
A usted, Rodolfo Rodríguez El Pana, con mayor derecho que nadie, permita que le diga la frase más emblemática, la que vive siempre dentro de mi ser:
¡Qué Dios lo siga bendiciendo!
28 Junio 2013
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