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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

sábado, 2 de marzo de 2024

No hay justícia / por Pla Ventura


"..Estamos viviendo una época de desasosiego, nadie creemos en la justicia, por tanto, no quedan valores que la sostengan y, lo que es peor, los que hacen las leyes parece que las promulgan pensando en si mismos no vaya a ser que mañana se les tenga que aplicar a ellos.."

No hay justícia

Pla Ventura
Toros de Lidia/2 marzo, 2024
A tenor de los acontecimientos sobre la corrupción que estamos viviendo en el mundo de la política, me viene a la mente aquella frase del abogado Frank Galvin -Paúl Neumann- en la película, Veredicto Final en la que, Galvin tenía que defender a un pobre y en su oratoria, dirigiéndose al jurado les dijo. “Ustedes han escuchado ambas versiones de los hechos, no es menos cierto que, los ricos siempre ganan y, a su vez, para los pobres, rara vez les asiste la justicia” Una frase lapidaria que la podemos aplicar a todos los ámbitos de la vida porque, como he podido comprobar, ante un juez o jurado, no gana siempre la verdad, más bien, el abogado que mejor sabe interpretar su papel respecto a la convicción de sus palabras. En aquella ocasión, para fortuna de Galvin, de su defendida, y por la convicción del jurado, ganó el pleito.

Y digo todo esto porque, a partir de ahora, con todo lo que estamos viendo al respecto de los personajes que anidan en la política, sus hechos delictivos por corrupción y todo el descrédito que ello conlleva de cara a los ciudadanos de la calle, ¿quién les juzgará? Seguramente nadie y, de hacerlo, barrunto que todos saldrán indemnes de todo aquel juicio al que se les sometiera, cosa que dudo mucho que ocurra, lo de juzgarles me refiero. Estamos viviendo una época de desasosiego, nadie creemos en la justicia, por tanto, no quedan valores que la sostengan y, lo que es peor, los que hacen las leyes parece que las promulgan pensando en si mismos no vaya a ser que mañana se les tenga que aplicar a ellos.

Mis cabellos están blancos por el paso del tiempo y, a su vez, he de confesar que jamás había vivido una época tan nefasta como la que estoy viviendo ahora junto a millones de compatriotas que, con toda seguridad piensan como yo. Si de política hablamos, ahora se puede delinquir con una facilidad pasmosa, es cuestión de organizar una trama como la que hemos conocido al respecto de las mascarillas, amén de tres mil asuntos más, todos de carácter delictivo. ¿Qué estoy queriendo decir? Que estamos en manos de delincuentes, seres malvados por naturaleza que, su único fin no es otro que la maldad, la que sirve para enriquecerse de forma criminal y con alevosía.

Explicado lo contado, ¿qué futuro nos espera como sociedad? Difícil pregunta porque no tiene respuesta; es más, nos han sumido en la más auténtica miseria de la que jamás podremos salir y, lo peor de todo es que los políticos se definen como servidores de sus conciudadanos. ¿Lo entiende alguien? Es triste, muchísimo, que en vez de servir a sus ciudadanos que les hemos votado, que utilicen los cargos que ostentan para robar y enriquecerse mediante tras acciones corruptas que, dicho sea de paso, será muy difícil de esclarecer puesto que, ellos, los que mandan, se protegen entre sí, a su vez no permiten que la justicia como tal pueda actuar. Ahí viene nuestro desencanto.

Es muy complicado que hallemos paz en nuestro derredor con gentes corruptas en las más altas esferas del poder, pero, como lobos entre lobos no se muerden, nosotros, en nuestra torpeza les seguiremos votando para que se enriquezcan, para que ejerzan como dictadores y el pueblo llano que se joda. Y por si faltaba algo, como en política puede anidar el primer descerebrado que pase por allí y tenga el carné en la boca, por dicha razón apareció un día en política una tal Irene Montero, una descerebrada al más alto nivel y, partiéndose la boca diciendo que su política era defender a la mujer, dictó una ley a la que bautizó como, Solo sí es sí y, a partir de aquel momento se rebajaron las penas de todos los violadores, muchísimos al amparo de dicha ley quedaron en libertad. Y a eso le llaman defensa a la mujer. Hay que estar locos para actuar de semejante modo y, lo peor no es que la tiparraca rectificara asumiendo su error, lo más grave de la cuestión es que la muy indeseable se ha ido de la política con dicha ley en pleno vigor. En estos días salió en televisión una chica violada repetidas veces por su padre y maltratada físicamente a su vez y, el agresor y violador, en este caso su padre, tras cumplir “un rato” a la sombra ya está libertad y, como dijo aquella mujer: Mi padre según la ley ha cumplido su condena, lo peor es que yo viviré condenada mientras viva.

A tenor de lo visto, es agonizante vivir de este modo con todo aquello que nos atañe a la sociedad en su conjunto y, lo más sangrante de todo es que, destapan la corrupción, en este caso del llamado Koldo García y, los implicados en la trama todos confiesan ser inocentes ante unos hechos probados como son las facturas que ministerios y comunidades pagaron a la trama orquestada al efecto. Hechos punibles de dimisión por parte de todos los “imputados” pero, amigo, el dinero de todos es muy goloso y, a su vez, robar resulta barato, tanto como matar; lo digo porque en su momento, cuando conocimos la sentencia de muchos asesinos de ETA, a la mayoría les cayeron doscientos años de cárcel y, muchísimos, con menos de veinte años a la sombra están en libertad. ¿Quién dice que matar no resulta barato? Siendo así, robar es apenas una broma, entre otros muchos casos los eres andaluces son una prueba testifical de lo que digo. Lo triste de la cuestión es que no tengamos ahora al teniente Colombo que, de pronto les metería a todos en la cárcel y, por si alguno se escapara, ahí estaba el justiciero de la noche para impartir justicia. Cierto es que, para gozo de los malhechores, ni tenemos al justiciero y mucho menos a Colombo porque, ambos eran personajes de ficción.

Como vemos en la imagen, la bandera de España luce el crespón negro, señal de duelo porque nuestro país, en manos de tantos malhechores sigue en duelo permanente, algo que ha logrado el social comunismo que, con sus acciones han propiciado que nadie creamos en la justicia. ¡Qué pena! Nos queda, como solución, que haya suicidios colectivos en masa, no queda otra opción.

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