la suerte suprema

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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

miércoles, 16 de agosto de 2023

Las Ventas. Crónica de La Paloma. Una fecha perdida en el calendario taurino. Campos & Moore

Cogida de Raúl Mateos

PEPE CAMPOS
Plaza de toros de Las Ventas. Martes, 15 de agosto de 2023. Festividad de la Asunción de la Virgen. En Madrid, festividad de la Virgen de La Paloma. Nos viene a la memoria que Antonio Chenel «Antoñete» era muy devoto de La Paloma. Fecha que suele coincidir con el final de la canícula. Ayer tarde calurosa, pero soportable. Algo más de un cuarto de entrada. Confirmó la alternativa el diestro Amor Rodríguez, de Torrejón de Ardoz (Madrid), de treinta años, que sumó tres contratos en 2022.

Toros de Fuente Ymbro. Bien presentados, nobles, flojos, la mayoría inválidos. El primero fue devuelto por invalidez. El segundo, flojo y nobilísimo. El tercero alto de agujas y largo, inválido. El cuarto, sacó aspereza. El quinto, con trapío y pitones ofensivos, exigente. El sexto, de menor presencia, manso y morucho, se acomodó a la faena de muleta. Como sobrero —en primer lugar, con quien confirmó Amor Rodríguez— se lidió un ejemplar de Alcurrucén, flojo, inválido y noblón, que se derrumbó por doquier.

Terna: Álvaro Lorenzo, de Toledo, canela y oro, con cabos blancos, vuelta por su cuenta y palmas. Amor Rodríguez, de Torrejón de Ardoz (Madrid), burdeos y oro, con cabos blancos, confirmó la alternativa tomada en 2019, palmas y silencio. Francisco de Manuel, de Madrid, burdeos y oro, con cabos blancos, silencio y oreja.

Allá por 1981, el empresario Manuel Chopera, no sólo recuperó la Feria de San Isidro, y al mismo tiempo la Feria de Otoño, sino que le dio un nuevo aire a la festividad del 15 de agosto, con fama de ser el día más taurino del año, pues cerró una etapa en la que en Las Ventas —para tal celebración— se daba un festejo menor, con una novillada, con novilleros que prácticamente debutaban y tenían difícil abrirse camino en el proceloso mundo de los toros, y, por el contrario, Chopera comenzó a programar corridas de toros para tal compromiso, más una novillada al día siguiente, si fuera menester por la eventualidad. 
En aquél año de 1981, el 15 de agosto, se celebró ya una corrida de toros de la la ganadería «Salamanca», para los matadores Gregorio Tébar «El Inclusero», Justo Benítez y Curro Cruz (que confirmaba la alternativa). En este preciso instante, nos viene también a la memoria y recordamos la torería de Gregorio Tébar en aquella tarde que, puede, no culminara su excelente labor por culpa de la espada. Ahí empezó a levantar vuelo en Madrid una corrida de toros en época tan dispar debido al veraneo con sus obligadas vacaciones, pero tan madrileña. Desde entonces, los aficionados a ver toros y a no salir del maravilloso Madrid en ese estratégico momento —pues era evidente entonces que «Madrid en agosto, con dinero y sin familia, Baden-Baden»— hemos podido disfrutar de descubrir y sentir a toreros de «asolerado» quehacer que en tal cita, en el epicentro del verano, dejaron su sello de artistas en la arena de Las Ventas.

Así, a vuela pluma, en tal busilis taurino, del citado 15 de agosto, tras muchos años desde aquel inaugural de 1981, podríamos recordar —sin tener que buscar en los archivos— faenas sentidas y memorables de Frascuelo, Pepín Jiménez, José Luis Moreno, Paco Ureña y en los últimos años de Juan Ortega. Aparte de haberse convertido, año tras año —aunque no siempre se dio—, en un evento con carácter, en el que se anunciaban toreros —Fernando Cepeda, Juan Mora— que despertaban el interés en el aficionado para acudir a una convocatoria de su predilección, ilusionante, que en el fondo viene a ser lo que mueve —y despierta— al verdadero aficionado para ir a ver toros, personael aficionadotan castigada por las empresas, por el hecho de querer contemplar a toreros que poseen el don de la torería, del saber antiguo, por atesorar arte no usual y no comercial. 
Podríamos decir incluso que ese aficionado —hablamos de Madrid— quisiera ver a toreros «anticapitalistas», en el sentido que queramos darle, si intentamos acercarnos a la denominación de una tauromaquia no festiva, no cuantitativa, sino una tauromaquia de ética y de pureza, alejada del «a marcha martillo» de dar pases y pases por darlos —por parte del torero que se siente comercial y cercano a las empresas— para conseguir atraer, a cambio, a un personaje popular, al «paganini común», que asiste a la fiesta, y que es necesario, pero que está dispuesto a desvirtuar el mundo de los toros a cambio de nada.

