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Pepe Bienvenida / La suerte suprema

domingo, 23 de diciembre de 2012

NAVIDAD: FELICITACIÓN DE SALMONETES YA NO..../ blogspot




A la Alemania nazi que perseguía villancicos y belenes, dijo una noche Madariaga desde la BBC:

–Bibliotecas enteras de filosofía moral no han ejercido sobre el progreso humano influencia mayor para hacer que se respete a todo hombre, por humilde que sea; a toda mujer, a todo niño, por humilde que sea el pesebre en que haya nacido, que esta sencilla escena (la del pesebre) representada de nuevo cada año en toda la Cristiandad.


2 comentarios:

  1. Si Madariaga dijo aquello desde la BBC, Juan José Tamayo, dice esto en "El Periódico" : EL VATICANO II, TUMBA DE LA CRISTIANDAD.

    Si Juan XXIII pasó "del anatema al diálogo", los dos últimos papas han hecho el camino inverso.

    La figura de Juan XXIII, de cuya elección papal hemos celebrado recientemente el 50 aniversario, está indisociablemente unida al Concilio Vaticano II, inaugurado el 11 de octubre de 1962 y clausurado en Roma, el 8 de diciembre de 1965.

    Fue un concilio que venía a corregir el rumbo contrarreformista y contrarrevolucionario de los dos concilios anteriores: el de Trento(1545-1563), que condenó la Reforma protestante, y el Vaticano I (1870), que proclamó el dogma de la infalibilidad del Papa.

    Fue, sin duda, uno de los acontecimientos sociorreligiosos más importantes del siglo XX por sus repercusiones no solo en el terreno religioso, sino también en el cultural, político y social, en plena sintonía con las transformaciones producidas durante aquella década de alta temperatura utópica en la esfera internacional.

    El cuarto de hora de locura de Juan XXIII, como algunos calificaron su decisión de convocar aquel concilio, fue en realidad un huracán que derribó los muros de incomunicación de la Iglesia católica con el mundo moderno. Juan XXIII solo pudo asistir a la primera sesión (de octubre a diciembre de 1962), pero su talante humanista y su espíritu reformador estubieron presentes en las cuatro sesiones celebradas.

    El Vaticano II marca el final de la cristiandad triunfante, considerada consustancial a la Iglesia católica, cuando fue una de sus más graves patologías y desviaciones del proyecto originario de Jesús de Nazaret.

    Con él tocaban a su fin el absoluto eclesiástico y las multiseculares alianzas entre el trono y el altar, en nuestro caso, entre la Iglesia católica española y la dictadura del general Franco, legitimada por Pío XII con la firma del Concordato de 1953, pero cuestionada por sus sucesores Juan XXIII y Pablo VI, críticos severos del franquismo. En expresión feliz del teólogo español José María González Ruiz, el Vaticano II se convirtió en la "tumba de la cristiandad".

    Pero con Juan Pablo II y Benedicto XVI han vuelto los anatemas y las condenas de las religiones, de la modernidad, de la teología de la liberación, del diálogo interreligioso, de las revoluciones científicas, del pensamiento crítico en la Iglesia católica etcétera.

    El Vaticano II llevó a cavo una revolución copernicana en la concepción de la Iglesia al definirla como comunidad cristiana y no como sociedad desigual, según la expresión de algunos papas, y al poner el pueblo de Dios por delante de la jerarquía, no sin un fuerte enfrentamiento entre el ala episcopal conservadora y el ala reformadora.

    ESTA NUEVA situación es la "Iglesia de los pobres", expresión acuñada por Juan XXIII en un memorable discurso: "La Iglesia se presenta, para los países subdesarrollados, tal como es y quiere ser: como la Iglesia de todos y, particularmente, la Iglesia de los pobres". La opción por los pobres se hizo realidad en las iglesias del tercer mundo. Juan Pablo II y Benedicto XVI intentaron decapitarla con denuncias contra sus principales cultivadores, aunque no lo consiguieron. La teología de la liberación sigue viva y activa.

    El Vaticano II es un legado que no puede mitificarse, pero tampoco olvidarse en un ricón, sino que ha de activarse, reformularse y recrearse en los nuevos climas culturales. Un legado que puede mantener viva la autopía de que otro cristianismo es posible.

    Francisco León

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  2. Perdonen ustedes el fallo garrafal de poner "estuvieron" con B.

    Francisco León

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