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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

viernes, 18 de agosto de 2023

Así está el toreo / por Pla Ventura


"...de Justo es de los pocos hombres que me han estremecido en mi vida de aficionado porque, ante todo, he antepuesto lo que este hombre ha penado para llegar al lugar que ahora ocupa. Seis años de ostracismo al más alto nivel por parte de las empresas, una lucha titánica por su parte por intentar remontar su carrera matando las pocas corridas ilidiables que le ofrecían, siempre, sin rehuir nada; todo era bueno con tal de no estar sentado en su casa. ¿Se llama eso grandeza? Que nadie lo dude..."

 Así está el toreo
Pla Ventura
Toros de Lidia/18 agosto, 2023
Me estremecí el otro día cuando comprobé que Emilio de Justo se presentaba en Málaga tras casi veinte años de alternativa. Vamos que, no daba yo crédito a la noticia porque, sinceramente, la desconocía por completo. Pero para eso está Domingo Delgado de la Cámara, para enseñarnos todo lo que no sabemos. Son hechos espeluznantes que nadie puede dar crédito. Tras casi veinte años de alternativa, Emilio de Justo se presentaba en La Malagueta, curioso, por no decir un hecho criminal.

Luego, claro, justo es de reconocer que el diestro de Torrejoncillo firmó en Málaga una de sus tardes más emblemáticas en lo que llevamos de temporada. Como fuere, si alguien pretende descubrir ahora a De Justo tras su apoteosis en la plaza situada a los pies del monte Gibralfaro, no deja de ser una imbecilidad más; digamos que, el que ello hiciere no es un aficionado, más bien, uno que se sienta en el tendido y, a diario pregunta al compañero de localidad por el nombre del diestro que está actuando.

Emilio de Justo es de los pocos hombres que me han estremecido en mi vida de aficionado porque, ante todo, he antepuesto lo que este hombre ha penado para llegar al lugar que ahora ocupa. Seis años de ostracismo al más alto nivel por parte de las empresas, una lucha titánica por su parte por intentar remontar su carrera matando las pocas corridas ilidiables que le ofrecían, siempre, sin rehuir nada; todo era bueno con tal de no estar sentado en su casa. ¿Se llama eso grandeza? Que nadie lo dude. Con este admirable torero no estamos ante el clásico señorito que, de la noche a la mañana le sientan en el festín de las figuras y, con recomendaciones y padrinos, a torear todos los días, caso de Tomás Rufo y otros de análogo contenido; por ejemplo, ese Cayetano, rico de cuna, torero zaparrastroso pero toreando en todas las ferias.

Lo de Emilio de Justo tenemos que calificarlo como una épica heróica puesto que, toreros de su época, caso de Pepe Moral, Manuel Escribano, Octavio Chacón y toreros de semejante corte, no han logrado su propósito, un poquito más holgado que sus compañeros el citado Escribano; más mérito todavía para De Justo que, sabiendo las dificultades, sorteando mil peligros dentro y fuera de los ruedos, al final, triunfó la cordura y, junto a la razón, estamos disfrutando ahora de un torero de época. Un torero tan grande no podía perderse que, para desdicha de los aficionados, a tantos hemos perdido. Por el contrario, gentes como El Fandi, el citado Cayetano, El Cordobesillo, Tomás Rufo, Ginés Marín y otros pegapases siguen toreando a diario.

Estamos hablando de un torero que torea en todas las ferias, menos en la de Málaga que, como dije, se presentó el otro día; pero el esfuerzo de este hombre solo él podría contarlo, máxime cuando la cogida en Madrid aquel día de Ramos en que, un toro de Pallarés pudo haber acabado con su vida al entrar a matar o, en su defecto, haberle dejado postrado en una cama para siempre. Tras ser intervenido de aquella brutal cogida, los médicos, con cautela, dijeron que a Dios gracias podría reaparecer en un año y, a los cinco meses Emilio de Justo reaparecía en Almería. ¿Qué esfuerzo haría ese hombre para lograr su propósito? No quiero ni pensarlo.

Tras sus innumerables faenas de tronío por todas las ferias de España, Francia y América, amén de todo ello, el extremeño puede presumir de tener creo que son cuatro cinco puertas grandes en Madrid, y las que se dejó perder por culpa de la espada. ¿Cuántos toros de Victorino Martín habrá matado De Justo en su carrera? No tengo la cifra, pero son innumerables, otro dato más para engrosar la carrera artística y épica de un diestro tan singular. Bueno, de Victorino y de tres mil ganaderías llamadas duras con las que siempre expuso su vida por aquello de conseguir el triunfo. Son muchas las faenas de Emilio de Justo las que me han emocionado pero, con permiso del diestro y la de tantos aficionados que, o no vieron o no recuerdan, me quedo con la tarde caleña aquel final del año del 2021. Seis toros de Victorino Martín para Luis Bolívar y Emilio de Justo en que, entre los dos diestros cortaron once orejas, ello porque pinchó Bolívar que, como De Justo, podía haberse llevado las seis orejas.

He visto torear con majeza a De Justo en repetidas ocasiones pero, amigos, aquella tarde de Cali en Cañaveralejo, esa tarde vivirá para siempre en el corazón del diestro y, sin duda, de todos los aficionados que aquella tarde pudimos caer rendidos ante su arte. ¡Qué manera de torear más bella por ambas manos y, vaya cañón con la espada! Todo ello sin desmerecer para nada la bravura encastada de la corrida más brava que ha lidiado Victorino Martín en los últimos diez años; en estos tiempos le han salido toros gloriosos, nada es más cierto, pero que los seis bovinos fueran bravísimos, encastadísimos y, que les ofrecieran el triunfo a los toreros con aquella rotundidad, eso no ocurre todos los días.

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