Efectivamente, ese individuo que con su visión ligera «degenera» a la fiesta de los toros vendrá a ser una figura necesaria, y puede que hoy más que nunca, porque la vida es contradicción y el «positivismo» aprieta. Así, sabemos que el aficionado es ignorado por el negocio taurino, por el mercadeo, configurado a espaldas del incondicional apasionado y del seguidor que tiene «buen gusto».

Seamos claros, del cartel de ayer no nos gustaba la presencia de Álvaro Lorenzo, torero que en los dos últimos años se ha prodigado mucho en Madrid, posiblemente por falta de contratos y de caché en las ferias taurinas y porque es o era una apuesta del mundillo de los entresijos taurinos —sospechamos que aquí hasta se mira y tendrá peso lo del diez por ciento de porcentaje, por el contrato o futuros contratos, por el rédito de un posible triunfo en Madrid, que no podemos saber a quién irá—. Lo que importa es que pensamos que es un torero representante del destoreo, alejado del gusto del aficionado madrileño, y que nos aparece como una sopa en tiempos de poca bonanza artística. En fin, contra el aficionado todo vale. Al entrar en nuestra localidad nos cruzamos con el matador de toros —muy del gusto de Madrid—, Uceda Leal, que asistió al festejo como espectador. Podemos deducir qué pensamos y qué pudimos sentir. No tenemos nada en contra de Álvaro Lorenzo como persona, pero estamos hablando de toros y de un 15 de agosto al gusto local y universal de Madrid. Como compañeros de cartel del citado torero comparecieron en el ruedo venteño, según hemos reseñado en la ficha, Amor Rodríguez y Francisco de Manuel, que, por qué no, tenían derecho a su presencia y oportunidad.

Álvaro Lorenzo, en su primer toro —segundo de la tarde—, un ejemplar flojo y el no va más de la nobleza bovina, que pasaba y se dejaba, como alma de cántaro, dio un repertorio de toreo con el pico; pero no como muchos pueden pensar hacía el gran José Fuentes, pleno de temple imantado, por cadencia y mando, sino con despegue, por, y con, la linde del engaño, toda una artesanía de la futilidad; cierto que hubo temple y suavidad, pero tanto desvío y apartamiento motivaron el desinterés del entendido. En la suerte contraria le recetó un bajonazo. En el cuarto de la tarde, menos entendible o complicado por su hosquedad, mansedumbre y descaste, Lorenzo ante la incomodidad de los calamocheos y chocheos del burel, en algún momento, ante las protestas del animal, parecía que le iba a domeñar, pero todo derivó hacia la conformidad y lo vano. En la suerte contraria lo mató de una estocada oportuna.

Amor Rodríguez, en el toro que iba a ser de su confirmación, le vimos sacar el capote de atrás con torería al dar una verónica, nos recordó a El Inclusero, y de ahí tanta remembranza. Con el toro de la confirmación, un toro que se caía y se derrumbaba, unas veces, de una manera, y en otras ocasiones, de otra, sacó a relucir cierto aroma de otros tiempos, de otra época. Pero sin llegar a consolidar nada. No se le puede medir por la flaqueza exhaustiva de su oponente. Lo mató de un pinchazo sin soltar en la suerte contraria y de una estocada delantera y atravesada en la suerte natural. Escuchó un aviso. En el quinto de la tarde, Amor Rodríguez no pudo dar un paso hacia delante por tanta precaución adoptada ante un toro más serio, ofensivo y con problemas. La faena estuvo plaga de enganchones y probaturas. Pasaportó al astado de un pinchazo caído sin soltar en la suerte natural, y de un bajonazo descarado en la suerte contraria. Escuchó un aviso.

Francisco de Manuel, tuvo un primer toro sin posibilidades por inválido y descastado, con el que porfió sin conseguir nada potable. Lo mató de una estocada en la suerte contraria. En el sexto, un ejemplar que tenía su problemática por morucho y flojo, le armó una faena de consentirle —como se dice en el argot— y llevarle con temple en los pases en redondo y al natural, en algún momento se impuso al desrazado animal, en otros puede que especulara ante una posible cornada. El aficionado «fetén» le recriminó cierta lejanía en los embroques, mientras bajo la mentalidad de algún aficionado «posibilista» logró torear con cierta cadencia dentro de los cánones de citar, llevar y rematar sin enganchones, y salir ileso. Mató cuasi en el rincón de Ordóñez y cortó una oreja. Es un torero que merece entrar en más carteles y torear más.

El banderillero Raúl Mateos fue cogido en el quinto de la tarde, a la salida de un par. Una cornada grave en el gemelo de la pierna izquierda.

A la muerte del tercer toro se escuchó el pasodoble «Gallito». Desde San Isidro hay aficionados que esperan que el director de la banda, D. Rafael Zahonero, se piense, ante petición popular firmada, que sea el pasodoble que amenice el paseíllo en Las Ventas.



FOTOGRAFÍA: ANDREW MOORE






LO DE LORENZO





LO DE RODRÍGUEZ




LO DE DE MANUEL




FIN

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